CHUKUT KUK, la Nación Tohono O’odham: Kendall José se encuentra junto a una vieja valla de metal que atraviesa las tierras tradicionales del pueblo O’odham y representa una frontera designada hace mucho tiempo por los Gobiernos de Estados Unidos y México.
Durante los últimos meses de la presidencia de Donald Trump, los equipos de construcción estuvieron trabajando a una velocidad vertiginosa para completar cientos de kilómetros de muro fronterizo; pero aquí el “muro” sigue estando representado solo por postes de metal de unos pocos metros de altura, puestos a intervalos, o por barreras de vehículos entrecruzadas que, teóricamente, podrían permitir el paso de personas. Pero lo que es más importante para la Nación Tohono O’odham es que este lugar tiene una de las últimas vías de paso que quedan para las especies amenazadas y en peligro de extinción.
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Los picos y valles que se extienden más allá de Arizona y Sonora se consideran el área continental con mayor biodiversidad en todo el continente y el hábitat de animales como jaguares, pumas y osos negros, los cuales hasta hace poco habían vivido en armonía con poblaciones nativas como los O’odham.
Durante cuatro años, el distrito Chukut Kuk de la Nación Tohono O’odham, que controla 84 de los 100 kilómetros de territorio fronterizo de la nación, logró evitar la construcción de muros en su territorio a cambio de un incremento en el patrullaje fronterizo y la tecnología de vigilancia, lo que convirtió al distrito en una de las últimas porciones restantes de frontera en Arizona que aún no tienen muro. La construcción del muro fronterizo al este y al oeste de las tierras de Chukut Kuk devastó la vida silvestre local y también una serie de sitios sagrados que se encuentran fuera de lo que queda de su territorio, lo cual José, vicepresidente del distrito, ha calificado como “trágico”.
“Tenemos que dejar que la naturaleza siga su curso, que los animales puedan cruzar de un lado a otro, que el agua fluya”, dice. “Ha sido muy importante para la gente de aquí que sigamos conviviendo con la naturaleza, tal como nos lo ha enseñado nuestra historia. Nuestras propias historias sobre la creación y las historias posteriores nos han enseñado cómo convivir con la Madre Tierra, cómo tener respeto por la tierra. Es decir, que no estamos solos aquí”.
El 20 de enero, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, firmó una orden ejecutiva para “pausar” de inmediato y por 60 días la construcción del muro fronterizo mientras revisa las consecuencias administrativas y contractuales de detener definitivamente esa construcción. Hay expertos que sugieren que cancelar los contratos existentes podría ser costoso y tener consecuencias legales, mientras que otros discrepan.
El congresista de Arizona Raúl Grijalva espera que no solo se detenga la construcción del muro, sino que también sean derribados los tramos de muro ya existentes.
“La administración Biden debe instituir una moratoria permanente para toda la construcción del muro fronterizo y cancelar todos los contratos existentes para la construcción del mismo”, le dijo a VICE en un comunicado. “En los lugares que hayan sufrido daños ambientales significativos, se debe derribar el muro y restaurar el hábitat. Eso es lo correcto”.
La Casa Blanca no respondió a nuestra solicitud de comentarios.
Mientras tanto, los activistas dicen que la construcción del muro ha continuado a pesar de la orden de pausarla.
“Es un verdadero desastre aquí en la frontera, hay mucha actividad de construcción desde el 20 de enero”, dijo Emily Burns, de la organización de conservación Sky Island Alliance. La organización sin fines de lucro registra el avance de la construcción del muro fronterizo y ha detectado varios puntos de construcción activos en Arizona, así como algunos en California y Texas. “Hay mucha confusión”.
Ruta migratoria fundamental
Para comprender cómo se desplazaban los animales antes del muro, es útil observar el tramo más amplio que no tiene muro: el valle de San Rafael, que se encuentra al este de la Nación Tohono O’odham y al fondo de las Sky Islands, una vasta área de cordilleras conectadas que atraviesan Estados Unidos y México.
La región ha sido durante mucho tiempo una ruta de migración fundamental para varias especies como los ocelotes, pumas y osos negros, y también ha sido el epicentro de esfuerzos binacionales para restaurar la población de especies en peligro de extinción como jaguares, lobos y bisontes mexicanos. Sin embargo, los conservacionistas están preocupados por los efectos desconocidos y a largo plazo que pueda causar la construcción de los últimos meses del muro.
