Numerosas personas participaron anoche en Pamplona en la manifestación contra la violencia machista organizada por el colectivo feminista Farrukas previa a las fiestas de San Fermín. La marcha se convocó bajo el lema “El miedo va a cambiar de bando. ¡Insumisión al heteropatriarcado!”.
Había mujeres de todas las edades pero, sobre todo, chicas jóvenes. Muchas de menos de 20 años. A las diez de la noche, en la plaza de Recoletos, las mujeres comenzaron a taparse la cara y leyeron un comunicado en el que explicaron que, como las zapatistas, tapan su rostro para ser vistas.
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Algunos de los lemas que se corearon durante la marcha fueron: “¡Kaleak, gaua: gureak dira!” (las calles, la noche: son nuestras). “¡Estamos hasta el culo de tanto machirulo!”, “¡Matxirulo, entzun: pin, pan, pun!” (machirulo, escucha: pim, pam, pum), “¡Mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar, no se arrodillan ante el sistema patriarcal!”, “¡Si tocan a una, nos tocan a todas!”, “¡Patriarcado, capital: alianza criminal!” o “¡Con ropa, sin ropa, no nos tocas!”.
Una batucada iba abriendo camino por la calle Mayor, pasando por la plaza San Francisco, la calle San Miguel y la concurrida San Nicolás. Mientras algunos comían pintxos y las mujeres aplaudían, desde la manifestación se escuchaba: “No nos mires, únete”.
Uno de los momentos más reivindicativos fue cuando las manifestantes llegaron a Estafeta, por donde pasa el encierro. A la llegada a la catedral se escucharon aullidos y gritos de “¡Vamos a quemar la conferencia episcopal!”.
Desde el Gaztetxe Maravillas (que toma su nombre de Maravillas Lamberto, quien con 14 años fue violada, asesinada y tirada a los perros por el bando nacional durante la Guerra Civil) se desplegó una pancarta gigante en la que se podía leer: “Gaua eta kaleak gureak direlako” (porque la noche y las calles son nuestras), “El miedo va a cambiar de bando”, “Autodefentsa feminista” (autodefensa feminista).
En la plaza del Ayuntamiento, donde se celebra también el chupinazo, se quemaron elementos del sistema patriarcal, como un monigote que simbolizaba el falso aliado feminista, que reproduce los códigos del sistema patriarcal en la lucha y en las asambleas.