Esta semana se publicará uno de los proyectos más resonantes de este 2014: el álbum Dub de Gaita: El Fin del Mundo Vol.1. La entrega junta a los legendarios ganadores del Grammy y brujos de la flauta indígena, Los Gaiteros de San Jacinto, con el capitán del legendario sello y estudio On-U Sound, el mix-master Adrian Sherwood, y Diego Gómez, cabeza de la disquera colombiana Llorona Records.
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Básicamente, es un proyecto con antecedentes tan célebres como este y otros clásicos de Sidestepper, la combinación Frente Cumbiero – Mad Professor, y algunos experimentos de William “Quantic” Holland, pero con quienes llevan siendo los máximos exponentes de la música de gaitas en Colombia por más de 40 años.
Dub de Gaita: El Fin del Mundo Vol.1 es la primera entrega de una trilogía de vinilos firmada por Llorona Records en asociación con el sello norteamericano ZamZam Records. Con tres cortes lentos y apocalípticos (“María Sola” en dos versiones + “El fin del mundo”), el disco profundiza en el carácter existencial de la cumbia de los veteranos, con tratamientos dubberos que, en lugar de opacar o deformar, resaltan las dimensiones y matices de su nostalgia. Es, tal cual, un dub de gaitas. El eco de un canto indígena y campesino, contemplativo y sabio, que hermana el feel del barrio jamaiquino con el del caribe rural.
Sin duda: uno de los lanzamientos más finos del año.
Por lo mismo, nos sentamos a platicar con Diego Gómez, director del proyecto, quien nos contó acerca del proceso detrás del disco.
Un viaje de cumbia, dub y misterio, y para que sepan de lo que estamos hablando, aquí les va, en exclusiva, un regalito para libre descarga:
VICE: ¿Cómo fue el proceso de producción del Dub de Gaita?
Diego Gómez: La idea fue tratar de ser muy orgánicos en todo el trabajo para no tirarnos la música de Los Gaiteros. Muchos de los experimentos con música tradicional parten como de loopear un pedazo de algo y luego repetirlo sobre una base de electrónica estática. A mí me parece que eso ya se ha hecho mil veces, y como que no evoluciona hacia nada nuevo. En este caso, lo que hicimos fue grabar a Los Gaiteros en bloque, con la dirección de separar los instrumentos, pensando en la mezcla después. Luego este trabajo se llevó a Inglaterra y ahí se grabaron algunas cosas con los músicos de On-U Sound. Yo hice algunas cosas, incluso Mario Galeano (Frente Cumbiero, Los Pirañas, Ondatrópica) también grabó algunos bajos en Bogotá, pero todo eso se hizo sobre la obra de Los Gaiteros, sin editarla. Grabamos encima algunos bajos, vientos, teclados, guitarras, unas voces. Como interpretando nosotros sobre la canción. Como entendiendo un poquito lo que ellos hacían e hilando dentro de la gaita para darle un color diferente a la música.
¿Se le trató de dar otro ambiente?
Como de completarla a partir de elementos que son un poco más familiares al oído, digamos, del público dub. Y a partir de eso buscamos darle otro color. Es como un cuadro. Tú tienes unos colores que normalmente pinta la gaita y luego a eso tú le pones un negro y ¡pum!, resulta que eso cambia el color, la percepción sonora, todo esto sin interferir en esa interpretación orgánica del ritmo y de los instrumentos del ensamble tradicional de gaita.
¿Y luego?
Ya cuando teníamos todos los elementos organizados pasamos a la mezcla. Todo se manda a 32 canales a la consola análoga con la que trabaja Sherwood. Admás ahí tiene sus efectos y sus cosas.
¿Cómo se hace la mezcla de dub?
La mezcla se hace como una interpretación en vivo, en tiempo real, entonces una mezcla jamás es igual a otra. Siempre se hacen tres pasadas: la primera es el “vocal mix”, que es la que más respeta la obra. Aquí es cuando Sherwood dice: “La gente quiere oír a Los Gaiteros, no a mí”. Esta es la mezcla más limpia. La canción, realmente. Luego se hacen dos mezclas, que ya son cuando se comienza a deconstruir la canción a partir de técnicas un poco más agresivas de efectos, de sacar y meter cosas…
¿La mezcla final es de Sherwood?
