Ese miércoles una pregunta incesante me levantó temprano en la mañana: ¿por qué putas acepté entrevistar a Draco Rosa hoy? Había algo en mí que le tenía cierto escozor, cierto sinsabor a esa conversación. Todo a causa de una columna que escribí hace un año criticando sin agüero su presentación en el Rock al Parque de 2017. Creo que de cierta manera sentía que estaba aceptando, por mi propia voluntad, afrontar un karma al que por simple pereza no le podía hacer el quite: no todos los días tienes la oportunidad de hablar con uno de los artistas más importantes del rock en español.
Llegué al hotel a eso de las 8:00 de la mañana y la sensación que ya traía, al mezclarse con los nervios, se hizo más fuerte. Se demoró unos 5 minutos en bajar y cada segundo me pesaba. Sabía que al hablarle me iba a tranquilizar, pero necesitaba que saliera.
Videos by VICE
Finalmente salió.
Iba acompañado de su mánager y su guardaespaldas. Lo saludé a él de últimas por la manera en que se me acercaron y me le presenté sabiendo que en unos minutos no se acordaría de mi nombre. Ahí mismo, sin mucho protocolo, nos subimos a la van que nos llevaría hacia la pintoresca plaza gris de Lourdes en el corazón de Chapinero, en Bogotá.
Durante el trayecto no hablamos prácticamente nada: ellos estaban charlando en el mejor spanglish que he escuchado en mi vida —y en el cual él me hablaría durante toda nuestra conversación— sobre algo que les había pasado el día anterior; mientras yo, en un silencio culposo, me preguntaba si él hubiera estado dispuesto a hablar conmigo luego de leer la columna que escribí.
Seguramente nunca lo sabré.
— ¿Quieres conocer la iglesia antes de que hablemos?— fue lo primero que le pregunté apenas nos bajamos de la van por la cara que hizo al recorrer con su mirada toda la construcción.
— No, no — me respondió tranquilamente sin quitar los ojos de esa iglesia medio gótica— está preciosa, pero charlemos que no tenemos mucho tiempo.
Escogí al azar una de las bancas desocupadas de la plaza. La señalé, cruzamos el río de palomas hambrientas y nos sentamos uno al lado del otro, muy cerca, casi que chocando nuestras rodillas. Por primera vez lo miré detenidamente y caí en cuenta de lo rara que me parecía su ropa: su chaqueta y sus jeans no podían ser más blancos. Siempre imaginé que un artista como Draco Rosa, uno de los poetas malditos del rock en español, tendría una chamarra y unos jeans negros, algo así como su pinta en el video de “Más y más”, pero no: su pinta era radiante, casi que enceguecedora. Incluso su chaqueta tenía un pequeño parche en forma de corazón que decía “Human Made”.
Inesperado. Por lo menos para mí.
Saqué la libreta con mis preguntas y antes de comenzar el bombardeo noté las imperfecciones en su barba de semanas, las leves pinceladas blancas en su pelo metalero y los pequeños ojos oscuros que se asomaban a través de unas gafas cuyos lentes se fueron aclarando bajo la sombra del árbol que cubría esa banca, nuestra banca.
Aunque llevábamos media hora de conocernos, no habíamos hablado: aún no sabía qué tan abierto y buena onda estaba él esa mañana. Por suerte y al igual que con su ropa blanca, me llevé una gran sorpresa durante la hora que estuvimos ahí, donde el músico quisquilloso y rockstar que conocía del Estéreo Picnic 2015, me habló sin problema del Draco noventero, de su primera banda después de Menudo, de cómo la industria musical casi se caga su carrera , de cómo le volvieron las ganas de vivir y de las razones de su visita a Colombia: su gira de Lo Sagrado y Lo Maldito y la celebración de los 22 años de su obra culmen, Vagabundo.
NOISEY: Draco, ¿cómo nacen los conceptos de ‘Lo Sagrado’ y ‘Lo Maldito’ en tu música?
