Así imagina Rober Bodegas sus ocho horas perfectas

Todas las imágenes cortesía de Rober Bodegas

Rober Bodegas es un intelectual inclasificable. Guionista de series de televisión, actor de blockbusters, dramaturgo de éxito, con su obra Pantomima Full, monologuista de stand-up comedy en el Broadway madrileño… etiquetarle es imposible, a no ser que la etiqueta usada sea la de “persona que se pasea en pitos”.

Sí, podemos que decir sin miedo a equivocarnos que Rober Bodegas es eminentemente eso: un artista que no precisa envoltorio, que regala la vista con su torso desnudo y su Ohio al aire.

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VICE: ¿Cómo comenzarías el día de tus ocho horas perfectas?
Rober Bodegas: Mis ocho horas perfectas empezarían nada más levantarme, a las dos de la tarde, con un cóctel (o varios), con mis colegas, a poder ser en un velero, pero una playa tranquila también vale, bañito de por medio. Luego seguirían con un arroz caldoso de marisco… suena todo muy guiri, lo sé, pero sería en sitios de la polla, no en sitios con fotos de paellas cutres.

¿Cómo es “un sitio de la polla”? ¿Nos lo puedes describir?
Un sitio que no sea como los bares de Huertas con fotos de paellas cutres. Sitios de la polla son sitios a los que según llegas dices: “joder, este sitio es la polla”. La gente que hay es guay, te atienden rápido y muy amablemente, la música mola y te cobran menos de lo que esperabas. También es importante que entre cosa y cosa pase alguien, me vea y diga: “puto Bodegas, ¡qué bien vive!”. Una de esas veces podría decirlo un loro en vez de una persona. Un loro desconocido. Un loro que ha investigado para saber quién es ese chaval que vive tan bien.

Es importante que alguien me vea y diga: “puto Bodegas, ¡qué bien vive!”. Una de esas veces podría decirlo un loro en vez de una persona

¿Y después de comer?
Bien de sobremesa, licor café. Importante que pasen chicas de vez en cuando. Y tíos horteras para criticar. También que pase mi familia para saludarla cinco minutos porque no la voy a incluir en todo este rato y queda feo. Yo creo que en este punto llevamos unas tres horas. Muy cerca del restaurante para no perder tiempo habría un concierto o un festivalillo pequeño, que se pueda andar bien.

¿Para qué quieres que pasen tíos horteras por delante?
Bueno, era un poco por no hablar solo de las tías. Ese rato de sobremesa que igual no hay mucha conversación por la modorra de la comida, siempre da juego. Y que los tíos horteras se liguen a las tías. Y culparles a ellos de mi fracaso como seductor. Odiar también es divertido.

Vale, entre pitos y flautas has consumido ya tres horas. Sigamos.
Pues eso, habría un concierto de un grupo al que le quede bien el sol, Woods, Wilco o algo del estilo, no tiene porque empezar por uve doble. En este concierto estaría guay encontrarse en un corrillo a todos mis artistas de referencia y poder saludarlos, directores, escritores, todos juntos.

Un masaje, un baño de espuma, leer en una hamaca, acariciar a un perro que huele genial, un trozo de pizza y una birra fría

¿Y quiénes serían esos artistas de referencia a los que querrías saludar?
Es que ayer tuve ocho horas perfectas de diez a seis de la mañana. Y hoy he ido a currar a las nueve y tengo función por la noche. Estoy roto. No sé quiénes son mis artistas de referencia, solo quiero echarme una siesta y ya es la hora de la merienda. Aunque me viene a la mente Zack Galifianakis con Will Ferrell y Louis CK, que aceptaría en plan: “No debería, pero…”

De acuerdo, estabas entonces en medio de un concierto.
Sí, y me gustaría que hubiera un segundo concierto. De un grupo jaranoso, puede ser desde Caribou hasta Pony Bravo pasando por Major Lazer, me adapto. Unos buenos bailes y unas copas. En este concierto daríamos con un grupo de gente también jaranosa y habría bastante cachondeo. Tal vez se pusiese a llover mucho de repente para poder nadar en los charcos.

Y, probablemente, volverías en autobús de ese concierto.
Sí, un bus en el que se lía parda. Colgándome de las barras y cantando Ella (tu piel morena) de Viceversa. Algo así.

Un corrillo con todos mis artistas de referencia, Zack Galifianakis, Will Ferrell y Louis CK, que aceptaría en plan: ‘No debería, pero…’

Te quedan aproximadamente tres horas.
Me liaría con alguien en una habitación de la hostia. Entre ir y volver ya solo quedan dos horas y media. Las dedicaría a pequeños placeres, como si me hubiesen regalado la smartbox definitiva: un masaje, un baño de espuma, leer en una hamaca, acariciar a un perro que huele genial, un trozo de pizza y una birra fría. No sé cuánto queda.

No demasiado, estás a punto de agotar tu tiempo.
En algún momento tendría que ver a alguien pegarse una hostia muy tonta. Más o menos como esta.Y actuaría con un público entregado que me ríe los chistes más negros ese ratito y luego me pondría unos zapatos que me hacen daño para poder quitármelos, que siempre da gustito, me tumbaría en la cama y subiría los highlights de las ocho horas a Instagram. Alguien de una revista lo vería y me ofrecería otras ocho horas perfectas para hacer un reportaje. Todo estrategia.