SEXO – EL OLOR DE UNA VAGINA
Mientras camino por el sur de Manhattan, de mi oficina en Soho al departamento de mi amigo con beneficios en Chinatown, atravieso por muchas experiencias multiculturales. Están esas luces de colores llamativos colgadas en la Pequeña Italia, las cuales acentúan los tonos rojos y blancos de los manteles cuadrados, y los quesos en las vitrinas. En Chinatown, hay cajas con especias desconocidas y mercados repletos de contenedores de plástico con criaturas del mar que todavía se retuercen. Pero no todos los peces están vivos, algunos descansan sobre una cama de hielo mientras se empiezan a descomponer. Al tiempo que camino por el mercado de pescado mi cara se retuerce con la clásica mueca de asco, y no sólo por el olor. Los chistes sobre cómo “la vagina huele a pescado” vuelan por mi cabeza (“La vagina de tu novia huele a atún Bumble Bee”. Riff Raff) y me encabrono. Hirieron los sentimientos de mi vagina.
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A favor de Riff Raff, debo decir que hay algo de verdad detrás de todo este asunto. Cuando las bacterias naturales crecen demasiado en la vagina, liberan unas aminas que huelen un poco a pescado. Si hay algo mal allá abajo, algo como una infección vaginal, entonces empieza a oler un poco chistoso, como a fermentación. Si hay un problema muy jodido allá abajo, necesitas ver a un doctor pues podría tratarse de una infección más seria, y quizá debiste haber usado un condón la semana pasada. Pero si te bañas regularmente (la vagina se limpia sola, pero mojarla con un poco de agua con jabón no hace daño), cuando la vagina huele, es sexy. Un mar de deliciosas feromonas que supuestamente nos excitan.
Me encanta el olor de mi vagina. De hecho, cuando estoy ansiosa meto mis manos a mi ropa interior y después las pongo contra mi nariz y empiezo a inhalar intensamente. Es broma. Pero hablando en serio, creo que mi vagina huele increíble y mis parejas sexuales opinan lo mismo. También, en mis encuentros con el mismo sexo nunca he encontrado una con un olor ofensivo. Si un güey me dijera que me diera un baño antes de darme sexo oral, le diría: “¿Qué te parece si tú te la jalas en la regadera mientras piensas en One Direction? Porque los dos sabemos que eso es lo que prefieres”. Claro, la pepa no huele a Chanel No. 5 (bueno, quizá la de Angelina Jolie sí, y eso es lo que Brad intenta decirnos en esos anuncios bizarros), pero tampoco huele al mercado de mariscos. Huele a vagina, como debería.
Y por cierto, después de pasar todo el día junto a un par de bolas sudadas y un ano, el pene tampoco huele a rosas. Escuchamos más raps sobre las pepas malolientes que los penes, porque las mujeres somos criaturas mucho más educadas y respetuosas.
DROGAS – TOMA LSD CON PERSONAS CERCANAS
Un viernes por la mañana en agosto de 2008, un voluntario de la campaña de Obama tocó la puerta de mi mejor amigo. Yo acababa de regresar de mi verano en Europa y estaba pasando el fin de semana con ella antes de regresar a la escuela. La noche anterior habíamos tenido una fiesta y yo había tomado ácidos por primera vez, varios de esos cuadritos, colocados en mi lengua por un peludo invitado. Doce horas más tarde, mi amiga y yo seguíamos en el viaje. Abrimos la puerta y nos encontramos con un voluntario lleno de energía quien nos entregó unos volantes y nos preguntó si Obama tenía nuestro voto. No pude más que verla en silencio porque parecía una pintura de acuarela, la calle parpadeaba y todo me distraía. Me habría gustado poder decirle que si supiera la cantidad de LSD que bailaba en mi cerebro a las diez de la mañana, no estaría tan preocupada de que fuéramos republicanas. El voluntario eventualmente se alejó de este par de simios drogados, nos olvidamos del encuentro y fuimos a la cocina a lavarnos las manos con un mango.
Ese viaje de ácido me dio una mayor introspección personal que una sesión con Oprah. Me miré en el espejo (algo que siempre hay que hacer con mucho cuidado después de tomar LSD) y odié mi pelo oxigenado. Vi cómo mis raíces oscuras se asomaban, me vi a los ojos y juré dejar de pintarme el pelo. Pensé en la insignificancia de mi peso en comparación con la masa del universo y me di cuenta de lo estúpido que era obsesionarse por una fluctuación de tres kilos. Superé la bulimia, en parte, gracias a ese viaje. Pasé mucho tiempo viendo una telaraña y me di cuenta de la belleza de las facetas diarias de la naturaleza, y hasta el día de hoy no puedo destruir una telaraña. Como dicen, una vez que abres tu mente, es difícil cerrarla.
Este viaje fue con una persona querida. Corrimos por el bosque y nos echamos sobre unas alfombras súper cómodas y fue increíble. En otra ocasión, lo hice con un grupo de personas un poco cuestionable, a punto de enfermarme, mientras me bajaba y súper constipada. Estuve ansiosa todo el tiempo y no podía dejar de pensar en la caca y lo asqueroso que eran los cuerpos. Por eso siempre toma ácido en un ambiente cómodo y estando en un buen estado de ánimo. Para citar al abuelo del LSD:
“El ácido no es para todos los cerebros… Sólo los saludables, felices, enteros, apuestos, esperanzados, alegres y veloces deben buscar estas experiencias. Este elitismo es completamente autodeterminado. A menos que te sientas seguro, tengas dirección y seas selectivo, por favor abstente”. Timothy Leary
ROCK ‘N’ ROLL – RARE TIMES
Cuando veo pornografía siempre me salto las tramas estúpidas y voy directo a la acción. Me gusta que mi porno sea tan sucio como la ropa interior de Andrew W.K; una manera de disfrutar de actos sexuales que me daría demasiado miedo intentar en la vida real. Comparto mis preferencias pornográficas porque Rare Times sabe lo que es compartir un espacio repleto de gente cogiendo; los chicos angelinos grabaron su primer EP, Missionary, en un almacén lleno de estudios porno.
Rare Times fue creado por Anthony Calonico y Alex Talan. Acompañados del percusionista Chris Parise y el guitarrista Marcus Andersson, casados con lados opuestos del espectro, Anthony empezó como pianista de jazz y compositor, mientras que Alex trabajaba en producciones electrónicas. Su video para “No One’s Looking Out” muestra su lado más sucio, pero sin estas imágenes, el EP suena más como la relajante posición sexual de su título: Missionary. Quizá la dualidad de sus pasados musicales le permite a Rare Times sentirse sucio, pero acogedor a la vez.
Si lo haces bien, como hacen los de Rare Times, el misionero no es aburrido. Es como atrapar gotas del sudor de tu amante con la lengua. Es lo que quieres después de tomarte unos martinis en una esquina oscura del bar de un hotel, con alguien a quien no quieres dejar de mirar a los ojos. Desde esa aceituna entre mis dientes, pasando por el taxi camino a casa, para terminar con el sobre mí, quiero escuchar este EP todo el camino.
Missionary saldrá el 25 de febrero. Ahora ve el video de “No One’s Looking Out”.