Lo que quedó de un paraíso del narcolavado

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Antes del año 2015, muy pocos conocían la existencia de un paraíso del narcolavado asentado en la cercanías de La Cruz de Loreto, una pequeña población ubicada en la costa sur del estado de Jalisco, México; sitio en el que la plaza y la calle principal, única vía adoquinada, se quedan desiertas cuando las invade el calor del trópico.

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La primera sensación al llegar a esa población es la de haber llegado a Macondo. O a Comala. Escuchar a sus pobladores remite a una atmósfera cercana al realismo mágico. Localismos que vienen a enterar que doña Silvia posee “visiones” y “don de lenguas”; y que la temporada de lluvias terminó “porque entre los árboles aparecieron mariposas blancas”. La Cruz de Loreto pertenece al municipio de Tomatlán, Jalisco y tiene 1.908 habitantes, 985 hombres y 923 mujeres; cifras oficiales que no contemplan la desaparición de tres de sus habitantes, ocurrida el 24 de marzo del 2011.

En esos tiempos, en los que ocurrió la aún no esclarecida desaparición de José de Jesús Romero Quintero, ‘El Padrecito’, Jorge Ruiz López, ‘El Gutapilla’, y Rafael Espinoza Díaz, ‘El Bule’ —dirigentes de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera La Cruz de Loreto— el Hotelito Desconocido, lo era efectivamente para quienes no pertenecían al sector turístico de alto standing; pero 4 años después, esta instalación paradisiaca se volvió del todo conocida, al descubrirse que era una fachada para el lavado de dinero del Cártel Jalisco Nueva Generación (CGNJ).

‘Ya se van a cumplir seis años. ¿Qué fue de ellos? ¿Dónde están? Me pregunto a cada rato’.

Más allá de la publicidad en torno al exótico primitivismo de su concepto ecológico —exclusivo para quienes podían pagar tarifas de más de 1.000 dólares por noche— la creación del Hotelito Desconocido, corresponde a una corriente de privatización en la zona que se agravó con la presencia de otros fenómenos sociales relacionados con la llamada delincuencia organizada.

“[La situación] se ha tornado aún más compleja con la presencia del narcotráfico, el cual se ha insertado por medio del lavado de dinero en proyectos e inversiones productivas, turísticas e inmobiliarias. En algunas regiones del país, los sicarios y las guardias blancas protegen los intereses de las élites e intimidan y atentan contra los líderes y luchadores sociales”, afirman los investigadores de la UNAM Patricia Ávila García y Eduardo Luna Sánchez en el estudio ‘Del ecologismo de los ricos al ecologismo de los pobres’ (2013).

En 2011 ocurrió la desaparición de José de Jesús Romero Quintero, Jorge Ruiz López y Rafael Espinoza Díaz. (Imagen por Christian Mendoza/VICE News).

Doña Silvia Quintero Villalvazo habla con orgullo de todos sus alumbramientos. “Fueron 16 nacimientos con pura comadrona”. Quince vivos [8 hombres y 7 mujeres] y un aborto. Ella tiene 70 años y don José Romero Jiménez, su esposo, 78.

De todos sus hijos ellos pueden hablar con cierta certeza, menos de uno: José de Jesús Romero Quintero, porque él es uno de los tres pescadores que permanecen en calidad de desaparecidos.

“Ya se van a cumplir seis años. ¿Qué fue de ellos? ¿Dónde están? Eso es lo que me pregunto a cada rato. Digo: Señor, ¿qué pasa, tú sabes dónde están? Es una angustia no saber qué se hicieron. Yo lo que sí presiento, en mi corazón, es que están vivos. Yo tengo visiones. Cuando recién se perdieron, yo le dije a mi Dios que me hiciera ver una visión de ellos. Y los vi. En un cuartito así chiquito, como un túnel rodeado de agua por todos lados; me metí ahí, con ellos, y los vi. Estaban amarrados de pies y manos, tapados de la boca. El mío era el más golpeado, de su cara. Lo abracé y lo besé. Los otros dos estaban así como dormidos. Mi hijo no. Era el único despierto, me miró y escondió la cara. Pero estaba todo hinchado, moreteado”,nos dice doña Silvia.