Sky Island Alliance ha estado ejecutando un programa de investigación con cámaras para poder rastrear a las especies de animales que hay en el Valle de San Rafael, y durante los últimos meses, dice Burns, han estado en “ascuas” porque la construcción del muro podría continuar allí, uno de los últimos lugares por donde pueden transitar las diferentes especies animales.
“Se trata de una especie de experimento a escala continental para comprender qué va a pasar con las poblaciones de vida silvestre cuando estén completamente divididas y separadas”, dice Burns.
Uno de los puntos más claros que separa el Valle de San Rafael y las Sky Islands es el mirador en Coronado Peak. Paulo Quadri Barba, director de conservación de Sky Island Alliance, llega a la cima y mira el valle intacto de San Rafael al oeste. Luego, al este, está un largo tramo de muro que se adentra en las Sky Islands. Quadri Barba compara el muro con una “cicatriz” que ahora bloquea lo que durante mucho tiempo ha sido una “ruta abierta” para los animales.
“Este lugar es famoso y es importante por la historia silvestre evolutiva y natural que tiene. Es una historia de conectividad y aislamiento entre estas montañas. Pero el hecho de que estos animales hayan podido transitar de un lado a otro durante miles o millones de años y, ahora, esté esa cosa ahí, no tiene ningún sentido ”, dice.
La construcción del muro fronterizo al este y oeste de Arizona ha creado un cuello de botella para las especies, forzándolas a buscar las zonas que aún siguen abiertas en el centro del estado, en el Valle de San Rafael y la Nación Tohono O’odham. Esto podría conducir a una variedad de consecuencias desconocidas para la fauna, que podrían afectar sus patrones de migración y apareamiento, o desequilibrar las relaciones depredador-presa. Potencialmente, la construcción del muro también podría causar la desaparición de las especies amenazadas que no tuvieran la capacidad de sobrevivir a ese cambio. Esta área es el hogar de alrededor de 90 especies en peligro de extinción.
“No podemos dejar este cuello de botella aquí como la única área en que la vida silvestre pueda transitar libremente. ¿Sabes?, eso sería catastrófico”, dice Quadri Barba. “Creo que si hablamos de una verdadera restauración, sí, es necesario quitar el muro”.
Este problema es muy cercano a Quadri Barba, pues creció en México y anteriormente trabajó en el servicio de parques nacionales del país. Además, ha vivido en Estados Unidos los últimos 10 años de su vida, por lo que, al igual que para los animales, para él “ambos lugares son su hogar”.
“Es muy triste. Pero no estoy desesperanzado”, dice. “Creo que México y Estados Unidos han hecho grandes cosas juntos a lo largo de la historia para superar los errores pasados. Y no creo que esta sea una excepción, pero se necesitará mucha voluntad política y mucha gente del lado correcto para restaurar este lugar”.
Hasta ahora, nada de eso ha sucedido ni en Estados Unidos ni en México.
Un “cuello de botella” para la vida silvestre
La construcción del muro fronterizo ha atravesado varios ranchos de conservación administrados por la organización binacional Cuenca Los Ojos A.C que conducen a las Sky Islands. El director de la organización en el lado sonorense del muro, José Manuel Pérez Cantú, está decepcionado por la falta de voluntad del gobierno mexicano para intentar detener la construcción del muro fronterizo que devastó el área el año pasado.
“El gobierno mexicano tiene una política de no intervención. Entonces no ha habido ningún tipo de denuncia, ningún tipo de intervención de parte del gobierno mexicano hacia Estados Unidos”, dice Pérez Cantú.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no se ha pronunciado sobre la construcción del muro desde que asumió el cargo en diciembre de 2018. Cuando los periodistas locales le preguntaron en julio pasado sobre la construcción del muro después de que se reuniera con Trump, López Obrador dijo que no tenía “una opinión” al respecto. Durante los últimos dos años, López Obrador se convirtió en un aliado poco probable de Trump en muchos temas y especialmente en el de migración. Más allá de guardar silencio con respecto a la construcción del muro fronterizo, López Obrador también intensificó la respuesta policial para detener a los migrantes en la frontera sur de México y en su transito por el país rumbo a la frontera norte.
