Carátulas. Labels. Afiches. Flyers. Videos. Muros. Logos. Visuales.
Mejor dicho: usted píntesela que él se la colorea.
Nacido en Bogotá en 1978, con una infancia itinerante entre San Andrés y la capital, Mateo comenzó a pintar desde pelao. En los noventa fue punk y skin de los rojos antes de irse a Italia, donde estudió en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Allí vivió diez años, experimentando con técnicas y trazos y materiales, aprendiendo por igual de los muros de la calle y de los frescos centenarios, afinando un estilo ecléctico y espontáneo que, hoy día, lo ha convertido en un artista fértil con un imaginario propio y retorcido, muy reconocido por estos lares.
Rivano ha expuesto su trabajo en ArtBo, Art Toronto, Miami Art Scope (“fue divertido ver a Paris Hilton viendo mis dibujos”, recuerda) y en varias ferias mundiales. Y también en varios muros de varias ciudades, donde suele pintar con un colectivo animal que me pidió reservar en la clandestinidad (hasta nos hizo un mural sobradamente calidoso para nuestro lanzamiento en Colombia). Con La Silueta, editorial independiente, tiene un par de libros, El Carelibro y El 7 Plagas, que dan cuenta de su flexibilidad creativa, de su imaginación irrestricta y alucinada. Melómano consumado, cultor del Caribe global, también es coleccionista (o guaquero, más bien) de joyas musicales en vinilo, de las que tiene centenares. Como Barbaroja, es un fino y recorrido selector que sabe cómo encender al respetable en la pista de baile. Precisamente, parte de su obra como artista se ha concentrado en la escena tropical alternativa bogotana, su parche más experimental y avezado, claro está, dándole identidad visual al movimiento y, quizás, hasta inspirándolo a partir de imágenes voladas, solo comparables con la altura de sus paisajes musicales surreales.
Entre muchos otros, Rivano ha trabajado con el Frente Cumbiero (hizo la portada para su primer disco, el ya clásico Frente Cumbiero Meets Mad Professor, que en realidad fue un graffiti pintado en un muro de La Macarena), Meridian Brothers, Romperayo, Ondatrópica, Llorona Records, Los Pirañas y Quantic, durante su temporada en Colombia. Incluso hizo la carátula de Bailar en la cueva, disco ganador del Grammy de Jorge Drexler, por lo que se puede decir que su trabajo también ha sido reconocido por la academia musical, aunque dudo mucho que a él eso le importe demasiado.
Charlamos con Rivano sobre su trabajo y revisamos algunas de sus piezas más memorables. Documentos visuales que, juntos, forman un archivo clave que describe el reciente y creciente movimiento de las caderas más inquietas en la capital.
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¿Qué pintabas de chino? ¿Cuáles eran, digamos, tus motivos recurrentes?
De pequeño pintaba escenas de guerra, pues me gustaban Rambo y Platoon. También pintaba batallas navales de piratas, pero más que dibujos eran juegos donde dibujaba secuencias de acciones en vez de jugar con los muñecos y a veces mezclaba todo y los dibujos se volvían los fondos de esos muñecos. Dibujaba pescados para regalarle a mi abuela en navidad, cumpleaños y día de la madre.
¿Alguna banda aparecía a menudo en tus dibujos “juveniles”? ¿El logo de Sepultura o quizás unos punkeros ladrando?
¡Claro! Siempre me gustaron las portadas de bandas y cuando me empezó a gustar la música pues esas portadas se volvían mis imágenes. El primer logo que empecé a copiar fue el de Poison, del disco Flesh and Blood, también Guns and Roses y su cruz de calaveras. Luego Metallica y Slayer y luego Sex Pistols, Dead Kennedys, Bad Brains. De punkero ya me hacía mis propias camisetas, parches y botones con mis bandas preferidas, y ya hacía serigrafía con contact de un solo tiraje. Ahí empezó todo. Con los RedSkins sacábamos fanzines, flyers de fiestas y toques. Con un amigo, José Mario (guitarrista de Triple X), hacíamos cómics burlándonos de la escena punk local del momento. También hicimos un fanzine que se llamaba Sarcasmo con Damián Ponce (baterista de Meridian Brothers). Yo no sé si ese man se acuerde de eso, pero era muy gore, se trataba de imaginarnos las muertes y torturas mas horrendas y yo las dibujaba en un cuaderno rayado que teníamos. Por ahí tengo guardado el original.
Eres “guaquero” y coleccionista de vinilos. ¿Cuáles son algunas de las carátulas más curiosas que tienes?
Las que mas me gustan son las de los discos piratas, donde ponen a cualquiera a hacer una portada. Me gusta ese resultado inocente de alguien que no sabe dibujar o componer una imagen, alguien que tiene que resolver un problema de percepción y representación sin saber bien cómo hacerlo. Los resultados son bien interesantes, cómicos y folclóricos. Hay un disco que se llama La salsa es mi Ley y en la portada sale la ilustración de Rambo II reinterpretada. Es bien bonita y el disco muy malo.
Imagino que has investigado el tema de la gráfica musical a fondo. ¿Cuáles son algunos de tus referentes?
He investigado a los personajes que lograron darle una imagen a un género musical, como Izzy Sanabria y Neville Garrick, entre otros. Izzy Sanabria le dio la estética visual a la salsa y pues le hizo todas las portadas a Fania y a otros sellos salseros de Nueva York, además de los afiches, flyers y mercancía. Neville Garrick hizo lo mismo con Bob Marley y el reggae. Estos manes le mostraron con imágenes al mundo lo que representaba esa música en su momento. Eso es importantísimo para la identidad cultural. Y pues es lo que se ha tratado de hacer acá con toda esta sopa que se ha estado cocinando con el Frente, Meridian, Romperayo, Pirañas, Chúpame el Dedo, Ondatropica, Quantic y los Guaqueros. De alguna forma, mientras todos son diferentes, yo trato de recogerlos gráficamente en un mundo imaginario identificable, que es mi estilo.