Draco: Es muy básico. Es más una excusa para separar mi catálogo. El catálogo ha crecido y me han llegado gente diciendo, “Draco, por qué no tocaste esta canción” y cosas así. Una vez en Buenos Aires llegó una persona llorando y me dijo, “¿por qué no cantaste ‘Esto es vida’? Me le iba a proponer a mi novia”. Así que hace años, a quien era entonces mi mánager, le pregunté que si podíamos separar las canciones. Me decía que no, que me iba a diluir, pero alguna vez decidí hacerlo en Puerto Rico y me fue muy bien. Me di cuenta de que era sostenible.
De ahí nacen esos dos conceptos: lo más heavy para lo maldito y lo más light para lo sagrado. Así puedo satisfacer a todos.
¿Te gusta tocar más lo maldito o lo sagrado?
Disfruto más lo maldito por la psicodelia, la progresión, el rock n’ roll y el whatever fuck. Dentro de lo sagrado, aunque me gusta mucho, no me siento del todo free, you know.
Al verlo ahí, hablándome sin tanto interés sobre ambos conceptos, pienso en lo parecido que se ve con ese pelo y esa barba al Draco de los noventa, al Draco que se sumergió en el universo pecaminoso del rock al volverse el vocalista de Maggie’s Dream. No soporto la inquietud y se lo pregunto:
A mí siempre me ha interesado mucho ese tiempo tuyo con Maggie’s Dream. Ese único disco es bien funky y potente. Cuéntame de esa época con ellos.
¡Ahhh, esa época fue muy linda! Surgió después de Menudo. Me rechazaron muy fuerte en Puerto Rico por haberme ido de ese grupo que era como, you know, un tesoro nacional. Todos decían como, “este muchacho que se llama Robi Rosa dejó el grupo: eso no se hace, no se escupe en el plato”.
¡Yo me fui pal’ carajo!
Arranqué para Nueva York donde estaba medio loquito y un amigo de Los Angeles me invitó a pasarme por allá para grabar una película. No soy actor pero me insistió y audicioné para ‘Salsa’. Ahí conocí a mi esposa y estando allá intenté cerrar un deal con MCA. Pero me dijeron que el productor tenía que ser ‘Jellybean’ Benítez.
Él es bien importante, ¿no?
Claro, él se remonta hasta los principios de Madonna. Él fue quien le dio ese picante a ella. Era un guy que siempre estaba en los clubs, en los afterhours, haciendo y escuchando música y ahí es donde conoce a esta chica. Y bueno, el resto ya lo sabemos.
Entonces, te obligaron a producir con Benítez.
Me dijeron que tenía que grabar con él, que no había otra opción y yo pensé, “okay, half a million dollars por mis composiciones: ¡dale!”. Mandé mis canciones, pero ‘Jellybean’ no aparecía. Entonces le dije a Steve Wax, el mánager, que ‘Jellybean’ no contestaba y me decía que los cassettes seguro se habían perdido en el correo, que los volviera a mandar. Pero el problema es que eso pasó muchas veces.
Cuando llegó el día de firmar el contrato con MCA le recordé a Steve que ‘Jellybean’ no me había llamado ni nada y me dice, “no te preocupes de eso, man, eso se arregla en el estudio”. Y no lo firmamos. Después me llega una carta donde decía que no podía grabar por 5 años allá. What the fuck! Por esa razón es que me voy a Brasil a tocar puertas. Allá me dejaron grabar 3 temas. Eso fue un logro impresionante.
Durante esa época viaje back and forth haciendo maquetas y una vez estando en una oficina por casualidad me encontré con Rafael Hernández, un cubano que estaba haciendo lo mismo que yo. Le mostré mis maquetas y le gustó.
¿Ahí fue que formaron Maggie’s Dream?
Sí, luego de un tiempo en Brasil me mudé a Nueva York y ahí se formó la banda. Ellos tenían unas maquetas con Lenny Kravitz, cuando aún no era nadie, porque todos ellos se criaron y hangearon, pero terminé siendo yo el cantante.
