Del barrio a jugar mundiales de fútsal: hablamos con Angellot Caro, capitán de la Selección

Foto: @FCFSelecciónColombia

Si dejás que él te pise la pelota, estás perdido. Perdiste porque Angellot Alexander Caro Garcés es de esos jugadores impredecibles, de esos que nunca sabés si se te va ir por la raya, o si, por el contrario, te va a tirar un caño sin que te des cuenta.

Estamos hablando del 10 de la Selección Colombia de Fútsal, el capitán del equipo que dirige Osmar Fonnegra que en estos momentos está encarando su desafío más duro: el Mundial de Fútbol Sala que se disputa en territorio colombiano.

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La Selección de Fútsal comenzó su periplo en el Mundial que tiene como sedes a Cali, Medellín y Bucaramanga el sábado 10 de septiembre en un grupo difícil: Portugal, Uzbekistán y Panamá. Contra la escuadra que lidera la estrella de Portugal Ricardinho, empataron en un final agónico 1 – 1. Contra los subcampeones de Asia lograron remontar y al final sacar un empate 3 – 3. El pasado viernes 16 de septiembre le ganaron 4-3 Panamá, clasificándose de paso a octavos de final.

Angellot ha sido crucial en lo que va del torneo, marcando cuatro tantos. Y es que su experiencia hace que, como se dice en el barrio, “deba echarse el equipo al hombro”. Su trayectoria incluye un prontuario en las ligas de España, Italia, Alemania, Francia, Libia, Marruecos, Kosovo, Hungría, Malasia, Tailandia, Venezuela, Kuwait, entre otros países. Además, está el recuerdo épico de haber conseguido el cuarto lugar en el pasado Mundial ––el primero que jugaba la Selección de Fútsal en su historia–– que se realizó en Tailandia en el 2012, en donde también fue figura.

Días antes de que comenzara el certamen en Colombia, conversé con Angellot sobre sus orígenes, la importancia de los picados de barrio en su juego y sobre los objetivos que tiene la Selección de cara al Mundial.

Para los que no te conocen mucho, contale a la gente quién es Ángellot Caro y cómo llegaste al fútbol sala.

Tengo 27 años. Crecí en Bogotá en el barrio Tunjuelito en una familia humilde. Empecé jugando en el barrio, más o menos cuando tenía 11 años. Desde esa edad me movía solo por la ciudad, a mis padres les preocupaba pero estar en las canchas era lo que me gustaba a mí. Esa época de mi adolescencia no fue fácil, pero fui luchando por lo que quería, por cumplir mis sueños y ayudar a mi familia. A los 16 fueron al colegio a pedirme la libreta militar. No me gustan mucho ese tipo de situaciones o actividades, entonces ahorré y compré la libreta con mi plata. Después jugué en Millonarios y no me gustó, lo mío era el micro. Llegué al club Saeta y allí comenzó todo este viaje.

¿Qué tan determinante fue el fútbol de barrio? ¿Cuándo fue que te diste cuenta de que tenías un talento especial para dominar el balón, que tenías esa técnica especial para pisar la pelota?

Lo fue todo. En mi barrio todos los domingos desde las 8:00 o 9:00 de la mañana sacábamos las canchas ahí en la esquina de la cuadra, cerrábamos las calles y jugábamos. Cuando tenía 12 y era una pulga, ya comenzaba a jugar con gente mayor y me decían que estaba muy verde, que no jugará porque me iban a dañar. Por otro lado, mis amigos me decían que yo tenía esa pisada especial. De alguna forma ellos fueron los que me empujaban a seguir.

Siempre he estado obsesionado con la incidencia de los tenis pisa huevos, Venus o Croydon en el jugador colombiano…

Yo empecé con los Venus. Llegaba a las canchas con ellos rotos, por eso siempre los patrocinadores llegaban a regalarme tenis nuevos, pero yo siempre prefería los Venus. Es que eran los mejores, aguantaban mucho, eran económicos y excelentes para jugar y pisar la pelota.

Ahora Adidas o Nike son los que te dan los tenis, pero me imagino que cuando jugás con los parceros te pones los Venus de nuevo…

Claro, cuando estoy con ellos me pongo los que sea, porque a pesar de que yo ya juegue en la Selección Colombia o en el exterior, cuando juego con mis amigos todo vuelve a ser igual, somos los mismos de hace 10 años.

No sé si en el barrio que naciste alguna vez hubo problemas de violencia o de drogas. ¿De alguna manera el fútbol funcionó como un escape?

Donde yo vivía había mucha delincuencia. Yo era amigo de todos los “malos” los del barrio, ellos me cuidaban. Yo llegaba a las 12:00 de la noche de jugar y ellos estaban ahí pendientes de mí, de que nadie me fuera a hacer nada.

Te tenían en “la buena”, como se dice…

Nunca me metí en vicios, nunca me ofrecieron nada porque sabían que era deportista y desde chiquito me gustaba era jugar. El vicio nunca fue conmigo, además que me rodeaba de gente sana. Sin embargo, el entorno en mi barrio era un poco pesado, entonces cuando llegaba tarde yo los saludaba a todos (risas). Si ellos me querían, era todo más fácil.

