Hace unos meses escuché en una emisora local de radio una entrevista a un tipo de cierta edad en la que contaba que en su juventud había sido cantante de orquesta. Dijo que fueron los mejores años de su vida, muchos ligues por pueblos de todo el país y muchas anécdotas que a mi me parecieron un poco fantasmadas. En ese momento me surgió la idea… ¿Cómo sería recorrer España durante un verano con una orquesta de pueblo? Dicho y hecho.
Le comenté la idea a una amiga, le flipó y me recomendó una orquesta que había estado hacía pocas semanas en su pueblo. “Se cambian más de ropa que Beyoncé en un concierto, van disfrazados de El príncipe de Bel-Air y mezclan temas de Marisol con AC/DC”. Orquesta Vulkano se llaman… Joder, si hasta el nombre prometía.
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Al día siguiente a través de su página de Facebook localicé el número de su mánager, luego descubrí que era el cantante también. Se llamaba Carlos, desde el principio se mostró muy receptivo con la idea de hacer un reportaje sobre cómo es irse de gira en una orquesta.
Cuadramos una fecha y pensé: “Necesito un fotógrafo que inmortalice tal hazaña”. Por lo que contacté con mi colega Rodrigo Márquez. Le conté la idea, le gustó y las fechas cuadraban… Ya estaba todo listo. Llegamos al día D. Jueves 11 de agosto, 11:45h, recojo a Rodri en el centro de Valencia y ponemos rumbo al pueblo de La Vilavella, en Castellón. Allí debemos encontrarnos con Kiko, el jefe de montaje, y su equipo.
Al llegar al pueblo observamos una media de edad de entre 80 y la muerte. Medio pueblo lleno de arena y barreras para los festejos taurinos. En la plaza nos encontramos con un camión grande en el que se lee ORQUESTA SHOW VULKANO.
Nos presentamos a Kiko y sus chicos. “Vamos a comer y luego ya empezamos a montar”. Pues guay. Nos llevan al único bar de la zona y tras un par de cervezas y una buena comida la cosa empezó a cambiar… “Cuéntale la del chino”, le dice Churry a Jose, apodado Cachopo. “Pues que en San Fermines un chino se puso delante de la mesa de sonido y delante de todo el mundo se puso a cagar”. Y cuéntale también la de las rayas… “Estábamos recogiendo y unos tíos se pusieron a hacerse rayas encima de un altavoz, nos tocó esperar a que terminasen para poder recoger”.
Vamos con Churry, del que no recuerdo su nombre real. La cosa es que empezamos a hablar de ligues y por encima de todos se desmarca él. Nos cuentan que “si no se ha tirado a 20 tíos no se ha tirado a ninguno en lo que va de verano”. ¿Su truco? Usa una popular App gay para ligar según la localización. Es todo un experto y siempre está con el móvil en la mano listo para encontrar al siguiente…
Seguimos hablando sobre temas más generales, lo duro que es estar un mes fuera de casa, las horas de trabajo. Pero en definitiva hay muy buen rollo entre ellos y es que son casi como una familia, como ellos mismos dicen. Tras la comida, Kiko se pone al mando y todos trabajan en el montaje del escenario. Mientras, Rodri y yo nos dábamos un paseo por el centro del pueblo dónde se celebran ‘las vaquillas’.
Son las ocho de la tarde y van llegando los músicos… El primero es Carlos (el mánager-socio-cantante). Nos recibe con entusiasmo y nos presenta al resto de miembros. Maikol, coreógrafo de la orquesta (que traía loco a nuestro amigo Churry), un auténtico divo, nos cuenta cómo lo hacen para cambiarse tanto de ropa. Tienen un camión-camerino con siete armarios, nos dice mientras nos va enseñando modelitos y demás, aparecen las chicas… Maikol sigue enseñando vestuario, en mi cabeza me pregunto si podré estar presente en ese proceso de cambios de ropa locos entre canción y canción. Sería bueno vivir eso para saber un poco más todo lo que hacen. Mientras me hago esa pregunta mental, una de ellas comienza a desnudarse y probarse vestidos… Queda claro, no van a tener problema en que estemos por el camerino durante la actuación.
