Mike Judge es mi Xanax



Yo no estaría donde estoy hoy de no haber sido por Mike Judge. Con esto me refiero a que estoy en un taxi de regreso de un bonito hotel en la parte baja de Manhattan, donde hace una hora vi a Mike y a Terry Richardson sostener caretas de cartón de Beavis y Butthead delante de sus caras y soltar risitas como adolescentes idiotas mientras todos los que estábamos en la habitación nos partíamos el culo.

Pero también quiero decir que yo no sería yo, un tipo tremendamente cínico que, llegado a un extremo, preferiría ridiculizar el absurdo de este mundo, a menudo tan terrible, antes que ponerme a llorar por él o convertirme en un asesino en serie. Podría decirse que el trabajo de Mike—sobre todo Beavis y Butthead y sus películas Trabajo basura e Idiocracia—me sirvieron como una especie de mecanismo de resistencia, antidepresivos visuales que, en varios momentos de mi vida, lograron que dijera, “Este tío se gana bien la vida cachondeándose de toda esta mierda. Las cosas no pueden estar tan mal”. No creo aventurado decir que todas las personas de cuya compañía disfruto se sienten y opinan del mismo modo, quieran o no ponerse tan asquerosamente analíticas al respecto.

Cuando a principios de año llegaron noticias de que Beavis y Butthead volverían a la MTV, me puse como unas castañuelas. Después empecé a preguntarme si los chavales de hoy lo pillarían; si el deplorable estado actual de la cultura pop, unido al hecho de que dejar comentarios en internet ha convertido a la gente joven en cobardes a la defensiva no acostumbrados a tener que responder por sus opiniones medio formadas, haría que le echaran un vistazo a la serie y dijeran, “Me gusta eso de lo que se están burlando, y me hacen sentir como un gilipollas; que les den por culo”. Sea como sea, estoy seguro de que yo me voy a reír a mandíbula batiente.

Por todas estas razones entré en éxtasis cuando Mike, a quien llevaba persiguiendo desde el año pasado, accedió a que le entrevistáramos. Y cuando dijo que haría la ilustración para la portada de este mes me cagué encima (bueno, sólo un poco). Y cuando le mandé un mail a Terry para ver si podría dejar un rato lo que estuviera haciendo para hacerle unas fotos de última hora a Mike, me respondió al cabo de pocos minutos: “Joder… ¿Mike, yo y Beavis y Butthead, juntos? ¡Suena de la hostia! ¿A qué hora lo tienes?”. Ahí me sobreexcité tanto que vomité encima del teclado.

Gracias a Dios, pude recomponerme para cuando llegó el día de la entrevista.

VICE: Conocerte me hace sentir un poco raro.
Mike Judge:
[risas] ¿Eso es porque yo soy raro?

No, lo digo en el buen sentido. Es que tu trabajo ha influido mucho en mi propio sentido del humor, sobre todo de pequeño. En realidad, a toda mi generación. Hiciste que me pareciese correcto hacer saber a la gente lo mucho que algo me parecía una mierda, y a reírme de ello.
¿Cuántos años tienes?

Veintinueve.
Ya. Últimamente me han dicho muchas cosas parecidas. La gente me dice “crecí con tus cosas” o “cuando era pequeño me decían que no podía verlas”. Distintas versiones de esto.

Mis padres se enrollaban bastante y me dejaban verlas, pero fui a una escuela católica y las monjas no aprobaban series como Los Simpsons, y mucho menos Beavis y Butthead. Tú también fuiste a una escuela católica, ¿no?
Sí, a un instituto católico. Fui a un colegio público hasta noveno curso. De esto me enteré hace poco, pero cuando la serie empezó a emitirse, el periódico del colegio dijo cosas muy negativas sobre mí. Ahora se ufanan de que estudiara allí. Ya ves…

¿Qué impresión crees que van a tener los chavales de ahora, los que nunca llegaron a ver la serie original? A mí me parece que la cultura de esta generación da tanto asco que a lo mejor están demasiado perdidos para captar los matices de los comentarios de Beavis y Butthead. O a lo mejor sólo es que me estoy volviendo viejo y quejica.
Yo ya era mayor cuando empecé con la serie. Estaba a punto de cumplir los 30, más o menos la edad que tienes tú ahora, y obviamente me daba la impresión de que era más viejo que mis propios personajes. Pero es extraño; incluso entonces, en 1992, recuerdo gente de la MTV que me dijo que AC/DC eran referencias viejas. “Quizá deberían ser Nirvana y Pearl Jam o algo por el estilo, ¿no crees?” O sea que ya de partida no molaba, pero es que para mí es más un estado de ánimo que una referencia cultural a un periodo de tiempo concreto, aunque algunas referencias sí hayan. O sea, que la cosa va de regresar al mismo sitio, aunque ahora esté viendo cosas como Jersey Shore y Pregnant. El último episodio se emitió hace catorce años, así que, sí, las cosas han cambiado, pero…

