Los zapatos hacen al hombre

Fotos de Maciek Pozoga
Imágenes de archivo de Igor Dewe

Igor en Montmartre, París, con sus zapatos de latas de conservas, telas encontradas y un chaleco tradicional croata.

Igor Dewe es la inyección de alegría que la amargada industria de la moda necesita: un peludo francés de 21 años que alcanzó notoriedad por vestir multicolores shorts tye-dye de licra, zapatos de plataforma sin tacones y un sombrero turco mientras meneaba  las caderas de forma sexy enjabonando las limusinas de los estirados periodistas que llegaban a la Fashion Week de París. Igor es bailarín, performer, activista de la moda y diseñador, y crea los zapatos más delirantes y originales que hayamos visto jamás. Estamos hablando de plataformas de 40 cm hechas con frutas, latas, castillos de arena, hojas y cera de velas. Y no sólo crea los zapatos con  sus propias manos, también fabrica conjuntos igualmente espectaculares y piezas de performance-art. Una vez, por ejemplo, se puso un exprimidor de fruta en la entrepierna e invitó a la gente a beber el dulce néctar que goteaba de una manguera de plástico. Por supuesto, teníamos que hablar con Igor para la mejoría y bienestar de esas pobres almas tristes de la industria de la moda, y por el bien del mundo en general. O algo.

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VICE: Hooolaaaaa, Igor. ¿Cómo se te ocurren esas ideas tan locas para tus zapatos?

Igor Dewe: No lo sé. Juego con cualquier cosa que me encuentre y trabajo mucho los conceptos. Empecé a hacer zapatos porque no me podía permitir seguir comprando zapatos de Yves Saint Laurent y Christian Louboutin. Construí mi primer par con una paleta de madera, y después otro con lata de conservas. Mi padre tiene un taller donde suelda partes de aviones. Uso sus herramientas para hacer zapatos arquitectónicos y masculinos.

¿Y crees que los hombres pueden llevar tacones y seguir pareciendo masculinos?

¡Sí! Los zapatos ortopédicos, por ejemplo. Hacen maravillas para la gente con pies deformes. Encuentro interesante el concepto de  esos zapatos. No puedes ver dónde está el pie, así que puedes alargar la silueta sin que nadie se dé cuenta. Lo encuentro brillante.  Te permiten cambiar tu cuerpo como desees. A mí me encantaría tener unas piernas súper largas y bonitas, ¡pero un par de zapatos ortopédicos fabricados para mí me costarían 6.000 dólares! Así que me hago mis propias versiones.

¿Cómo, exactamente, camina alguien con tacones de 40 cm?

Pues la verdad es que es bastante fácil, pero pueden pesar bastante y en ocasiones me corto con las trabillas. Me gusta que pasear  con mis zapatos sea un desafío. No me da miedo caerme, me pongo a caminar y ya está. A veces tengo que volver a casa porque estoy cubierto de sangre y no puedo ni andar.

¿Tus zapatos se pueden comprar?

No creo que los pudiera vender. Son frágiles y se tarda mucho en construirlos.

Si no hay ningún beneficio comercial, ¿por qué trabajas tanto en esto?

Cuando veo fotos de mis performances, pienso, “¿Estoy loco? ¿Por qué fui allí e hice eso?”. Supongo que tengo la necesidad psicológica de actuar y crear. Si no me pongo a prueba, si no construyo los zapatos que he dibujado o hago una performance y un vídeo, me deprimo y me siento fracasado. Es como un impulso, un instinto sexual. No sabes lo que va a pasar cuando estás actuando en la calle, y ese subidón de adrenalina es lo que busco. Me hace sentir vivo.



Igor dice que lleva sus plataformas altas de metal (arriba derecha) para las orgías con sus amigos robots, y que luego se pone las velas (arriba izquierda) para rezar y pedir perdón por sus pecados. Se pasó dos días fabricando los zapatos de fruta (abajo) que pueden verse en su vídeo My Juice.
 

¿Alguien te representa? ¿Un agente o una galería?

No. Me gustaría ser más conocido, pero soy muy malo con todo el proceso de comunicación y marketing.

Venga ya, si eres un genio del marketing. La performance que hiciste en el exterior del show final de Galliano para Dior, en la que te vestiste de emperador romano con unas plataformas altísimas, flores y una pancarta que decía “El rey se ha ido”, fue un ardid publicitario brillante. Debiste pensártela mucho.

Aunque Galliano dijo cosas horribles y merece lo que le pasó, yo quería rendirle homenaje por todo lo que había hecho. Galliano y Jean Paul Gaultier son dos de mis diseñadores favoritos. Ambos recuperan el folklore y las culturas olvidadas y les dan vida en una moderna mezcla de glamour étnico. Algunos amigos de Galliano vinieron a darme las gracias. No sé si Galliano me vio, pero salí en muchos periódicos. Incluso Boy George puso algo sobre mí en su blog.

¿Por qué empezaste a hacer estas actuaciones, si no eran para promocionar tus zapatos?