¿Venís a cenar con la gente del pueblo? “Tenemos guisado, cerveza, café y pastel de manzana casero”. Mientras algunos deciden si quieren comer en la plaza con el pueblo o en el bar, yo ya estoy cogiendo asiento y pidiendo pan para mojar. Entre birra, guisado de toro y pastel de manzana, surge la inevitable pregunta. ¿Encima del escenario, se liga mucho, no? Todos coinciden en que sí, pero que van con el tiempo tan justo, que terminan de actuar y se marchan. Alguna vez que se han podido quedar si han tenido sus historias, pero en general nada. Cortada de rollo total. Pero un verano entero, trabajando tanto, con tanta gente… Algo tiene que pasar ahí.
Llega la hora de la actuación. Los artistas están un poco extrañados, ya que todo el público está sentado de resopón, y ellos están acostumbrados a gente bailando y saltando. Pero bueno, tiran de profesionalidad y salen a darlo todo. La actuación empieza con Cachopo disfrazado del candelabro de La Bella y la Bestia y un medley de pelis Disney. Sale una de las chicas y yo me pongo nervioso en cada cruce de miradas con ella. Pero como soy profesional, intento disimular y al girarme, me doy un hostión con Daniel, uno de los cantantes. Nada grave.
Decido bajar del escenario y darme una vuelta, me pongo a habar con el técnico de sonido, y tras intercambiar algunas palabras le pregunto qué es lo mejor que te ha pasado?, a lo que me responde… “Lo mejor que le puede pasar a un técnico de sonido cuando esta currando es que no le hablen”. TOUCHÉ. Vuelvo con Pocahontas…
La orquesta sigue repasando todos los temazos que la noche pedía, “Tómbola, la vida es un carnaval, quince años tiene mi amor” y, ojo, hasta alguna de reggaeton. Sí, van a ser todo pasodobles. La verdad es que llevaban un repertorio muy currado, tocaron de todo y consiguieron animar al público. En una de todas, uno de los chicos se baja a interactuar con la gente. Se va dejando llevar y coge del pelo a una señora con la sorpresa de que se lleva el pelo en la mano. El cantante con la peluca en la mano y la señora calva sin saber donde meterse (me apostaría una copa a que estuvo varios días sin salir de casa). Muy top.
Llega el final con el momento épico que todos los que han ido a verbenas de pueblos han vivido. Ese empalme de temas de Mago de Oz, ACDC, Ska-p, Loquillo y Europe. “Mierda, siempre termina cuando estás más a tope”. Comenta uno de los fiesteros con tono de estar a un cubata del coma etílico. Decidimos que era hora de despedirnos.
De camino a Valencia estuvimos haciendo repaso a lo vivido.
En resumen, en el inicio de la aventura yo me esperaba algo así como ese ex-triunfito que sigue esperando su gran salto a la fama a los 40. O ese abogado de 50 años, que un día lo dejó todo porque su sueño era cantar y ahora va de Loquillo con su chupa de cuero por todos los pueblos. La realidad no fue esa. Una orquesta de hoy en día está muy profesionalizada, curran mucho y ofrecen auténticos espectáculos. Pero siempre hay sitio para la juerga y los típicos rollos amorosos. Si en una noche vi como le quitaban la peluca a una señora de 80 años delante de todo el pueblo, a Churry sumar una víctima más en su cuenta particular, y rememorar mi etapa adolescente dándolo todo con la de “saca el papelillo, me preparo el cigarrillo y una china pal canuto de hachís” de Ska-p… ¿Cómo sería pasar tres meses con ellos? Quién sabe, quizás el año que viene les pida que me contraten como encargado de vestuario.