El Rock ‘n’ roll está muerto —es un reporte fulminante. La muerte vino por el rock en el año 1973, cuando se hizo cool. Esto lo afirmó Lester Bangs, un crítico de música insatisfecho —de la vida real— personificado por Phillip Seymour Hoffman en Almost Famous. Hoffman representa al mentor sabio del joven protagonista, William Miller (Patrick Fugit), que, además de tener el nombre más aburrido e inocente en el periodismo de rock, se apoyaría en los consejos de este y, al mismo tiempo, intentaría llevar la contraria a sus reclamos.
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“Oye, te conozco y no eres cool”, le dice Bangs a Miller más adelante en la película mientras el niño periodista busca un consuelo a sus expectativas heridas y a su corazón roto. Esto es bastante obvio y, sin embargo, Bangs sigue hablando, recompensando a Miller y a los espectadores de esta producción dosmilera casi autobiográfica de Cameron Crowe con un poco de sentimentalismo redentor: “La única divisa verdadera en este mundo en bancarrota es aquello que compartes con alguien cuando no eres cool”.
Antes de seguir, vale la pena recordarle a cualquiera que no lo haga, cuál es el arma de Chéjov en Almost Famous: es Rolling Stone. No es como que uno simplemente le ofrezca a un joven de quince años la oportunidad de escribir un artículo de portada en la revista más importante de cultura y música de Estados Unidos y no la referencie ad nauseum como si fuera el epítome de lo cool. Todos los personajes de Almost Famous hace reverencia a Rolling Stone. Bangs, siempre con la mirada fruncida, pone el ojo aguado incluso mientras la ridiculiza.
Más importante para la película, sin embargo, es que Rolling Stone es el catalizador para el viaje iniciación de Miller: la narrativa de cómo él escribe la historia de portada sobre Stillwater realmente trata sobre cómo su forma de ser no cool termina siendo kriptonita para las mujeres lindas y para las esbeltas estrellas de rock. Mientras más tiempo pasan cerca a él, más sufren los síntomas de la madurez. En la medida en que William Miller se expone al mundo del rock ‘n’ roll, los adultos a su alrededor son obligados a crecer.
El elenco incluye al skateboarder convertido en actor, Jason Lee, como el cantante líder de Stillwater (piensen en Lynyrd Skynyrd), la banda a la que Miller es encargado de cubrir. Por su parte, Lee es una víctima de la burla continua, sea intencional o no. Su contraparte es el guapo guitarrista líder, Russell Hammond (Billy Crudup), cuya única falla en toda la película es cuando lo fuerzan a desarrollar una consciencia. La película se enfoca en el tire y afloje de la jodedera masculina entre ellos dos, relegando a sus compañeros de banda a ser simples extras glorificados. De hecho, el baterista no tiene ninguna línea hasta pasadas las dos horas de película: “¡A la mierda! ¡Soy gay!” Luego deja de hablar, y solo se expresa con el rabo del ojo y sus baquetas.
Por otra parte, el primer manager de Stillwater es interpretado por Noah Taylor, quien es conocido por cortar la mano de Jaime Lannister en Game of Thrones. El segundo manager —”tu manager necesita un manager”— es Jimmy Fallon, justo en medio de sus años en Saturday Night Live. Y puedes notarlo. Su personaje habla como un chico nervioso y sabio: “Yo no inventé los días lluviosos. Yo solamente tengo la mejor sombrilla” y se viste como si su impresión de Barry Gibb hubiera quedado atrapada en medio de una alfombra peluda. La protagonista es Penny Lane, el papel con el que Kate Hudson se lanzó al estrellato, y cuyo nombre real es casi tan absurdo como su nombre de rock. En los ojos del periodista adolescente y del guitarrista líder, ella es la musa ideal, inspirando la escritura de la revista y de la música por igual. Ella sufrirá bajo las miradas, hasta que (finalmente) se vaya para hacer una escapada trascendental a Marruecos.
Aunque Almost Famous se mueve en lo cool —como un producto, un estado de ánimo, una postura— en sí misma no es cool. Intentar lo cool a través de la nostalgia apela a una especie de anhelo que consquistó a los críticos de tal manera que la película terminó ganando el premio al Mejor Guión Original en los Oscars de ese año. Ahora, con lentes transparentes y con marcos de gafas parejos, es fácil ver cómo la presunción de Almost Famous sufre bajo las modas de nuestra propia época.
Ambientado en el poco memorable año de 1973, esta película no sigue al típico Adolescente Incomprendido™, sino, más bien, a un nerd precoz —un poco como un Kevin McCallister con menos estilo— que engaña adultos para que crean en su conocimiento del mundo y su validez como persona. Los adolescentes estadounidenses modernos probablemente no deberían ser protagonistas tan grandes que sin embargo, no previenen a la cultura pop de explotar la idea de “pubertos” propulsivos. Quizá, sin embargo, es solo una cosa de California.
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Vemos que Miller crece en una de esas calles perfectas de California, similar a las de los niños de Transparent, 20th Century Women y Palo Alto — cada uno con una narrativa más reciente centrada en la juventud y sus descontento donde los jóvenes pasean por los suburbios, se pronuncian contra la autoridad y las responsabilidades y cambian su inocencia por patadas. Mientras estos niños son representados con cierta interioridad, alegría inmadura y pesimismo, Miller sigue escuchando a su mamá y persiguiendo a Russel Hammond para una entrevista.
No es ninguna sorpresa que Miller no consuma drogas o se involucre en grandes actos de vandalismo. Sin embargo, sí tiene sexo; en una especie de ritual de seducción de duendecilla de los setenta, él termina siendo acostado (literalmente) por tres “esposas de tour” que están aburridas en Tupelo. Lo involucran en un cuarteto en el que se permite a sí mismo participar, aunque tímidamente. Penny Lane supervisa el libertinaje, cosa que excita a William casi tanto como cuando vio el lavado de estómago de la groupie.
El arco de la historia de Penny termina con su intento de sobredosis de alcohol y Quaaludes. Miller la salva pero no antes de que él confiese su amor por ella y la bese. Penny está muriendo, pero el interés de Miller por el sadismo y rock AM la despierta. En una de las escenas menos sexys del cine, los ojos de Miller se vuelven lujuriosos mientras Penny vomita los sedantes.
La hermana mayor de Miller, interpretada por una Zooey Deschanel joven, quien enfatiza sus líneas como si estuviera hablando en tipografía Impact, explícitamente le dice a su hermano: “Un día vas a ser cool”. Aproximadamente dos décadas después, Almost Famous sigue rompiendo esa promesa. La película es una brillante representación de un estilo de vida notablemente desastroso. Pero, incluso con la cálida escena de “Tiny Dancer” y toda la historia del rock ‘n’ roll, Almost Famous, como Stillwater mismo, se estanca en amor propio y miradas al ombligo musical.
Una reliquia cultural para millennials. Si viste la película cuando eras un niño, sabes que todo sale y termina bien para William Miller. Él crece para convertirse en Cameron Crowe, quien, en el futuro, dirigirá una película de sus días como periodista musical y lo bueno que fue ese momento cuando todo era cool incluso cuando realmente no lo era.