En octubre de 2014, la policía estatal de Jalisco desmanteló una fábrica clandestina de armas en Guadalajara, la pertenecía al Cártel Jalisco Nueva Generación. La fábrica, ubicada en la calle Isla Trapani, en el oriente de la ciudad, era llevada por tres hombres que producían armas de fuego caseras no rastreables.
El grupo de productores de armas caseras para el Cártel Jalisco Nueva Generación se escondía a la vista de todos. En mayo, miembros del cártel de Jalisco derribaron a un helicóptero militar con un lanzagranadas. Seis soldados perdieron la vida. El cártel está detrás de un serie de narcobloqueos, operativos que consisten en prender fuego a vehículos de gran tamaño y gasolineras para mostrar su poder y provocar caos. Hasta ahora, el cártel ha reivindicado 39 narcobloqueos. En uno de ellos, prendieron fuego a un autobús de transporte público que estaba justo a unas cuadras de su laboratorio de armas.
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Dentro de la tienda, el arma más producida es el AR-15. Estos fusiles que se enfrían con aire con cargadores removibles son los favoritos de los narcotraficantes mexicanos porque son ligeros y resistentes. En el laboratorio secreto de Guadalajara, esos tres hombres armaban fusiles AR-15 con piezas de armas que compraban en EU y después pasaban de contrabando en lotes pequeños, según la información que proporcionaron las autoridades de ambos países que entrevistamos para este artículo.
Sin embargo, cuando las autoridades hicieron una redada en la fábrica, el 7 de octubre del año pasado, descubrieron que estos hombres también fabricaban cajones de mecanismos de AR-15 funcionales con bloques incompletos de aluminio. En los cajones en encuentra el mecanismo principal para disparar en los fusiles AR-15. Según las leyes mexicanas, el cajón de mecanismos es la única parte del arma regulada por las autoridades. Estos hombres fabricaban cajones de mecanismos caseros con la misma tecnología que utiliza el movimiento mundial DIY [hazlo tú mismo]. El cajón de mecanismos es donde las armas llevan el número de serie y está diseñado para poder rastrearlas. Como las armas caseras del cártel de Jalisco no están seriadas, no se pueden rastrear con precisión.
El cajón de mecanismos es el punto crucial de un AR-15. Ahí se encuentra el mecanismo del gatillo, además une la culata, la empuñadura, el cargador y el cajón superior, donde se monta el cañón. En un fusil como el AR-15 que tiene tanto cajón inferiores como cajón superior, el cajón inferior es lo que se considera el arma de fuego, por lo tanto, el resto de las partes es mucho más fácil de conseguir y mucho más difícil de rastrear.
El proceso para fabricar armas DIY empieza con un trozo de material sin terminar que, con las herramientas necesarias, se puede mejorar hasta convertirlo en un mecanismo pata disparar. La Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y Explosivos de EU (abreviado ATF) no considera que este material sin terminar esté dentro del “proceso de fabricación”, que es cuando la Ley de control de armas de EU tiene que clasificar el arma, si le falta veinte por ciento o más para completarse. En otras palabras, la ATF no considera a estas pistolas conocidas como “menos de ochenta por ciento” –lo cual significa que tienen una cavidad de control de fuego estable pero que no tiene orificios para un selector de tiro, un percutor o un gatillo– como armas de fuego y están disponibles a la venta en EU pero no en México.
El cajón de mecanismos a ochenta por ciento está completo una vez que la cavidad está lista para albergar un mecanismo de disparo. Para este punto, ya se considera como un arma de fuego tanto EU como México. Entonces está sujeta a la regulación del gobierno y se le debe signar un número de serie.
Los fabricantes no profesionales llevan décadas haciendo cajones de mecanismos funcionales con armas incompletas. Hoy en día hay pocas formas de fabricar AR-15 no rastreables, por ejemplo: con una impresora 3D o con una fresadora de control numérico computarizado (CNC) capaz de producir automáticamente un arma de metal imposible de rastrear.
Pero estos hombres no sólo se dedicaban a terminar los cajones de mecanismos incompletos en el laboratorio de Guadalajara sino que lo producían desde cero.