Eso deja a Pérez Cantú con la esperanza de que, ahora, con Biden en la presidencia estadounidense, tal vez sea él quien haga el cambio que se necesita.
“Esperamos que con la nueva administración estadounidense haya más porciones abiertas en el muro fronterizo, que se puedan crear cruces que le permitan a la vida silvestre transitar libremente entre las dos naciones, para beneficio del flujo de la fauna que históricamente ha habitado la región”.
Pérez Cantú, de aproximadamente 1.80 metros de altura, se ve diminuto parado junto al muro fronterizo de 9 metros de alto, mientras saca su cinta métrica para demostrar cuán juntas están las vigas de acero que conforman el muro, y lamenta que muy pocos animales serán capaces de pasar entre esos espacios tan estrechos. Cuenca Los Ojos A.C tiene una serie de programas de conservación que rastrean el efecto del muro sobre la vida silvestre en el lado mexicano que ya no puede cruzar la frontera.
“Este horrible muro está cortando todas estas riquezas biológicas e impidiendo la migración de la vida silvestre”, dice. “[La vida silvestre] se verá drásticamente afectada por la construcción de este muro”.
Pérez Cantú encontró y siguió un conjunto de huellas de animales que lo condujeron a una serie de compuertas para inundaciones en el muro y explicó cómo los animales utilizan la última compuerta abierta que queda en ese rancho.
“Puedes ver cómo la vida silvestre descubrió las compuertas y las usó como un pequeño corredor para pasar”, dice. “No son las personas las que lo están usando; lo usa la vida silvestre. Queremos que la nueva administración comprenda la importancia de tener abiertos estos corredores biológicos, y la posibilidad de que sean monitoreados con cámaras o algo, y que así la vida silvestre pueda seguir transitando de un lado al otro”.
Justo al otro lado de esa parte del muro se encuentra el Refugio Nacional de Vida Silvestre de San Bernardino en Arizona. Myles Traphagen, un conservacionista de Wildlands Network, también examina las compuertas y observa que están soldadas. Sarcásticamente se pregunta cómo lograrán abrirlas si alguna vez hay una inundación.
Todavía no se sabe exactamente cuántas compuertas hay a lo largo del muro fronterizo, pero para Traphagen, abrirlas sería “una solución inmediata y bastante fácil. Al menos detendríamos el problema momentáneamente, la vida silvestre podría seguir pasando de un lado a otro mientras encontramos alguna otra solución, o la voluntad política para derribar el muro por completo”.
Traphagen, por su parte, también tiene un programa de investigación con cámaras en el refugio de vida silvestre, y desde la construcción del muro allí en 2020, ha notado que encontrarse con el muro causa un efecto perturbador en las especies animales, específicamente en las criaturas más grandes como los pumas.
“Esto se ve en los zoológicos, cuando los animales se pasean una y otra vez a lo largo de los muros”
“Esto se ve en los zoológicos, cuando los animales se pasean una y otra vez a lo largo de los muros”, dice Traphagen. Es una indicación del estrés y la confusión de los animales, ya que sus hábitats naturales han sido dañados.
Este es solo uno de los efectos inmediatamente perceptibles del muro en lo que Traphagen llama el “lugar de encuentro de los elementos más importantes del oeste de América del Norte”.
“A veces, la gente piensa, “ay, esta es la frontera”, pero de hecho, es el corazón del continente norteamericano, porque aquí encuentras un poco de todo. Es el único lugar donde el jaguar y el oso negro comparten los mismos senderos, caminan por los mismos cañones”, dice Traphagen. “Es una carretera evolutiva”.
De vuelta en Chukut Kuk, Kendall Jose llama a la noción de que el gobierno tiene derecho a construir una estructura así de grande, que además afectará a los animales en áreas que los O’odham y otros grupos nativos americanos han llamado hogar durante milenios, “una forma de pensamiento muy occidental”.
“Para el pueblo O’odham, y creo que para los nativos en general, la tierra no nos pertenece; somos cuidadores de la tierra”, dice, y señala que si bien él y sus antepasados han podido adaptarse a los cambios que ha traído el tiempo, “los animales no pueden darse ese lujo porque simplemente siguen a la naturaleza”.
“Así que los animales deben poder transitar libremente. Y si no pueden hacerlo, entonces los estamos llevando a la extinción”.