Una vez al mes, Fern*, de 32 años, y su prometido Connor*, de 25, sacan un tiempo para dedicarse a su relación. Bajan las luces de su apartaestudio, se arropan juntos con una cobija, prenden algunas velas y apagan sus celulares. No se están preparando para una sesión extensiva de “Netflix and chill”, es su rutina especial para un nuevo tipo de terapia de pareja: un viaje en hongos.
Los hongos alucinógenos han sido una parte de la cultura humana desde hace miles de años: antes de que Alicia se cayera en la madriguera del conejo, las civilizaciones antiguas —desde los egipcios hasta los aztecas— tenían encuentros rituales con cultivos psicodélicos. Más adelante, en los cincuenta y a principios de los setenta, los hippies recogieron hongos en busca de una expansión espiritual.
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Sin embargo, desde hace poco han sido analizados de manera más detallada por su potencial como estimulantes de nuestra salud mental. No solo se ha encontrado que reducen los síntomas de la depresión y la ansiedad, sino que la investigación también muestra que consumirlos puede llevar a experiencias espirituales significativas que producen cambios a largo plazo en los comportamientos y valores asociados a la apertura. En otras palabras, la gente que consume hongos puede volverse más sensible a las emociones y puntos de vista de los demás.
Fern, una médico naturista, y Connor, un artesano de muebles, usaron por primera vez los hongos juntos después de que salir durante un año. Fern se había familiarizado con el mundo de la terapia psicodélica en su trabajo con remedios alternativos hechos con plantas. “Había conocido gente que los usaba como algunos usan el yoga o la meditación, como una práctica frecuente para el cuidado y la exploración de sí mismos”, dice Fern. “No lo hacíamos por diversión, a pesar de que puede ser divertido. Queríamos aprender más sobre el otro”.
“[Connor y yo] siempre tenemos una intención, y nuestra intención para este primer viaje era ‘confiar’ en esta medicina y lo que ella puede mostrarte”, continúa. “Al principio, sentía esas descargas cálidas por todo mi cuerpo y me volví hiper-consciente de mis miembros y los pelos en mi cuerpo, así como de las texturas y el ambiente a mi alrededor. Esta energía y esta conexión compartida creó una burbuja para que nosotros viéramos todo del otro y solo nos reíamos y reíamos como niños.
“Era como si estuviéramos experimentando cada sensación por primera vez en cada roce de nuestros dedos contra el cuerpo del otro”.
Durante el viaje, dice Fern, la pareja comenzó a mirar subjetivamente la vida propia y la del otro. “Comencé a ver estos eventos de mi vida no desde una perspectiva emocional sino como hechos. Esta es tu vida, estas son las cosas que han pasado, este es tu papel en ellas, así es como han sido afectados los que están a tu alrededor. Me di cuenta de lo lejos que había ido para suprimir ciertos pensamientos y sentimientos negativos; al reconocer eso, podía liberarme de ellos”.
La pareja encontró que durante el viaje se sentían más conectados y había aumentado la comprensión por el otro. “Estábamos arrunchados y se sentía como si nos fundiéramos en el otro, era como si pudiéramos ver el alma del otro”, dice Fern. “Descubres los problemas y miedos del otro y no los juzgas”.
La doctora Ros Watts, psicóloga clínica del Imperial College London, ha guiado a sus pacientes a través de un viaje en una prueba reciente sobre los efectos de los hongos alucinógenos para tratar la depresión. “La gente desarrolla maneras de evitar ciertos pensamientos y emociones, pero durante la dosis nuestros pacientes estaban inundados por ellos”, dice. “Esto era abrumador y a veces aterrador, pero también les daba una oportunidad de trabajar estos sentimientos y enfrentarlos”.
Más de la mitad de los pacientes en la prueba experimentaron mejoras significativas en su depresión a través de cambios en la manera en que se conectaban con los otros y cómo procesaban sus propias emociones. “Uno de los dos temas clave era pasar de una desconexión a una conexión con los demás y con el mundo a su alrededor”, explica la doctora Watts. “Lo otro era sobre evitar la emoción y aceptarla”.
Seis meses después del estudio, todos los pacientes reportaron beneficios positivos en sus relaciones amorosas. “Durante el viaje tenían revelaciones sobre lo importante que era su pareja para ellos”, dice la doctora Watts. “Un hombre fue a cenar con su esposa por primera vez en seis años. Dijo que era como si fueran adolescentes de nuevo”. Sus parejas también notaron este cambio.
