“¡No señor! Si notros tuviéramos balas, como dice el gobierno que tenemos, habría azules (policías) muertos y no personas del pueblo”, dice el Chofin, uno de los pobladores oaxaqueños que no pertenece a la CNTE pero que está en el bloqueo de la carretera México-Oaxaca.
Las protestas por parte de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que buscan derogar la Reforma Educativa y la reinserción de más de tres mil docentes vivieron uno de sus momentos más violentos el pasado domingo 19 de junio. Después de varias manifestaciones a lo largo del territorio nacional exigiendo una mesa de negociación, el gobierno federal decidió capturar a dos líderes de la CNTE, lo que provocó el cierre de las principales carreteras y puentes que conducen a la ciudad de Oaxaca. Los enfrentamientos comenzaron la mañana del domingo después del desalojo de la carretera por parte de elementos de la Policía Federal y duraron más de diez horas.
Aunque en un principio el gobierno federal trató de desmentir el uso de armas de fuego durante el enfrentamiento, diversos medios publicaron fotografías y videos en los que se puede ver a elementos de la policía usándolas. En cambio las armas con las que podían defenderse los manifestantes fueron fabricadas por ellos mismos: tubos, palos, tablas con clavos, cuetes, piedras y cuchillos son la artillería con la que se enfrentaron a la PF, quienes contaban con armas largas, gases lacrimógenos, helicópteros, macanas y una armadura plástica.
El armamento rústico y hechizo es “lo único que tenemos para defendernos y que nos da la confianza para poder enfrentar a esos perros que se olvidan que también son pueblo”, comenta Adrián, uno de los maestros en el bloqueo.
El saldo es de ocho personas muertas —siete en protesta y un periodista en cobertura—, siete personas desaparecidas, 21 personas detenidas y al menos 94 heridos como resultado del uso de la fuerza y armas de fuego por parte de elementos policiacos. Además se reportó que las líneas de teléfono e internet fueron interrumpidas, impidiendo la labor periodística y las posibilidades de comunicación de manifestantes y pobladores.
“La resistencia sigue y las demandas junto con el coraje de la población civil y magisterial aumentan conforme pasan los días”, cuenta Lázaro, uno de los maestros que cocina para el movimiento.