La tienda se encontraba en la Zona Industrial de Guadalajara, según Luis Carlos Nájera, el procurador de Jalisco, quien dijo que no es raro ver gente entrando y saliendo de bodegas en esta parte de la ciudad, que está repleta de naves industriales pequeños, talleres y fábricas de piel. Sin embargo, a principios de junio, cuando un corresponsal de MOTHERBOARD visitó el área donde se encontraba la fábrica, dijo que el ambiente se sentía muy tenso. La gente parecía introvertida y se mostraba reticente a hablar mucho sobre cualquier tema.
Hoy, la cortina de metal color negro de la tienda está marcada con un grafiti de una pandilla. Tres policías patrullan la bodega día y noche armados con rifles de combate modificados. Los guardias dicen que su misión es resguardar el lugar pero no explicaron qué fue lo que pasó como para que fuera necesario que estuvieran ahí. Uno de los guardias escribió en una libreta que había ido un reportero y después trasmitió el mismo mensaje por radio.
Cuando la policía estatal de Jalisco hizo una redada en la tienda, Nájera dijo que a primera vista no parecía una fábrica de armas. “No había muchas cosas” dijo Nájera. Sus hombres encontraron armas, materia prima variada (aluminio, más que nada) para producir armas de fuego DIY, y “algunas mesas, etcétera”.
En la redada, las autoridades confiscaron un total de 18 fusiles AR-15 hechos a mano, 14 armas en la calle Isla Trapani 2691, y otras cuatro armas en otra bodega en Guadalajara, donde arrestaron a un cuarto sospechoso que creían que estaba relacionado en circulo de armas. (El caro paso de la oficina del procurador general al fiscal federal, según Nájera. La identidad de los cuatro detenidos que esperan a que un juez les dicte sentencia no han sido reveladas públicamente debido al carácter secreto de la investigación).
Los agentes también confiscaron una fresadora CNC, una máquina industrial que se gira sobre un eje mientras extrae objetos simétricamente de piezas más grandes de un material base. La fresadora se programa con un software avanzado que guía a la máquina mientras corta los cajones de AR-15 de bloques de aluminio. Después, los empleados fijan las demás partes del arma a los mecanismos de disparo ya terminados, que en general miden el largo de una engrapadora y el ancho de una baraja. Después las armas llegan a manos de los miembros del cártel de Jalisco. Se cree que estos hombres también mandaron armas hechas a mano al estado de Michoacán.
Se cree que el cártel de Jalisco envía estas armas a Michoacán.
La máquina que se encontró en el laboratorio de armas en Guadalajara era un fresadora CNC hecha por Haringe, una constructora de máquinas de Nueva York que es famosa por sus máquinas CNC. No había un precio de cotización para ese modelo específico de centro de maquinizado vertical en la página web de Hardinge cuando se escribió este artículo, aunque en la página un distribuidor de este tipo de máquinas decía que costaban cerca de 24,500 dólares. No se sabe quien compró la fresadora CNC de la marca Hardinge que se encontró en el laboratorio de armas del cártel ni cuánto costó. Hardinge se negó a hablar sobre esta compra a pesar de habérselo pedido en varias ocasiones.
Tampoco se sabe si los hombres que trabajaban en el laboratorio tenían experiencia con la tecnología industrial CNC, y en caso de que así fuera, si se les capacitó específicamente para este trabajo o si el cártel les ofreció un buen salario para tenerlos de su lado. Un maquinista con conocimientos de fabricación de armas con tecnología CNC dijo que no se necesita mucha experiencia para operar las máquinas halladas en el laboratorio pero sí al menos un poco de capacitación. Dijo que era como un “efecto boomerang” porque mientras más complicada la máquina, mejor, e irónicamente, más familiarizado tiene que estarel operador.