Hace un par de años hice unos amigos nuevos con los que salí mucho de fiesta. Al final se vinieron a vivir conmigo. Así fue como  conocí a Maja Bergström, que es quien hace mis vídeos. Necesitábamos pasta para pagar el alquiler y empezamos a hacer  performances con el nombre de House of Drama. Hemos actuado en clubs, ferias de arte, eventos de moda e incluso el festival de  Cannes. Aún sigo actuando con ellos, pero también me gusta hacer cosas yo solo.

¿Cuál fue tu primera performance en solitario?

Money Mercy. En ella pedía limosna al lado de las pasarelas de la Paris Fashion Week, vestido con un conjunto inspirado en el  folklore gitano y plataformas Nina Ricci. Me encanta la moda, pero la Fashion Week se ha convertido en un megaevento comercial  falso, con vigilancia de la policía y alta seguridad. Sentí la necesidad de protestar, de manchar ese universo perfecto de lujo y belleza al que sólo la élite es invitada. Devolverla a la realidad. Quería recordarle a la gente que la moda también está fuera, en la calle. La segunda que hice fue una protesta contra los editores y periodistas de moda que se creen estrellas y llegan en limusinas. Pensé, “¡Les voy a arruinar los coches!”

¿Te refieres a la performance que documentaste en el vídeo Fashion Carwash? ¡Me encanta! Sobre todo la parte en la que el vigilante de seguridad te tira un cubo de agua jabonosa por encima.

Si, ese segurata y yo tuvimos una pequeña pelea. La moda se ha convertido en algo muy serio y aburrido. Yo quería aportar algo de humor.


A Igor le ocupó mucho tiempo reunir las conchas para estos zapatos, y gastó tubo tras tubo de Super Glue para solidificarlos. Aún así se disolvieron la tercera vez que se metió en el agua con ellos. Ahora solo existen en su vídeo The Little Sand Castle.

Me he dado cuenta de que casi todas tus actuaciones son interactivas de algún modo. Invitas a participar a los que pasan por ahí.

Si, la interacción con el público es importante para mí. Me gusta trabajar con la calle y poner a prueba las reacciones de la gente. Aunque se enfaden, estén tristes, felices o sientan curiosidad cuando me ven, se crea una conexión que me gusta mucho.

Es gracioso que casi todas tus actuaciones tengan lugar en París, porque los parisinos tienen fama de ser crueles con los que destacan.

Es verdad. El ambiente en París no es exactamente amistoso. Tengo la sensación de que la gente se está volviendo más oscura, y me da miedo. Es como si se avecinara algo oscuro. Quizá solo sea la crisis económica, pero tengo la sensación espeluznante de que está volviendo el fascismo. Solo actúo cuando tengo el coraje de hacerlo. A menudo estoy deprimido y pienso que nadie me necesita.

Nosotros te necesitamos.

Pero siempre actúo cuando estoy de viaje. Es una buena manera de conocer un nuevo país. La última vez que estuve en Nueva York actué cada día, y fue alucinante porque la gente era muy positiva. Me sentí como Mickey Mouse. Me encantaría regresar, pero ahora mismo no puedo volver a Estados Unidos porque me metieron una noche en la cárcel durante una performance en el Art Basel, en Miami.

¿Te encerraron? ¿Por qué?

Sí, fue horrible. Tenía que actuar en una velada que presentaba Le Baron (un night club parisino) en un hotel, pero había tanta gente fuera que no pude ni entrar. Probé a hacerlo por la puerta de empleados de atrás, pero los guardias se me echaron encima y me inmovilizaron sobre la acera. Llegaron seis guardias de seguridad y me sujetaron. Cuando llegó la policía intenté explicarles lo que había pasado y que tenía que actuar, pero me dijeron que no les importaba y que “no llevamos tacones como esos por las calles de esta ciudad”. Y me metieron en la cárcel.

¿Te enchironaron por llevar tacones?

Sí. Es de locos.

¿Te pasa a menudo que te amenacen la policía o los cuerpos de seguridad durante tus performances?

Sí, ¡siempre me pasa! Es cabreante y agotador. Ahora, si quiero actuar, he de tener autorización.

Pero si sólo es ropa y zapatos. ¿No puedes vestirte como quieras?

No. Aunque llevara puesta una alfombra y una minifalda me amenazarían con arrestarme por “ir desnudo”. ¡Pero no estoy desnudo! También me gusta protestar por causas políticas, pero siempre tengo problemas con la policía. La última protesta política que hice fue una performance llamada Grève de Vêtements Pour Sauver la Grèce [Huelga de vestidos para salvar Grecia], en la que me paseaba con hojas, flores y zapatos de plataforma al estilo griego antiguo.

¿Qué es lo próximo que vas a hacer?

No lo sé. Estoy intentando decidir qué quiero hacer, pero es difícil. Cuando veo todos los zapatos que he creado, pienso que quizá un día podría hacer una exposición con ellos y con los vídeos. Eso me gustaría.

Para saber más de Igor y ver sus hilarantes vídeos, id a www.igordewe.com .