¿Y el nombre de dónde salió?
Antes de que yo llegara se estaban haciendo llamar The Body. Yo solo le decía a Raf, “Really, The Body?” (risas). Por esa época yo estaba leyendo un libro que se llama Maggie’s Dream y de ahí saqué el nombre. Lo propuse y a todos en la banda les gustó.
¿Por qué se separaron? ¿Qué pasó?
Rafael quería ser famoso y yo le decía, “No, I come from there, eso no es bueno”. Ahí tuvimos muchos roces porque él quería la fama y yo no. Cuando sacamos el primer disco, nos vamos de gira con Fishbone y me hice muy pana de Chris Dowd (tecladista) y cuando regreso a L.A. hangeo con él y me presenta a Carla Azar (quien ahora toca con Jack White). Carla y yo hacemos una conexión cabrón y me presenta a Rusty Anderson (que ahora toca con Paul McCartney). Con ellos trabajaría más adelante en Vagabundo.
Luego vuelvo a N.Y. y se dieron unos roces cabrones. Empezamos a grabar el segundo disco y yo ahí estaba llevado. Comencé un rehab…
Tan pronto terminó esa última palabra su voz se truncó. A pesar de no poderle ver muy bien sus ojos por las gafas, su expresión delataba las pocas lágrimas que le comenzaban a brotar. Se pasó dos de sus dedos por los ojos para quitarse las lágrimas y luego de tomarse unos segundos para recobrar la palabra me pidió perdón.
Tranquilo, Draco. Tómate tu tiempo.
Uff, es que eso fue muy duro para mí, brother. No te imaginas. Me interné en un halfway house (donde te chequean la orina) y me recuperé. Volví a N.Y. y me di cuenta que no quería estar en Maggie’s Dream. Que eso no era para mí en ese momento. Y, claro, Rafael me quería matar. Todos estaban molestos. Les pedí perdón pero no podía más.
¿Maggie’s Dream no quiso seguir sin ti?
Esa es una buena pregunta… Yo creo que ellos intentaron hacer cosas, pero en un momento dado Rafael se puso al frente del micro y con otra persona formó una banda que se llamó Adrenaline Sky, creo. He was important, you know, in the MD sound. Solo no me gustaba su filosofía. I loved and love him, pero en ese momento no funcionó.
Aunque con Lonnie —otro integrante de la banda— tuve una relación diferente. Me enseñó mucho de la música negra, mi mamá me había enseñado algo cuando pequeño, pero Lonnie terminó metiéndome ahí del todo . Me mostró Funkadelic y cosas de ese estilo. Fue un gran profesor para mí.
Ahora me pregunto: ¿qué hubiera pasado si hubiéramos seguido?
En Sony me decían que debía estar haciendo y produciendo salsa, que era un gran bailarín. Eso es una película, man. Soy puertorriqueño y me encanta la salsa, pero no.
Claro. Igual fue después de eso que tu carrera como solista despegó, ¿no?
Sí, sí, luego de eso llamé a un amigo mío a quien le había mostrado unos poemas, unos dibujos y unas maquetas y me dijo que me iba a presentar a Don Tomás Muñoz de Sony International en N.Y.
Ahí es que Don Tomás me da un contrato para hacer un disco y ahí comienzo lo que es Frío. Don Tomás fue demasiado generoso conmigo. Estoy demasiado agradecido con él por creer en mí en momentos complicados.
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a escuchar Frío de principio a fin?
Ufff, 20 años, no sé, puede ser. Yo nunca estuve satisfecho con Frío, you know. Hay una canción que se llama “Mama Hue”, que no tiene nada que ver con nada. En ese momento me dijeron que tenía que usar a Ronnie Foster como productor y crear por lo menos dos canciones pop para el disco. Lo dudé pero al final fue como “Agh, okay, dale”.