Pero a la vez no.
No, no han cambiado, y los otros personajes tampoco. Por ejemplo, el personaje del profesor hippie. En aquellos tiempos, cuando empecé con la serie, pensé, “¿Pero aún quedan tíos como este?” Me fijé en mi entorno y había mogollón de hippies con camisas sicodélicas teñidas. Lo mismo pasa hoy. Hay cosas que hemos tenido que ajustar un poco, pero mira los Simpson: siguen llevando la misma ropa y tienen el mismo pelo y han resistido todos estos años.



¿Y qué hay de la MTV? Es irreconocible de la cadena que era hace quince años, ahora parece que sólo la miran los preadolescentes y los tontolabas. ¿Vas a trabajar con alguien del mismo equipo de entonces?
Bueno, es un bajonazo que ya no esté Judy McGrath. Estaba al frente desde los días en que yo empecé. En cuanto a los demás, es más o menos el mismo grupo de gente. Es curioso, porque cuando estaba haciendo El rey de la colina en la Fox, cada pocos meses despedían a todo el mundo. En la MTV, la gente de arriba sigue siendo la misma, así que para mí ha sido como volver al mismo sitio, con la excepción de que la cadena, obviamente, ha cambiado mucho. Ahora están esos ejecutivos diciendo, “Tenemos series como Teen Mom, que ven las chicas adolescentes. Ese es nuestro sector demográfico. Necesitamos que nos vean los tíos”. Yo creo que mi serie vuelve, en parte, para intentar recuperar al público masculino.

Ahora todo cristo anda de revival. Vuelve la serie Arrested Development, los grupos se reúnen para irse de gira tocando discos que sacaron en los 90… A mí me parece que esto es porque…
[risas] Se están quedando sin ideas. Creo que es lo que está pasando. Arrested Development es una serie que la gente sigue viendo, yo incluido, y cuanto más la ves, mejor te parece. Ahora hay muchas cadenas, y mucha gente buscando contenidos. Parece que hay muchas series que fracasan, y entonces te fijas en algo como Arrested Development y piensas, “¿Por qué no traerla de vuelta?” He oído que llevaban años queriendo hacerlo.

Y tú, ¿llevabas mucho tiempo queriendo hacer nuevos episodios de Beavis y Butthead, o vino a proponértelo la MTV?
La cosa empezó con una propuesta de la MTV. Sacaban el tema cada uno o dos años. Querían una película, y durante un tiempo hablaron de una serie, pero luego dejé de tener noticias. Alguna que otra vez mi mánager me decía, “A veces me llaman”, pero la última ya fue una pregunta a bocajarro: “¿Quieres volver a hacer la serie?” Yo había hecho El rey de la colina y justo terminado una película de imagen real [Extract], y no me apetecía ponerme enseguida a hacer otra. Tenía escritas varias ideas para una segunda parte de la película [de Beavis y Butthead], ideas en general que fui apuntando a lo largo de los años, pero siempre tuve la impresión de que la nuestra había sido una relación inconclusa. Cuando dejé la serie, estaba quemado. Quería hacer otras cosas, pero nunca me sentí como, “Esto ya está muerto y enterrado. He terminado con ello”. Tampoco pensé que, catorce años más tarde, estaría haciendo la serie de nuevo. Pero, por alguna razón, siento como si fuera lo correcto.

¿Te resultó difícil volver a ponerles voz?
Nunca hago voces si no es necesario que lo haga. Me gusta cuando lo estoy haciendo, pero no es algo a lo que me dedique en mi tiempo libre.

¿Lo tuviste que practicar?
Sí, claro. No me gusta escucharme después de grabar, pero lo hice, me escuché y vi unos cuantos episodios antiguos. Para mí que suena igual. Pero esa es otra cosa; cuando tenga 60 años puede que mi voz suene siempre como la de Beavis, y esa era otra buena razón para hacerlo más pronto que tarde.