Su marido explica que ellos tenían problemas con el Hotelito Desconocido, porque los segundos dueños “hacían cosas que no debían hacer”.

El 17 de marzo los tres pescadores fueron a una primera junta a Guadalajara en la que había varios miembros del gobierno, y entre ellos un licenciado llamado Antonio Vélez, representante de una “supuesta” cooperativa de Portezuelos —un poblado vecino con el que tenían problemas— “los amenazó delante de todos. Las autoridades no dijeron nada y les gritó que iba a haber sangre”. Por parte del Hotelito esa vez fue Giuliano [Gasparotto]. El 24 hubo una segunda junta en la Secretaría del Medio Ambiente, al salir de ahí iban a ir a la Comisión Nacional del Agua y fue cuando los secuestraron: “y ya no supimos nada de ellos”.

‘El narcotráfico se ha insertado, por medio del lavado de dinero, en proyectos turísticos e inmobiliarios’

“El abogado que iba acompañándolos, de apellido Aréchiga, se bajó primero y los dejó solos. Luego desaparecieron. No sé porqué el gobierno no hace nada. El gobernador que estaba antes [Francisco Ramírez Acuña], venía al Hotelito y le hacían fiestas. Yo creo que todos ellos estaban de acuerdo. También venía el que era Presidente [Felipe] Calderón” recuerda don José Romero.

Doña Silvia dice que el licenciado Efraín Aréchiga, quien ahora es socio de la Cooperativa, no regresó a Loreto sino hasta seis meses después de las desapariciones y sospecha que algo tuvo que ver en esto.

Don José retoma el tema del Hotelito: “antes, cuando estaba Marcello [Murzilli, el primer propietario], el Hotelito ayudaba a la Cooperativa. Tuvimos muchos beneficios. Había indemnizaciones por pérdidas. Pero cuando entraron los segundos propietarios…”.

José de Jesús fue dos veces líder de la Cooperativa y según su madre “le gustaba hacer el bien a la gente. Era muy honesto. No era borracho, ni vicioso”.

La noticia de la desaparición fue recibida por Aldo Espinoza Jiménez, entonces tesorero de la Cooperativa, y que fue él a quien el licenciado Efraín Aréchiga entregó las pertenencias personales que de los tres desaparecidos guardaba en la cajuela de su carro, asegura su padre.

Doña Silvia rompe en llanto. Da un sorbo a una bebida oscura y espesa elaborada con cuastecomate, miel y algún tipo de mezcal. Su mano izquierda oprime la medalla de la Virgen Milagrosa que pende en su pecho.

Doña Silvia Quintero Villalvazo y Don José Romero Jiménez, padres de uno de los pescadores desaparecidos. (Imagen por Christian Mendoza/VICE News).

Guadalajara, capital del estado de Jalisco, está separada de La Cruz de Loreto por 406 kms. La ruta no es directa, en el km. 133 de la carretera 200 hay que tomar la desviación que cruza los poblados de El Gargantillo y Nuevo Santiago.

A un costado de la carretera entre estos dos pueblos, aparecen las instalaciones abandonadas de un gran complejo de naves industriales; todas pertenecientes a una empresa dedicada al agro cultivo.

Es posible imaginar la inversión multimillonaria que requirió su instalación, pero al preguntar las causas de su cierre, la respuesta generalizada se sintetiza en una palabra que se pronuncia con miedo: “narcolavado”.

Términos como “narcotráfico” y “narcolavado” aparecen ligados en forma subrepticia a la vida de esa región, basada económicamente en la agricultura, pesca y comercio. Los pobladores de Cruz de Loreto no descartan la posibilidad de que las mayores inversiones realizadas localmente, en especial la compra de terrenos por hectáreas, sean adquisiciones cuya finalidad consiste en lavar dinero proveniente de grupos del narco.