Las fresadoras CNC como la que se utilizaba en la fábrica de Guadalajara necesita archivos digitales para extraer objetos de materias primas, que usualmente son metales. En general, estos archivos están escritos en G-code, un lenguaje de programación básico que se utiliza comúnmente en el control numérico. También se le conoce como código NC. Este código le dice a la máquina herramienta cómo hacer un objeto específico. Es un código que se programa a mano, por lo tanto, la gente puede utilizar un editor de texto para leerlo línea por línea, revisar cada una de las coordenadas y modificarlo si es necesario. Es difícil encontrar el código NC específico para crear armas no rastreables como las que fabricaba la tienda de Jalisco pero no se necesita mucho tiempo en internet para encontrar un modelo de referencia adecuado para partir de ahí y modificarlo.
Los arquitectos desconocidos responsables de la fábrica no necesitaban toda es búsqueda ni esa codificación para hacer armas con su máquina de veinte mil dólares. Podían haber utilizado una perforadora hidráulica, una impresora 3D o la Ghost Gunner, una fresadora CNC para uso general.
Pero está claro que querían ir más allá. No querían limitarse a hacer el veinte por ciento que les faltaba a las armas incompletas. El punto era poder crear cajones de mecanismos funcionales con bloques de aluminio para fabricar sus propios rifles de asalto no rastreables. Si eso significaba gastar miles de dólares (si asumimos que los arquitectos compraron la fresadora en ve de robarla) en maquinaria tamaño industrial, entre otros gastos como la mano de obra (si asumimos que le pagaban a estos hombres por su trabajo), entonces el cártel estaba dispuesto a pagar lo que fuera.
Un cajón de mecanismos completo es lo que hace que un arma se considere como tal ante los ojos de la ley tanto en México como en EU. Pero hasta un novato en las armas de fuego sabe que hay más que eso en un arma. ¿De dónde salieron las demás partes de las armas de fuego —como las culatas, las empuñaduras, los cañones, las municiones, etcétera— que llegaron a la fábrica ilegal de armas del cartel de Jalisco?
El agente especial estadunidense Keith Heinzerling, de la ATF, dijo que no sabemos porque las partes de las armas no se pueden rastrear porque fueron halladas en México. Se requiere un número de serie para rastrearlo a través del sistema e-Trace de la ATF, que sirve para rastrear armas confiscadas. Las piezas de las armas, a excepción del cajón de mecanismos y de la estructura, no portan números de serie, según la Ley de control de armas de EU. Por lo tanto, no se pueden rastrear.
“Podemos asumir que [las partes] vienen de EU, ya que la mayoría de las armas que llegan de forma ilegal vienen de ahí”, dijo Heinzerling, el agregado de la ATF en la embajada de EU en la Ciudad de México, en una entrevista telefónica. “Pero no estamos seguro. No hay forma de rastrearlos”.
“Recuerda que aquí no tenemos autoridad legal”, añadió Heinzerling, quien ayudó a Nájera y a la policía estatal de Jalisco a desmantelar el laboratorio. “Somos invitados en el país. Podemos intervenir cuando se nos pide y viceversa. Si tenemos información que puede servirle al gobierno para facilitar pruebas en la investigación, estamos dispuestos a compartirla”.
“Tenemos una relación excelente con las autoridades mexicanas. Trabajamos muy bien juntos”.
En México todavía hay una gran cantidad de armas ilegales. Se calcula que en México hay 24.6 millones de armas ilegales en circulación hoy en día y muchas de ellas vienen de EU. Según los datos de rastrero que recopiló este año la ATF de armas confiscadas por las autoridades mexicanas y que fueron sometidas a análisis de la ATF, la mitad de las armas que entraron de contrabando a México entre 2009 y 2014 provenían de EU. Según un cálculo del Instituto Transfronterizo, se compraron entre 106,700 y 426,729 armas en EU entre los años 2010 y 2012 con el objetivo de traficarlas a México.
“El volumen de tráfico de armas entre fronteras es muy significativo”, dijo Clay Boggs, el responsable del programa en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos.
México está repleto de armas de fuego ilegales. Es difícil descifrar por qué un cártel tan experto en tecnología y tan innovador querría incursionar en el negocio de las armas DIY cuando existe un mercado saturado con armas imposibles de rastrear. ¿Por qué no simplemente comprar armas legales y borrar los números de serie?