Me he fijado en que el logo de la serie dice ahora “Mike Judge’s Beavis and Butthead” en vez de “MTV’s”. Creo que ya lo había visto en los packs de DVDs con los episodios antiguos, pero me sorprendió que se pusiera también en los nuevos en televisión. ¿Hay algún buen trapo sucio que nos puedas contar sobre este cambio, sutil pero importante?
Cuando [mi relación con la MTV] empezó, yo había hecho unas piezas breves de Beavis y Butthead, de unos dos minutos, que había licenciado a Liquid Television. Entonces la MTV me quiso comprar los personajes—no me dijeron qué querían hacer exactamente con ellos—, lo negociamos por un tiempo y al final pensé, “Tardo de seis a ocho semanas en completar dos minutos haciéndolo todo yo solo”, y eso terminó de decidirme. Había producido dos cortos y había ganado unos cuantos miles de dólares vendiéndolos a festivales y a Liquid Television, pero eso era todo. Yo no era nadie por aquel entonces, así que se los vendí directamente, y después quisieron que hiciera la serie, y acabé así ganándome el sueldo. Pero, en cierto momento, decidieron “La llamaremos MTV’s Beavis and Butthead”, y yo pensé, “¿En serio? He creado yo esto en mi casa, con lápiz y papel y película y… ¿MTV’s Beavis and Butthead? Pero vale, tenéis los derechos, adelante”. Años más tarde se hizo la película y quisieron una segunda parte. Yo estaba descontento con algunas cosas, y mi negociación al respecto fue del tipo “os vais a joder” [risas]. Mi abogado me preguntó, “¿Quieres decirles que la llamen Mike Judge’s Beavis and Butthead?”, y yo le respondí, “Sí, propónselo”. A mí ya se me había olvidado que habíamos llegado a un acuerdo en esto, así que cuando tuvimos que rediseñar el logo fue como… “Guau, ¡muy bien!” Normalmente no acostumbro a poner mi nombre delante en todas partes, pero si he de decidir entre MTV’s Beavis and Butthead y Mike Judge’s Beavis and Butthead, está claro lo que voy a coger.

¿Alguna vez pensaste, cuando presentaste esos primeros cortos a Liquid Television, que una serie de dibujos animados protagonizados por dos escolares al borde mismo de la subnormalidad se convertiría en un fenómeno semejante?
Es una buena pregunta. Yo hacía esas animaciones totalmente por mi cuenta, de forma artesanal, y aunque intentaba no hacerme demasiadas ilusiones, no podía evitar pensar, “Ostras, cómo molaría conocer a más gente en Dallas haciendo películas, y gente haciendo comedias, o conseguir trabajo manejando una cámara de animación”. Quería hacer algo, alguna cosa, y me puse a hacer esas películas. Con Beavis y Butthead hubo un momento en que pensé, “Eh, estos personajes quizá le podrían interesar a alguien que pudiera llevarlos a otro nivel, hacer algo con ellos”. Entonces, por casualidad, vi ese programa que empezaba a emitirse, Liquid Television, y no me lo podía creer: “Tiene que ser una broma. Es demasiado bueno para ser verdad. ¿No sería alucinante si pudiera colocar algo ahí?” Para mí era como un increíble sueño hecho realidad si esa gente quisiera emitir mis cortos, pero en un rincón de mi cabeza pensaba, “Debería hacer algo que quizá pudiera llevarse a otro nivel”. Era la época en que Los Simpsons habían alcanzado un éxito enorme, junto a Ren & Stimpy.



En los 90 se generó una gran controversia en torno a los dibujos animados. Mucha gente perdió la compostura ante la idea de que no necesariamente tenían que ser una cosa de niños, y que en el mundo de la animación se podían abordar temas que probablemente no se podría, o parecería demasiado retorcido, en una serie de imagen real. Bien, pero, ¿es posible cabrear a alguien hoy en día? A nadie le pareció importar que Cartman hiciera chile picante con los padres de otro chico. Algo así habría desquiciado a muchas personas de haberse emitido hace 15 años. ¿Cómo vas a elevar el listón?
Yo nunca he pensado de esa forma. Cuando empecé a asistir a reuniones en Hollywood, cada vez que un ejecutivo hablaba sobre ser “arriesgado” u “oscuro”, solía referirse a cosas que eran una mierda y perdían dinero. A veces, cuando tienes una buena idea y resulta que en ella hay algún tipo de elemento de locura que va a cabrear a la gente, entonces funciona, lo hace. Pero no empiezo con eso en mente. En aquel entonces todo el mundo tenía asumido que los dibujos animados eran para niños. Ahora ya no es así, pero entonces sí. Incluso Los Simpsons; es probable que nadie se acuerde ya de la controversia que creó la serie. Bart era el descarriado, y aquello supuso un gran “Oh, cómo os atrevéis a tener un personaje animado que se califica a sí mismo de descarriado. ¡Todo el mundo debería ser capaz y competente!” Pero había cosas en los festivales de animación que iban más allá de cualquier cosa que puedas ver ahora [risas]. Cosas muy locas, y muy divertidas. En esos tiempos, finales de los 80 e inicios de los 90, estaba sucediendo algo en el mundo de la animación. Había una generación de gente de mi edad que había crecido con los dibujos de la Warner, se estaban desarrollando cosas increíbles. Después los dibujos animados se volvieron espantosos hasta que salieron de la nada Los Simpsons y The Tracy Ullman Show. La idea de que hubiera una serie con grandes historias y personajes buenos, divertidos y relevantes, era alucinante.