Lo anterior no resulta extraño, considerando el notable avance privatizador de tierras ejidales o comunales realizado en la costa jalisciense, sobre todo a raíz de las reformas de 1992 que abrieron la puerta a innumerables inversiones con capital nacional o extranjero.

‘[El Hotelito] ¡era puro lavadero del dinero de los narcos! Así cómo se oye’.

Esto ayuda a comprender por qué el proyecto clasificado como eco-turismo del Hotelito Desconocido, desde su construcción en 1995, hasta su incautación en 2015, contó con el beneplácito y respaldo de instituciones federales, estatales y municipales, como las secretarías de Turismo nacional y local. El aseguramiento de este complejo por parte de la Procuraduría General de la República (PGR), a raíz de una denuncia de la Secretaría de Hacienda, derivada a su vez de información revelada por el gobierno de Estados Unidos, dejó en evidencia el trasfondo delictivo en ese tipo de inversiones.

Este hecho impactó en el ánimo de los habitantes de Loreto, quienes supieron que este “desconocido” complejo tenía vinculación directa con el CJNG —el grupo delictivo con mayor crecimiento en el actual sexenio— y con el de Los Cuinis, que actúan con altos niveles de violencia y peligrosidad.

Información dada a conocer el 2015 por la Oficina del Control de Activos Extranjeros (OFAC por sus siglas en inglés) señala que entre las 15 empresas vinculadas con el narcolavado financiero del grupo delincuencial Los Cuinis, está la firma W & G Arquitectos, S. A., misma que adquirió en propiedad las 40 hectáreas donde se enclavan las instalaciones del Hotelito Desconocido, así como todas la construcciones que éste tenía.

Para el Departamento del Tesoro de los EE. UU. esta empresa resultó “designada para asistir materialmente o proporcionar apoyo para el suministro de bienes o servicios de apoyo al tráfico internacional de narcóticos” de Los Cuinis.

Segundo lugar en lavado

Jalisco ocupó en 2015 el segundo lugar con el mayor registro de Reportes de Operaciones Inusuales (ROI’s) con 16.236 sólo superado por la Ciudad de México, en donde se reportaron 39.463.

Estas alertas son notificadas por la banca a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, y son transacciones que no concuerdan con los antecedentes o actividades conocidas de los clientes, por lo que pueden suponer delitos como el lavado de dinero.

Entre 2006 y 2012, el número de ROI’s en el estado de Jalisco bajó de 12.752 a 9.460, pero a partir del 2013 la tendencia volvió a subir hasta llegar al récord del año 2015.

Cuando el Hotelito Desconocido abrió sus puertas en noviembre de 1996 fue considerado un sitio protector de la reserva natural comprendida en Playón de Mismaloya, lugar en donde se ubica el Santuario de la Tortuga Marina.

Entre las medidas proteccionistas que supuestamente garantizarían el equilibrio ecológico de la zona, se incluyeron sistemas de regulación del nivel de agua en los humedales mediante el uso de compuertas; lo cual, para las actividades pesqueras realizadas por cooperativistas de La Cruz de Loreto, significaba en teoría la garantía de no tener afectación para la extracción de las distintas especies acuáticas que ellos capturan en el estero El Ermitaño.

El incumplimiento de esas medidas, constituyó el origen del conflicto entre la Sociedad Cooperativa y, especialmente, Giuliano Gasparotto, de origen italiano, de quien nunca se precisara con exactitud su función legal, ya que ambiguamente a él se le menciona como “segundo propietario” del Hotelito Desconocido, o bien como “accionista, administrador y/o representante” del Consorcio Hotelero W & G, S. A. de C. V., empresa que a partir de 2008 transformó radicalmente ese hotel, reconstruyendo y decorando las instalaciones del anterior proyecto turístico iniciado por Marcello Murzilli; hasta llegar a convertirlo en lo que finalmente fue: la versión tropicalizada de un concepto de gran lujo, tipo Four Seasons.

