Este profesor de swing luchó contra ISIS en Irak: ‘Quería una guerra de verdad’

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Este artículo fue publicado originalmente en VICE.

Sucedió tal día como hoy hace dos años. Entonces Estado Islámico autoproclamó su Califato, cuya capital sería la ciudad siria de Raqqa, y cuyos territorios se extenderían por una franja de tierra baldía que atravesaba gran parte del norte de Siria y de Irak. La declaración fue el colofón a tres semanas atroces de guerra sin cuartel por el norte de Irak que dejó tras de sí un abominable reguero de miles de cadáveres, y que concluyó con el cerco y la conquista de Mosul, la segunda ciudad más grande del país.

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Han pasado 730 días desde entonces y la organización terrorista sigue teniendo las riendas de la ciudad. De hecho, 730 días después, Estado Islámico sigue reivindicando el esclavismo, las violaciones y las crucifixiones. Y sigue infestando internet con pornografía homicida en HD y con imágenes de degollamientos callejeros filmados tanto en Europa como en Estados Unidos. Y desde aquí nos preguntamos, ¿cómo será luchar contra Estado Islámico? ¿Será posible derrotar el culto a la muerte que han instaurado?

Hablamos de todo ello con Mike, un profesor de baile de 54 años. Mike es de Portsmouth (Gran Bretaña) y el año pasado se pasó seis meses — de junio a diciembre — batallando en la primera línea del frente iraquí. Mike nos pide que no publiquemos su apellido real por motivos evidentes. Él es uno del puñado de ciudadanos británicos —la mayoría ex soldados profesionales — que ha prestado su vida a cambio de nada para sumarse a esta guerra. Ellos viajan a Irak, cuenta Mike, porque su gobierno no quiere que lo hagan. A fin de cuentas, una vez Estado Islámico decidió poner precio a las cabezas de cualquier occidental que sea apresado en su territorio o en sus alrededores — 150.000 dólares nada menos —, se diría que no existe en la faz de la tierra un lugar más peligroso para un británico.

VICE: Buenas Mike. Cuéntanos: ¿qué es lo que explica que un hombre decida cruzar miles de kilómetros por su cuenta para sumarse, gratuitamente, a la guerra de otro ejército?
Mike: Yo no creo que esta sea una guerra ajena. Fuimos nosotros quienes generamos el vacío de poder que ha provocado el alzamiento de Estado Islámico. Nosotros inventamos Estado Islámico el día de 2003 en que invadimos Irak — es nuestra culpa. Así que cuando vi las imágenes de la masacre que los yihadistas orquestaron contra los yazidíes, me dije, ‘¿Por qué no hay nadie haciendo nada contra esto? Yo me pasé cuatro años y medio luchando junto a la Legión Francesa en el África Central, así que estoy acostumbrado a combatir a la insurgencia. Tengo la experiencia y el entrenamiento. Así que pensé: ‘esta es mi oportunidad para hacer algo significativo’.

Entonces tus motivaciones eran puramente ideológicas
Sobretodo, sí. Pero, si te soy sincero, la verdad es que también echaba de menos el estilo de vida del ejército. Su sencillez. La vida moderna es muy compleja — los correos electrónicos, la velocidad endiablada, los problemas del primer mundo. Todo eso es una auténtica mierda. En cambio en la guerra, un lugar donde solo tienes que preocuparte de que no te maten, te conviertes en alguien mucho más consciente. La guerra te ofrece más momentos para disfrutar del hecho de estar vivo que la vida real. Todavía me acuerdo de cómo pisaba a fondo el acelerador de mi tanque, de avanzar a 120 kilómetros por hora — para eludir a los morteros —, mientras cantaba la música que sonaba por la radio; me acuerdo de pensar, ‘Hostias —¿Cuánta gente de 53 años tiene la oportunidad de hacer algo así? Esto es puro.

¿Qué te decía la gente cuando les contaba adonde te estabas yendo?
Muchos de los que bailan conmigo — soy profesor de swing, del swing de la Costa Oeste — no entienden porque a nadie se le pueda ocurrir algo así. Me dicen: “Dios, Mike, ¿estás con la crisis de los 50, o qué?”. La verdad es que cumplir años me deprime desde que tenía 30. Pero siento que la amenaza de esta guerra no solo me afecta a mí: también afecta a mi futuro. Y al futuro de mis hijos.

