Leicester City y la gran lección que deja su campeonato


Antes de empezar este texto tengo que serles completamente sincero: un mar de dudas me llegaron a la cabeza cuando me enteré que el Leicester City era campeón de una liga multimillonaria como la Premier League. Pensé en redactar una bonita historia sobre los orígenes humildes y el sudor que le costó a Jamie Vardy ser, ya no digamos una estrella, sino un jugador profesional. Creí que sería bueno analizar cuál fue la decisión que llevó al Leicester a contratarlo. Imaginé una y mil historias sobre estadísticas de la gesta que lograron los Foxes; recordé los mil detalles en comparaciones económicas que habrá con equipos como el Arsenal, el Chelsea o el Manchester United al lado del cuadro que hoy gobierna en Inglaterra. Lo pensé, lo analicé y llegué a pocos escenarios que me sacaran del lugar común en el que pondrían al nuevo campeón.

Entre ese mar de anécdotas, historias o narrativas que se asomaban por mi cabeza pensé en lo que a nosotros los medios nos da por hace cuando queremos atrapar tu atención, para ganar un click, el adepto o la necesidad de que vuelvas a visitarnos. Nosotros, los periodistas, los comunicadores y quienes gustan de escribir para un sitio o un periódico, en ocasiones nos olvidamos de que lo sencillo, en muchas ocasiones, es lo mejor.

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Y tú, ¿cómo has festejado el título con tus amigos en la liga de los domingos? Seguramente no te fuiste a celebrar al restaurante más caro de tu ciudad ni fuiste a pedir langosta con una botella de champaña al bar más caro; no te vestiste de etiqueta ni escribiste un poema o una oda al goleador que te dio el campeonato. No. Seguramente te bañaste en cerveza y te arrastraste por la tierra que te vio ganar uno y otro y otro partido; te fuiste a celebrar con unos tacos, unas empanadas o un asado mientras tu chica o tu chico te decían que olías a sudor. El fútbol es eso, es la alegría que te da un deporte, el cual, a menos que seas un profesional o un apostador, no te hará millonario.

Cuando mi cabeza daba vueltas sobre cómo podía mostrarte la alegría que me dio ver al Leicester campeón, me encontré con un video que seguramente se viralizará muy rápido pero que ejemplifica perfectamente lo que significa al campeonato de los Foxes.

Sí, ahí están los creadores de una de las mayores gestas en la historia, no sólo del fútbol, sino del deporte en general. Tipos que podrían ser como tú o como yo, vestidos con unos jeans y una camiseta y tomando una cerveza que cuesta lo mismo que nos cuesta a nosotros en la tienda de al lado. Saltando, gritando, abrazándose, poniendo la cabeza contra la pared, mezclando la alegría con la locura, las lágrimas de tristeza con las de felicidad. Los hermanos que han estado lado a lado en las buenas y en las malas, las metas logradas cuando nadie creía que podían, las historias convertidas en leyenda. Y vuelvo a ver el video, y me emociono brutalmente.

Así como tú y como yo, ellos festejaron hilarantes desde una casa, frente al televisor, un gol, el del título. Esa misma cita que tuviste algún sábado para ver la final de tu equipo, saltando y celebrando el campeonato. No podía haber una celebración más íntima que esa, lejos de los flashes de los camarógrafos, de los micrófonos de los reporteros y también a muchos kilómetros del estadio.

La gente que ama el fútbol debe saber que lo que ocurrió hoy en Inglaterra es historia pura la cual difícilmente se podrá repetir. No debe haber mucha gente que sea hincha del Leicester, más allá de los aficionados de siempre. Muchos, y me incluyo, nos fuimos haciendo fans, no tanto de los Vardy o Mahrez, sino del cuento que el muerto de hambre escribía en el castillo del millonario.

Esa celebración de David en territorio de Goliaths es precisamente el tipo de triunfos que, mediante el fútbol, el Leicester nos está enseñando: cómo un caso de éxito sobre un tema tan básico como el fútbol puede ser utilizado como un arma de transformación mental. Frecuentemente, antes de un evento de gran alcance, se nos motiva con algo, quizá una película, tal vez una canción o probablemente una frase; en un tiempo, a los niños en Inglaterra les pondrán el video de los jugadores de los Foxes brincando para mostrarles que querer es poder, y que en el camino para ser primeros no sólo valen los millones sino el talento.

Foto: Rui Vieira / AP

En el mundo nos emocionan los casos de superación. Nos encanta vivir sumidos en una telenovela o en una película de ciencia ficción, leer historias del pobre que se hizo millonario por su esfuerzo y no porque se sacó la lotería o simplemente soñar con ser el nuevo Steve Jobs. Después, nos rascamos los ojos, abrimos la puerta de nuestra casa y entendemos que salimos a vivir nuestra realidad, que está lejos de ser como la que interpretó Will Smith en En Busca de la Felicidad. Somos soñadores de clóset entendiendo que ahí radica el sitio más cercano a lograr algo de trascendencia.

De repente, un club cuyo presupuesto es una quinta parte de otros poderosos demuestra que quizá no seamos el nuevo Steve Jobs, pero que sí podemos ser un tal Evan Spiegel (co-fundador y CEO de Snapchat). El Leicester puede hacernos entender qué sintió el personaje de Will Smith cuando camina por San Francisco, agitando los brazos en señal de triunfo pero sintiéndolo nosotros mismos. Un equipo de fútbol nos puede hacer vivir una telenovela y educarnos para cambiar de golpe nuestra mentalidad aceptando que los logros son hechos, no fantasías y que se cumplen no sólo con ser un soñador de clóset, sino trabajando y creyendo en nosotros. Anhelo hoy más que nunca, como persona, celebrar como lo hacen los jugadores del Leicester en ese video, no sólo el título de mi equipo de fútbol, sino un éxito personal.

Detalles así valen más que ganarnos la lotería por una cuestión de suerte. A partir de hoy comenzará el desfile de historias que alargarán la leyenda del Leicester y que culminará con un tomo de historias que contarán su gesta. El legado que hay para chicos y grandes, para equipos de fútbol sobre todo, pero también para otras disciplinas es enorme. Sin duda, es una lección gigante.