“Reportaron que su pareja era más abierta con ellos, más capaz de expresar emoción y más dispuesta a tener conversaciones profundas después de la experiencia”.
Hilda Burke, una psicoterapeuta y consejera de pareja radicada en Londres, dice que una razón común por la cual las parejas buscan terapia es porque han perdido la habilidad de comunicarse con el otro. “Están tan polarizados que no pueden ir a la isla del otro y ver desde su perspectiva”.
La gente que come hongos describe una sensación de trascendencia y unidad, como si las fronteras entre ellos y las otras personas estuvieran menos definidas. El doctor Carhartt-Harris (la cabeza de Investigación Psicodélica en el Imperial College) escribe que la “disolución temporal del ego” que experimentan las personas que consumen psicoactivos significa que “el sentido normal de uno mismo se quiebra y se reemplaza por un sentido de reconexión con sí mismos, los demás y el mundo natural”.
Después del primer viaje, Fern y Connor decidieron tener sesiones con hongos alucinógenos regularmente. “No hablamos por unas cuantas horas del viaje y nos enfocamos en la introspección, pero después siempre tenemos una conversación larga, agitada pero emocional, en la que compartimos el viaje en el que acabamos de estar”, dice Fern. “Tenemos esta charla increíblemente profunda que ni siquiera sabíamos que queríamos tener y después dormimos como nunca”.
“La claridad que tenemos al día siguiente significa que podemos hacer planes para implementar cambios y resolver los problemas”.
Eric, de 38 años, lidera a un grupo de activistas en defensa de la aplicación terapéutica de plantas psicodélicas. Él y su esposa Rose, de 27 años, comenzaron a consumir hongos juntos desde muy temprano en su relación. “Al principio de nuestra relación confrontamos muchos escenarios diferentes juntos a través de los hongos: salieron a la superficie relaciones pasadas y heridas emocionales de la infancia”, dice Eric.
“A través del consumo de hongos empezamos un viaje juntos, sanando heridas de mi pasado. Mi mejor amigo había muerto en un accidente de carro cuando tenía 16, y a través de la comunión con los hongos alucinógenos confronté el dolor que había guardado [en torno a eso] por más de una década. Compartiendo esa experiencia con ella, llegamos a una comprensión y aceptación más profunda del otro, del pasado del otro”.
Confrontar el pasado en vez de dejarlo manifestarse en tu relación es algo que Hilda Burke suele trabajar con sus clientes. “Un paso enorme en la terapia de pareja es vernos a nosotros y no decir que todo es culpa de la otra persona”, dice. “Tienes que mirar lo que estás trayendo a la pareja; aunque es difícil, es necesario reconocer qué pertenece a la relación y qué no, y hacer las paces con eso”.
Eric considera que la integración de los hongos en su matrimonio ha sido la clave para crear una relación feliz. Eso no significa que todas las revelaciones que inspiran los hongos necesariamente funcionen a favor de la relación. “Una de las pacientes [en el estudio] dijo haber estado en una relación que, por un tiempo, había sido mala, pero no fue sino hasta el viaje que sintió la suficiente autoestima y confianza en su habilidad para enfrentar la decisión de terminar la relación y seguir adelante”, dice la doctora Watts.
Dan*, de 35, ha experimentado esto desde la otra cara de la relación. “Al principio [viajar en hongos] nos acercó mucho, pero después nos separó”, dijo. “Estábamos comprometidos, pero durante el viaje [con hongos] mi novio tuvo la revelación de que se había estado mintiendo a sí mismo y a mí”.
Para Fern y Connor, sin embargo, los hongos se han vuelto un ritual mensual que ambos sienten fundamental para la salud de su relación. “Esto no significa que seamos menos cercanos sin consumirlos”, dice Fern, “solo que nos podría haber tomado años llegar a donde estamos. Se siente como si tuviéramos 10 años de terapia en una noche”.
Los hongos alucinógenos crecen naturalmente en todo el mundo, pero no los vas a encontrar en tu supermercado local. La doctora Watts hace énfasis en que, a pesar de tener beneficios, los hongos son una sustancia poderosa que no debe tomarse a la ligera. “Cuando se consumen en un ambiente seguro, son seguros”, dice, “pero uno de los pacientes dijo que fueron las peores cinco horas de su vida, a pesar de que fue bastante provechoso para él al final. [Entonces] no recomendaría buscar esta experiencia fuera de un ambiente de investigación”.
“Si logramos terminar el estudio, entonces la gente que los necesita para propósitos terapéuticos podrá conseguirlos algún día”.
*Los nombres fueron cambiados
Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.