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Encarcelaron a Nassima al-Sada por exigir su derecho a conducir

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“Este artículo fue creado en colaboración con Amnistía Internacional. Haga clic aquí para participar en Escribe por los derechos en México, o aquí para participar en Argentina. Tu simple acción podría cambiar la vida de alguien “.

En junio de 2018, una prohibición de décadas de duración que impedía conducir a las mujeres fue retirada en Arabia Saudita. Los reportes de ese momento  hablan de la alegría que se vivió en todo el país cuando las mujeres se pusieron al volante de manera legal, la mayoría por primera vez en sus vidas.

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Poco más de un año después, se flexibilizó oficialmente el controvertido sistema de tutela masculina del país. Hasta agosto de 2019, las mujeres de Arabia Saudita requerían el permiso de un familiar masculino para trabajar, viajar, acceder a servicios médicos, hacerse cargo de sus finanzas y varios otros derechos legales. Con las reformas, las mujeres saudíes ahora pueden obtener un pasaporte y viajar libremente. También recibieron protección total contra la discriminación laboral y pueden registrar los nacimientos de sus hijos, vivir separadas de sus esposos y registrarse como codirectoras de su hogar.

Al escribir sobre el sistema de tutela en 2016, la activista de los derechos de las mujeres sauditas Nassima al-Sada cuestionó: “¿Por qué un joven menor de edad debería ser el tutor de una mujer adulta? ¿Por qué no existe una edad en la que una mujer se convierte en adulta, responsable de sus decisiones y de su vida? ¿Por qué debería haber un hombre responsable de su vida?”.

Con esta histórica declaración, parecía que la familia real saudí finalmente estaba de acuerdo con ella. Sin embargo, a pesar de las reformas y las flexibilizaciones, las cosas no eran lo que parecían.

NASSIMA AL-SADA. FOTO ©PRIVATE
NASSIMA AL-SADA. FOTO ©PRIVATE

Un mes después de que se levantara la prohibición, el 31 de julio de 2018, Nassima al-Sada fue detenida. Se unió a una decena de mujeres que habían enfrentado un destino similar durante los dos meses anteriores.

Antes de su arresto, al-Sada, que intentó postularse para un cargo municipal en 2015, antes de ser descalificada, recibió amenazas por Twitter. Una vez detenida, fue amenazada verbalmente en prisión y atada durante el interrogatorio. El 20 de febrero de 2019, fue trasladada a confinamiento solitario, donde permaneció hasta febrero de 2020. Ha tenido dos comparecencias ante el tribunal, pero la tercera, —que debía llevarse a cabo en marzo de 2020— fue cancelada debido al COVID-19. No se han anunciado detalles de una nueva fecha.

Las reformas habían sido anunciadas como un nuevo amanecer para Arabia Saudita, que históricamente ha sido criticada por su trato a las mujeres. El príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), que asumió su cargo en junio de 2017, está ansioso por rehabilitar la imagen del país y diversificar la economía lejos del petróleo y en rumbo hacia las finanzas y el turismo. En su papel de “gran reformador”, MBS ha llevado al país hacia una nueva era: supervisando el primer concierto de una intérprete femenina, la admisión de mujeres a los estadios deportivos y la apertura del país, con visitantes extranjeros ahora capaces de acceder a visas electrónicas en internet.

Incluyendo a al-Sada, 13 mujeres esperan juicio por una letanía de cargos después de hacer campaña contra leyes y reglamentos que ya no existen. Cinco de ellas permanecen encarceladas. Sus casos destacan una profunda hipocresía que recorre como una llaga abierta las reformas de MBS, y ofrecen una visión del siniestro lado oscuro del régimen saudí.

En un país con una prensa limitada, las leyes estrictas significan que cualquiera que critique al régimen puede enfrentar cargos en virtud de la ley antiterrorista. El asesinato de Jamal Khashoggi en 2018 en el consulado saudí de Estambul, después de que el periodista criticara al régimen, es una prueba del desdén del gobierno saudí hacia la disidencia y de los extremos a los que llegarán para reprimirla. En el período previo a las reformas de los derechos de la mujer, las activistas que habían exigido esos derechos abiertamente se enfrentaron a una represión sin precedentes.

