Las diez mejores escenas de Mondo Cane

Hoy bastan 12 segundos para encontrar en Youtube videos de tipos que se comen su propio vómito, masacran animales o hacen música filarmónica con su pene. Pero en 1962, cuando aparece en las salas de cine el documental Mondo Cane , Youtube ni si quiera está en los cojones de su padre. El público aún no se ha habituado a ver la realidad de la sangre, y las escenas causan escándalo.

Mondo Cane es como un best of de los videos más raros que se habrían podido encontrar en la web, si Internet hubiese existido en aquel entonces. Sus directores, los italianos Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperi, tenían un único objetivo: cabrear y escandalizar. De ahí un rodaje por las cuatro esquinas del mundo para rodar extraños rituales y prácticas extrañas, grotescas y violentas: indígenas que son perseguidos por féminas en celo en Nueva Guinea, asiáticos que se alimentan de perros y de serpientes, alemanes que se rebanan la garganta en Hamburgo, estaciones de “purificación y lubricación” para japoneses borrachos.

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Hoy en día hay unas cuantas escenas que han envejecido mal: las hemos visto 150 veces en los informativos televisivos, por no hablar de todo lo que ha producido el cine “perturbado” (Pasolini, John Waters, Wiseman, etc.). pero hemos seleccionado diez de las escenas de Mondo Cane que son ya una referencia, un mortal documental jamás defendido en Cannes, el inventor de un género -el mondo , subgénero de las películas de explotación, impactante y de bajo presupuesto- e inspirador de muchos de los grandes (Russ Meyer, los chocumentales , y Joe d’Amato especialmente). Y empleando las dos temáticas más viejas del cine: el sexo y la violencia.

1. APERTURA

Un pobre perro (seguramente un Border Collie, o un bastardo, poco importa) al que arrastran con una correa por una perrera. Se retuerce, se debate, se resiste, se dirige al corredor de la muerte. Sabe que le van a encerrar en la jaula de la izquierda, y que la decena de perros que esperan a la muerte al otro lado de la verja quieren descuartizarlo. Una voz en off interviene para narrar que “las escenas que verán en esta película son verdad” y que “si son a menudo impactantes, es porque existen muchísimas cosas impactantes en la Tierra”. Un hombre abre la jaula y mete dentro al perro a patadas, el resto se lanzan sobre él. Fundido en negro.

2. HOLOCAUSTO DE JABALÍES

Muchas de las escenas de Mondo Cane juegan con la terminología del “buen salvaje” un tanto jodido que ha perdido el tren de la civilización; muchas imágenes se rodaron en Papúa y están llenas de comentarios racistas intencionadamente. En este caso, se trata de observar cómo la condescendiente tribu de los Chinbu revienta la cabeza de centenares de jabalíes a porrazos. Lo de esos “bárbaros Chinbu que viven en las tinieblas”, como dice la voz en off, consiste en apretarse el cinturón y comer raíces durante cinco años, para después devorar de un tirón toda una troupe de porcinos. La cámara se deleita en la matanza: un minuto entero de primeros planos de hocicos y ojos descompuestos que encajan los brutales golpes de toda la tribu antes de convulsionarse y ser lanzados al fuego. Al final, los salvajes pasan a la mesa y se atiborran de chuletas.

3. LA SANGRE DE CRISTO

Mientras suena música de iglesia, un hombre se santifica y después se flagela las piernas con cristales rotos. Al poco orina sangre, y vemos que no está solo: en Nocera Tirinese, en Calabria, se celebra la Semana Santa celebrando una sangría comunitaria en público antes de recorrer las calles del pueblo implorando el perdón y ensangrentando el asfalto. Para Mondo Cane , Jacopetti y Prosperi grabaron muchos extraños rituales católicos en Italia. También hay que decir que conocían el terreno. En otros momentos, también vemos a creyentes en procesión con serpientes enroscadas, una histeria religiosa provocada por tarántulas, o esqueletos desempolvados con cuidado por monjes romanos.

4. “¡TIBURÓN HIJODEPUTA!”

Una cámara submarina nos descubre las profundidades de Raiputh, una ciudad situada en la costa de Malasia, donde reposan centenares de huesos humanos. La cámara se entretiene con los cuerpos mutilados de los supervivientes de una playa. Mancos y hombres sin piernas medio papeados por los tiburones, pero que han seguir trabajando, ya que la pesca de escuálidos es el único trabajo factible en ese lugar. Incluso dan ganas de llorar. Ese mismo día, los tiburones han devorado a un niño de once años, dice la voz en off. Después: “La única alternativa a la desesperación y al dolor es la venganza”. En una increíble escena filmada de noche, los marineros se empeñan en repetir Tiburón , pero a la inversa. Quieren cazar un inmenso tiburón para cobrarse venganza. Ese cerdo merece ser temido. Los marineros lo suben para meterle decenas de anzuelos en la garganta y devolverlo al agua, casi muerto. Siguen teniendo mala cara, están contentos por la revancha, y el espectador comparte su felicidad; recuerdo haber pensado: ¡Sí! ¡Sufre, tiburón hijodeputa!”. Como el odio que despertaba la tribu, también aquí carece de sentido.

