“Debería darte vergüenza”, le dijo Barack Obama a Jennicet Gutiérrez una vez que ella lo interrumpió en un evento LGBTIQ+ en la Casa Blanca. “Escucha, estás en mi casa, no es respetuoso. No puedes conseguir una respuesta positiva de mi parte interrumpiéndome de esta manera”. Claro, porque todxs sabemos que la mejor forma de conseguir derechos es pidiendo bonito, no subiendo la voz, esperando el turno. Jennicet y sus compañerxs querían usar la oportunidad para tomar acción, desde el orgullo y la dignidad. Lo de ella fue un impulso, la interrupción de un flujo verbal que no estaba atendiendo sus necesidades. Sin embargo, la obligaron a salir de la reunión. Ella insiste en que mientras el entonces presidente le fiscalizaba el tono, la comunidad transgénero indocumentada sufría (y sufre) abusos sexuales, físicos y psicológicos en centros de detención.
Existir es resistir. Jennicet nació en Jalisco, México, y llegó a Estados Unidos a los quince. Transicionó tres años después. Ahora vive en Los Ángeles. En 2014 fundó Familia: Trans Queer Liberation Movement, organización con la que acciona desde entonces para combatir las violencias que marginalizan, criminalizan y asesinan a las identidades latinas queer, trans y disidentes de género mediante marchas, mítines y recaudaciones de fondos para la liberación de mujeres trans indocumentadas de color detenidas.
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Si antes su trabajo era necesario, ahora, en medio de la validación trumpista de los discursos y los actos de supremacistas blancos, racistas y lgtbfóbicos, cobra una relevancia y una urgencia mucho mayores. No se trata, para ella, de pensar que un líder lxs lleve a la dirección correcta, sino de armar una comunidad suficientemente fuerte como para exigir y buscar que sus demandas se cumplan.
Jennicet es una de las cincuenta líderes en disidencia sexual y de género cuya vida celebramos en nuestra quinta edición, ORGULLO.