A partir de esa segunda época fue cuando ese proyecto, además de ser refugio exclusivo para astros de la farándula, del deporte internacional y personalidades de primerísimo nivel dentro del ámbito político nacional, también se convirtió en el paraíso secreto del CJNG.

El Hotelito “¡era puro lavadero del dinero de los narcos! Así cómo se oye. No es broma. Pero uno mejor se calla la boca. En la Cooperativa hemos tenido el caso de tres compañeros desaparecidos. No sabemos nada de ellos. Algunos ya los dan por muertos. Uno era hijo de mi compadre José. ¿Pero qué quieren que uno haga? Nada. Lo mejor es quedarse callado. No es que uno tenga miedo, no, pero hay que ser precavido”, nos dice Carlos Ramírez Romero, quien actualmente funge como presidente de la Sociedad Cooperativa a la que pertenecían los desaparecidos. Él conduce la pick-up blanca y nos dirigimos hacia la famosa instalación.

En 2015, la Cooperativa Pesquera de La Cruz de Loreto cumplió 60 años. (Imagen por Christian Mendoza/VICE News).

Carlos Ramírez continúa: “nosotros ya sospechábamos algo así. Por las cosas que contaban los que ahí trabajaron. Que dizque hasta llegaban helicópteros que aventaban paquetes de… ¡vaya uno a saber qué! Son cosas que a uno no le consta, pero hubo otras de las que todos nos dimos cuenta. Porque por este camino, así como está, lleno de tierra y de agujeros, nomás veíamos pasar a cada rato camionetotas negras, en convoy de a cuatro, cinco, seis; una tras otra. ¿Y quién viajaba allí? ¡Probablemente narcos! ¡Y pura gente del propio gobierno! Y no cualquiera, no, ¡qué va! Eso, luego lueguito se veía. Eran los de a mero arriba, los más picudos, y ellos, al igual que muchos de esos artistas que salen en la tele y en el cine, venían seguido ahí. ¿Va a creer que esos de arriba no sabían lo que estaba pasando? ¡Claro que sabían! Pero ni modo de ponerse al tú por tú con ellos. Lo mejor es no saber nada de nada”.

Esta situación afectó a los habitantes de La Cruz, acepta Ramírez Romero, ya que muchos de ellos trabajaron ahí “eran como 80, anduvieron de cocineros, meseros, pangueros, vigilantes. Para darse una idea del dineral que se manejaba adentro del Hotelito, ahí va un dato: cuando lo volvieron a construir [remodelar] ya con Giuliano, llegaron muchos trailers que trajeron cosas que uno no creería, con decir que importaron maderas muy finas desde Perú, para construir los nuevos palafitos. ¡Los millones que eso no costó!”.

‘Iban [al Hotelito] los más picudos del gobierno… al igual que muchos artistas que salen en la tele y en el cine’.

Actualmente el complejo sigue asegurado y nadie puede entrar sin permiso. Dentro hay guardias de seguridad que vigilan día y noche.

El paisaje que circunda la entrada principal es selvático. Para donde se voltee la mirada, ésta encuentra hermosos ejemplares de enormes árboles y plantas tropicales. El verdor es exuberante y el grosor de las intrincadas raíces sugiere el hábitat de un manglar, por tanto no resulta extraño saber que por los alrededores pululan decenas de cocodrilos.

Un gran banner de plástico pende en la reja informando que el Hotelito está en venta; además, ahí continúan los oficios de papel con sellos oficiales, en donde se informa la situación jurídico-legal del complejo y una advertencia: “cualquier persona que entre será puesta a disposición de las autoridades correspondientes”.

Para posibles interesados en la adquisición de ese inmueble, se proporcionan números telefónicos y direcciones electrónicas correspondientes a dependencias del gobierno federal.

Por el momento, sólo la infinidad de fotografías que distintos sitios de Internet muestran, permitiría tener una idea aproximada de la fastuosa elegancia de los 27 palafitos, once de 60 m2, once de 100 m2, cuatro de 120 m2 y uno de 150 m2; así como del Spa, el Restaurante Ermitaño y el Restaurante con alberca El Nopalito.

