Dueña de un estilo pictórico memorable y renombrada en el universo fotográfico, Romina Ressia se destaca por ser una artista que le da sarcasmo al estilo clásico. Ella es de provincia de Buenos Aires, Argentina, si bien se mudó a la capital para graduarse en Administración y Contaduría Pública, más tarde abandonaría esta profesión para estudiar Fotografía, Dirección de arte y Escenografía.
Sus obras fueron expuestas en galerías de arte en Nueva York, Zúrich, Londres, Milán, Bruselas y Buenos Aires. Es reconocida por haber sido una pionera en el uso de anacronismos y yuxtaposiciones aplicadas a imágenes. El arte original por el que se destaca muestra una gran influencia renacentista combinada con objetos contemporáneos dándole un aire diferente.
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Romina marca una línea de tiempo como señal de crecimiento y evolución invitándonos a reflexionar sobre la sociedad que nos rodea, con la incorporación de objetos electrónicos, plásticos e inútiles a una escena delicada del siglo XIX, construida bajo las referencias de artistas como Botticelli, da Vinci o Rafael.
La belleza y la sobriedad en conjunto con la ironía generan un poder que despiertan un sinfín de interrogantes internos. Esta artista produce un ruido que nos conmueve, a través de una mirada creativa, capaz de brindar solidez a una obra única.
VICE: ¿Cuál fue tu primer proyecto fotográfico? Entiendo que la serie “Cómo hubiera sido” es la más conocida, pero también hay otra con superhéroes y otra más relacionada con una época más cubista ¿no?.
Romina Ressia: La serie “Cómo hubiera sido” con una base barroca y renacentista es un proyecto que arrancó en 2013 y la última vez que hice fotos de esa serie fue en 2020. Es la más conocida, pero también fue cambiando y adoptando distintas influencias de periodos. También está la serie del 2018 que va más hacia el barroco tardío rococó, y las que me comentás son las de superhéroes y renacimiento cubista que estuvieron dentro de este periodo. Básicamente hacía series en el medio de una que empezó, cambió y fue la más conocida.
¿Cómo surgió la idea de generar estos anacronismos posicionando objetos modernos sobre una escena de otra época?
Me apasiona todo lo relacionado con el arte clásico. De chica creo que la primera imagen que me impactó fueron Las Meninas de Velázquez. Antes de arrancar esta serie en 2012 yo ya estaba haciendo trabajos con influencia renacentista. No tenía objetos modernos, pero sí estaba presente esta influencia.
Creo que con el tiempo se hicieron presentes mis ganas de romper con todos los parámetros que tenemos asimilados dentro de nuestra cabeza. Por eso decidí incorporar los objetos modernos y hacer un diálogo entre el pasado y el presente, y poder así, hablar de la evolución del ser humano. Es decir, tomo un periodo y hago un puente entre ese momento y el ahora para intentar entender qué pasó en el medio.
¿Y qué pasó en el medio?
Bueno creo que todo queda en preguntas. Me pregunto por los cambios que vamos viviendo. Por un lado veo cosas positivas como el avance de la tecnología, la inteligencia artificial y la esperanza de vida que tenemos actualmente en comparación con hace 50 años. Pero por otro me pregunto sobre cómo la disputa del poder sigue generando las mismas injusticias a través de la historia. Entonces, en ese momento cuestiono: ¿hasta dónde evolucionamos? Y en los casos donde vemos una evolución ¿cuáles serían las consecuencias?.
Cuando hablas de la evolución del ser humano y el avance de la tecnología ¿Te referís al arte también? ¿Pensás que hay una saturación de contenido como consecuencia del avance tecnológico?
Claro que sí. Ya mirando las redes sociales nos encontramos con una saturación de imágenes. No sé cuantas imágenes vemos por día, creo que miles. El avance de la tecnología y la difusión que un artista puede tener en redes sociales tiene dos lados opuestos, antes era difícil que una persona, que vivía en un pueblo, llegara a un museo, si no era a través de una galería o una institución que lo legalizara. En ese sentido las redes sociales te dan una herramienta impresionante para democratizar el arte, y cada persona debe ser consciente de lo que consume y lo que deja de lado. Pero, por otro lado, a causa de esto que me preguntás, existe una saturación de contenido en la medida que mucha gente intenta ser artista subiendo cualquier cosa. Creo que es necesario ser consciente que la producción de una obra tiene que tener algo valioso, que la destaque y sea capaz de quedarse dentro de la gente, sino pasa desapercibida.
En tu caso no pasaste desapercibida ¿Cuáles fueron tus referencias artísticas? ¿Qué sentís que tomaste de ellas?
Bueno, claramente los artistas que más me gustan son los del Renacimiento. Pero el arte contemporáneo me encanta. Mi artista favorita es Cindy Sherman, aunque ella trabaja con el autorretrato creo que tiene puntos interesantes que asimilé. También me gusta la mirada irónica de Martin Parr, y por supuesto, la fotografía de Maurizio Cattelan.
En la serie anterior hay referencias renacentistas, pero no hay una inspiración tan clara cómo cuando reinterpretaste a la Venus de Botticelli. ¿Cómo surgió esa idea?
Es que también me interesa trabajar la belleza y cómo la percibimos, los parámetros y los estándares que nos imponemos como sociedad. Por eso me pareció interesante mostrar la Venus saliendo de los estándares de lo que estamos acostumbrados, que durante siglos fue la rubia, con curvas, de piel blanca; y quise mostrar amplitud.
De todas maneras, este concepto es algo que también está presente en todas las fotos. En general me gusta mostrar otro tipo de belleza, me interesan los rasgos diferentes. Por otro lado, también me interesaba tratar el tema de la censura. Cuando se hizo esa pintura, fue icónica, más allá del contenido, porque era una de las primeras veces que se mostraba el cuerpo desnudo de la mujer sin que el significado sea religioso. Hoy pasaron cinco siglos y no podés subir la foto de una mujer desnuda porque las redes sociales te la dan de baja, en sus normas aclaran que no se puede ver un pezón femenino a no ser que esté en condiciones de amamantar. Evidentemente se sigue reproduciendo el mensaje de que las mujeres estamos creadas para tener hijos y eso es fuerte.
A la hora de buscar a las personas que querés fotografiar, ¿Buscás una especie de rasgo particular que se asemeja a la época en que te inspiraste?
Al principio si lo hacía, me guiaba por algunas características que se veían en las pinturas, pero después fui ampliando el espectro y ahora solo busco rasgos que me impactan a mí.
En 2017, el Women ‘s Forum for the Economy and Society te eligió como una de las diecisiete mujeres jóvenes del año con potencial para convertirse en las figuras más influyentes del mundo ¿Cómo te sentiste al respecto?
Me sorprendió porque yo no me postulé, sino que fue otra persona. Pero claro que es un orgullo, compartí ese espacio con mujeres increíbles, yo era la única artista, pero había mujeres que estaban dentro de proyectos muy interesantes, la verdad es que lo sentí como un halago.
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