“Si fabrican aquí los cajones, pueden fabricar armas a una fracción del costo que tendrían las mismas armas en el mercado”, dijo Heinzerling. “Además, si las fabrican aquí, entonces no tienen que borrar ningún número de serie”.
Las armas DIY también sirven como una fuente de ingreso para el cártel. Como dijo Boggs: “Ser capaz de fabricar tus propias armas de fuego es una idea muy atractiva no sólo porque son imposibles de rastrear, sino porque es muy rentable y no hay la necesidad de comprarlas en EU o en cualquier otro lugar”.
Aún así, según Boggs, no es fácil fabricar armas de fuego baratas y confiables. Por eso muchos delincuentes van a seguir prefiriendo armas estadounidenses, “hechas e importadas de Europa”, por un buen tiempo”. Boggs dijo que mientras esas armas sigan siendo baratas y fáciles de obtener para los criminales, ese tipo de laboratorios en Guadalajara van a seguir siendo poco comunes.
“Tengo la impresión de que la redada en Jalisco fue un hecho aislado”, dijo Boggs.
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Como cualquier redada de la policía, la que expuso el laboratorio ilegal en la calle Isla Trapani 2691 se llevó a cabo de noche. Pocas personas fueron testigo. El encargado de la tienda cerca de la fábrica dijo que cuando las autoridades llegaron al lugar esa noche, entraron a su tienda y bajaron la cortina.
“Salí a las 10:30 PM”, dijo el vendedor, quien pidió mantenerse en el anonimato por temor a que el cártel busque venganza. “Pero no dejaron que me fuera”.
Dijo que los policías no permitieron que se fuera hasta después de la 1 AM. Hasta ese momento se dio cuenta de que ese lugar tenía algo extraño, aunque dijo que nunca antes le había parecido algo fuera de lo normal. Creía que el lugar era un taller común y corriente que operaba en la noche. De hecho, los tres empleados a veces iban a su tienda a comprar cosas y que se veían muy “normales”.
Jorge, un hombre que estaba reparando un auto en el garaje ubicado junto a la bodega donde se encontraba la fábrica, dijo que a los tres trabajadores les gustaba divertirse y que a veces hacían fiestas en el taller. Pero que nunca vio que hicieran nada más aparte de eso.
Ya van ocho meses desde que la policía hizo la redada a la fábrica de armas. En la fachada de la bodega hay un anuncio que dice: “Casa vigilada por SEIDO-PGR [la dependencia que se especializa en investigación criminal]. Cualquier violación a este sello representa una ofensa federal”. El dueño de esta propiedad, a quien no pudimos contactar, cambió el número telefónico del lugar poco después de la redada de octubre.
Las tiendas junto al laboratorio tuvieron que cerrar. Las ventas locales están muy bajas y no se han abierto nuevos negocios en esa zona. El 11 de junio, un día antes de que el corresponsal de Motherboard visitara el vecindario, un hombre recibió varios impactos de bala a siete cuadras de la bodega. Según el informe de la policía, el hombre fue víctima de un asalto. Sin embargo, un miembro del cártel que vive en esa zona y que pidió mantenerse en el anonimato cuestionó la versión de la policía. “Las cosas están muy peligrosas últimamente”, señaló. “¿Crees que sea necesario dispararle dos veces en la cabeza a un hombre sólo para robarle algo?”
Aunque el laboratorio ya no exista, todas los fusiles AR-15 que se crearon ahí siguen circulando. Nájera dijo que esta clase de armas DIY siguen apareciendo en escenas del crimen por toda la región. “Esto nos hace pensar que este laboratorio fabricó muchas armas antes de la redada y que todas eran para grupos de crimen organizado”, explicó Nájera.