¿Cuál ha sido un poco de la historia de esto en Colombia? ¿Hay una buena tradición?
En Colombia, como casi todo, estos artistas del diseño de portadas han sido olvidados y poco nombrados. Digamos que en la época ni siquiera era un trabajo reconocido, sobre todo en las disqueras que llevaban la parada, como Fuentes y Tropical. Los encargados de las portadas eran los mismos empleados que imprimían esas portadas y los discos en su mayoría nisiquiera llevaban el crédito de su creador, esto era visto como parte de un trabajo industrial. Por eso la mejor opción era poner una foto de una modelo en bikini, que siempre vende. Conozco una historia, no se hasta qué punto real, de que el fotógrafo oficial de las modelos de las portadas de Discos Fuentes era un piloto de avión que cuando viajaba a algún lugar con mar aprovechaba las locaciones para tomar sus fotos. Muchas veces usaba a sus azafatas como modelos también. Pero obviamente hay excepciones, discos con un trabajo grafico increíblemente realizado por artistas, pero de nuevo olvidados y sin crédito.
Ya hablando de lo tuyo, ¿oyes a la banda mientras la pintas? ¿Te llegan las imágenes mientras oyes la música?
Sí, claro. Cuando tengo una portada por hacer, lo primero que le pido a la banda es su música. La escucho muchas veces y trato de ponerle imágenes encima. Cuando ya me llega la imagen que es, todo se ordena automáticamente. Escucho esa música y la imagen se le queda ahí pegada. Cuando empiezo a dibujar ya estoy empapado de eso y no necesariamente me toca escuchar en “repeat” esa banda, puedo escuchar cualquier otra cosa que quiera, aunque a veces, dependiendo del camello, si me toca re-escucharla mientras dibujo.
¿Cuál fue la idea detrás de la célebre carátula de Frente Cumbiero meets Mad Professor ? ¡Pura ciencia ficción tropical! ¿O la de Drexler, que es bien abstracta?
La idea de la portada del Frente fue, de alguna forma, pensar en representar las portadas históricas de Mad Professor de una forma criolla y nuestra. Esas portadas como de comic y superhéroe del dub. Y pensé que lo mas sensato era adaptar la técnica, que se viera manual y folklórico, entonces pensé en hacer un mural con partes de carteles pegados y pintar a punta de brochitas y vinilo, tal cual los rotuleros de nuestras pescaderías favoritas. También quise darle ese toque de disco colombiano y le puse el icono de “Estéreo” usado por Fuentes.
La de Drexler fue muy diferente, el man ya tenia una idea muy clara y fue un proceso de comunicación larguísimo. Me mando un documental que hizo Herzog sobre unas cuevas con pictogramas que habían encontrado en Francia y ese fue el ancla para todo el proyecto. Además Drexler es bien romántico y me mandaba pequeños textos para ayudarme o confundirme más en mis ideas. Empezó todo muy cargado y fue abstrayéndose hasta que quedó lo que quedó. Con el color me tocó convencerlo, pues todo lo había pensado en blanco y negro. Se hubiera visto bien triste.
Llevas la ficción de algunos de tus personajes, o más bien de su música, hasta territorios fantásticos, mágicos, surreales. ¿Cuál sería una fantasía musical soñada para ti? ¿Cómo sería ese escenario?
Mmm… en el trabajo que llevo haciendo para bandas siempre he tratado de inventar cosas exclusivas para cada proyecto, tratando de no meter mi trabajo personal dentro de esto. Como dije antes, lo que sí me interesa es crearle un mundo de ficción con imágenes a cada proyecto. En el caso del Frente, Pirañas, Chúpame el Dedo, etcétera, trato de mantener un identidad para cada banda pero que haya un común denominador que las una, como están también unidas musicalmente. Entonces mi escenario soñado ya es real.
De fondo, sobre todo por el tipo de proyectos a los que te vinculas, se ve que tu trabajo en el tema de la música también es una especie de investigación que estás haciendo en torno a la escena local. ¿Qué te llama de ahí? ¿A dónde te ha llevado?
Bueno, mas que una investigación consciente, creo que ha sido más como un interés mutuo entre estas bandas y yo. Digamos que ha sido un encuentro creativo que desde ambos lados ha funcionado. Soy muy crítico con las bandas locales y pocas cosas me gustan. Y de pronto por pura suerte logré enredarme con esas pocas bandas. Lo que me gustó desde el principio al escucharlas fue su sonido diferente y cómo se han salido de eso que termina siendo todo igual. Mi intriga era cómo lograban hacer que me gustara esa “fusión”, que es lo que menos me gusta del resto de las bandas colombianas, tan forzadas en su esfuerzo. Entendí que no la piensan sino que la tocan. No hay nada más inspirador que ver improvisar a Los Pirañas, es como escuchar toda la historia de la música en un garaje, y aunque siempre he preferido las instrumentales, porque me dan pena ajena ciertas letras y ciertas voces, llega Meridian brothers con esa voz amistosa y esas letras certeras y es como ver una película. Todavía hay mucho por decir…
Vea algunas piezas de Rivano por aquí:
Video y animaciones por MR.
Arte y escenografía por MR.
Arte e ilustraciones por MR.
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