Fui a Tampico a conocer la librería flotante más grande del mundo


Este artículo fue publicado originalmente en VICE México.

Hay un barco que viaja por todo el mundo con miles de libros, atracando en diferentes países para que cualquiera pueda subir y adquirir conocimiento traído desde tierras lejanas. En cuanto me enteré que tocaría puerto en Tampico, —un lugar conocido por sus historias de extraterrestres, su hospital abandonado en la playa y las tortas más atascadas que he probado— me lancé a este puerto en Tamaulipas para visitar la llamada librería flotante más grande del mundo.

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Logos Hope es el cuarto buque de la organización caritativa alemana GBA Ships (Gute Bücher für Alle/Good Books for All) que viaja por el mundo con este propósito. Después del Logos, fundado en 1970, Duolos y Logos II, el Logos Hope es la embarcación encargada —desde 2009—de compartir conocimiento, ayuda y esperanza por todo el mundo, de acuerdo con los ideales de la organización.

El barco blanco con eslora de 132 metros estaba estacionado en el H. Puerto de Tampico, a unos metros del centro de la ciudad, justo detrás de las Tortas René, las originales tortas de la barda, un ícono culinario de la región. Afuera, una fila de seis cuadras, traducida en poco más de una hora y media de espera, aguardaba inmersa en una sensación térmica de 35 grados para abordar. Durante las dos semanas que permaneció el barco en esta ciudad, recibió más de 100 mil visitantes, casi el doble de lo que esperaban originalmente.

Logos Hope estaba estacionado justo detrás de las originales tortas de la barda.

En la entrada del barco me recibió Pável Martínez, quien lleva 18 meses a bordo del Logos Hope y es el único mexicano en el área de comunicación. Mientras subíamos a bordo, me explicó que la tripulación del barco está compuesta por 400 personas de 62 países (entre ellos siete mexicanos). Todos son voluntarios, incluso el capitán.

Dentro de los requisitos para ser voluntario se encuentran hablar inglés, “dar fe de tu historial de ayuda humanitaria”, tener mínimo 18 años y un estado físico que te permita ayudar con funciones operativas y humanitarias, y finalmente, recaudar el apoyo económico necesario para el mantenimiento del barco y la tripulación. Pável no me dijo un número cerrado, pero me contó que en su caso, su familia lo apoya para que pueda vivir como voluntario en el Logos Hope.

Pável Martínez, mexicano a bordo del Logos Hope.

Los hombres y las mujeres duermen en dormitorios separados. La media de edad es de 24 años, aunque eso incluye al capitán y otras personas que sobrepasan el promedio. La edad más común, me dijo Pável, es 20 años. Trabajan cinco días a las semana, siete horas al día; tienen un día de descanso y otro día en misiones de trabajo humanitario. Estas misiones, me contó mi guía, las realizan los voluntarios del Logos Hope en regiones cercanas a donde atracan. Entre la ayuda humanitaria que realizan se encuentra la instalación de filtros de agua, reconstrucción de viviendas, donación de libros y talleres impartidos por los voluntarios.

Si conocen a alguien en el puerto, los voluntarios pueden salir de fiesta y volver al día siguiente, siempre y cuando firmen un documento para mantener un registro que sirve para saber dónde se encuentra la tripulación en todo momento, algo comprensible para un barco que viaja por todo el mundo y se mueve cada par de semana. Sin embargo, también hay 17 familias que viven en el Logos Hope, incluidos poco más de 20 niños, que incluso estudian ahí, según me confirmó Pável, quien vive con su esposa en el barco.

Réplica de los camarotes donde duermen los voluntarios.

Al entrar al barco había una recepción, seguida por un camerino con un maniquí. Su propósito era que los visitantes pudieran ver cómo viven y viajan los voluntarios bordo del Logos Hope. Enseguida había un auditorio que simulaba un bote salvavidas en donde un par de voluntarias locales explicaron en español las dinámicas y las reglas del recorrido:

Es un recorrido en una sola dirección, por lo que no se permite regresar a la sección anterior. Se comienza por la sección de libros para seguir a la sección de descuentos, luego se pasa por un pasillo que lleva a una cafetería, que se encuentra a un lado de la salida. El precio de los libros se encuentra en “Unidades”, que son las mismas en donde sea que se encuentre el barco, pero cuyo valor cambia de acuerdo a la moneda local; en el caso de México, 100 Unidades equivalen a 40 pesos.

Una voluntaria local explica las dinámicas del Logos Hope.