Según Nájera, las autoridades de Jalisco confiscaron otras “14 o 15” armas DIY además de las 18 que encontraron en la redada. Todas tienen características similares a las armas producidas en la bodega de Guadalajara. Nájera no descarta la posibilidad de que haya más laboratorios de armas ilegales como este, donde sólo se necesita un poco de ingenio técnico y productos de contrabando para crear máquinas mortales. También cree que los esfuerzos en conjunto que hacen las autoridades mexicanas y estadounidenses para controlar las armas no bastan para interrumpir la serie de eventos que hace posible la producción de armas ilegales en el país.
“Necesitamos poder rastrear de forma más efectiva no sólo las armas sino la piezas que sirven para fabricar armas cuando se venden a una persona en específico”, explicó Nájera. “Si alguien compra cien cañones, cien piezas de plástico, cien culatas y cien cajas para envío” en EU y las mete de contrabando a México, donde arman las partes y se fabrican los cajones, “entonces es evidente que es necesario que haya más formas para que las autoridades rastreen las armas, donde sea que se encuentren”.
Además, Boggs no descarta la posibilidad de que existan más fabricas ilegales de armas. México ya está repleto de armas ilegales baratas provenientes de EU, “lo cual no significa que no haya más casos como este”, dijo, “donde hay individuos que decidieron utilizar un enfoque más rentable”.
¿Los empleados que llegaron en su Vocho a la bodega en Guadalajara habrán lucrado con los hombres para los que trabajaban? Incluso si no lo hicieron, y si su fábrica no era más que un experimento, Boggs cree que la marea transfronteriza del tráfico de armas va a seguir estando a favor de los cárteles.
“Cuando se tiene un volumen tan grande de armas que se puede adquirir y enviar de forma fácil y barata de EU a México”, dijo, “no hay muchas razones para arreglar un sistema de trafico ilegal de armas que, desde el punto de vista de los cárteles, funciona a la perfección”.
Nadie sabe exactamente cuántas armas lograron fabricar exportar estos hombres antes de que los descubrieran. Después de la redada en el laboratorio, Nájera dijo a los reporteros que se cree que los sospechosos, que están bajo custodia, fabricaron cerca de cien armas de fuego en el laboratorio clandestino en el transcurso de varios meses. Sin embargo, Nájera me dijo después que le informaron que el laboratorio tenía la capacidad técnica para producir 200 fusiles AR-15 no rastreables al mes.
Se calcula que en México circulan más de 24 millones de armas ilegales hoy en día, la mano de obra de un par de fabricantes de armas coludidos con el narcotráfico aporta poco a la carrera armamentista tecnológica continua entre los cárteles y las autoridades tanto mexicanas como estadunidenses.
Lo comparo con los laboratorios de metanfetaminas porque, si pueden conseguir los químicos, ¿entonces cuántas de estas máquinas pueden comprar?
La tecnología que utilizaron estos hombres para fabricar sus armas imposibles de rastrear no es nada innovadora porque desde la gente ha estado creando sus propias armas de fuego imposibles de rastrear desde hace mucho tiempo. Sin embargo, el hecho de que un cártel haya incursionado en las armas DIY es suficiente para Nájera se preocupe.
“Demuestra cómo estos grupos tienen cada vez más recursos e ingenio para evadir la justicia en ambos lados de la frontera”, señaló.
Nájera explicó que los cárteles quieren sacar el mayor provecho posible de sus recursos. Para ellos, el éxito se trata de garantizar su poder y su influencia por medio de astucia técnica e industrial que no se puede comparar con los otros grupos de crimen organizado en el mundo. Por eso los cárteles mexicanos están instalando redes de videovigilancia en las ciudades con la ayuda de ingenieros secuestrados a quienes obligan a crear estaciones de radio secretas. También envían mineral de hierro a China a cambio de químicos precursores de metanfetaminas a granel. La cuestión no es si los cárteles además del de Jalisco son o no capaces de obtener fresadoras computarizadas para fabricar sus propias armas, sino hasta dónde están dispuestos a llegar.
“Lo comparo son los laboratorios de metanfetaminas porque, si pueden conseguir los químicos, ¿entonces cuántas máquinas pueden comprar?”
Este artículo fue posible gracias a la colaboración de Víctor Hugo Ornelas y Camilo Salas.