El 4 de julio se celebra la independencia de los Estados Unidos de América, y con ello se suscitan una serie de festejos que sólo el patriotismo más enajenado (mas no por ello menos efectivo) puede provocar. La noción de que el país de las barras y las estrellas es el centro del universo alcanza proporciones impensables durante este día. No hay cabida para el no-festejo.
Colin Kaepernick, una de las pocas voces que se ha manifestado en contra las injusticias sociales de la nación más poderosa del mundo, forma parte de un puñado de personajes que saben aprovechar su fama y poder de convocatoria para desafiar el statu quo. Con un simple gesto, Kaepernick expuso el conservadurismo no sólo de una liga de futbol americano profesional, sino de toda una sociedad donde aún moran los fantasmas del racismo.
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“¿Cómo podemos celebrar la independencia plenamente el día que le robamos con toda intención la suya a nuestros ancestros? Para encontrar mi independencia fui a casa”.
Al exmariscal de campo de los 49ers parece no preocuparle el hecho de seguir desempleado en la NFL. Para él es más importante, por el momento, dar a conocer los múltiples problemas que suelen olvidarse todos los domingos en Estados Unidos y el mundo.
Para poner el dedo sobre la herida, Kaepernick publicó en Twitter un breve video de su más reciente visita a Ghana, país de origen de los padres biológicos del quarterback, y de paso criticó el concepto arcaico que se tiene de los festejos del 4 de julio. Para Colin no existe independencia alguna cuando se obtiene a costa de los derechos del “Otro”. Su búsqueda personal es también la de todo aquel que se encuentra aislado por los mecanismos de la pasividad y apatía política y social.
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La cuenta oficial de su campaña Know Your Rights Camp (conoce tus derechos), proyecto que busca crear consciencia entre la juventud sobre los problemas sociales, publicó una imagen de la bandera estadounidense titulada “Lo que la bandera de los Estados Unidos representa” acompañada de una breve semblanza del supuesto significado de cada color.
El mensaje es claro: el simbolismo se quedó muy corto con la realidad.