Ricardo Arjona. Con sólo decir su nombre en cualquier lugar, te aseguras tema de conversación para rato. Admitámoslo: el hombre no pasa desapercibido. Lo amas o lo odias, frío o caliente, no hay lugar para los tibios. Después de 15 discos de estudio a lo largo de su carrera, Édgar Ricardo Arjona Morales es uno de los artistas en la lengua de Cervantes más exitosos de los últimos tiempos. Millones de discos vendidos y continuos sold outs en sus conciertos lo avalan.
Mis primeros contactos con la música de Arjona vinieron gracias a las grandes dosis de rolas diarias que mi mamá sonaba en el reproductor de mi hogar. “Señora de las Cuatro Décadas”, “Te Conozco”, “Mujeres”, “Minutos”, “Si El Norte Fuera El Sur”, canciones todas con las que crecí sin necesariamente haberlas escuchado por decisión propia; pero que en el contexto de mi infancia sonaban y representan una época marcada en mi desarrollo.
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En esa época, no habían redes sociales y quizás por esto no era tan notorio el aparente odio general por la música de Ricardo. Siendo justos, el odio a Arjona parece más bien una manera de la gente de seguir la opinión de la manada sin ponerse a pensar si en realidad les agrada su música o no. A ver, ¿quién no ha oído algún tema de Ricardo? ¿Quién no se sabe alguna de sus canciones? Es un artista masivo que ha logrado que sus rolas se inserten en nuestro cerebro; independientemente de cuál es nuestra postura antes su música.
Siempre me ha parecido que hay algo misterioso en las letras de Arjona, que hace que conecte con tantos seres humanos. No sé si son los putos oximorones, o algunos de los temas que toca en sus letras, pero una aplastante mayoría de hispanohablantes del planeta se dejan penetrar lenta y suavemente por la pluma de Ricky A. Es algo que a opinión personal, es digno de admirar y estudiar: siento que su caso tan particular no ha sido tratado con el tacto debido. Ricardo Arjona ha cogido con mas mamás que cualquier actor porno, y me atrevo a decir que sus letras han evitado divorcios, y han hecho que el sexo a los 55 años de tus padres no sea tan aburrido y tenga de música de fondo alguna de sus canciones, logrando que la menopausia no afecte a la hora de que tu mamá llegue al orgasmo. Ajá, hablé de tu mamá, menopausia, y orgasmos; merezco un puto premio Nobel.
En Google hay decenas de artículos destruyendo su manera de escribir, pero creo que es más divertido investigar por qué ha tenido tanto éxito. ¿Por qué sus imposibles (oximorones) conectan con el cerebro de tanta gente y, cuando los usa descaradamente otro artista —Joaquín Sabina, por ejemplo— son aplaudidos? No tengo nada en contra del buen Joaquín y sus 19 días y 500 noches consumiendo cocaína, tan sólo es cercano al tema. Su canción “Contigo” es un caso paradigmático. Lean si no estos versos:
“Y morirme contigo si te matas,
Y matarme contigo si te mueres.
Porque el amor cuando no muere mata,
Porque amores que matan, nunca mueren”.
Es exactamente lo que Ricky Arjona podría escribir en alguna de sus canciones: mismo estilo, misma métrica, mismos oximorones. Ahora, ¿por qué a Sabina lo llaman genio por esto? Y más importante, ¿por qué a Arjona lo asesinan como el peor liricista de los tiempos después de Jesucristo por hacer lo mismo? En mi opinión, todo esto radica en la justificación del gusto como construcción social. A ver, comulgo con mi amigo Carl Wilson en su libro Música de Mierda (el cual todos deberían de leer en vez de estar dando likes a mujeres y hombres guapxs en Instagram).
En general, nuestros gustos personales se hacen y reconfiguran según nuestras experiencias sociales. Si cuando salimos de casa de nuestros papás, pasamos nuestra juventud yendo a bares de reagge con unos polacos que conocimos cuando estábamos conectando mota, obviamente vamos a sentir un vínculo real con el evangelio de Bob Marley (y con polacos pachecos). Desde ahí se trazará el camino para nuestros gustos y juicios futuros de cualquier tipo de música que consumamos, todo esto partiendo desde el amor inyectado en nuestro hipotálamo hacia el reagge por haberlo conocido en ese momento preciso de nuestras vidas. O si tenemos familiares que vivieron en Atlanta, que aman el rap, y que se visten con ropa dos o tres tallas más grandes de lo que les toca, será entendible que sintamos una afección natural por la música rapeada, la revista XXL y los hoodies.
