La historia de Namman Muay, el Chanel N° 5 de los peleadores de muay thai

“Salpícalo por todo el cuerpo” fue el lema publicitario de Brut 33, un desodorante amparado por los deportistas y usado por los machos alfa como Henry Cooper (boxeo), Kevin Keegan (futbol), Wilt Chamberlain (basquetbol), y Joe Namath (futbol americano). Desde de mi punto de vista como deportista, no recomendaría usar Brut 33. No es conocido como un artículo (legal) para mejorar el rendimiento deportivo y hace que apestes peor que un muerto.

Así que olvidémonos del tufo a la Pepe Le Pew de Brut 33. La fragancia preferida de los hombres rudos y peleadores de kickboxing por excelencia es el linimento Namman Muay. Llevado a la fama por el arte de los ocho miembros del boxeo tailandés, y patrocinado por superestrellas como Buakaw, este bálsamo es reconocido inmediatamente por su distintivo color amarillo y fuerte olor a eucalipto y mentol.

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Más allá de los pisos ensangrentados de los gimnasios en lugares precarios y las bancas de madera de los vestidores apenas alumbrados, Namman Muay es utilizado ampliamente por todo tipo de personas; atletas, masajistas, fisioterapeutas, gente de la tercera edad, y todo aquel con dolor en los músculos y articulaciones. Ninguna medicina a base de aceite o ungüento analgésico en el mercado activa tus músculos para la acción o los rejuvenece después del combate como Namman Muay.

Foto vía facebook/BanchamekGym

Que te empapen y masajeen con Namman Muay en tu esquina es parte integral del ritual previo a la pelea en las competencias de boxeo tailandés. El masaje es un bautizo de fuego para todo el que se somete; el calor abrasador que cauteriza los poros de tu piel; el mordaz y extraño olor que invade tus orificios nasales; el rígido cuerpo que poco a poco se libera y se alista para la trifulca como Jake LaMotta en Raging Bull. No hay duda, Namman Muay y el muay thai nacieron para estar juntos. Pero al igual que muchos peleadores de muay thai y artes marciales en todas partes, he usado este producto milagroso durante años sin saber mucho al respecto.

Era hora de abrir algunos libros sin ilustraciones e investigar. Fabricado por el Devakam Apothecary Hall en Tailandia, el aceite Namman Muay ha calentado músculos desde hace medio siglo. Las raíces de este oloroso, pegajoso, nocivo, y caluroso agente se encuentran en la medicina tradicional tailandesa, lugar donde la receta se usó durante años por unos cuantos y se heredó de boca en boca en los círculos de boxeo. No fue hasta 1960 durante el dominio de Pon Kingpetch, el primer campeón de boxeo tailandés en Occidente, que el producto milagroso de Devakam se convertiría en una marca con atractivo masivo y alcance global.

Pero ahí les va la historia de fondo. Kingpetch, el campeón, practicaba en un gimnasio propiedad de un entrenador llamado Thongthos Intratat. Entusiasta herborista y practicante de la medicina alternativa, Intratat siempre buscaba perfeccionar los remedios caseros tailandeses para ayudar a su plantel de peleadores a calentar y recuperarse de sus dolores de músculos y articulaciones.

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Al usar a los boxeadores del gimnasio como pruebas humanas, Intratat descubrió que al cubrir a un peleador con su aceite casero Namman Muay, éste era menos propenso a las lesiones y se recuperaba más rápido después de los combates. Con la ayuda de algunos inversionistas visionarios y una modesta inyección de capital, Intratat formó Devakam, su propia compañía farmacéutica, y comenzó a fabricar sus primeros productos Namman Muay. En la actualidad se utiliza por millones de personas en todo el mundo y, al igual que el pollo frito del coronel Sanders y la Coca-Cola, la receta original es todo un secreto.

Pero Oriente es Oriente, y Occidente es Occidente, y los dos nunca deberían unirse. Lejos de Tailandia, el Namman Muay es recibido con extrañeza. A muchos farangs (extranjeros de origen occidental) no les importa en particular el fuerte olor de los “ungüentos calientes” exóticos de Oriente. Tomemos de ejemplo a uno de los maestros del gimnasio de MMA en Atlanta donde yo solía enseñar, quien les prohibió a estudiantes y peleadores de kickboxing usar Namman Muay y el bálsamo del Tigre. El olor extranjero y similar al éter irritaba su nariz occidental y en ocasiones solía ponerlo muy histérico. Puede que haya tenido el físico de un héroe griego, pero el linimento Namman Muay era su tendón de Aquiles.

Pero no fue la primera ni la última vez que alguien tenía problemas con el peculiar ungüento. En casa, la presencia del Namman Muay junto a la pasta de dientes y el gel sobre el mueble del baño intrigaba a visitantes y novias en potencia. No era un desodorante. No era bálsamo del tigre. Era Namman Muay, el eau de toilette de los peleadores. “Ah”, dijo mi futura esposa, en aquel tiempo mi novia sorprendida.

Recientemente, mi amado Namman Muay ha sido tema de estudio y escrutinio. La Federación Internacional de Kickboxing (IKF por sus siglas en inglés) publicó una advertencia sobre aplicar el ungüento en la cara de los peleadores (evita el contacto con los ojos y cualquier herida abierta). Y han surgido dudas sobre los peligros de aplicarse medicamentos sin receta sobre la piel que contengan salicilato de metilo. Namman Muay contiene 31 por ciento de salicilato de metilo y se recomienda que no se cubra más del 40 por ciento del cuerpo con esta sustancia. Quizá sea tiempo de bajarle a mis dosis de etanol herbal.

Demasiado tarde. Los ingredientes no regulados y/o cancerígenos de esta medicina tailandesa a base de aceite no me convencerán de dejar de usarlo. Nada provee una sensación de alivio en las espinillas golpeadas y flexores adoloridos como el calor del Namman Muay, pero tampoco lo salpiques por todo tu cuerpo.