Sí, la hace él en su estudio.
Diego Gómez, co-productor del Dub de Gaita y cabeza de Llorona Records. Foto: Federico Ríos.
¿Y ese es el trabajo del man? ¿O dirige arreglos y eso?
La producción la hicimos en conjunto, es decir, como toda la dirección de trabajar con los Gaiteros, organizar las canciones, ver cómo se tocaban, sobre todo tratar de buscarles un poco de aire. Luego con personajes como Little Axe y Skip McDonald, de On-U Sound, grabamos algunas cosas y revisamos arreglos. También costó que ellos entendieran un poco qué es la gaita, ¡porque para ellos fue muy duro! Porque las estructuras, las melodías, los cambios, los arreglos, no siguen a veces eso a lo que ellos están acostumbrados, por ejemplo, en el reggae.
Claro, me imagino que te tocó contarle a Sherwood sobre el significado de Los Gaiteros, ponerlo en contexto, contarle qué era la gaita…
Claro, la historia, meterlo en toda esa tradición mística que representa la herencia gaitera, que es como una logia. Fue muy bonito que él entendiera lo que implicaba y lo que significaba. Y también, claro, traducirle musicalmente para que él viera los puntos en común que tiene con el reggae, digamos a nivel rítmico, porque hay muchas cosas compartidas.
¿Y qué decía?
Para el fue un impacto. Primero fue un reto. Ellos se sentaban y decían: “Esto es brutal, pero no entendemos un culo… por favor explíquenos cómo es la vaina”, entonces esa fue como a primera labor: traducir. Decirles que se fijaran, por ejemplo, que el llamador, que marca el contratiempo, es como la guitarra en el reggae. Y así fueron entendiendo. Él me acaba de escribir y me dijo que estaba muy orgulloso de esto. Fue bonito. Sobre lo musical, me decía “¡Ustedes están locos! ¡Esto es otro nivel!”
Master at work. Sherwood tras la consola en On-U Sound.
¿Y qué dijeron del resultado Los Gaiteros?
De las cosas bonitas, es que ellos están felices y les encanta el trabajo.
¿No lo encontraron muy lejano a su sonido?
La cosa es que ellos tienen ciertos ritmos, como la gaita corrida o las acabaciones, que son súper indígenas. Sus canciones más voladas son en las que ellos se meten como en eso… en esas flautas tan bonitas. Lo que intentamos fue buscarle, a partir del dub, ese lado a la música.
¿El viaje?
Sí. Entonces eso a ellos les pareció súper bonito. Además fuimos muy respetuosos. Ellos al comienzo decían: “Esto va a ser un chispun de gaita”, porque eso es lo que han hecho muchas personas. Pero cuando escucharon la mezcla les pareció como una cosa mucho más que algo para sentarse a oír y tomar trago.
Es un viaje suave, deep, hasta oscuro y misterioso…
Esa fue la intención. Esto carga como con esa nostalgia campesina, como con esa soledad de acarrear las vacas, de los cantos de vaquería, de un man solito con su gaita en el campo interpretando los cantos del pájaro. Como leyendo la naturaleza a través de la música. Un poco era como buscarle ese sentido.
Diego Gómez, atrás a la derecha, fue el artífice de este proyecto. A su lado lo acompaña su hermano y socio Juan, y al frente, Los Gaiteros. Fotos: Carlos Saavedra
En tiempos de excesos digitales, el disco se destaca por su carácter análogo. Es un buen matrimonio entre tecnología moderna como la consola análoga y cosas como el cuero y la gaita…
Claro. Realmente es cero digital. Lo único fue que utilizamos ProTools como máquina de playback, pero nada más. Lo análogo realmente ayuda a comprometerse. Con el computador uno puede hacer las cosas una y otra vez, corregirlo todo mil veces. Con lo análogo uno tiene que estar conectado con la música, sintiéndola, porque tiene pocas oportunidades para hacerlo bien. Creo que esa es la gracia.