¿Y qué dicen tus hijos de todo esto?
Estoy divorciado y tengo dos hijos de 30 y de 28 años. Ellos no lo entienden. Claro que su viejo ha hecho varias cosas que nunca entendieron. Yo me los imagino diciendo: ‘¿Qué mierda estará haciendo el viejo loco ahora?

‘Lo que vi en Irak pudo conmigo’. Leer más aquí.

¿Cómo llegaste hasta Oriente Medio?
Hice algunos contactos a través de Facebook. Luego compré un billete de avión rumbo al Kurdistán iraquí vía Turquía. Me compré mis bártulos y hasta mis armas — una ametralladora RPK rusa y una pistola Walther PPK— en el mercado de armas local, en Sulaymaniyah, y casi de manera inmediata conseguí un trabajo en un ONG llamada Shadows of Hope y fui admitido por los peshmerga para entrenar a sus soldados. Lo único que no entendía es lo jodidamente complicado que es que te hieran una vez allí.

¿Qué quieres decir?
Los kurdos no quieren que los occidentales regresen a casa con los pies por delante — es mala publicidad para ellos — y yo lo que buscaba era una guerra de verdad.

¿Y qué hiciste para encontrar lo que buscabas?
Pues sucedió que mientras trabajaba en el segundo batallón de operaciones especiales de los kurdos en el frente, al sur de Kirkuk, me crucé con un grupo de soldados estadounidenses. Iban rumbo a la ciudad de Sinjar, que entonces se encontraba fatalmente sitiada — la misma ciudad en la que los pobres yazidíes habían sido degollados. Los estadounidenses estuvieron de acuerdo en llevarme, y me fui con ellos.

¿Y cómo eran el resto de voluntarios extranjeros que había en tu batallón?
La mayoría eran típicos locos estadounidenses — gritaban mucho. Pero eran un buen grupo de muchachos. Algunos eran ex miembros de las fuerzas especiales, otros eran exmarines. Había también un par de miembros de la infantería estadounidense, de los llamados Army Rangers, que todavía trabajaban para el gobierno de su país. Eran todos tipos muy duros, tipos que sabían lo que estaban haciendo.

¿Averiguaste los motivos que impulsaron a otros a dejar sus casas y arriesgar sus vidas?
Cada persona tiene sus motivos. El factor que nos unía era ideológico — todos éramos exsoldados entrenados para ayudar. Pero basta con rascar un poco más para descubrir las razones que subyacen. Había tipos que echan de menos la camaradería. Y otros que son yonquis de la adrenalina, o que no tenían nada en casa y se desplazaban hasta allí para rellenar ese vacío. Algunos habían estado en el ejército, pero no habían visto nunca la acción de cerca, y querían tachar esa carencia de su listado. Todo el mundo tenía algo que le picaba. Y todos teníamos motivos para rascarnos.

‘Si hubiesen querido hubiesen cortado de cuajo una de las más indiscutibles vías de enriquecimiento de los guerrilleros yihadistas’.

Llegaste a Sinjar en octubre y te quedaste por tres meses. ¿Cómo era la vida allí?
La ciudad de Sinjar estaba siendo cercada en vivo y en directo. En algunas partes la primera línea de combate quedaba a solo 50 metros de sus calles. La comida era horrorosa, la sanidad era un desastre y las infecciones campaban a sus anchas. Apenas había electricidad, solo un puñado de generadores. Lo más curioso del caso es que tenía mejor cobertura 4G allí de la que tengo en Inglaterra. Dormíamos en casas bombardeadas, claro que la recompensa que pesaba sobre nuestras cabecitas occidentales nos obligaba a cambiar de destino cada siete días.

‘El nivel de complicidad con los terroristas que se respira en la zona es mareante, especialmente cuando se trata de petróleo’.

¿Luchaste todo el tiempo?
No. Durante aquellos días los guerrilleros de Estado Islámico se ocultaban en los túneles. Estaban al acecho, parapetados por la oscuridad. Y mientras nosotros seguíamos desplegando misiones de reconocimiento, entrenando a los soldados yazidíes y tratando a los heridos. Claro que lo que no se me olvida es lo que veía desde el lugar donde me apostaba para realizar mis labores de reconocimiento. Vi miles de camiones cisterna con matrícula turca, camiones llenos hasta los topes de petróleo que salían zumbando por la autopista 47 rumbo a Turquía. Salían de los dominios de Estado Islámico. ¿Qué estaban haciendo? ¿Y por qué demonios la fuerzas de la coalición no bombardearon nunca la autopista 47? Si hubiesen querido hubiesen cortado de cuajo una de las más indiscutibles vías de enriquecimiento de los guerrilleros yihadistas. Pero no lo hicieron. El nivel de complicidad con los terroristas que se respira en la zona es mareante, especialmente cuando se trata de petróleo.

