Las autoridades moldavas torturan perros callejeros

Chisináu, capital de Moldavia, era el hogar de alrededor de veinte mil ​perros que vagaban por las calles de arquitectura estalinista hasta hace unos cinco años. Los canes resultaban un problema mayor de salud pública en una ciudad con población de apenas 650 mil personas, por lo que el Ayuntamiento se vio obligado a buscar una solución.

El número de perros abandonados descendió a cerca de tres mil, gracias a las tácticas brutales de la Autosalubritate, la secretaría de salubridad. Luego de un decreto gubernamental, esta dependencia debía recoger y esterilizar a los perros agresivos para luego darlos en adopción. En cambio, los voluntarios del Refugio Canino Bácioi afirman tener documentado lo que definen como una “necrópolis animal”, donde ​torturan a perros con artillería pesada que muchas veces quiebra sus huesos o incluso los mata. Para aquellos animales que sobreviven a la persecución, la ciudad les ofrece un aparador durante una hora para que alguien los adopte antes de ser sacrificados. El refugio asegura que en algunos casos existe tortura previa.

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“Dicen que los ahogan con gas pero no es cierto. Hemos visto perros con cráneos despedazados, quemados o mutilados”, nos cuenta Wout Eijkelkamp, un holandés de 28 años que trabaja en el refugio. “Si algo es seguro, es que todos los perros que no podemos rescatar se mueren, aunque nunca sabemos cómo”.

“Con frecuencia rescatamos cachorros y perros muy amigables mientras que los agresivos siguen en las calles porque los trabajadores municipales les tienen demasiado miedo como para siquiera acercárseles”.