¿Cuál es el sonido clásico de Sherwood?
El tipo tiene un sonido muy particular, es un sonido bien noise, distorsionado. Si uno oye la discografía de Mad Professor ahí está sonido de Mad Professor. Si oyes Lee “Scratch” Perry, lo mismo. Y si tú oyes Sherwood, es Sherwood. El catálogo de On-U Sound es impresionante. Treinta años haciendo discos, ¡imagínate! Proyectos como Dub Syndicate, African Head Charge, Guetto Priest, son proyectos impresionantes. El man tiene sus jugadas propias. Y eso implica ser fiel. Como él mismo lo dice: “ser leal a sus armas”. “Loyalty to my weapons”.
¿Cómo se te ocurrió el concepto del proyecto?
Pues se trató de unir dos pasiones con las que crecí. Yo comencé oyendo mucho punk en la adolescencia, luego llega Sublime, eso me lleva a Bob Marley y de ahí Caribe y reggae por siempre. Luego por un amigo que estaba aprendiendo percusión con Los Gaiteros, empecé a aprender con ellos un poquito, como a acercármeles, y un día que hubo un cumpleaños de mi mamá, yo le dije a este man como “Oiga, yo quiero darle una serenata a mi mamá con Los Gaiteros, ¿será que los manes vienen?”, y el man “Si tiene bastante trago, los manes van”. Entonces los manes llegaron y fue una parranda tremenda. Desde ese día empecé a aprender con ellos y ya hemos trabajado varios años juntos. Luego ya mucho después me puse a escribirle a Sherwood porque tenía ganas de traerlo a que tocara acá y el man respondió. Me mandó al manager y ahí comenzamos a cuadrar. Al estilo Llorona empezamos a inventarnos cosas alrededor de la venida del man, porque a nosotros siempre nos ha interesado tanto el proceso como el resultado, entonces hicimos una alianza con el Ministerio de Cultura, unos talleres en la Fernando Sor, en fin, y se dio… Ahí se juntó la pasión del dub y la pasión de la gaita.
Teaser del documental que están produciendo los amigos de Amplificado sobre el disco.
Tú que conoces a fondo a los Gaiteros, ¿en dónde reside su magia?
La música de gaita tiene una cosa súper bonita. Todas estas músicas del caribe nacen del encuentro entre lo indígena, lo afro que trajo la esclavitud, y un poco lo que significó la colonia española. Pero en el caso de Los Gaiteros, lo que predomina es la flauta indígena. Ellos son muy orgullosos de decir que no tocan tambor como un negro, que ellos tocan tambor como un indio. Y pues los indios son personas bien calladas, meditabundas, con otro tipo de contemplación distinto a la bulla, al bullerengue negro, entonces creo que por ese lado ellos cargan ahí con una herencia ancestral muy importante y también una manera de interpretar bastante diferente. Esa me parece que es una cosa. Y la otra cosa es que en la familia gaitera sí que hay un compromiso de tradición, de preservar como un regalo que se le da a muy pocos.
¿Cuántos años llevan ellos?
Oficialmente constituidos, como cuarenta y pico de años.
Y de ahí para atrás…
De ahí para atrás pues venían familias que cargaban con eso.
De los maestros más viejos de los Gaiteros, ¿cuántos quedan?
Dos. Juan Chuchita que tiene 84 y Toño García que tiene 86. El año pasado murió Nicolás, que era el gaita macho, director de Los Gaiteros por mucho tiempo. Juancho está hecho un toro, tiene un gran vigor para cantar. Toñito sí está más complicado para giras y eso.
¿Y el más joven?
Damián. Debe tener 32, 34.
¿Y la tradición se pasa por linaje? ¿Son familia?
Algunos. Y han ido llegando familias nuevas. O pelaos que desde chiquitos se le pegaron al maestro, y como el maestro tiene el compromiso de dejarle la herencia a alguien, pues así. Si llega el pelao más interesado, pues ellos agarran y le enseñan todo. Es una cosa bastante única. Y hablamos de personas como Juan Chuchita, que no sabe escribir, pero la memoria que tiene esa persona es impresionante. El tipo se sienta a tomar ron y es una Biblia. Absolutamente lúcido.
