Niños asesinos: el futuro de la guerra contra las drogas


“El Ponchis”, el asesino de 14 años de un cártel.

México está jodido; eso es obvio. Lleva ya un rato así y la violencia que aflige al país desde hace décadas hace de las calles un campo de batalla, uno por el que caminan los cárteles, la policía corrupta, manifestantes inconformes con el gobierno y anarcoterroristas. Niños ejecutados, narcocañones confiscados y 47 mil dólares (600 mil pesos) en recompensas por la cabeza de hackers son sólo algunos de los ejemplos de las locuras que han ocurrido en el país a lo largo del año.

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Hace un par de semanas se derramó más sangre fresca en Morelos, cuando seis personas fueron encontradas muertas junto a la carretera con marcas de tortura y balazos en la cabeza. Entre los muertos estaba un miembro de los zetas y su madre. ¿Quién era este supuesto asesino? José Armando Moreno, un niño de 13 años que acaba de ser detenido por la policía y quien admitió haber estado involucrado en al menos diez asesinatos, tres de los cuales llevó a cabo personalmente.   

A pesar de haber dado esta confesión, Moreno salió libre al poco tiempo porque, en México, asesinar, cercenar y destripar gente está bien siempre y cuando seas menor de 14. Las leyes prohíben el encarcelamiento de cualquier persona debajo de esa edad, sin importar la gravedad del crimen. No me sorprende que los cárteles los estén usando.

Semanas más tarde, Moreno estaba muerto, abandonado junto al cuerpo de su madre en una zanja, y esto no sorprendió a absolutamente nadie. Algunas estimaciones vinculan a aproximadamente 25 mil niños con actividades de los cárteles en 2010, y parece que es una tendencia que no morirá pronto. Piénsalo: si eres suficientemente joven para evitar ir a prisión, no tienes por qué revelar los negocios del cártel para intentar zafarte del problema; son una especie de asesinos preadolescentes con inmunidad diplomática, y se pueden salir con la suya sin importar lo aborrecible de sus crímenes.

Sylvia Longmire es experta en cárteles mexicanos y ex agente especial estadunidense, quien pasó varios años en la frontera con México como consultora en temas de seguridad y cárteles. Platiqué con Sylvia sobre el problema de los jóvenes reclutas, quienes están engordando las filas de Los Zetas y la Federación de Sinaloa.


Sylvia Longmire.

“La mayoría de estos niños son pobres y tienen pocas expectativas en la vida”, me explicó. “Ven el estilo de vida glamuroso y el dinero fácil del narcotráfico y quieren ser parte de eso. Ganan más dinero en una semana por trabajar de vigías, que en varios meses con un trabajo legal, y mucho más de lo que ganarían en un año si matan a alguien”.

Otro joven asesino casi evita ir a prisión en 2011, pues acababa de cumplir 14 años cuando fue arrestado. “El Ponchis“, nacido en Estados Unidos, confesó haber matado a cuatro personas que fueron encontradas colgadas de un puente sin cabeza. El Ponchis, quien aseguraba estar drogado y amenazado por los zetas, saldrá de prisión el próximo año.

“Me sorprendió descubrir que México se rehúsa a detener a delincuentes menores de 14 sin importar la circunstancia”, me dijo Longmire. “Aunque creo que eso tiene que cambiar, en especial debido a lo que estamos viendo en el mundo del narcotráfico, no sé si tendrá un fuerte impacto en el reclutamiento de menores por parte de los cárteles”.


Un policía enmascarado custodiando las llamativas armas de los zetas.

En vista de que reclutar a menores de edad como asesinos no está suficientemente jodido, los cárteles también han decidido perseguir a los activistas en internet que se atreven a quejarse de que sus calles están repletas de cuerpos destazados y decapitados. En febrero, una rama mexicana de Anonymous, Valor por Tamaulipas, abrió una página en Facebook para monitorear bloqueos, balaceras, secuestros y demás actividades de esta guerra contra las drogas en el estado de Tamaulipas. Los cárteles respondieron con una recompensa de 47 mil dólares por sus cabezas.

Hay más de 83 mil muertes relacionadas con los cárteles en los últimos cinco años, y esta coincidencia en los números no es más que un mal presagio para los hackers de Anonymous. Aquellos que quieren sus cabezas mandaron imprimir volantes en los que se ofrece una recompensa por cualquier información sobre los hackers o sus familias, lo que posiblemente lleve a la venganza de un niño de 11 años con una ametralladora. Es probable que los hackers también sean jóvenes, lo que convierte todo esto en un violento juego de niños organizado por personas mayores a quienes la vida de los pequeños les importa un carajo.

Y, como nos enseña el pasado, las amenazas de los cárteles no son amenazas vacías. Las implicaciones de esta persecución de los hackers de Anonymous por parte del cártel son perturbadoras: intentar matar voces sin rostro en internet demuestra lo determinados que están a cortar las malas lenguas. Y para una nueva generación de niños que crecen en un país donde el control de los cárteles es la norma, cualquier método que usen para afianzar su poder son malas noticias. Muchos de los niños en México no son asesinos, eso sería una locura. Pero aunque muchos todavía juegan en las calles con muñecas y catapultas, los niños del cártel tienen sus propis juguetes: no sólo ametralladoras, sino narcocañones neumáticos, lo cuales usan para disparar paquetes de mariguana sobre la frontera, y que son recogidos en Estados Unidos para ser distribuidos.


Un narcocañón encontrado por la policía fronteriza de México.

Narcoequipo con tecnología de punta, asesinos despiadados, un flujo constante de drogas por la frontera y la participación de más y más niños; ¿qué se está haciendo para detener, o incluso amortiguar, la caída del país en este abismo? No mucho, por lo que hemos visto. Enrique Peña Nieto, quien tomó el poder el 1 de diciembre del año pasado, ya fue acusado varias veces de barrer el problema bajo la alfombra, mientras habla sobre su estrategia para participar en la resolución de problemas globales.

Esta manera de ignorar los problemas en su propio patio trasero permite a los cárteles extender el alcance de sus negocios; en particular el Cártel de Sinaloa, que ya cuenta con operaciones en África Occidental, desde donde intenta abrirse paso al mercado europeo. Longmire dice: “Sé que la Federación de Sinaloa está fuertemente involucrada en el tráfico de coca hacia África Occidental, desde donde se transporta hacia Europa a través de Gibraltar”.

Quizá ahora toque el turno a los niños europeos de ser reclutados en las filas de los cárteles. Esto podrá sonar estúpido, pero dar trabajo a pequeños asesinos no pinta bien en el contexto de austeridad europeo. Para países como España, donde el desempleo ha alcanzado al 55 por ciento, ganar dinero fácil haciendo un trabajo para el que no hace falta haber estudiado, seguro suena como algo muy atractivo.

A pocos meses de este 2013, ya podemos empezar a predecir el futuro de los cárteles mexicanos. Su ejército de niños soldados inmunes a prisión aísla aún más a los peces gordo, y ayuda a la expansión hacia nuevos territorios, y acosar a quienes se oponen a su control, por más insignificantes que sean sus quejas, es su manera de reafirmar su poder sobre el país.

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