En Sony me decían que debía estar haciendo y produciendo salsa, que era un gran bailarín. Eso es una película, man. Soy puertorriqueño y me encanta la salsa, pero no. Pero por eso es que ahí están ‘Mayte’, ‘Guajira’, you know. Lo puedo apreciar pero yo no lo quería en el disco. Y el producer Ronnie Foster tampoco.
En ese momento un par de personas se detuvieron a mirarnos y, aunque por un segundo pensé que habían reconocido a Draco, me di cuenta que estaban era intentando descifrar lo que Camila la fotógrafa estaba capturando tras su lente. Ambos nos distrajimos. En ese instante de silencio pensé en lo tortuoso que pudo haber sido para él enfrentarse a una industria musical voluntariosa que más que sus composiciones quería era su imagen y su voz.
Man, recordar es f uckin’ perderse en miles de memorias. ¿Qué te estaba contando?
Que te tocó meter salsa al disco.
Oh, yeah, yeah… Es que con Frío Ronnie Foster y yo estuvimos en desacuerdo todo el tiempo. Y también grabamos con un guitarrista que se llama Michael “No se qué”, que había tocado en Thriller —un súper guitarrista— pero yo le decía, “ Man, ¿puedes tocar esto de esta manera?” y él me decía, “¡Tócalo tú!” (risas). Y es por esa razón que aprendí a tocar guitarra, pero igual sé cosas muy básicas, apenas para componer.
Después tuve un encontrón fuerte con Ronnie. Me acuerdo que me dijo, “estoy cansado de estar aquí tratando de complacerte: I quit”, y yo, “Good, get the fuck out of here”. Claro que después regresa, nos volvemos a hacer amiguitos y terminamos haciendo Frío (risas).
La clave para mí es siempre saberse rodear. Por eso me gusta ser el weakest link, el peor, pero me sé rodear.
¿O sea que nunca estuviste del todo satisfecho hasta Vagabundo?
Sí, sí, se podría decir que sí.
¿Cómo te fue trabajando con Phil Manzanera en Vagabundo?
Súper bien. Phil te deja ser tú. Donde él es un duro es mostrándote cosas y equipos que puede usar uno para la grabación. Ahí me traje a Carla y a Rusty. Tenía un budget para tanto tiempo y me fui adelante con eso. Aunque de nuevo me pasó lo mismo que con el guitarrista de Frío y terminé tocando muchas cosas del disco yo mismo.
La clave para mí es siempre saberse rodear. Por eso me gusta ser el weakest link, el peor, pero me sé rodear. Me encanta eso: verlos, aprender. Me hacen llorar.
¿Con la música es con lo que más fácil lloras?
Sí, porque me aflora todo. Me llega a la espina dorsal.
¿Qué sientes hoy después de 22 años de Vagabundo?
Siento una gran satisfacción luego de que me decían que estaba loco por hacer eso, o que los viejos me decían, “tienes que buscar un oficio, el arte no te va a dejar nada”. Pero creí en ese disco y en mi intuición y funcionó.
Y ahora estoy bien.
Cada vez que Draco habla del presente su expresión cambia, sus lentes transition se aclaran y se ve un ardor juvenil en sus ojos. Se siente y se escucha bien. “¿Ahorita podemos movernos de lugar para hacer unos retratos con la iglesia?”, nos pregunta Camila como a las 9:00 de la mañana. “Claro, no hay problema”, le respondemos ambos.
Este mes vas a sacar Vagabundo en vinilo por primera vez. ¿Qué valor agregado tiene para ti sacar este álbum en ese formato?
Pues tiene mejor sonido, mejor calidad y el arte. Menos mal las cosas están cambiando porque la música en mp3 es un desastre. Además esta remasterización hizo que quedara mucho más poderoso, con muchas bolas.
Pero lo más especial es que mi hijo, que cumple 24 años ahora, hizo el arte de Vagabundo y Monte Sagrado. Así que tenerlo en vinilo con la ayuda de mi hijo es awesome.
¿Cómo terminó tu hijo ahí?