¿Puede Beavis decir “fuego” otra vez?
Sí, puede decir “fuego”.

Eso es bueno. Hoy en día los chicos deberían quemar más cosas. También me preguntaba si volvería Daria.
Últimamente me lo han preguntado tantas veces que estaba pensando que tal vez debería traerla de vuelta. Siempre me ha gustado ese personaje, pero mis productores de entonces me dijeron “Mira, estamos pensando en darle a ese personaje una serie propia”, a lo que yo dije “Vaya, me parece una buena idea”. Pero estaban decididos a hacerla sin mí, supongo, y contrataron a toda esa otra gente. Yo no tenía ni idea. Aquello me decepcionó un poco y me desligué del tema. El personaje me gustaba y sé que había un par de buenos guionistas trabajando en la serie, pero sí, mucha gente parece querer que lo recupere.

A mí, que conste, me gustaba más en Beavis & Butthead. Probablemente mucha gente no estará de acuerdo.
A mí me gustaba en Beavis & Butthead. En la serie, todos los personajes son retratados de forma negativa de un modo u otro. Daria era la única que a veces no. Me gustaba la interacción entre ellos y ella. Sí, la verdad es que me gustaría traerla de vuelta.

Alguien me dijo que algunas historias para los nuevos episodios de Beavis & Butthead, tienen su base en episodios de El rey de la colina nunca acabados. ¿Es cierto?
De El rey de la colina, en realidad, no. A veces, viendo algo a mi alrededor, se me ocurría: “Vaya, eso podría ser una buena idea”. Haciendo películas y El rey de la colina he mejorado como cineasta, en términos generales, y en ocasiones pensaba “Me gustaría volver atrás para poder hacer Beavis & Butthead”. Sabía que ahora me sería más sencillo hacerla bien, porque tenía más conocimientos sobre cómo filmarla. Cuando hice aquellos primeros cortos no sabía cómo poner cosas en escena, ni lo que significaba “cruzar la línea”. Fueron cosas que aprendí sobre la marcha.

También he oído que si las cosas se ponían demasiado subidas de tono para la MTV, estabas dispuesto a subir los capítulos a internet. ¿Han llegado a cabrearse tanto que estuvieras al borde de hacerlo?
Aún no. Aunque a punto estuvimos [risas].

¿Es algo que puedas contar?
Estoy intentando acordarme de qué fue. Me parece que estaban viendo una de esas series como Embarazada a los 16, y los de la MTV me dijeron: “Mira, los productores de esa serie no están contentos con esto o con lo otro”. Yo respondí: “Bueno, pues vale; a mí no me pone contento que me digáis que no puedo poner esto o lo otro [risas], y yo soy el productor de esta serie, así que lo que vamos a hacer es colgarla en YouTube”. Ahora puedes hacer eso. Todo el mundo pone cosas mías en YouTube, así que…

Porque a todo el mundo le encanta. Pero ya imagino que a veces puede ser un quebradero de cabeza.
Lo único que me jode es la primera animación que hice, que fue mediante el sistema conocido como track-reading. En él, la animación se hace siguiendo la sincronización labial. Lo hice con un cronómetro y tardé una eternidad. Me quedó perfecta, y ahora está en YouTube para que todo el mundo la vea, pero está desincronizada [risas]. Me cabrea mucho. Me halaga que esté ahí, pero me encantaría que no estuviera fuera de sincronía.

