Este verano la película autobiográfica de NWA, Straight Outta Compton, se vendió como la cruda y verdadera historia detrás de ese puñado de raperos que cambiaron el juego para siempre, y mientras algunas de las partes podrían ser debatibles, una de las verdades inquebrantables dentro de la película fue el retrato emocional que se hizo de la muerte de Eric “Eazy-E” Wright a los 31 años de edad, en 1995, debido a las complicaciones derivadas de haber contraído el Síndrome de Deficiencia Inmunológica (SIDA).
Su muerte, y el anuncio público que se hizo sobre su condición unos meses antes de la misma, lograron que el VIH y el SIDA salieran del estigma en el que se les tenía y que se hablara de ello en las calles.
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“Eazy nos mostró que el SIDA era real”, fue lo que su compañero en NWA, Ice Cube, le dijo a MTV News antes del estreno de la película en agosto de este año. “No sólo para las celebridades o las estrellas de cine, sino que si eres del barrio, también puedes contagiarte… Con esta película [Eazy] volverá a servir de ejemplo, porque aún hay una gran epidemia de VIH en nuestra comunidad”.
Cube tiene un muy buen punto: más de 1.2 millones de personas en Estados Unidos viven con VIH, según lo reporta el Centro de Prevención y Control de Enfermedades. Una de cada cuatro infecciones ocurre en personas entre los 13 y los 24 años, y de ese grupo, más de la mitad no tiene idea de que han sido infectados. Además, las personas de color han sido desproporcionalmente afectadas, y entre ellas, los afroamericanos han sufrido las peores consecuencias. El rango de nuevas infecciones de VIH entre la gente de color es ocho veces mayor que la de la gente blanca en tamaño poblacional. En 2010 ellos representaron el 44 por ciento de nuevas infecciones de VIH, a pesar de representar sólo el 12 por ciento de la población estadounidense.
La revelación de Eazy, particularmente por tratarse de un hombre heterosexual en el hip hop, fue una especie de acto revolucionario durante un tiempo en donde muy pocas personas entendían lo que el VIH y el SIDA realmente eran, y de lo que virtualmente nadie hablaba dentro de esa comunidad. Pero aún y con lo poderoso que fue, los hechos y las circunstancias que había alrededor de la condición de Eazy fueron olvidados. Incluso hasta el día de hoy, la imagen aún no está muy clara. Todos, desde su compañero DJ Yella hasta su propio hijo, tienen su propia teoría de cómo se contagió de la infección. Algunos incluso creen que nunca tuvo SIDA.
“Como la comunidad del hip hop es bastante homofóbica, no hablan de nada que los conecte con ello”, dice Kenneth Morrisson, CEO de DewMore Baltimore y trabajador social de la escuela Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health. “Muchos siguen pensando que si tienes SIDA, es o porque eres un drogadicto que se da cosas de manera intravenosa, o porque eres gay. Esas no son del tipo de historias de las que quieres hablar cuando eres un artista que vive del hip hop”.
Mientras que el estigma ha disminuido bastante, aún prevalece lo suficiente como para aquellos que se han declarado como VIH positivo se rehúsen a hablar del tema. Sin embargo, desde hace unos años, el estigma ha quedado en segundo plano y las comunidades más vulnerables a contraer el VIH / SIDA simplemente no lo están viendo como un problema que les afecta— es más un misterio que un estigma. Y es ahí donde tal vez Cube se equivoque: se va a necesitar más que una recreación de lo que le pasó a Eazy en un película para “volver a enseñarle” a una generación entera sobre el VIH y cómo ataca de manera indiscriminada.
“Es un mensaje que no se oye lo suficiente”, dice Morrisson. “Hablando históricamente, hay artistas como Eazy-E que han contraído la enfermedad, pero no creo que eso sea de conocimiento público. Incluso en esa película en particular, la conversación da a pensar que es un problema de los 80 y los 90. La cinta muestra a alguien muriendo de complicaciones del virus en los 90 y eso hace que la gente diga como, ‘Sí, eso era lo que pasaba antes’”.
Ese cambio en la percepción se deriva en gran parte por cómo se está luchando ahora contra el VIH/SIDA. Durante los últimos 17 años, las campañas han pasado de dar conversaciones grandes a nivel comunidad, a pláticas dirigidas a grupos específicos, en donde se habla sólo con hombres que tienen sexo con hombres, que son lo más profundamente afectados por el VIH. Los recortes de presupuesto para la causa han reducido aún más el alcance de esos grupos, lo cual, según Morrisson, a su vez reduce la visibilidad del VIH entre las comunidades más amplias, que también continúan siendo afectadas.