Tuvimos una conversación light y terminamos decidiendo que él era el indicado. Después del cáncer yo me fui de L.A. para la finca, a pasar más tiempo en el campo. Y es por eso que él dibuja ese barco que aterriza en el bosque y ese dude, que soy yo, con una camisa que yo usé durante mucho tiempo y su guitarra, está esperando a que el barco aterrice. Y luego de que el barco se queda enredado en los árboles del bosque, el Vagabundo se va caminando y se va al Monte Sagrado.
¿Y cómo salió la idea de la carátula para Monte Sagrado?
Llega mi hijo y me dice, “Papá, tú tienes dos trasplantes de médula y está bien, it’s incredible”. Por eso hizo un tipo medio machine y medio humano con un monte increíble detrás. Es súper futurista, y es como él me ve ahorita (risas).
Cuando terminaba de reír, Camila nos pide que nos movamos hacia la iglesia. Apenas nos paramos me doy cuenta de que mi chaqueta negra estaba llena de mierda de paloma. Mi reacción fue mirar si la de Draco también, pero no: su chaqueta blanca estaba intacta. A pesar de estar en el mismo lugar, uno al lado del otro, la caca solo dio conmigo.
Qué pena que no tenga algo para limpiarte.
No, tranquilo, acá tengo unos Kleenex.
Caminamos unos metros y luego de mirar unos minutos a la cámara, se acercó a mí para que siguiéramos con lo nuestro.
Hablando del vinilo, ¿eres coleccionista o no mucho?
No me considero coleccionista. Tengo una colección nice, al natural. Nunca voy buscando así como tal, ellos me encuentran más a mí. Me llegan.
¿Y cuáles son tus favoritos?
El de Miles Davis Kind of Blue, todo lo de The Doors y Sly Stone.
Pero ahora voy a abrir dos coffee shops y ahí sí va a llegar la colección. Vamos a hacer uno pequeño en el Museo Contemporáneo de Arte en Santurce y otro más grande al lado de la Universidad del Sagrado Corazón y va a ser all about vinyl.
Ahí me tendré que poner las pilas para comprar y coleccionar. Estoy super excited about that porque a mis 49 años voy a tener un shop y es un nuevo reto al que tengo que prestarle mucha atención.
¿Sientes que al enfocarte tanto en tu proyecto musical, dejaste de escuchar nuevas bandas, nuevas propuestas?
Sí, eso es cierto. A mí me gusta hacer música y hay pocas cosas que llegan y que me ponen. Por ejemplo para Monte Sagrado hice un cover de un australiano. Esta historia es buena (risas). Un día le dije a mi esposa que iba a comprarme una camisita, entro al shop y cuando estoy pagando veo un disco en una vitrina. Tenía algo de dust on it, pero un cover de un guy todo en blanco con una calavera. Era un disco de un tal C.W. Stoneking. El dueño de la tienda me dice, “he’s cool, australian, kind of bluesy”. Y yo, “ ok, cool, 10 bugs, aportar a la música: put it in there”.
Apenas me subí al carro lo escuché y quedé como “Wow, qué discazo”. Me perdí por casi 3 horas, mi esposa me llamaba a ver dónde estaba mientras yo daba vueltas escuchándolo. Me gustó mucho ese disco y, sobre todo, haberlo encontrado randomly.
¿A qué canción le hiciste el cover?
Del disco me encantó una canción que se llama “That Thing I Done”.
¿That Thing I’ve done?
No, let me write it down for you.
Estiró su brazo para coger la libreta que había sido testigo de toda nuestra conversación y debajo de algo que yo había escrito, dejó tallado el nombre de ese artista que le había volado la cabeza. Me la devolvió y leí en voz alta lo que había escrito.
Yeah, ¡tienes que escucharlo!
Obvio, lo voy a escuchar hoy mismo.
Ese disco me encantó. Leí al respecto y aunque se demoró escribiéndolo como 5 años, lo grabó en Capital Records en un día. Cuando lo escuchas suena como a 1935, 1940. Eso me enamoró. Y resulta que un día estábamos haciendo el cover en un live, alguien lo subió a YouTube y una persona comentó en Twitter, “Draco, me encanta tu nueva canción y yo, “ Hey, that’s not my song. That’s from C.W. Stoneking, check it out!”.
