El fin de semana se vivió una nueva jornada de odio en los Estados Unidos. La marcha de supremacistas blancos, miembros del KKK, y neonazis en Charlottesville, Virginia nos dio una idea del estado actual del tejido social en la Unión Americana. Algunos piden que los deportistas no se metan en cuestiones políticas, y otros abogan para que aprovechen su fama y logren o inciten a los fans a hacer un cambio.
A Colin Kaepernick se le unió recientemente Michael Bennett, defensivo de los Seahawks, y Marshawn Lynch, corredor de los Raiders, aunque éste último asegura que siempre se ha quedado sentado mientras se entona el himno estadounidense. Pero sin duda su aliado más activo es LeBron James, quien no da tregua a Donald Trump.
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A propósito de la rueda de prensa del día de ayer en la que Trump minimizó las protestas racistas del fin de semana a una simple congregación de personas que intentaban impedir que se retirara una estatua de la Guerra Civil estadounidense, LeBron expresó su frustración en Twitter y puso de manifiesto que el culpable del resurgimiento del racismo en su país es el presidente estadounidense:
“El odio siempre ha existido en Estados Unidos. Sí, lo sabemos pero Donald Trump lo acaba de poner de moda de nuevo. Las estatuas no tienen que ver con nosotros hoy en día”.
Para LeBron, la retórica excesivamente nacionalista de Trump, desde que se perfiló como candidato a la presidencia estadounidense hasta sus políticas proteccionistas, son las responsables de la nueva ola de odio que se vive en los Estados Unidos.
A finales del año pasado, James comentó que “la diversidad es la grandeza de este país. Debemos continuar expresando y peleando por nuestros ideales que puedan unir a la gente sin importar su raza, género, procedencia étnica, creencias religiosas, o cualquier otra diferencia. Es importante que nosotros los atletas continuemos usando la plataforma que tenemos para levantar la voz”.
