Artículo publicado por VICE Argentina
La historia de la música electrónica está inevitablemente relacionada con la de la ciencia. Con los avances científicos se desarrollaron máquinas capaces de grabar, transformar y reproducir sonidos sin tener que acudir a los instrumentos clásicos. Por otro lado, tanto el ámbito científico como el musical ha tenido históricamente un género como protagonista: el masculino.
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En Argentina, DAT García, CatNapp, Ana Helder, entre otras, se encuentran desde hace años abriendo paso en la industria, demostrando que ser mujer y DJ no debería ser algo excepcional. Se trata de un ejercicio de pedagogía constante. Sin embargo, no se trata de evangelizar una religión con doctrinas inamovibles y verdades incuestionables, sino de mostrar, cómo a partir de una unión entre mujeres, nos fortalecemos y visibilizamos una problemática dentro del ambiente artístico.
En el marco del primer NANO MUTEK en Buenos Aires, y previo a la tercera edición del festival en septiembre, MUTEK en Argentina recorre la dimensión del simposio Amplify reafirmando su compromiso en torno a la igualdad de género. A lo largo de dos días, que incluyeron un simposio, un taller y un programa de presentaciones en vivo, se citaron a referentes locales e internacionales de las industrias creativas, profesionales y artistas audiovisuales.
En VICE hablamos con las mujeres que expusieron sus inquietudes y puntos de vista sobre su rol en la música electrónica, cómo ocupan de a poco los espacios de arte y tecnología, cómo los gobiernos y las instituciones apoyan estos cambios culturales y cuáles son las organizaciones que están empujando, de a poco, el cambio de las normas sociales.
Paula Rivera, es representante del INAMU, Instituto Nacional de la Música, un proyecto que nace desde una construcción colectiva con músicas de todo el país, quienes impulsaron el proyecto de ley de la música.
“Hasta hace poco las músicas no tenían información de ellas mismas en otras provincias. A partir de una encuesta colectiva se analizó su realidad. Lo que pasaba era que un alto porcentaje eran docentes de algún tipo de actividad musical, pero no se auto definían músicas. Pasaba lo mismo con las que estaban en el área técnica. En ese momento existía menos del 15 por ciento de mujeres inscriptas en el registro nacional de músicos y músicas (cuando había más de 38 mil personas anotadas). Comenzamos a hacer encuentros en provincias y a hablar con ellas. De hecho, un 68 por ciento respondió de manera afirmativa ante la pregunta de discriminación en el sector musical”.
Los espacios para presentar trabajos de mujeres son cada vez más Visibles, esa es la palabra adecuada que se repitió una y otra vez. Visibilidad en el trabajo, en la producción y en el esfuerzo de las mujeres en distintas áreas artísticas. Por el contrario: La Invisibilización es una definición utilizada para designar una serie de mecanismos culturales que lleva a omitir la presencia de un determinado grupo social. Y este termino también se escuchó, y entró en los oídos como una bala de acero.
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Laura Terosiero, trabaja hace 25 años en el ambiente de la música, en sectores más técnicos y se vinculó desde distintos lugares trabajando en Latinoamérica. “Una naturaliza que las mujeres somos invisibles. Me gusta ver que gente joven ya no lo hace. De hecho una persona me hizo cambiar el concepto del cupo femenino, yo tenia la idea de ‘si la mujer es buena en lo que hace puede triunfar’ hasta que me dijeron: ‘¿Por qué un hombre puede ser mediocre y llegar a su meta y una mujer no?’ Tiene razón, tiene que haber una política de cupo donde nos den tiempo, donde podamos demostrar quienes somos. Por eso es importante la Ley de Cupo, para estar en espacios de exposición, para tener oportunidades”.
Natalia Perelman, representa a la Red de Mujeres en el Sonido, una agrupación con tan solo un año de antigüedad. “No es fácil empezar y unir fuerzas entre experiencias tan disímiles. Somos una asociación de mujeres en el ámbito del sonido dentro de distintas ramas, desde la grabación, post producción, mezcla, radio, hasta chicas que fabrican pedales”.