La cosa es que C.W. me escribió. ¿Puedes creerlo? ¡Qué emoción! ¡Fuckin’ Social Media!
¿En serio? ¿Y qué te dijo o qué?
La cosa es que él publicó en Twitter mi versión de su canción y me escribió diciéndome, “Draco, I love your version of the song”. Y yo súper fan, le decía “ I’ll give you a Grammy right now” (risas).
Luego le dije que estaba haciendo un disco en castellano pero que me gustaría meter su canción en inglés ahí. Le dije, “Yo soy bilingual, creo que queda bien, you know”. Y me dijo, “fuck yeah, man, it’d be such an honour”. Cuando la grabé se la mandé y hasta me propuso irse de gira conmigo.
¡Del putas eso! ¿Crees que lo invites a irse de gira contigo alguna vez?
No sé, ya iré viendo. Fue algo muy bonito.
Pero entonces como te digo, me tropiezo con joyitas o escucho cosas que me recomiendan, pero no soy de estar pendiente de lo que está pasando en la música, la verdad. Suelo estar pensando en hacer y componer más que todo.
Nos volvimos a mover un poco para que la iglesia quedara erguida a nuestras espaldas y cuando Draco cruza los brazos para una foto, Camila le pregunta que hace cuánto tiene los tatuajes que tiene en sus manos y que se asoman bajo sus mangas blancas.
Mmm desde los 18 años, creo. Apenas salí de Menudo.
Su mánager interfiere en ese momento, algo que no había hecho en toda la entrevista, para preguntarle que si le tenía el celular y un tubito metálico que se le salía del bolsillo.
Oh, yeah, tenme este poquito de cocaína, por fa. Just Kiddin’, jajajaja. Son mis pastillas, mis medicamentos.
¿Tienes más tatuajes?
No. Me quiero hacer más pero mi nutricionista está muy en contra de los tatuajes por lo del cáncer. Pero yo le digo que cuando me sane del todo me voy a hacer más. No le gusta mucho la idea, pero bueno.
Cuéntame de esa experiencia con tu nutricionista escribiendo el libro de la importancia de las plantas.
Agghh, así como los discos te encuentran, la gente también, you know. Cuando yo me entero del cáncer, llamé primero a mi mamá a contarle, quería que ella fuera la primera. Ambos súper depressed y ella me dijo que me fuera para su casa. Le dije que prefería irme a dar una vuelta para despejarme y llegué a una tienda nutricionista.
Yo estaba como, “fuck, fuck, fuck, fuck, qué mierda”, dándome duro en la cabeza. Y en ese “qué mierda”, veo un póster que dice “salud, conferencias, oncólogos, scientists”, algo así. Era en Costa Mesa (California) por tres días y fue como “vamos”.
Cuando llegué a las charlas, me inscribí para hacerme unas pruebas de sangre y cuando llegué a hacerlas me dijeron, “Lo siento, estamos cerrados”. Escucho la voz de Nena, que ahí no la conocía, diciendo “it’s okay, let him in”. Me senté, me miró y nos pusimos a hablar de todo.
Me tomó la muestra de sangre y me dijo, “Draco, no nos conocemos pero te voy a dar mi número porque quiero checarte, me caíste bien”. A los días me fui a un hospital a ver una segunda opinión y tampoco me fue bien. Salí y me fui al parking a llorar.
Ahora mismo estoy llorando.
Su voz se vuelve a truncar e inmediatamente me abrazó. Su cara se incrustó entre mi brazo y mi pecho mientras mi chaqueta le limpiaba el llanto. Le devolví el abrazo y tras quedarnos unos segundos en esa posición, levanté la mirada y asimilé el hecho de que Draco Rosa estuviera expresando todo eso conmigo, un desconocido, alguien de cuyo nombre seguramente no se acordaba. Quizá para algunas personas es más fácil abrirse ante alguien que nunca han visto y que no volverán a ver.