“He notado que si te identificas como gay, probablemente nunca compres condones en tu vida porque son gratis. Hay en todos lados”, dice. “Pero dentro de la comunidad heterosexual, tienes condones es porque pagas por ellos. Y son usados para prevenir embarazos, no VIH/SIDA”.
Mientras tanto, los grandes avances en la medicina han permitido que las personas que contraen VIH vivan más tiempo, e incluso pueden ayudar para que nunca llegues a desarrollar SIDA. Las nuevas opciones para prevención como el Profilaxis Pre-Exposición (PrEP, por sus siglas en inglés), incluyendo a drogas como Truvada, han disminuido la infección de VIH a través del contacto sexual y otras formas de exposición.
“Para la gente joven, esto es casi lo mismo que unas agruras para la generación Baby Boomer. Te tomas un par de pastillas y se acaba el problema”, dice el Dr. Lorence Edwards, un profesor de la Escuela de Salud y Protección de la Morgan State University,y Director de la ayuda comunitaria en el proyecto Get S.M.A.R.T. “Estos chicos viven rodeados de tantos problemas y riesgos inmediatos que no ven el VIH como una verdadera preocupación”.
Es el desconcertante y molesto efecto secundario de lo que de otra manera es un cambio transformador, cuyos avances han logrado encontrar la salvación contra algo que antes era considerado como una sentencia de muerte. Si el hip hop se dedica a contar las historias de las personas que han sido impactadas por diferentes temas en sus comunidades— ya sean pandillas, violencia o embarazos en la adolescencia— no es para nada una sorpresa que una infección con la que se puede vivir y de la que se saben cosas en su mayoría abstractas, la cual es asociada con las comunidades marginales, raramente sea tomado como un tema importante que tocar en las letras.
“Cuando hablas sobre los problemas inmediatos con los que estos jóvenes realmente tienen que lidiar, ellos no ven a la gente muriendo de SIDA. Ven a la gente muriendo por violencia dentro de las pandillas y en las calles, punto. Esta gente está luchando contra problemas como la pobreza, la falta de trabajo y malas viviendas. Son este tipo de cosas las que suelen tocar en la mayoría de sus pláticas. Y eso se refleja en su arte”, dice Morrisson. “[El VIH/SIDA] es o algo horrible que está destruyendo a nuestra comunidad, o algo con lo que puedes vivir y lidiar. Al final, estos dos mensajes son tan conflictivos uno con el otro que se cancelan mutuamente”.
Morrisson cree que el hip hop podría posicionar al VIH de manera abierta como un tema importante, pero dice que no será posible hasta que haya más dinero invertido en las campañas y estrategias que impulsan la importancia de la conversación. La mayoría de los fondos del gobierno para informar y educar a la gente sobre el VIH están puestos en el PrEP, y teme que eso sólo va a disminuir la conversación acerca del virus en la comunidad heterosexual afroamericana.
“No creo que estén enfocados en ello, o incluso conectados, y no creo que salgan a relucir en la conversación”, dice. “No son parte de ese target poblacional. Y hasta que logren salir a relucir en esas conversaciones, no habrá un cambio en las estrategias sobre cómo hablamos del VIH y el SIDA en Estados Unidos. Es de la comunidad de la que no se está hablando”.
Sin embargo, Morrisson sigue confiando en el impacto que causa hablar del tema, ya sea a través de artistas establecidos o de manera individual, a un nivel terapeútico. DewMore Baltimore es una de las muchas organizaciones comunitarias alrededor del país que ayudan a la gente joven a conectarse con cosas como el arte, la palabra hablada y el hip hop, para así crear espacios seguros en donde pueden compartir lo que piensan y pueden hablar de temas que los apasionan y los preocupan, como el SIDA. Él estima que de los 500 jóvenes con los que trabajan cada año, cinco de cada diez hablan del SIDA en su trabajo. Sin embargo, es incierto cuántos de ellos han sido afectados por el virus.
El proyecto Get S.M.A.R.T de Edward también usa el hip hop en su comunidad para hablar y difundir mensajes en torno a su intervención. Podría decirse que es un catalizador que ha generado discusiones sobre el tema, las cuales antes no se tenían.
“No es tanto una cuestión de miedo, sino de ignorancia. La gente es muy complaciente al respecto.Y eso ha impulsado por la supervivencia y copia” dice. “Hay un viejo provervio etíope que dice: ‘Aquel que oculta su enfermedad no puede esperar ser curado.’ Por eso tenemos que hablar sobre esto”.
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