Natalia se dedica al sonido en forma profesional hace 19 años, pensaba que era la única mujer que trabajaba la grabación en estudio en Argentina, tuvieron que pasar muchos años hasta que conoció una colega que tiene casi la misma edad y que se dedica a otras ramas de la música. “Ahí caí en lo ocultas que estamos, cómo tenemos que demostrar el doble o el triple que nuestros compañeros varones. También creo son importantes las campañas de concientización sobre lo que pasa abajo de los escenarios, arriba y en los estudios de grabación” y continúa: “Personalmente me pasó que editando discos me apoyaban la mano en la rodilla, y yo estaba contratada por esas personas, me sentía muy incómoda, pero sabia que si me paraba y decía algo me podía quedar sin trabajo, estas situaciones de vulnerabilidad no tienen que pasar más”.
Andrea Paz, es chilena y lleva un proyecto llamado Recreo. Estudió teatro y cuando salió a la calle se dio cuenta que el apoyo estatal estaba enfocado en lo comercial, sentía que el arte estaba siendo visto como un producto y no cómo lo que tenia que ser. ¿Cómo iba a sobrevivir con los mensajes que quería dar y trabajar? ¿Cómo romper estas estructuras? ¿Cómo convencía a la gente que se sume a sus proyectos sin pagarles? “es agotador”, se ríe Andrea, pero lo logró, pero es agotador.
Empezó a producir música para financiar sus obras. “De alguna forma extraña fui creciendo, me hice DJ y me fue muy bien, se me abrían más las puertas. Siempre tuve un discurso político muy definido, eso es clave, lo practicaba constantemente. Comenzamos en casinos abandonados, sitios que no se usaban. Un día encontramos una escuela abandonada, para 2000 adolescentes, y ahí hicimos un festival, se llenó de gente de todas las clases sociales, se promovía la colectividad y la confianza. Sin sponsors, con gente amiga, y hemos logrado visibilidad en nuestro trabajo sin demasiada ayuda del dinero”.
Jazmín Adler es investigadora del CONICET e investiga cómo se desarrolla el arte en Argentina. Da clases de arte sonoro y diseño interactivo. También trabaja como curadora en museos y ferias de arte contemporáneo. “El campo del arte y la tecnología es un ámbito que ha estado protagonizado por hombres, en términos generales porque han estado vinculados con las ciencias duras, aunque en los últimos años esto esta comenzando a emparejarse con otros géneros. Últimamente se impulsaron distintas iniciativas para que esta equidad exista en distintos planos, por ejemplo en 2016 en espacio PLA, año bisagra en el ámbito del arte y la tecnología, fue evidente la cantidad de artistas hombres protagonistas en las muestras, entonces se coordinó que fuesen curados por mujeres, para generar un diálogo más equitativo. Hay que buscar alternativas”.
Andreea Magdalina, fundadora de Shesaid.so, vivió en Londres y Los Angeles trabajando entre el ámbito de la música y la tecnología. Un día se dio cuenta que había muchos problemas en el ámbito de la diversidad y cómo eso afectaba al circuito tecnológico: faltaban mujeres músicas en un mundo comandado por hombres. “Decidí hacer algo al respecto y cree Shesaid.so. Una comunidad de mujeres en el mundo de la música donde actualmente somos 3000. Es muy simple, es una plataforma de google que está formada en distintas ciudades, como Londres, NY, Paris, Madrid, India, Amsterdam y más” dice Andreaa. “Lo que destaco de este trabajo es que entre las mujeres históricamente existía esta noción de competencia muy feroz, esta idea de que había solamente una silla disponible para una sola de nosotras, entonces mi idea fue destruir este mito y mostrar que unidas podíamos ser mucho más fuertes”.
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Concluye: “Algo en lo que estamos trabajando se relaciona con la introducción de una cláusula de inclusividad en los contratos, actualmente en Hollywood muchos pueden rechazar una oferta de trabajo en el caso de que no haya suficientes mujeres involucradas en el proyecto en concreto. Nuestra idea es hacer algo similar en el ámbito de la música, por ejemplo: un cantante masculino puede decir que no va a hacer su performance si el 40 por ciento del equipo técnico no está constituido por mujeres. Es por eso que creo que los hombres son parte de la solución”.
Compositoras, instrumentistas, cantantes, productoras, estudiantes, docentes e investigadoras de la música están saliendo a la calle, está cuestionando las disidencias sobre el escenario, la Ley de Cupo para asegurar paridad y las creaciones de redes para empoderarse. Todas son creadoras y necesitan que el machismo se caiga de una vez.
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