La primera vez que vi a Neil Magny en persona no podía creer que fuera un peso wélter. Simplemente era enorme—amantes de los albures, absténganse—y su complexión delgada lo hacía parecer tan largo como un basquetbolista de la NBA. ¿En verdad era este monstruo de 191 centímetros el oponente de Kelvin Gastelum, quien difícilmente llega a los 170 libras?
La fecha es 18 de noviembre de 2015, hace apenas unos meses, y el lugar es la ciudad de Monterrey al norte de México. El UFC se prepara para celebrar su tercer evento en el país—el primero fuera de la capital—y muy temprano hemos llegado al Parque Fundidora para presenciar los entrenamientos abiertos de cara al Fight Night del sábado. Ahí es cuando me encuentro con Magny, quien intercambia risas y sonrisas con todo el mundo en tras bambalinas mientras se venda las manos antes de subir al escenario. Me acerco con el pretexto de saludarlo, pero la verdadera intención es apreciar su tamaño. No cabe duda: el tipo es un gigante para su división.
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No sólo se trata del peleador más alto y de mayor alcance entre los wélter, sino que sus proporciones sobrepasan en muchos casos a los pesos medianos más grandes. Pongámoslo en perspectiva: con 191 centímetros de altura, Neil Magny es tan alto como Luke Rockhold y tres centímetros más alto que Chris Weidman. No sólo eso, sino que con un alcance de 203 centímetros, Magny supera a ambos en este campo. No sé ustedes, pero a mí me parece increíble que un peso wélter tenga mayor alcance que los últimos dos campeones de peso mediano. Si alguna vez han visto a Rockhold o a Weidman en persona, sabrán por qué es tan sorprendente.
“Me encantan los fanáticos de Latinoamérica”, me dice Magny cuando le pregunto acerca de México. “A ellos no les importa de dónde eres, sólo quieren que vengas listo para pelear. Es más, ni siquiera les importa si ganas o pierdes mientras dejes todo en el octágono. En UFC 188 me di cuenta de eso”.
Por supuesto, Neil Magny es mucho más que sólo un wélter gigante. Luchador colegial, mecánico, sargento del ejército estadounidense, alumno de The Ultimate Fighter; éstas son sólo algunas de las pieles que ha usado durante su vida. Además, aunque nunca ha ganado un cinturón, el originario de Nueva York ya dejó su marca en los libros de historia de la promotora. En 2014, Magny cosechó cinco triunfos dentro de UFC, empatando el récord de Roger Huerta (2007) como los peleadores con más victorias en un año calendario. La diferencia está en que al año siguiente Huerta compitió una sola vez (y perdió), mientras que Magny volvió a pelear cinco veces al año siguiente, cayendo solamente en una ocasión ante Demian Maia.
De vuelta al Parque Fundidora. Magny sube al escenario junto con un compañero de equipo y juntos realizan una pequeña rutina de boxeo y lucha olímpica ante los aficionados regios que se han dado cita en el lugar. Terminando la demostración, el gigante desciende la plataforma y va directo a su maleta para producir una toalla. El sudor hace que su cabello brille con las luces de las cámaras y no puedo evitar pensar que se parece a un micrófono.
Después de darle unos minutos para recuperar el aliento, me acerco nuevamente con la seguridad que cualquiera presume cuando porta un pase de backstage.
“Una pregunta, Neil”, le digo como si fuera mi compadre. “Y sé honesto: ¿no estás cansado de que la gente reconozca más tu tamaño que tus propias habilidades?” Pregunta algo hipócrita, lo reconozco, pues ése es precisamente el pilar sobre el que descansa este mismo texto.
“No diría que estoy cansado”, responde con una sonrisa y hablando tan rápido que cuesta entenderlo. “Lo que quisiera es que la gente se diera cuenta de que el tamaño no gana peleas. Puede ser una ventaja, sí, pero no es determinante. Es lo mismo con la técnica, la condición física, la capacidad de absorber golpes; todas ésas pueden ser ventajas, pero en ningún momento ganarán la pelea por ti”.
Sabias palabras, y sabiamente puestas en práctica. Ese sábado lo vimos derrotar a Kelvin Gastelum por decisión dividida ante miles de mexicanos que esperaban otro resultado. Recuerdo estar en la Arena y sentirme apenado al escuchar los abucheos de una gran parte de los fanáticos mientras Bruce Buffer leía la decisión. ¿Qué Magny no se había enamorado del público latino porque no le importaba si ganabas o perdías? Pues resulta que no siempre es así. Por lo menos no esa noche. Por lo menos no en ese lugar. Es triste, pero las cosas hay que decirlas como son. Magny lo hizo evidente en su entrevista en el octágono justo después de su victoria: “Siento que no haya el resultado como el que ustedes querían. Yo sólo quería venir aquí y disfrutar de este deporte”. Así las cosas. Nunca es fácil ser el forastero.
El sábado 19 de marzo Neil Magny volverá a la jaula en condición de visitante. Se enfrentará al temido Héctor Lombard en lo que será el noveno evento del UFC en Australia. Una vez más Magny será el invasor, el extranjero, el que viene a arruinar la fiesta. Lombard será el chico de casa—tan de casa como se puede ser cuando también eres mitad cubano—y el ciclo se repetirá nuevamente.
Héctor Lombard regresa de cumplir una suspensión de un año, y en entrevistas recientes no se ha mostrado muy emocionado por su pelea co-estelar con Neil Magny. El cubano-australiano opina que merece un oponente de mejor ranking y no ha tenido tapujos en decirlo públicamente. Quizá tenga razón, pero en este deporte nunca es buena idea mirar más allá de lo que se tiene enfrente.
Uno de los primeros desplantes de Don Quijote fue el confundir molinos de viento con gigantes. Mucho cuidado deberá tener Lombard en no hacer lo opuesto y confundir al gigante con un simple molino, pues frente a él tendrá a un artista marcial completo con más de una docena de peleas en UFC. No hay oponente pequeño, especialmente cuando se trata de un gigante.