¿Qué harías si a los 18 años ves al mundo desquiciarse porque te negaste a renovar el contrato con tu club por el simple hecho de querer ser exitoso y no vivir de las glorias pasadas? Para Gianluigi Donnarumma, quien se tenía pensado fuese el guardameta titular del AC Milan por muchos años hasta el día de ayer, debe ser una experiencia fascinante y agobiante.
Ayer, el mundo se encargó de restregarnos en la cara que los futbolistas profesionales no deberían ejercer su libre albedrío. Los medios deportivos se han encargado de idealizar la lealtad de un jugador a su club a pesar de las dificultades y tropiezos que pueden acabar con sus carreras; “quizás no llegues a estar entre los mejores de la historia, pero tu responsabilidad y sentido moral perdurarán el paso del tiempo”, parecen querer instruirnos. Son mamadas. Como futbolista, para poder ganarte el reconocimiento de la historia, necesitas jugar en un club mediático y con hambre de trascender TODOS los años. Es evidente que el AC Milan ya no es lo que solía ser.
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El árbol caído sigue dando leña para todo aquel que no quiere pasar frío en el caso Donnarumma. Giocondo Martorelli, la persona que descubrió al guardameta en Nápoles, también se subió al barco de las lecciones moralistas y criticó al joven portero por su falta de palabra. Martorelli, quien trabaja para el Inter, asegura que durante años su club consintió y cuidó a Donnarumma en su desarrollo.
“Podría parecer de mal gusto para muchos, pero yo fui uno de las pocas personas que lo vio venir”, Martorelli comentó sobre la renovación fallida de Donnarumma con el Milan para la estación de radio TMW Radio la tarde de ayer.
“Sé todo sobre Donnarumma – su familia, conocidos, todas y cada una de las esquinas de su casa– . Hay cosas que realmente me sorprenden, sobre todo que los periódicos de renombre y las televisoras pretendieran no saber lo que se aproximaba y lo que siempre ha sido. La historia de Donnarumma es compleja y este es el resultado final de un comportamiento que no ha sido justo desde el principio”, continuó Martorelli. “Todo iba bien hasta que tuvo que firmar el contrato por escrito con el club. Aquel día llegamos a un acuerdo –él y sus padres– después de cuatros años intensos… Al día siguiente, se pusieron de acuerdo con el Milan, sin previo aviso. Había precedentes que me obligaron a creer que Donnarumma podría repetir este comportamiento con el Milan”.
¿Traidor, egoísta o antihéroe? Con su inesperada y repentina decisión, Donnarumma le mostró a muchos la realidad del futbol moderno y, sobre todo, las ambiciones de un joven consciente de que en el Milan (ni siquiera participará en la Champions League para la próxima campaña) no podrá ser todo eso que se dice de él. Traición, no. Hambre de trascender, sí, y mucha.