Hablando de YouTube; actualmente es el único sitio donde la gente ve vídeos musicales. No creo que la MTV los programe ahora ni a las 4 de la mañana. Espero que Beavis y Butthead sigan viendo vídeos nuevos y extraños de los que no se ven en cualquier parte. Siempre me he preguntado si los elegías tú mismo o si tenías a alguien que rebuscara entre la morralla por ti.
La mayoría los elegía yo a dedo, pero tenía a varias de las personas que trabajan en la serie haciendo una criba para mí. Cuando la serie tuvo éxito y la gente vio de qué iba la cosa, empezaron a enviarnos toneladas de material. Más o menos lo mismo que pasa con las nuevas series. Hoy en día sigue habiendo montones de vídeos musicales realmente buenos, aunque ya no hay ninguna televisión que los emita. De hecho, como alguien que ha visto una porrada de ellos, yo diría que ahora son mejores de lo que eran entonces.



De modo que tienes un conocimiento enciclopédico en materia de vídeos musicales; lo que la gente puede que no sepa es que también eres licenciado en física. ¿Alguna vez te resulta útil?
Tal vez haya aspectos técnicos que, si has estudiado física, resulten más sencillos. En una ocasión, tras un test de visionado de Trabajo basura, un ejecutivo de la Fox quiso hacer un comentario sobre una de las estadísticas, y cuando estudias física, en la termodinámica, aprendes estadísticas de arriba a abajo. Así que fui capaz de decirle: “No, no es eso lo que significan esas cifras; es esto, esto y esto”. Les di una pequeña conferencia sobre estadísticas tras un test que no había arrojado cifras muy altas.

¿Qué estadística era?
Una especie de tabla de datos que empleaban para intentar decirme que debería prescindir del gangsta rap.

¿De verdad? Vaya carcamales.
Hicieron todo lo que pudieron para que lo quitara, así que me arriesgué y dije, “Muy bien, en el siguiente test vamos a preguntarle concretamente al grupo focal y, si no les gusta, lo quitaré”. Lo que dijera ese grupo, compuesto por gente entre 19 y 30 años, sería definitivo. La mujer que estaba al frente hizo cuanto pudo por contaminar la cosa. Preguntaba, “¿Qué opináis de la música?” Y ellos respondían, “¡Oh, es genial!” “¿Pero qué hay de ese gangsta rap?” Y ellos, “Tío, ¡es fantástico!” “Pero quizá hay demasiado, ¿no?”. No picaron. No hubo ni una nota negativa. Ese grupo focal me salvó.

Creo que esa situación es un ejemplo perfecto de por qué a tanta gente le gusta lo que haces. Da la impresión de que de una forma u otra siempre encuentras una salida para salirte con la tuya, y eso a tus detractores les jode.
Yo me sentiría mejor si se aceptaran mis ideas desde el principio, pero sí, es verdad. Crecí viendo mucha televisión, pero no muchas películas. Eso llegó más tarde. Yo me crié en Alburquerque, Nuevo México, totalmente alejado de la gente del negocio en Nueva York o Los Angeles, y nunca he dejado de tener la impresión de que están ligeramente fuera de contacto con lo que la mayoría de nosotros pensamos o sentimos. Cuando sucede algo con lo que realmente te puedes identificar, cosas que tratan sobre la vida real, uno lo agradece. Yo lo agradecía. Supongo que es por esta forma de pensar que intento hacer cosas que Hollywood, que está un poco fuera de contacto, difícilmente haría. Por eso tiendo a cosas como El rey de la colina o Trabajo basura, que tienen que ver con el día a día, con la gente normal. Mis películas no suelen tener un éxito instantáneo.

Idiocracia es una de mis películas favoritas de todos los tiempos porque es muy franca, de una manera hilarante, acerca de lo tonta que puede llegar a ser la gente. Por desgracia, no llegó a estrenarse en muchos cines. He oído toneladas de rumores, ¿podrías darnos la auténtica versión?
Puedo contarte lo que sé. Terminamos de montar la película y la metimos en una lata, y de ahí no salió hasta un año más tarde. Para cuando llegó el momento de hacer márketing, yo había perdido contacto con los productores. Recibí un par de llamadas y me enseñaron unos cuantos tráilers; algunos me parecieron buenos, otros eran horribles. Esto es algo que pasa siempre. También me pasó con Trabajo basura. Me enviaron una cinta con 13 tráilers. Me puse bastante contento, luego hice una criba: “Me gustan todos menos el número 3 y el número 11. El resto son fantásticos”. Les llamé, “Oye, me parecen geniales”, y respondieron, “Sí, a nosotros también nos encantan el 3 y el 11”.