Lo siento bro, estas cosas son difíciles.
Llora todo lo que necesites. Gracias por abrirte.
No, bro, a ti.
Dejamos que los segundos nos reconfortaran y cuando nos vimos otra vez tranquilos, continuamos. Era hora de hablar del presente. No nos quedaba mucho tiempo.
Bueno, y además de Vagabundo 22 vas a sacar otro disco. Cuéntame más de Monte Sagrado.
A quien me apoya en Sony, yo le presenté otro disco que no es Monte Sagrado. Pero eran todas canciones light, espirituales, beautiful. Pero a medida que empecé a disminuir mis medicamentos me sentía increíble, normal. Y para mi feeling normal es batería, guitarra, energía, you know. Comencé a hacer algo nuevo y lo presenté en Sony. Mi amigo quedó impresionado porque estaba esperando algo light, pero se súper emocionó de saber que yo estaba haciendo rock y me apoyó.
¡Este disco es un renacer! Con ese disco de Vida que hice en colaboración con varios artistas, yo sentía que era como la despedida, it’s over. Fue un sentimiento muy raro, kind of bittersweet, porque eran personajes increíbles con los que estaba trabajando pero no pensé que fuera a hacer más música, que mi carrera moriría ahí.
¿O sea que este es el primer disco de muchos otros en esta nueva etapa?
¡Sí! Voy a seguir sacando música mientras esté alive. Ahorita estoy explorando con la música electrónica y espero sacar algo próximamente.
¿Electrónica?
Sí, mientras estaba enfermo, invertí en equipos para hacer dance music y sentirme bien. Yo ahí, calvito, disfrutando en el estudio (risas).
Jajajaja.
Ese es el proyecto que se llama Mr. Blake, algo que quiero explorar más.
¿Cuál es el concierto en Colombia que recuerdas con más cariño?
Ufff, el del año pasado en Rock al Parque. Y no solo el de Colombia, ¡el de mi fuckin’ live, bro!
¿Por qué?
Hermano, luego de haberme sentido mal y sentirme rechazado por tantos años, ahí sentí que volví, que reviví. Uno de los highlights de mi fuckin’ live.
¿Tenías miedo?
Sí, pero salió increíble. La gente me recibió súper bien y yo me sentí igual.
Draco, ¿qué se siente ser un músico exitoso a los 49 años?
Mmm, nunca había parado a pensar en ese detalle. Llevo tantos años luchando por mi salud que no me había preguntado eso. Gratitud, estoy muy agradecido con el universo por dejarme estar acá un ratito más. Grateful, afortunado y privilegiado: eso es lo que se siente.
El tiempo se había acabado y ahí, cuando terminamos de hablar y él se distrajo con su mánager nuevamente, pude digerir todo lo que me había dicho. Que el mejor concierto de su fuckin’ live fue el concierto al que yo critiqué sin contemplar lo que él estaba viviendo en esos momentos; que el color blanco en su ropa representa, quizá, el renacer por el que está pasando y que, aunque se refiriera a Lo Sagrado y Lo Maldito como algo muy básico, para mí, tras esa conversación, no lo era: ese Draco Rosa que tuve enfrente durante una hora, al igual que la iglesia gótica de Lourdes, encarnaba esos dos conceptos. Por un lado, la maldición de haber luchado con los demonios de la fama y de una enfermedad brutal para luego, a punta de pulso, liberarse de esos demonios y entender lo sagrado de poder estar acá, haciendo todo lo que a él, como humano, le da vida.
Lo sagrado en Draco, luego de varios años, logró contener a lo maldito. A la larga eso es lo que todos debemos aprender a hacer.
***
Robi Draco se presenta en Bogotá el viernes 31 de agosto y el sábado 1 de septiembre en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el domingo 2 de septiembre en el Teatro Metropolitano de Medellín
Este encuentro fue posible gracias a la gestión de Páramo Presenta.