Diciembre es un mes especial en Chumbivilcas, Perú. Las mujeres se trenzan el cabello y se ponen sus mejores faldas y sombreros brocados. Los hombres sacan sus pasamontañas más guapos, chaparreras de cuero y se amarran un pájaro muerto a la cabeza. Después, todos (jóvenes y viejos, hombres y mujeres) se reúnen la mañana de Navidad y se agarran a putazos. Takanakuy es una pelea ceremonial que viene de más atrás de tiempos de la colonia Española e incluso más allá del imperio Inca. A falta de prácticamente cualquier sistema de justicia (la policía estatal de Chumbivilcas cuenta con tres oficiales), los lugareños guardan sus conflictos y rencores de todo el año, y los resuelven golpeando en la cara a quienes los hayan ofendido, durante el Takanakuy. Aunque hay quienes se desquitan por problemas legales legítimos, otros pelean por mujeres o por rivalidades estúpidas entre ellos. Muchos simplemente pelean por el gusto de una buena madriza (o porque están borrachos). Pero lo más importante es que lo hacen vestidos al estilo Mad Max de la montaña, como si se tratara de una pesadilla en DMT.
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