El caso es que probaron los tráilers y no funcionaron muy bien. De haber estado en un grupo focal, tampoco a mí me habrían gustado. Se miraron la película y dijeron, “OK, vamos a tomar Trabajo basura como modelo de negocio. Nos hizo ganar mucho dinero, pero eso fue hace tres o cuatro años. ¿Qué hemos hecho mal aquí? Nos gastamos la pasta en el estreno y los tráilers. Mejor si esta vez no lo hacemos”. Se podría decir que quizá sí hicieron lo correcto… porque ahora es cuando esa película está dando dinero, lo mismo que Trabajo basura. Lo de Idiocracia fue un ejemplo de cómo dejar una película en la cuneta. La estrenaron en quizá once salas. Siempre he detestado esos artículos en los que se hablaba de lo que recaudó, porque no mencionan que fue en solo once salas. No solo eso, sino que si buscas su entrada en la web Moviefone, sigue listada como “Proyecto de película de Mike Judge sin título” [risas]. Ni siquiera se han molestado en teclear un título en su base de datos.



La razón de que esa película sea tan importante, y probablemente tan controvertida, es que le sirve de ayuda a la gente como yo a bregar con el mundo. Es como, “Bueno, al menos todavía no está tan mal el asunto, y para cuando llegue a esto lo más seguro es que yo ya esté muerto”.
Tendría que verla de nuevo, porque no lo he hecho desde que se estrenó. En el último año ha habido mucha gente que me ha hablado de ella. La vi un millón de veces en la sala de edición, obsesionado con cada fotograma, pero ahora hay gente que la menciona y pienso, “Bueno, quizá tendría que verla otra vez”.

¿Cómo te sientes sobre cómo se manejó The Goode Family?
Soy uno de los tres creadores de la serie, y más o menos dejé a mis socios que se encargaran, porque yo estaba ocupado trabajando en Extract. Hice algunos de los dibujos y me encargué de la voz del personaje principal. Parecía que la estaban promocionando bien pero, por la razón que fuese, la serie no parecía funcionar. Esas cosas pasan, quizá con todo pero sobre todo con la animación: una serie causa sensación, se convierte en un fenómeno, o simplemente no funciona. Mira Padre de familia, South Park o Los Simpsons; todas tienen ese algo que hace que una serie enganche.

¿Y qué hay de cómo se promocionó Extract? Oí unas cuantas cosas antes de su estreno.
Ya. Ahí no hay excusas que valgan, la verdad [risas]. El presupuesto de esa película era ínfimo. Utilizamos inversores privados y todo el mundo parecía muy contento.

Parecía como si, por una vez, todo marchara sobre ruedas.
Lo hizo, de hecho. Fue una experiencia tan buena como yo creo que debe serlo hacer una película: levantarse a las 5 de la mañana y esas cosas. Fue bien de principio a fin. Tenía un gran equipo, buenos productores, de todo.

¿Tienes previsto hacer en breve una nueva película en imagen real?
Voy a tomarme un descanso de eso. Extract se tardó en rodar unas… ¿ocho semanas? Eso para mí ya es suficiente [risas]. Idiocracy fueron diez o doce semanas, y eso ya me resulta un poco duro. Pero, en fin, no fue una mala experiencia. A mí lo que no me gusta es el proceso de cásting. Los actores llegan, quieren el papel, y a veces quieres decirles que son fantásticos, de verdad que lo son, pero que no encajan con el papel, que lo sientes, y todo resulta un poco raro. Es como tener una de esas citas que salen mal, sólo que una cada cinco minutos y durante ocho horas. Se me hace muy cuesta arriba.

Una última y muy importante duda sobre la que se me había ocurrido que tú podrías arrojar luz: llevo mucho tiempo debatiendo con un par de amigos sobre la definición del término chode. Hay gente que dice que se trata de un pene más grueso que largo, y hay otros que defienden que es un sinónimo de “perineo”. ¿Tú qué crees que significa? O quizá sería mejor preguntarles a Beavis y Butthead…
Bueno, como he dicho, crecí en Alburquerque, y por lo que he oído simplemente significa “pene”. También es la abreviatura de “chorizo”, según los vatos. Eso es lo que dicen los cholos, que chode es una forma corta de llamar al chorizo. Y el perineo, ya sabes.

Sí, el espacio intermedio entre los huevos y el agujero del culo.
Exacto.

En breve podréis ver extractos de nuestra entrevista a Mike Judge en nuestro programa VICE Meets… de VICE.com.