Yo crecí con vinilos de salsa en mi hogar, lo cual hace que cada vez que suena algún disco de Rubén Blades o Willie Colón, me den ganas de empedarme terriblemente, destruir mi cerebro y que mi mamá al otro día me cocine un hermoso consomé para que la cruda no me haga hablarle mal y que ella me castigue por una semana.
En conclusión: nuestro gusto musical está totalmente comprometido por nuestra posición sociocultural y experiencias, al igual que el odio que puedes tenerle o no a mi querido y admirado Ricardo Arjona.
Además, Arjona es un artista al que seguramente le vale verga lo que opinen sus detractores, ya que sus millones de discos vendidos, decenas de hits, 34 novias, y mansiones en capitales del mundo, logran que pueda dormir bien mientras tú, queridx, estás en tu casa en ropa interior posteando en tu facebook de 357 amigos que no te gusta la música de un multimillonario y que eres mucho más inteligente porque, por fin, le hiciste caso a tu primera novia y te compraste un libro de Herman Hesse.
Ahora, con ganas de hacer un pequeño experimento social, hice una encuesta en mi Facebook para ver qué opinaba un porcentaje de una de mis redes sociales acerca de las razones del éxito de Ricardito Arjona:
Me encontré previsiblemente con respuestas que venían de una posición muy personal y subjetiva; con excepción de dos ganadores que voy a señalar y analizar. Por momentos parecía que las personas que hicieron comentarios negativos habían encontrado un lugar en donde expresar su odio por la música de Ricardo y que la gente los aplaudiera por su “exquisito” gusto musical.
La primera habla sobre el libro antes mencionado, del periodista canadiense Carl Wilson, en el que plantea si el concepto del buen gusto es una gran mentira a partir del análisis de la carrera musical de Celine Dion y su disco Let’s Talk About Love.
La segunda respuesta habla sobre lo claro que Arjona tiene al público al que le canta, de sus formatos estándares de canciones, de su voz pegadiza, y de las metáforas en sus letras.
Al analizar estas dos respuestas, encuentro lugares comunes en lo que expone Carl Wilson en Música de Mierda, y entiendo obviamente que Arjona tiene más claro que nadie al público que le canta pero, ¿acaso no deberían tener esto claro el 100% de los artistas antes de lanzar una pinche canción? Pareciera algo básico para lograr algún tipo de éxito en el mundo musical.
Sinceramente no quedé contento con esta pequeña encuesta; y mientras me comía una hamburguesa doble queso piña tuve una revelación y pensé hacer lo que cualquier persona tiene que hacer antes de dar una opinión sobre cualquier tipo de música: escuchar los discos de Arjona sin cesar.
Para entrar en la mente o saber lo que siente cualquier fan de Arjona al oír sus canciones y entregar su cuerpo a las deliciosas mieles de sus letras, tenía que meterme muy adentro de sus composiciones y ver qué había en ellas que hacen que millones de personas se bajen la ropa interior ante sus discos.
Decidí pasar una semana entera escuchando solamente discos de Ricardo Arjona, y así tener una opinión válida acerca de su éxito masivo. Las reglas eran concisas:
— Escuchar solo discos de estudio.
— No escuchar ningún otro tipo de música por siete días enteros.
Acá tienen un recuento de cómo fue mi semana escuchando a Ricky A., R to the A, Arjona:
Día 1 y Día 2
Comencé por Animal Nocturno, editado en 1989 —el año en que nací. Al ver el tracklist en Spotify, lo primero que dije fue “mierda, el 65% de este disco son putos hits”. “Mujeres”, “Primera Vez”, “Cómo Olvidarte”, “Quién Diría”, “Solo”, “Animal Nocturno”, el cover de “Tiempo En Una Botella”, “Así de Ilógico”, y “Jesús Verbo No Sustantivo”, rola que en las clases de religión de mi escuela nos hacían cantar junto a Guille, un sacerdote gordo y barbudo —que siempre se vestía con la misma playera blanca todos los putos días— que tocaba la guitarra (esto es 100% real). Puto Guille, te odio, siempre olías mal y me escupías en la cara al hablarme. Si estás leyendo esto, quiero que lo sepas.
Volviendo al disco, es una producción en general sumamente ochentera, con solos de guitarra dignos de C.C Deville y una estética muy acorde a la época.