¿Qué sucedía de noche?
Era cuando Estado Islámico atacaba

¿Y cómo eran los ataques?
Una noche estaba de guardia en compañía de dos kurdos. Estábamos tranquilos, fumando discretamente, por detrás de nuestras manos. Sería la 1 de la madrugada. Entonces vimos el resplandor de una linterna deslizándose por una pared de la línea de los yihadistas. Estábamos aburridos, así que decidimos abrir fuego. No fue una buena idea: era la señal que estaban esperando. Acto seguido, los gritos de “Alá es Grande” empezaron a resonar en la oscuridad mientras andanadas de guerrilleros yihadistas se adentraban en tierra de nadie. Disparos, ráfagas, gritos, balas silbando por encima de nuestras cabezas como luciérnagas aceleradas; un auténtico pandemonio: a esos hijos de puta les da igual morir. Nosotros no alcanzábamos a verles en la oscuridad, así que disparábamos contra sombras que avanzaban a toda prisa y contra todo lo que brillaba fugazmente. Solo sabías que le habías dado a uno cuando escuchabas sus gritos. Su misión consistía en acercarse lo suficiente como para poder arrojarnos una granada; y la nuestra en abatirles antes de que lo consiguieran. Y nunca lo consiguieron.

Hablamos con un español recién llegado de Siria donde ha luchado contra Estado Islámico. Leer más aquí.

¿Por qué no fueron bombardeados por la coalición?
Lo intentaron. Pero los terroristas sabían que los aviones estaban en camino. Es como si dispusieran de algún sistema de advertencia de los bombardeos. En realidad, así es como nosotros averiguábamos en Sinjar que los aviones de la coalición estaban en camino —de repente los yihadistas abandonaban sus posiciones y regresaban a sus madrigueras.

¿Cómo crees que ha cambiado la situación desde que Estado Islámico fundara su Califato hace ya dos años?
En 2014 Estado Islámico se parecía más a un batallón de guerra convencional. Eso les permitió conquistar todas las tierras que conquistaron hasta antes de proclamar el Califato. Sin embargo, desde la batalla de Sinjar han perdido tanto terreno que han regresado, tácticamente, a organizarse como insurgencia. Ahora mismo están a la defensiva: o atacan y huyen, o se inmolan en mercados con suicidas, o atentan en el extranjero. Básicamente, yo creo que se excedieron al proclamar el Califato. Y ahora apenas cuentan con las tropas justas para defenderlo — están cerrando filas y se están concentrando en ocupar lugares de los que será muy complicado sacarles.

‘Todos se están enriqueciendo con el petróleo’.

¿Crees que será posible derrotar a Estado Islámico algún día?
Desde mi punto de vista, si las cosas siguen así, no será posible. El problema es que ni los iraquíes ni los kurdos se están moviendo a la velocidad necesaria y que Occidente sigue sin comprometerse con la lucha de manera real. Hay muchos intereses en juego. Para empezar, todos se están enriqueciendo con el petróleo. Todos. Y además, los kurdos quieren independizarse de Irak, de manera que es más probable que deseen fortalecer sus fronteras que meterse en una ofensiva sin cuartel en territorio iraquí. Pero si lo que se quiere es destruir a Estado Islámico, entonces la OTAN tiene que intervenir. Para hacerlo será necesario contar con un poder de bombardeo aéreo muy considerable. Nada que ver con los ataques auténticamente fracturados de la coalición que he contemplado. Y una vez entre la OTAN, hay que enviar a tropas de infantería. Tenemos que dejar de observar esta guerra como si fuera la de un tercero. Esta es nuestra guerra, y los kurdos, los iraquíes y el resto de los que están ahí están peleando y están muriendo. Y lo están haciendo por nosotros.

No pareces muy confiado en la victoria…
En realidad todo depende de nosotros. Tal y como están ahora las cosas, mi diagnóstico sería que el paciente está muriendo de a poco. Existe una forma de acabar con el sufrimiento. Pero tiene que ser implacable, coordinada y tiene que ser pronto.

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