Un amigo me confesó que había colocado en Wallapop unos antivirus caducados y peluches (25 euros cada uno) que regalaban en la premiere de Open Windows y que yo doné sin visión comercial a la iglesia de mi barrio. No me pareció tan revelador, asentí y me quedé en silencio, sin más. Como frustrado por no lograr sorprenderme, añadió que varios tíos habían intentado ligar con él a través del chat de la app y que algunas chicas cuelgan fotos semidesnudas con la excusa de mostrar las prendas ropas que venden. Nada nuevo bajo el sol, la verdad. Puedo vivir sin eso. Pero, de pronto, me explicó que ahí que se pueden comprar cosas increíbles como ponys, caca o bocadillos y me bajé corriendo la aplicación. Estas son algunas de las joyas que he encontrado buceando esta mañana. Olvídate del molinillo de pimienta con forma de bate de béisbol, porque ya lo he reservado.
“Es prematura… pesa poquito”.
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Gracias Jose Manuel R.
Ni se ha molestado en quitar la alarma anti-robo.
Lástima que no sean mi talla.
“Un año de uso”.
Maggie Simpson, está claro.
Quitárselo delante de ti cuesta más. No sabemos si se refiere a la dificultad de hacerlo o un aumento en el precio.
Talla S, perfecta para niños.
El stripper es el de la izquierda.
“Guarda tu farlopa en estas pitilleras”.
Magia.
Llámalo broma de mal gusto, llámalo delito.
También lo cambia por pandereta, para sacar partido a su pulso.
Un lío.
Ganga. Muy útil.
Por si fuera poco bonito, está hecho a mano.
“Lo vendo porque me obliga mi novia”.
Cien veces mejor que un curso de communty management.
Ñami.
“Ideal regalo!”.
“El final lo decides tú”.
“Solo necesita Twitter y tinte azul para vivir”.
“Evite sustancias ilegales y peligrosas”.
“Inspirado en la canción de Rihanna Who’s that chick?”.
