Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Noche tras noche, en ciudades y pueblos de todo Estados unidos, la policía trata con brutalidad a los estadounidenses que ejercen pacíficamente los derechos que les otorga la Constitución. Millones de personas han visto videos de policías empujando a manifestantes, pateándolos, disparándoles con balas de goma y granadas de gas pimienta. Vemos con nuestros propios ojos que eso sucede, pero la policía y los líderes electos nos dicen que no creamos lo que estamos viendo:
Videos by VICE
- En Buffalo la policía dijo que un hombre de 75 años —que caminaba solo, sin hacer nada, y fue empujado por agentes provocando que cayera, se golpeara la cabeza contra el cemento y le empezaran a sangrar las orejas— “se había tropezado y caído”.
- En Manhattan un repartidor de domicilios fue arrestado por hacer su trabajo durante el toque de queda aún cuando los repartidores tenían excepción para salir en esas horas. El Departamento de Policía de Nueva York dijo que lo detuvieron porque podía estar mintiendo sobre su trabajo.
- En D.C. la policía dijo que el personal de un medio de comunicación australiano que se encontraba en el lugar filmando una protesta cuando fue golpeado con escudos antidisturbios “no se distinguía fácilmente de los manifestantes violentos”.
- En Erie, Pensilvania, la policía roció gas pimienta a una mujer que estaba sentada en la calle. Ella se cubrió los ojos con los dos brazos y, entonces, un policía la pateó en la cara.
- En Los Ángeles la policía disparó una bala de goma a la cara de un indigente en silla de ruedas. Una foto de la cara ensangrentada del hombre se volvió viral; el Departamento de Policía de Los Ángeles no ha querido hacer comentarios. Estos son solo algunos de los primeros incidentes que me llegan a la mente cuando recuerdo lo que vi; se grabaron en mi memoria justo en el momento en que los demás presentes y yo vimos aterrorizados lo que sucedía.
Bill De Blasio, el hombre que está nominalmente a cargo de la Policía de Nueva York, la cual tiene más oficiales que varias milicias europeas, ha dicho repetidamente a la población que no debe creer lo que ve a simple vista en estas fotos y videos, aunque todos han sido corroborados por testigos oculares. El fin de semana pasado, nos dijo que dos camionetas de la policía arremetieron contra un grupo de manifestantes desarmados porque se encontraban “rodeadas”. Las tomas que hay desde arriba muestran que cualquiera de las camionetas podría haberse salido fácilmente de allí. Esta aseveración de que no podemos creer lo que vemos es algo que De Blasio repite con frecuencia.
“A veces lo que vemos con nuestros propios ojos es toda la historia. A veces lo que vemos con nuestros propios ojos no es toda la historia si lo que vemos es un video “, le dijo de Blasio al locutor de radio Brian Lehrer de la WNYC el pasado viernes en la mañana. “Los videos filmados con un teléfono celular recogen una parte de la ecuación, pero a veces hay otro problema o [contexto que no alcanzas a ver ahí]”.
“Los observadores del Ayuntamiento vieron una realidad diferente a la que nosotros vimos”, dijo de Blasio en otra entrevista el viernes. Ni de Blasio ni el Departamento de Policía de Nueva York han proporcionado ninguna evidencia atenuante para ninguno de los casos de brutalidad policial que fueron grabados en video, tampoco han dicho cuál es la “realidad” que ellos presenciaron.
Mientras tanto, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, simplemente dijo que las personas que lo cuestionan sobre el comportamiento de la policía basándose en los videos como evidencia hacen preguntas sesgadas, “ofensivas” e “incendiarias”. “No se trata de un hecho. Ni siquiera es una opinión”, le respondió Cuomo a un periodista que preguntó por qué los oficiales de policía de Nueva York habían golpeado a los manifestantes pacíficos con sus macanas, sugiriendo así que las verdaderas víctimas aquí son los policías. “Ese es un ataque político hiperpartidista… los policías no hacen eso”.
Sin la presencia permanente de las cámaras de los teléfono celulares es poco probable que se hubieran presentado cargos por asesinato en contra de Derek Chauvin, el oficial de policía de Minneapolis que mató a George Floyd. Además, la evidencia en video también ha sido esencial para probar la responsabilidad de la policía en otros casos. Pero la justicia, la rendición de cuentas e incluso la aceptación básica de la verdad han sido evadidas a gran escala, incluso con la existencia de evidencias en video.
Esta negación generalizada de la realidad ha dejado en evidencia que una de las reformas policiales más populares y ampliamente sugeridas, las videocámaras corporales, son un compromiso de mala fe. Durante años, nuestros líderes nos dijeron que la video vigilancia permanente de la policía detendría la brutalidad policial, como una forma de concesión al movimiento original Black Lives Matter.
Hace siete años, Axon, que fabrica pistolas paralizantes, presentó su primera videocámara corporal policial. Se suponía que la introducción de estas cámaras, y su adopción generalizada en todo el país después de que el oficial de policía de la localidad de Ferguson, Darren Wilson, matara a Michael Brown en 2014, marcaría el comienzo de una nueva era de transparencia y responsabilidad policial. En 2015, la administración de Obama gastó $23 millones de dólares para ayudar a los departamentos de policía a comprar las videocámaras para sus oficiales. Los defensores de esta propuesta dijeron que el video y el audio siempre encendidos le mostraría a la población lo ocurrido antes, durante y después de alguna interacción violenta entre la policía y los civiles, y que los efectos psicológicos de siempre estar siendo filmados causarían que la policía cambiara su comportamiento.
De hecho, nada de eso ha sucedido. Como los expertos en libertades civiles advirtieron todo el tiempo, las videocámaras corporales policiales se han convertido en otro dispositivo de vigilancia a medida que los policías exploran formas de integrar el reconocimiento facial en ellas. Además, rara vez hay consecuencias para los policías que apagan o bloquean sus videocámaras durante incidentes con los civiles. La transparencia tampoco llego con ellas: las imágenes de las videocámara corporales suelen estar exentas de las leyes de registros públicos, y los departamentos de policía por lo regular se niegan a entregar el metraje que no exonera explícitamente a sus oficiales. Lo peor de todo es que los efectos psicológicos esperados no se cumplieron. Los estudios han demostrado que usar una videocámara corporal no reduce el uso de la fuerza ni hace que las interacciones entre los ciudadanos y la policía sean más seguras.
El argumento implícito detrás de las videocámaras corporales era que si tan solo las autoridades (comandantes de policía, fiscales, jueces, políticos) tuvieran alguna forma de ver lo que alegaban las víctimas de violencia policial, podrían hacer algo al respecto. Pero la semana pasada demostró que los argumentos en contra del uso de las videocámaras por parte de los escépticos eran correctos: el problema nunca fue que las autoridades no pudieran ver la mala conducta de la policía. El problema es que no quieren verla, y siguen completamente dispuestos a mentir a pesar de que ya todos hayamos visto las evidencias con nuestros propios ojos. Resulta que a los policías no les importa si están siendo filmados, y dado que las personas en el poder están dispuestas a mentir por ellos, ¿por qué les importaría?