Ignoro, entre tantas otras cosas, la proporción que en ese subuniverso literario que son las letras de canciones existe entre el juego lírico bien resuelto, aquel con trasfondo, forma, sustancia y dardo, y la memez sin tuétano, poso, carga o interés del tipo que sea. Intuyo la balanza muy desequilibrada, eso sí. Aunque claro, poco importa que un letrista se quiebre los cascos conciliando métrica y mensaje si luego el cantante, en directo, tiene menos voz que un congrio, desafina como un condenado al que llevan camino del cadalso u opta, pichabrava él, por camuflar que se ha vuelto a olvidar la segunda estrofa palpándose ostentosamente el paquete.
Los madrileños Toundra soslayaron la fastidiosa cuestión hace seis años por la vía directa: nada de letras, ningún cantante. Y se acabó. Desde entonces han publicado tres discos de una música instrumental de alta graduación sonora a caballo entre el rock cojonudo de los años 70 y el hardcore de los 80 y 90, géneros a los que pespuntan del metal que se hace hoy para imbricar un sonido que conoce parientes pero cada uno en su casa y que corra el aire. De su potencia en directo ya se sabe en muchas ciudades de nuestra geografía y en las de geografías ajenas; Francia, Alemania y Suiza, países en los que recaló una gira suya el año pasado.
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Toundra estarán tocando este sábado 9 de febrero en la sala barcelonesa Apolo como parte del cartel del Aloud Music Festival, en el que figuran asimismo grupos de bien como Lisabö, Syberia y Cuzo. La ocasión la pintaban calva para llamar a Toundra y que nos contaran algo.
VICE: Al parecer Toundra parte de un grupo anterior llamado Nacen de las Cenizas, al que se ha calificado por ahí como de “bronca”.
Esteban Girón (guitarra): Bueno, yo no era de ese grupo. Nacen de las Cenizas hacían un emocore metalizado. Toundra nació cuando nos unimos el guitarra, el bajista y el batería de Nacen de las Cenizas, y yo, que tocaba en un grupo hardcore punk llamado Ten Minute Man. Víctor, el otro guitarrista, se vino a tocar conmigo en Ten Minute Man para hacerme un favor. Al cabo de un mes, cuando se disolvieron Nacen de las Cenizas, me llamó a mi para formar un grupo instrumental. Y decidí disolver Ten Minute Man porque me lo pasaba mejor tocando con Toundra.
¿Queda en Toundra algo de esa bronca de los grupos anteriores? ¿O habéis cambiado como personas?
Hombre, por dentro sí cambias, pero en realidad todo es muy sencillo. Alberto era mi cuñado, Víctor y yo amigos, Álex mi compañero de juergas… En Toundra todo es muy sencillo. Cada uno tiene influencias diferentes, aunque tenemos cosas en común, sobre todo basadas en el punk rock americano. Pero somos amigos muy cercanos y no pretendemos copiar a nadie ni hacer un ejercicio de estilo de cualquier banda. Es muy fácil tocar en este grupo, la verdad.
Los Toundra en el preciso instante de sufrir un pinzamiento lumbar colectivo
¿Prescindir de cantante obedece a una intención de no ser demasiado explícitos? ¿Decir lo que queráis solo con los instrumentos, sin una letra que haga de muleta?
Tanto los que vienen de Nacen de las Cenizas como yo acabamos muy cansados de los cantantes que tuvimos en nuestras bandas. Cuando estás en grupos entre los 15 y los 19 años, al final todo el mundo aprende a tocar, acabas tocando bien, y muchas veces el que falla es el cantante. Decidimos que por qué no hacer un grupo en el que no hubiese y dar rienda a experimentar con nuestros instrumentos sin tener que ceñirnos a una estructura. Comenzamos a ensayar así, sin pensarlo mucho, y nos lo pasábamos tan bien que dijimos que no hacía falta y adelante. Ahora no nos entra en la cabeza la posibilidad de un cantante.
Y es inevitable que la gente se fije en el cantante. Es foco de atención. Sin un tío en el centro con un micro, la atención se pone en lo que está sonando.
Cierto, no hay un líder. En Toundra no hay líder. Cada uno es el 25% del grupo. Y es verdad, los cantantes reclaman la atención del público. Entonces, o eres muy bueno o el grupo se va a devaluar. Como estábamos bien así, decidimos que así nos quedábamos.
Este tipo de música instrumental que parte del rock y el hardcore y se adentra en el metal y al que le ponen el prefijo post (post-algo, siempre) acostumbra a construirse en base al contraste: más suave, luego guitarrazo, tormenta guitarrera, de nuevo remanso y vuelta a empezar.
Sí, subidas y bajadas de intensidad, ¿no?
Sí. Es una opción, por supuesto, y prácticamente se ha generado un estilo en torno al contraste, pero a mí ya me cuesta distinguir entre un disco de Isis, uno de Cult of Luna y otro de Red Sparowes. ¿Cómo sorteáis esto? ¿Qué dota de personalidad distintiva a vuestros temas?