A ver, en “Solo” Ricardo tiene dos punchlines brutales: “Solo como Fidel caminando por la acera de Wall Street”, seguido de “Solo como Octavio Paz en una disco de moda”. ¡Imagínense cuantas personas se sintieron filósofos y revolucionarios con esta línea! Y en “Mujeres“, hace alusión a lo que todo el mundo ama: mujeres —independientemente de tus preferencias sexuales, todos tuvimos una madre; y de ahí se agarra Ricardo al mejor estilo Freudiano. El gigante de Guatemala junta al machismo, feminismo, a Dios, a Neruda y a Picasso en una bomba que te asesina al momento que terminas de oírla; y en el coro grita la palabra más exacta que pudo haber encontrado para un estribillo: “mujeres”.
Juro que este disco me gusta genuinamente; no importa que a veces sientas que una especie alienígena de Neruda se está cogiendo sin condón —porque sí, es sexo sin protección, del arriesgado—, a alguna persona virgen y que, de las palabras que se oigan en esa recámara, venga Arjona con un grabador y a todo lo que suceda ahí le agregue algunos acordes de guitarra y lo haga canción. No me importa, me gusta.
Habla de la virginidad en “Primera Vez“, —la única canción que detesto del disco— esta rola es como si estuviese dando una clase de religión/anatomía/cómocogerseaalguien.com a personas que jamás han tenido sexo. Luego hace un statement personal sumamente importante (para él imagino) en “Jesús Verbo No Sustantivo”, una rola que te hace sentir en un domingo común de iglesia, en el que asististe obligado por tus padres, bien crudo, porque se murió la tía María y no querías armar un problema gigante en tu familia. En general, es un disco con canciones que contienen estribillos “gritables” —de esos que cantas a todo pulmón—, y que, oyéndolo de nuevo, está claro por qué fue tan exitoso y por qué siento la necesidad de oírlo tomando mucho alcohol o un buen trago con frutitas mientras stalkeo modelos en trajes de baño en Instagram.
Luego, me cambié al Historias. En este disco está “Señora de las Cuatro Décadas“; una rola sumamente importante en su carrera, en el imaginario popular latinoamericano y en las radios de taxistas de la época. Aquí felicito a Ricky Arjona, ya que esta canción conectó con miles de mujeres que llegaban o pasaban los cuarenta años de edad, y generó la atención de un público que quizás Arjona aún no tenía. Le cantó a mujeres que quizás nadie les cantaba (o al menos tan explícitamente), y si pensamos en dinerito, es algo sumamente inteligente ya que las mujeres de esta edad tienen una buena tarjeta de crédito para comprar sus discos y asistir a todos sus conciertos.
Imagino que todas esas mamadas que les dije arriba ya las sabían. Esta canción es un retrato perfecto de mi infancia, cada vez que la pongo puedo ver a mi madre cocinarme con su playera de Poison que mi padre le regaló en algún viaje a Orlando para ver a Mickey Mouse —ay, el sueño latino—, un plato de carne molida con arroz blanco, vegetales salteados; y un poco de consomé. Juro que hasta me siento en calzones esperando por ese preciado almuerzo que hoy tanto extraño, gracias a Ricardo por hacerme recordar a mi madre. Te quiero, ídolo.
En este álbum, se encuentran varios ejemplos (“Te Conozco”, “Historia de Taxi”, “Ayúdame Freud”, “Casa de Locos”, “Me Están Jodiendo la Vida”) deslumbrantes del corpus de las letras arjonianas. En castellano: su facilidad para ir de una cosa a la otra aunque parezcan tan disímiles. De la cita de amor en la escuela, a la guerra fría; de la soledad de la viuda cincuentona, a la cerrazón del machista; de lo cursi a lo irónico, terminando con una reflexión de que el mesías está en Nueva York usando una Macbook y que su novia tiene la menstruación de vez en mes. Y esas son características presentes en toda la carrera de Arjona y es lo que más gusta y sobresale acerca de su obra. Es la zurda de Maradona, la cocaína de Al Pacino en Scarface, las tetas de Pamela Anderson, el sillón de oro del Papa, y el condón con el cual le quitaron la virginidad a Madonna. Amigos, esto que acabo de escribir es un gran ejemplo de versos arjonianos, de nada.