Sin tener un agente fijo, vos has estado jugando en más de 10 países. Es muy particular el hecho de que te movás tanto manejándote vos solo, ¿cómo lo has logrado?

En 2010 jugué con la Selección los Juegos Suramericanos aquí en Colombia, en Bello, Antioquia. Ahí salieron ofertas para el fútbol europeo. Después de otros torneos y partidos de estrellas a los que me invitaban, me llamaron para jugar en República Checa. Como dices, no tenía agente, no tenía nada. Cada vez me conocen más y así me voy moviendo.

Hablemos del pasado Mundial de Fútsal en Tailandia. Poca gente lo sabe, pero el hecho de que ustedes hayan quedado de cuartos en su primer Mundial es algo casi ‘milagroso’. Contanos esa experiencia, de lo importante que fue para el deporte colombiano.

Clasificamos en una eliminatoria supremamente dura en Brasil. Fuimos al Mundial porque en el Fútsal FIFA también hay eliminatorias y nos metimos entre los cuatro. Nosotros nunca habíamos ido a un mundial, y cuando fuimos a Tailandia era una cosa loca, era un sueño. Fuimos con los ánimos muy arriba, jugamos el primer partido con Guatemala y nos fue muy mal.

Nos ganaron. Pensamos que nos íbamos a comer goleadas, pero no fue así. A muchos nos dieron mucho palo en las redes sociales y de verdad que la gente es dura. Pero nos concentramos y gracias a Dios llegaron las victorias. Nunca nadie pensó que íbamos a llegar tan lejos porque es un mundial de FIFA, es lo más grande en un deporte tan competitivo. Con mucho corazón y coraje sacamos eso adelante y logramos estar entre los cuatro mejores del mundo.

Yo sé que la Federación no les cumplió con esos premios que les prometieron en Tailandia. ¿Cómo es el apoyo que han recibido por parte de las entidades oficiales?

La verdad es que falta mucho apoyo. A ellos solo les interesa el fútbol, pero falta mucho, falta más compromiso. Nosotros aquí ya ni miramos eso, estamos es pendientes del Mundial que ahora es en nuestra casa. Esto lo hace cada uno por su camiseta, por su país y nuestras familias.

Es irónico, pues ustedes han llegado más lejos en un mundial que la misma Selección Colombia de Fútbol…

(Risas) Claro, pero no… aquí en Colombia no ven tan importante lo nuestro. Para la poca gente que sí vive el fútbol sala, ese cuarto puesto fue muy importante porque saben lo difícil que es ser cuartos del mundo y pelear con potencias mundiales, pero bueno… nosotros estamos muy contentos de estar en la Selección, de jugar y representar a todo un país.

Ahorita mencionabas que falta apoyo. Quiero preguntarte por tus compañeros de Selección, porque sé que muchos no pueden vivir solo del fútbol sala en Colombia.
Sí. Hay muchos jugadores que juegan y trabajan al mismo tiempo. Yo tengo compañeros que trabajan porque la verdad es que no hay muchos recursos en los equipos de acá.

Angelllot Caro con Ryan Giggs después de en un partido de exhibición en Tailandia. Foto cortesía Angellot Caro.

¿Vos sos de los que solo vive de jugar y que un poco se salvó económicamente?

Pero es porque juego afuera. Si jugara en Colombia me tocaría muy difícil.

Yo sé que sabés esto: hay mucha gente que habla y dice que sos como el James Rodríguez pero del fútbol sala. ¿Cómo te cae esa comparación? ¿Te choca?

(Risas) No, no. A mí las comparaciones con la gente buena me enorgullecen. Pasa porque James es un referente de nuestro país en el mundo y está en el mejor equipo que es el Real Madrid. Eso me pone contento. También me comparan mucho con Giovanni Moreno por lo flaco y con Ganzo el brasileño por cómo pisamos el balón. En fin, no me choca porque ellos son unos grandes, es un orgullo.

¿Qué representa jugar este Mundial en casa? Sé que debe ser un orgullo tremendo y una responsabilidad grande, pero ¿qué han hablado en la interna? ¿Cuál es la meta real?

Yo le voy a decir la verdad: todos los jugadores y el equipo técnico queremos ganar y superar el cuarto puesto del Mundial pasado. Estamos en mejores condiciones que hace cuatro años, somos más competitivos. Igual como yo siempre digo: no se habla de eso, se demuestra en la cancha.

¿Cómo se ha portado la prensa colombiana con ustedes?

En el fútbol sala todos los sabemos. Para nadie es un secreto que nos han dejado de lado, que hemos cosechado muchas cosas y no le han puesto la atención que se merece este deporte. Si lo hicieran, la gente estaría enamorada de este deporte. La verdad los periodistas no le han dado la suficiente relevancia que se merece este Mundial, pero bueno… nosotros estamos concentrados y queremos es darle alegrías al país.

Instagram Angellot Caro: https://www.instagram.com/angellot10/

Juan Pablo es el editor de Thump Colombia. Le gusta hablar de fútbol por acá.