5. LA CORRIDA DE LOS HOMBRES DE VERDAD

Los enemigos de la tauromaquia sabrán apreciar esta secuencia en su justa medida. En Villa franca de Xira se practica la corrida portuguesa, la de verdad, no esa mariconada española con trajes de luces, espadas y capotes. Allí lo llaman forcado , y en la escena se ve a ocho jóvenes que avanzan firmes hacia el toro, al que habrán de inmovilizar con las manos desnudas. También ahí vemos cómo Jacopetti y Prosperi se dejan la piel filmando el momento en el que el ritual roza el sufrimiento, cuando los toreros avanzan en columnas temblando como moscas, hasta el momento en el que son ensartados como salchichas. Cuerpos balanceándose sobre los cuernos y tipos que orinan sangre pero que saben que deben retroceder y volver a la carga, porque así lo manda la tradición.

6. EL CULTO AL PORTAAVIONES

El realismo fantástico propio de Mondo Cane se entiende perfectamente en esta secuencia filmada en las proximidades de Papúa. Empieza con la presentación de unos salvajes, “hombres de las cavernas armados con porras”, cuya vida real recuerda a los mejores momentos de La guerra del fuego . Por fortuna, la civilización ha llegado a ellos de la mano de un misionero blanco que organiza las misas, y bajo la forma de portaaviones que despegan de la pista de Puerto Moresby, mientras los contemplan los aterrados aborígenes preguntándose qué coño es eso que sobrevuela sus cabezas. ¡Para ellos los aviones son entidades divinas, enviadas por sus ancestros desde el paraíso, pero han sido corrompidas por el hombre blanco y han caído en sus garras! Así nace el “Culto al portaaviones”, extraña creencia expandida por gran parte de Oceanía, y Jacopetti es uno de los pocos que la ha filmado. La primera parte de Mondo Cane acaba con una escena patética: los salvajes han construido una pista de aterrizaje con bambú en la cima de una colina, y esperan a que aterrice un avión. “Estos hombres han destruido sus poblados y abandonado sus trabajos, pero ahí siguen, esperando con fe”, cierra la voz en off.

7. UNA ANTORCHA HUMANA

Se trata de la única secuencia de Mondo Cane que trata un evento de actualidad. Junio de 1963: el presidente vietnamita Diêm, aliado de los estados Unidos, acentúa la represión de los monjes budistas y deja que sus soldados golpeen con saña las cabezas rasuradas de los bonzos pacifistas. Como protesta, uno de ellos pone de moda la inmolación pública. El 11 de junio, Thích Quảng Dức se sienta con tranquilidad frente a una tienda de Saigon, vierte una garrafa de gasolina sobre su cuerpo y enciende una cerilla. La cámara de Japometti y Prosperi capta esa imagen supercélebre en la que el bonzo se ilumina como una estrella antes de ser devorado por las llamas, mientras el resto de monjes contemplan la escena atónitos. Al final, la cámara se acerca al cuerpo, que se asemeja a un tronco de madera chamuscado. El presidente Diêm es echado unos meses después. Así empieza la guerra de Vietnam.

8. BOFETADAS PARA PIANO

Un hombre con chaqué se coloca frente a un piano de cola y empieza a tocar la segunda Rapsodia húngara de Listz. Junto a él, en la escena, siete hombres alineados de más grande a más pequeño son abofeteados por el director de orquesta. Cuanto más se acelera la melodía más llueven las hostias. Los primeros planos se deleitan con la mano que colisiona con los mofletes enrojecidos de esos pobres tíos. Al acabar, todos sangran por la nariz y por la boca, y el más pequeño, un Willow que ha recibido palos como nadie, se echa a llorar.

9. VETERINARIOS QUE LE ARRANCAN LA VOZ A LOS PERROS

el voyeurismo y el morbo hicieron famosos Mondo Cane , y Jacopetti no tardó en sacar una segunda parte, pero sin quebrarse mucho la cabeza: se conformó con rebuscar en la basura de la primera. Excepto por la escena de apertura. Las autoridades británicas prohibieron el documental cuando salió por maltrato animal: la anterior secuencia del perro en Taippei no había sido muy bien recibida entre los amigos del mejor amigo del hombre. Así que Jacopetti y su compañero Prosperi abrieron Mondo Cane 2 con las imágenes de un hospital veterinario de Londres que se dedicaban a cortar las cuerdas bocales de los pobres chuchos para que sus ladridos no molestasen en los laboratorios de vivisección en los que terminarían sus días. Los gemidos mudos de los perros tras la operación son particularmente insufribles, aunque menos que cuando se alejan lentamente y salen del encuadre con el verdugo.

10. MONDO CANE SE CARGA A YVES KLEIN

Se dice que esta escena es responsable de la muerte del pintor, humillado profundamente por la ridícula exposición de su trabajo en Mondo Cane . Jacometti quiso grabar el trabajo de Klein -el tío que pinta todo de azul- y mostrar la parte más bizarra de todas: una performance de “pinceles vivos”. En resumen, consiste en quedarse en bolas, embardurnarse de pintura (azul) y pegarse a un lienzo. Así se dejan grandes trazos azules en el cuadro. Pero más allá de mostrar la performance y lo que tenía de vanguardista, Jacopetti decide reírse abiertamente de Klein y corta gran parte del montaje (20 minutos de rodaje que se quedan en 5), cambia la banda sonora (una música romántica cualquiera en vez de la Sinfonía monoton-silence, compuesta por el propio Klein), le da al espectáculo un tono erótico-pornográfico y cierra con el siguiente comentario: “Este trabajo se vende por tan solo cinco millones de francos”. 12 de mayo de 1962: Mondo Cane aparece en el cartel del festival de Cannes. Klein asiste a la proyección. El choque es tal, que sufre un ataque cardíaco y abandona la sala. Morirá tres semanas después, tras un segundo ataque.

GUILLAUME LOIRET