En “Historia de Taxi” no me quiero imaginar cuántos putos taxistas habrán sonado esa rola mientras meditan en lo poderosas de las letras de mi amigo Ricky y se imaginaban mientras perdían media vida en el tráfico endemoniado, en alguna mujer de sus pasajeros o amigos que se cogerían. Esta canción influyó más en la manera de ver al mundo de los taxistas que la misma Taxi Driver. En serio.
Día 3 y Día 4
Ya al llegar al tercer y cuarto día de mi experimento, quise meterme en obras más contemporáneas de Ricardo. Decidí escuchar Si El Norte Fuera El Sur por dos días enteros, ya que contiene varias rolas que la gente sigue cantando, citando en Facebook y llenando de views en YouTube. “Tu Reputación” fue una canción que mis amigos de la escuela me mostraban por lo “prohibida” de la letra (por el comienzo del primer verso de esa canción) “Tu reputación son las primeras seis letras de esa palabra”; juro que siempre quise decirles algo como “güey, ¿jamás has oído heavy metal o algo así?” Esos putos le cantan al diablo, se comen murciélagos, quizás desayunan bebés vírgenes y solamente se visten de negro toda su puta vida pero no, eso no te impresiona. Te impresiona que Ricky diga “reputa” en una canción. Lo siento mucho Ozzy, te hemos fallado.
Ahora, lo que sigue de la canción es otro maravilloso ejemplo del estilo y éxito arjoniano a lo largo de su carrera. El tipo de imagen poética que utiliza Ricardo, resulta muy agradable a la gran mayoría de las personas, muy en el sentido de que las cosas con forma balanceada y equilibrada—que son iguales de un lado y del otro—, nos gustan más que las que no, y esto es algo muy común en el grandioso ser humano.
Has hecho el amor más veces que mi abuela
Y aún no acabas ni la escuela,
Y aún sabiendo que no eres el mejor partido
Dime ¿quién puede contra cupido?
Y es que si yo no he sido un monje
¿Por qué voy a exigirte que seas santa?
Si el pasado te enseñó a besar así.
Termina con rimas consonantes, balanceadas y equilibradas; son iguales en ambos lados, a este tipo de casos me gusta llamarlos “versos geométricos”: todo planito, cuadradito, sin ningún dolor de cabeza.
Bendito sea el que estuvo antes de mí,
No es dama la que se abstiene:
Dama es la que se detiene cuando encuentra
Lo que tu encontraste aquí.
En el coro podemos ver que tiene una continuidad bien notoria y cuadrada entre las palabras importantes de cada frase, manteniendo la relación entre sí: abstiene, detiene, encuentra, encontraste, mí, aquí, etc.
“No es dama la que se abstiene, dama es la que se detiene cuando encuentra lo que tú encontraste aquí”. Esto es como una apología a coger con la misma persona por 250 años, y la verdad es que a muchísima gente le gusta sentirse superior por sólo coger con el mismo órgano sexual por siglos.
La canción que da título al disco, “Si el Norte Fuera el Sur“, usa su arma más importante, su cuarto bate: los imposibles. Acá Ricky Arjona satiriza el estereotipo creado por nosotros los latinos, sobre la “supremacía” que ejercen los gringos culturalmente sobre el mundo; logrando que Latinoamérica transforme más y más sus costumbres hacia la vida gringa y que cada vez sea más difícil vivir la vida sin un puto café de Starbucks para poderlo subir a tu Instagram.
“El norte sus Mcdonald’s, basketball y rock’n roll,
Sus topless, sus madonnas y el abdomen de Stallone,
Intelectuales del bronceado, eruditos de supermercado:
Tienen todo pero nada lo han pagado.
Con 18 eres un niño para un trago en algún bar
Pero ya eres todo un hombre pa’ la guerra y pa’ matar.
¡Viva Vietnam y que viva Forrest Gump!
¡Viva Wall street y que viva Donald Trump!
!Viva el Seven Eleven!”.
Amigo, compa, pana, carnal, parcero: pasar de Cindy Crawford a Fidel Castro y al Seven Eleven es lo más arjoniano que vas a encontrar en tu dichosa vida.
Bueno, todo esto expuesto arriba nos hace ver que Arjona es alguien honesto, que defiende lo que cree en sus versos, y eso es sumamente invaluable, camaradas. Muy pocas personas en la historia de la humanidad han amasado una fortuna considerable sólo a partir de escribir versos; no es común hacerse millonario por escribirlos, ¿cuántos poetas que no tienen para pagar la renta conoces? Puedes ser antes millonario, y luego dedicarte a escribir versos porque te sientes vacío en tu mansión, y ser el más importante y chingón. Pero no es lo mismo ni de cerca.