Uno de los guardias que resguardan el complejo resulta ser familiar directo de ‘El Gutapilla’, uno de los tres pescadores desaparecidos.

Para posibles interesados en la adquisición de ese inmueble, se proporcionan números telefónicos y direcciones electrónicas. (Imagen por Christian Mendoza/VICE News).

En 2015, la Cooperativa Pesquera de La Cruz de Loreto cumplió 60 años. La descarapelada pintura exterior del edificio y el mobiliario demodé que equipa la oficina dan muestra del paso del tiempo. Una imagen de la Virgen de Guadalupe resguarda la puerta principal.

En ese sitio, a diario se concentra la producción pesquera recolectada en las aguas del lago. Al fondo, una oscura habitación se encuentra habilitada como cuarto de refrigeración.

El estero El Ermitaño que se localiza a 7,6 kms. al oeste de La Cruz de Loreto, es un espejo de agua de unas 314 hectáreas con compuertas que regulan su entrada.

‘Cuando nos citaron [de nuevo] a declarar, ninguna de las otras esposas quería ir. Yo sí fui, a mí no me asustan con nada’.

Según los expertos, en estos humedales se preservan distintas especies acuáticas y de aves migratorias y desde 1955 los cooperativistas de La Cruz son quienes tienen el permiso federal para manejar las compuertas que comunican el estero con el mar. Éste fue el principal motivo de conflicto entre los pescadores y Giuliano Gasparotto del Hotelito Desconocido, ya que éste último ordenaba abrir ese acceso sin contar con la autorización de la Cooperativa, ocasionando perjuicios a la producción de camarón.

Las denuncias correspondientes constan en diversos oficios remitidos por los pescadores a distintas dependencias y/o funcionarios. Como el dirigido en 2010 al entonces senador por Jalisco, Ramiro Hernández García, documento del cual VICE News México tiene copia, y en donde se informa: “el pasado 10 de julio el italiano Giuliano Gasparotto trató de abrir la boca barra del estero El Ermitaño en el Playón de Mismaloya sin permiso, además amenazó a un compañero nuestro de muerte, todos los socios fuimos a pararlo en ese momento por que iba a dejar ir toda la producción de pescado […] Nuevamente el día de ayer, 17 de agosto, volvió a intentar abrir la boca barra, esta vez sí lo logró ya que ni la cooperativa se dio cuenta, ni la bióloga [Alma Lilia Pérez Ortiz] que es la encargada del campamento de áreas naturales protegidas. Ni siquiera las autoridades, semarnap, conagua, ni profepa”.

Ese oficio también fue enviado a Alfonso Hernández Barrón, entonces tercer visitador de Derechos Humanos en el estado de Jalisco. La posterior desaparición de los tres cooperativistas, representa la nula atención a ese y otros documentos.

La relación con un ‘Cuini’

“Del Giuliano ‘orita no sabemos nada, ya le perdimos la pista. Yo la seguí hasta Uruguay. Allí se me perdió, y ya no supe nada de él, nada”, dice Catalina Jiménez Vidrio, esposa de Rafael Espinoza Vidrio, otro de los tres pescadores desaparecidos, quien en la charla con VICE News revela la relación laboral que su marido tuvo con Gerardo González Valencia, el ‘Cuini’, quien fue detenido en abril de este año en Uruguay por lavado de activos en ese país.

“Marcello [Murzilli] vendió el Hotelito Desconocido a Gerardo [González Valencia], hasta después fue cuando Giuliano cayó ahí. Mi esposo trabajó muchos años con Gerardo, en el Hotelito. Dejó la pesca y trabajó ahí como siete años, de lanchero [transportando turistas o mercancías a bordo de una panga]. Le iba mejor porque tenía sueldo fijo y, lo que sea, Gerardo lo quería mucho. Cuando operaron a mi hija, Gerardo le dio dinero a mi esposo, para que se ayudara. ‘Ora, cuando Gerardo se estaba ahogando una vez en el estero, mi esposo lo salvó, lo sacó. Luego, cuando venía el helicóptero que tenía Gerardo, se lo llevaba con él, allá para Tehua [mixtle], porque le gustaba que anduviera con él. Y cuando venía Wendy [Dalaithy Amaral Arévalo], su esposa, él era su niñera. Ella venía y lo procuraba a él para que le cuidara a los niños”.