Al terminar esta explicación te permitían pasar a la sección de libros. Pável me dio un rápido recorrido mientras esquivamos a las decenas de niños, madres, padres y grupos de escuelas que fueron a visitar el barco ese día. Me explicó que tienen más de cinco mil títulos diferentes, divididos en secciones: Novela, Cocina, Liderazgo, Arte, Familia, Juvenil, Infantil, Devoción, Matrimonio, Misiones, Vida Cristiana… y una sección predominante de “Espiritualidad”, que ocupaba casi la mitad del espacio. Pável me contó que en esa ocasión, 60 por ciento de los libros estaban en español. Los consiguen a través de acuerdos con editoriales, principalmente de Alemania y de EU, y el catálogo cambia en cada país que visitan.

Cuando llegamos al final de la sección de libros, Pável me llevó a conocer la planta donde se encontraban el comedor y los dormitorios de los voluntarios bordo. También me mostró el comedor, desde afuera, y me explicó que la comida es algo básica, ya que tiene que ser algo que le guste a las personas de los 62 diferentes países.

Los voluntarios organizan diferentes actividades para pasar el tiempo, desde clases de chino hasta swing y danzas tradicionales maori.

La siguiente parada de mi recorrido fue el puente de mando, donde mi guía me explicó que además de ser la librería flotante más grande del mundo, el barco se encarga de repartir ayuda —a través de las misiones humanitarias que realiza la embarcación en poblaciones cercanas a sus puertos de llegada—, y de repartir esperanza, algo que buscan a través de mensajes positivos que ayudan a las personas a tomar decisiones correctas.

Después de mostrarme el puente de mando, Pável me acompañó al final del recorrido. Mientras caminábamos a la salida, atravesamos un túnel con ilustraciones y grabaciones que recreaban una versión actualizada de la parábola del hijo pródigo, un pasaje bíblico donde un hijo se rebela, cae en los vicios y pierde todo para regresar a su hogar y ser perdonado por su padre.

Antes de terminar, le pregunté a Pável si los mensajes de esperanza que busca repartir Logos Hope alrededor del mundo están relacionados con alguna religión. Me dijo que no, a pesar del gran espacio que ocupa la sección de “espiritualidad”, la historia moral que cierra con el recorrido y que GBA Ships es una organización caritativa cristiana. Sin embargo, me dice que quieren dar mensajes positivos buscando la manera que los reciban las distintas comunidades en los diferentes países que visitan.

Me despedí de Pável y regresé a recorrer con más calma la sección de libros. Ahí platiqué con Doris, una voluntaria originaria de Tampico que trabajaba en el Logos Hope mientras se encontraba en ese puerto. Ella no vive en el barco, pero fue a trabajar seis días a la semana en labores de traducción y orientación, además acompañó a los voluntarios en las misiones humanitarias, que en este caso ocurrieron en localidades cercanas como Mataredonda y Pueblo Viejo, Veracruz.

Doris me dijo que lo mejor de trabajar como voluntario en el Logos Hope es conocer a personas de todo el mundo. Me contó que unos días antes los voluntarios del barco fueron a festejar el cumpleaños de uno de los reclutadores a la playa de Tampico. Escucharon música y comieron un trompo al pastor. Pero nada de alcohol. “No tomamos. Todos compartimos la misma fe cristiana”, me dijo Doris. “Se siente muy bien relacionarte con personas con las que tienes valores en común y poder ayudar”.

Al dar una segunda vuelta por el área de libros, pude ver que aunque estaba dividida en secciones, muchos de los libros en el barco tenían temáticas cristianas; desde la sección de novelas hasta la infantil (excepto la de cocina), la mayoría de los títulos se conectaban de una u otra forma con el cristianismo y los buenos valores.

Por otro lado, la llamada sección espiritual, en realidad consistía de la mayor variedad de Biblias que haya visto en mi vida, con cosas como la Biblia Bajo el Mar, el Evangelio en 3D, la Biblia Rompecabezas y decenas de libros más sobre pasajes, estudios e interpretaciones de la Biblia.

Aunque Logos Hope no se define abiertamente como cristiano, vi mucho contenido sobre esta religión. Al final, salí del barco con un Atlas Mundial y un libro de cocina, sin referencia bíblica alguna. Y aunque la oferta de libros no era para nada lo que esperaba encontrar en una embarcación que viaja por el mundo con miles de libros a bordo, quizá yo no soy el público al que Logos Hope busca llegar. Mientras me alejaba del puerto, sentí el calor del verano en Tampico y vi cómo algunos vendedores le ofrecían aguas y raspados a las personas a quienes todavía les faltaba más de una hora de espera para dar una vuelta por ese bote, que en un par de días iría a Coatzacoalcos, Veracruz, y después a Progreso, Yucatán, para después zarpar a otros países repartiendo conocimiento y ayuda humanitaria.

@fixzion