Estoy de acuerdo en el abuso de estructuras y de recursos que hay en estos estilos. Nosotros no hemos inventado la rueda, ni la vamos a inventar, ni queremos inventarla; pero sí intentamos huir del uso de recursos que ya hemos utilizado en canciones anteriores. Puede sonar pretencioso decir que nos inspiramos en bandas como Fugazi, por ejemplo, cuyos discos son diferentes uno del anterior. Lo primero que queremos es sonar a Toundra; lo segundo, seguir avanzando. Ser mejores instrumentistas y mejor grupo. Para mí, lo que un grupo como Toundra no se puede permitir es repetirse. No digo que todos los grupos tengan que ser así, ¿eh? Somos fans de grupos que hacen estructuras A-B-A-B-C-D, pero lo que nosotros queremos es avanzar.
Siguiendo esta política de avance, en este disco empleáis arreglos de cuerda en temas como “Requiem” y de trompeta en “Marte”. ¿Son instrumentos reales o sampleados?
Reales. No grabamos en analógico, pero lo que nunca vamos a hacer es meter cosas por MIDI ni por sampler. Tenemos amigos músicos que siempre se portan muy bien cuando les pedimos que vengan a echarnos un cable. También ocurre que bebemos mucho del rock clásico, grupos como Led Zeppelin y Pink Floyd.
De hecho, en temas como “Cielo negro” y “Lilim” hay unos acordes cayendo a plomo que tienen algo de heavy clásico.
No te voy a decir en cuál, pero en un tema hay un riff copia de los Who que hemos puesto aposta.
Esto da para un concurso: “Detecta el riff de los Who y consigue grandes regalos”.
¡Eso! Te llevarás una camiseta. ¡De los Who!
Los Toundra tratando de decidir qué hacen con tres palés que se han encontrado en la calle
En el disco anterior había canciones como “Magreb” y “Zanzíbar”. En este hay uno titulado “Marte”. ¿Se os ha quedado pequeña la Tierra?
¡Ja, ja! Pues con el primer riff de “Marte” queríamos sonar un poco a Mars Volta. En el local nos referíamos a la canción como “la Mars”, y a la hora de ponerle título dijimos “Mars, pues Marte” y ya está. Para que veas que no somos pajeros.
La relación entre la música que hacéis y los títulos que ponéis es totalmente casual. Lo que salga en un momento dado.
En este tema es una coña, el de “Lilim” también viene de otra coña, pero “Requiem” no. Le pusimos ese título porque a Víctor la cadencia le recordó a una marcha fúnebre. Pero vaya, que no somos presuntuosos ni un grupo que haga discos conceptuales inspirados en tal o pascual. Somos cuatro chavalotes que hacemos música sin buscarle tres pies al gato.
¿Crees que existe en España una escena de grupos instrumentales al estilo de Toundra? ¿Sentís afinidad con alguien?
Yo no creo en ningún tipo de escena. Si se crea una denominación entonces tienes que responder a una serie de parámetros, y los parámetros son el primer paso a la creación de reglas. Y Toundra es lo único en mi vida en lo que por suerte no tengo ninguna regla que obedecer. En Madrid, lo que sí hay es una serie de músicos que empezamos compartiendo locales, aprendiendo juntos a tocar y conociéndonos en los bares. Yo siempre digo que somos los “injustos herederos” de El Páramo o Adrift.
Una pregunta sencilla. ¿Cuál es el futuro de la música y el futuro de todo?
La música siempre va a ser necesaria, de una manera o de otra. Lo que siempre estamos discutiendo acerca de la crisis en la música, las descargas, que si la gente no compra… Yo este año he montado una empresa, una distribuidora de música, y gran parte de la facturación se hará con el formato físico. Creo que lo físico sigue teniendo vida; lo que pasa es que mucha gente de la industria ha vivido unas vacas gordas que eran insostenibles. Normal que ahora se quejen. Mucha gente que trabaja en la industria discográfica no podría trabajar en ninguna otra cosa de lo inútil que es.
El segundo gran problema es que la discográfica es la única industria del mundo que nunca se ha planteado el problema del precio. Por mucho que el público dijera que los discos eran muy caros, jamás se lo plantearon: que si los costes de grabación, que si… Un disco ha de tener un valor, porque hay mucho trabajo detrás, pero creo que no todo vale y antes había mucho recopilatorio idiota que costaba 18 euros. Este tipo de cosas ha hecho que el público pierda interés. ¿Por qué no poner los discos a 5’90? Eso es lo que se vende, la serie media. Eso es lo que es razonable pagar. ¡Vaya rollo te estoy metiendo!
¡No, hombre! Si he sido yo que he preguntado…
Y en cuanto al futuro de todo, veo que vivimos en un sistema que a lo largo de los últimos 150 años ha dado señales de ser insostenible y nos han seguido vendiendo la moto de que Adam Smith tenía razón cuando no era así. Además, los que tienen el poder son los mismos que se saltan esa norma de la “mano invisible” reguladora del mercado cuando les da la gana y necesitan dinero. Entonces cogen del Estado.
Y por otro lado este país se ha basado en el Lazarillo de Tormes. No hemos aprovechado las oportunidades que se nos ha dado para invertir en I+D, invertir en futuro. Se ha tirado por el “pan para hoy, hambre para mañana” y al final va a explotar todo. Lo que tendríamos que hacer es dejarnos de tonterías y empezar a quemar cajeros.