Catalina recuerda que antes llegaban “papeles” en forma anónima en los que se decía que [Gerardo] sí andaba en lavado de dinero: “llegaban en la Cooperativa, al correo electrónico de un compañero de pesca”.

Carta que Catalina Jiménez Vidrio envió al presidente de la República Enrique Peña Nieto. (Imagen por Christian Mendoza/VICE News).

El hogar de Catalina es una modesta y pequeña construcción enclavada en terreno rústico. Bajo un tejabán de palma que funciona como sala de estar, ella cuenta que a raíz de la desaparición de su esposo, quien era el presidente de vigilancia en la Cooperativa, ha vivido de todo: desde amenazas, a ella y a una de sus cinco hijas, hasta intimidaciones e intentos de “persecución” y de “secuestros”.

Catalina narra que ella fue a levantar la denuncia con Victoria, esposa de ‘El Padrecito’, Gladia, hermana de ‘El Gutapilla’, Carlos Ramírez y el licenciado Efraín: “Todos pasamos a declarar, el último fue el licenciado. A él lo tardaron mucho, ¡muchísimo! Cuando nos lo regresaron, ¡venía llore y llore! Y siguió llorando, hasta en el camino. Dios me perdone, pero yo digo que el licenciado sabe algo. Cuando nos citaron [de nuevo] a declarar en Guadalajara, ninguna de las otras esposas quería ir. Yo sí fui, a mí no me asustan con nada”, dice.

Catalina expresa: “el movimiento lo he hecho sólo yo” y muestra la enorme cantidad de documentos que conserva en su poder. La mayoría son copias de distintos oficios donde aparecen denuncias y solicitudes en relación al caso de las desapariciones.

Pero hasta la fecha la averiguación previa 000042/2011/039-P-12-C sigue abierta y los intentos por parte de sus familiares para localizar a los pescadores han sido infructuosos.

Han pasado ya seis años de la desaparición de los pescadores y la investigación por parte de las autoridades carece de avances. El Hotelito por su parte, permanece en resguardo oficial y La Cruz de Loreto es hoy un pueblo marcado por el lavado que pasó del lujo al estigma.

Catalina Jiménez Vidrio, esposa de Rafael Espinoza Vidrio, otro de los tres pescadores desaparecidos. (Imagen por Christian Mendoza/VICE News).

LAS CIFRAS DEL LAVADO DE DINERO EN LA ÚLTIMA DÉCADA: HA CRECIDO 141%

A pesar de que la delincuencia organizada y el lavado de dinero son la mayor amenaza para la seguridad pública de México y para la economía nacional, según reconoció la propia Secretaría de Hacienda el mes pasado, los datos oficiales apenas ofrecen una vaga idea del número de posibles operaciones de lavado de dinero, pues las alertas (ROI’s) no significan necesariamente que el delito se haya comprobado.

De hecho, la propia autoridad reconoció que debido a las pocas sentencias condenatorias que existen por recursos de procedencia ilícita, se está afectando la efectividad de la ‘Ley Antilavado’. Además, aceptó que no se puede calcular el monto del dinero que se mueve por estos ilícitos debido a la insuficiente evidencia y a variables que resultan imposibles de aislar.

En México, de 2006 a 2015, las alertas se dispararon de 56.734 a 136.558, lo que significa un incremento de 141%; y entre enero y agosto de este año, los ROI’s ya sumaban 72.152 denuncias.

*Esta es la séptima entrega de un total de diez reportajes que conforman el Especial ’10 años de la Guerra contra el narco’.

Jefa de Contenido: Laura Woldenberg. Editora: Karla Casillas Bermúdez. Data: Saúl Hernández. Diseño: Francisco Gómez y Clementina León.

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