Por esto Ricardo Arjona es el poeta por excelencia de la corriente económica y política capitalista, o mejor dicho, del neoliberalismo. Es un poeta que funciona porque el dinero obviamente es la religión —más practicada— del mundo, y su obra lo evidencia. Ahora, legítimamente, ¡nadie es más honesto que Arjona! Es imposible.
El requisito más importante para triunfar en un mundo tan cabrón y subjetivo como lo es el artístico, es ser honesto. La honestidad conecta con todo el planeta tierra y, por eso, escuchamos muchísimas veces cómo se aprecia esta cualidad en el arte. Ricardo Arjona es tan exitoso porque no miente. Y sí, puede ser algo polémico asegurar esto, porque Arjona sabe específicamente a qué público le está hablando, y esta es una razón muy importante de su éxito, pero no por eso miente.
Día 5, Día 6 y Día 7
En los últimos tres días decidí empezar a oír todas las demás canciones en shuffle, para cambiar un poco la dinámica y mi discurso. Al poner mi Spotify en aleatorio, sonó una rola de Galería Caribe, un disco que se escuchaba mucho en mi casa.
Este disco obviamente logró estar en las listas de Billboard gringa. También tiene “Mesías“, rola con la que hasta el pinche FBI se acercó a gente cercana a él por las coincidencias con el ataque terrorista al World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. Y quizás el FBI no entendía que la canción es simplemente una demostración de lo que mejor sabe hacer Arjona líricamente: imposibles, saltar de un tema a otro, descripciones de personajes, versos con rimas consonantes más iconos de la cultura popular anglosajona y latina.
Siguiendo con el shuffle, salieron rolas tan distintas entre sí temáticamente pero tan parecidas en estructura y estilo (ACABO DE ESCRIBIR UN FRASE COMO ARJONA) como “Minutos” y “El Problema“. Lo cabrón de estas rolas es que son de los mejores ejemplos para entender el imaginario poético del guatemalteco, cito a “El Problema”:
“El problema no fue hallarte,
El problema es olvidarte;
El problema no es tu ausencia,
El problema es que te espero;
El problema no es problema,
El problema es que me duele;
El problema no es que mientas,
El problema es que te creo”.
La insaciable búsqueda de antónimos para cerrar versos es bien cabrona, y es algo que Arjona viene haciendo desde sus primeros discos, así que se podría decir que Ricardo es una máquina de crear este tipo de líricas y, junto a ellas, éxitos radiofónicos y dólares para comprar alcohol. ¿Si esto hace feliz a la gente, quién pinche diablos eres tú para decir que está mal en la silla de tu habitación?
***
¿Es posible ser objetivos en el mundo artístico? ¿Cómo sabemos si el gusto está solamente en el cerebro de quién analiza o escucha una obra? El mundo “ejecutivo” del arte —o quienes toman las decisiones—, es un club de personas totalitarias, mamonas y poco inclusivas; una puta mesa redonda en la que ruedan vasos cortos con whisky de 18 años en la que solo unos pocos deciden qué chingados es “de calidad” o no, para luego exponerlo así al mundo y generar una matriz de opinión que les interese a ellos y los haga sentirse cómodos en su nuevo traje de marca que compraron. Destruir las cosas que genuinamente brillan, solamente porque no llegan a sus estándares de “calidad”, es una práctica cada vez más común.
La obra y el éxito de Arjona deben ser medidos más allá de la construcción social del gusto. Sus discos tienen que ser analizados y estudiados en una medida más importante que prejuicios socioculturales. Siempre recordemos que nuestro propio gusto no es más que un reflejo de nuestra singularidad, un resultado de nuestros químicos cerebrales reaccionando con las experiencias que nos han moldeado como seres humanos. La popularidad tiende a amplificarse de manera exponencial, para bien, o para mal; así que si muchas personas empiezan a decir que eres bueno o malo, pues lo más probable es que las demás personas opinen igual.
Y como decía Kundera acerca de “Teresa” en La Insoportable Levedad del Ser:
“Su paso era ahora, de pronto, mucho más ligero. Casi flotaba.
Se hallaba en el campo mágico de Parménides: disfrutaba de la dulce levedad del ser”.
Ricardo Arjona está en el campo mágico de Parménides, pero disfruta de la dulce levedad del oxímoron.
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