“La represión llegó para silenciar cualquier voz crítica en el país antes de las reformas que las autoridades estaban a punto de introducir”, dice Hashem Hashem, de Amnistía Internacional. “Estas mujeres han hecho campaña, algunas de ellas durante décadas, por el derecho a conducir y han pedido la igualdad entre mujeres y hombres en Arabia Saudita. Estas mujeres eran conocidas, valientes y se hacían escuchar, estaban muy presentes y eran una amenaza para la autoridad de MBS y su decisión de pintarse a sí mismo como el gran reformador e innovador del reino. Creo que también es parte de una mayor represión contra todos los defensores de los derechos humanos, los periodistas y cualquiera que no esté de acuerdo con la narrativa del gobierno saudí”.

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Mientras, en el marco del G-20, las empresas occidentales de relaciones públicas acuden en masa a Arabia Saudita para ofrecer sus servicios, las activistas por los derechos de las mujeres —quienes representan el verdadero impulso para el cambio en el país— permanecen encarceladas. La destacada activista por los derechos de las mujeres Loujain al-Hathloul fue una de las mujeres detenidas en el período anterior a la flexibilización de la prohibición para conducir. Mientras estaba en prisión, a su padre le diagnosticaron cáncer. Los funcionarios se ofrecieron a liberarla para que pudiera ver a su padre y despedirse, con la condición de que firmara una declaración en la que aceptaba que no había sido torturada mientras estaba en prisión. Ella rechazó la oferta.

Su fuerza es compartida por todas las mujeres que actualmente enfrentan cargos por su labor de activismo en favor de los derechos humanos, muchas de las cuales eran muy conscientes de los riesgos que implicaba dedicarse a esta labor. Un ejemplo: en 2009 se formó la Asociación de Derechos Civiles y Políticos de Arabia Saudita (ACPRA). Desde 2013, todos los miembros fundadores fueron arrestados y condenados a entre siete y 11 años de prisión por una serie de cargos falsos.

A pesar de esto, mujeres como Nassima al-Sada y Loujain al-Hathloul todavía defienden la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres mientras luchan por exponer la hipocresía del régimen saudí, arriesgando todo por lograrlo.

“Ella conocía todos los riesgos, sin embargo, desde su perspectiva, la lucha no se basa en calcular los costos y beneficios. En esencia, este espíritu de lucha es lo que la hace quien es, no creo que pueda definirse fuera de eso”, contó a VICE alguien cercano a la familia de Nassima. “Un juez pidió su liberación el año pasado y luego fue directamente destituido. Ella no pudo consultar a un abogado durante casi dos años. Todo está en manos de la Corte Real, que la ha puesto en aislamiento durante un año y ha prohibido sus visitas y llamadas telefónicas semanales. La Corte Real controla de manera excesiva su caso y los de las otras activistas. Así que estamos esperando a que la corte dicte su fallo y luego el nuevo juez se adherirá a eso”.

Este diciembre, los activistas de derechos humanos de Amnistía Internacional han estado trabajando para presionar a los líderes mundiales que asistirán a la cumbre del G20 para que, a su vez, ejerzan presión sobre MBS y el régimen saudí para que retiren todos los cargos contra las 13 mujeres y liberen a quienes permanecen en prisión.

“Esperamos que estos líderes tomen la decisión correcta y estén del lado correcto de la historia”, dice Hashem. “Deben dejar en claro que las cosas no seguirán como de costumbre a menos que se introduzcan reformas significativas de derechos humanos y que los defensores de los derechos humanos sean liberados de forma inmediata e incondicional. Los países del G20 y sus líderes tienen una responsabilidad. Es una responsabilidad histórica y humana garantizar que sus palabras y discursos sobre derechos humanos se traduzcan en acciones, y que presionen a Arabia Saudita para que respete y se apegue a los derechos”.

Haz clic aquí para participar en Escribe por los derechos en México, o aquí para participar en Argentina. Tu contribución podría ayudar a garantizar la liberación de Nassima y la justicia para todas las mujeres que luchan por la igualdad en Arabia Saudita.