Este espíritu indio, contemplativo y profundo del que hablas, esta interpretación como del canto de la naturaleza que se expresa en esta música de gaitas, ¿también lo encuentras en el dub? ¿Es un viaje similar para ti?
Pues es que la evolución del dub, según como yo tengo entendido, empieza un poco a partir de todo ese encuentro espiritual de personajes como Lee “Scratch” Perry con el rastafarismo como religión, como ellos entendiendo su música como camino espiritual. Esto significa un cambio en el que ellos, que estaban tocando ska o rocksteady, de un momento a otro dicen como “No, un momento, el reggae es la música espiritual y eso es lo que hay que hacer”. Entonces los manes empiezan como a entrar ahí y obviamente… rastafari, ganya, mística… pues logran una meditación a partir de la música. Luego aparecen máquinas y efectos y eso pues obviamente los lleva a otra dimensión. Y es que el dub tiene un tema de reverberación y delay y eco que por momentos se siente como voces hablándote de aquí a allá. Entonces estos manes empiezan a jugar con eso y claro, la música comienza a adquirir un carácter que trasciende la interpretación natural del instrumento: es el trayecto del sonido viajando en el espacio. Todo un viaje. Entonces luego tú oyes estas gaitas con estos ciclos de melodía súper insistentes y son como pájaros jugando. Tú le pones un delay a esa vaina y se vuelve como de otro planeta. Ese juego de cómo el ingeniero entra a transformar o a deconstruir la mezcla a partir de efectos me parece muy chévere. Y el tema de la repetición, que es sobre el que se construyen estas músicas…
Músicas rituales.
Exactamente eso, músicas rituales.
Este experimento dio como resultado tres discos. Ahora sale este. ¿Y los otros?
Sale otro a final de año y luego otro el próximo año.
¿Y en vivo cómo va a ser?
Digamos que desde el comienzo supimos que contar con Sherwood iba a ser muy complicado, pero estamos en el proceso de aprendizaje a partir de haber trabajado con él. Estoy en esas con mi hermano, que es tremendo DJ. Para este Dub de Gaita son todos Los Gaiteros de San Jacinto y mi hermano y yo haciendo la mezcla dub en vivo. Lo venimos ensayando hace rato. La idea es que sea como una rueda de cumbia alrededor de la consola.
¿Cómo es tu ‘dub kit’? ¿Cómo lo has armado?
Eso es lo mismo que con todo. Los maestros van pasando la tradición. Tengo un par de delays análogos, reverberaciones y delays digitales, el Eventide Space, que es una versión pequeña de un rack súper poderoso que tiene Sherwood, una consola análoga, el Maschine…
¿Qué hay que hacer para conseguir el vinilo?
Es una edición limitada. El sello ZamZam con el que trabajamos es muy purista, en la web hay muestras y ya, pero el acuerdo con ellos es que la canción no puede salir en ningún formato hasta que se acaben los vinilos. Es darle ese significado de joya de colección. Salieron 1000 copias: 800 se distribuyen alrededor del mundo (salieron hace un par de semanas y ya están agotadas) y 200 en Colombia. Las estamos vendiendo aquí, en Llorona. Cuando se acaben los tres volúmenes el plan es hacer el lanzamiento digital. Mientras tanto, sólo vinilos de colección.
¿De dónde viene el tema del fin del mundo en Los Gaiteros?
El otro día estaba hablando de eso con Edgar Benitez, un etnomusicólogo, músico y gestor cultural cartagenero que tiene este proyecto de Ciudad Móvil, y él me decía que hay muchas canciones que tienen esta alusión, es como un sentimiento común en los manes. Recurrente. Si tú vez el disco de Un fuego de sangre pura, el del Grammy, la última canción se llama “La acabación”, también tienen otra que se llama “El fin del mundo”, tienen muchas canciones que hacen alusión como al final y son las instrumentales más largas, donde la gaita despide la vuelta.
Gaita apocalíptica…
Exacto. Gaita apocalíptica.
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Este artículo fue publicado originalmente en Noisey, nuestra plataforma de música.