A la Ribera Occidental y la Franja de Gaza han viajado tantos fotoperiodistas que, a estas alturas, las penurias de los palestinos se han convertido en un predecible subgénero, con sus propios y manidos clichés: hombres jóvenes arrojando piedras, manifestantes gritando y ondeando banderas, niños caminando entre escombros, puntos de control, explosiones de cohetes, fuerzas armadas israelíes derribando puertas y, por supuesto, el muro. Es éste un ejemplo de algo tan profusamente documentado que uno ha de preguntarse si la saturación informativa no nos habrá hecho insensibles a la gravedad de la situación.
El nuevo libro de Linda Forsell, Life’s a Blast, no incurre en gastados lugares comunes. Las 101 fotografías que contiene, en formato cuadrado e impecablemente compuestas, se hicieron a lo largo de una serie de viajes a la zona entre 2008 y 2010, y de algún modo Linda ha logrado encontrar un modo diferente, más humano, de contar esta historia ya conocida. No se reduce a palestinos e israelíes, a víctimas anónimas y ocupantes fuertemente armados. No; en vez de eso, las actividades normales y corrientes del día a día funcionan como un prisma que refleja el aplastante peso de un conflicto que parece interminable. Las imágenes de violencia son sutiles, y eso las hace más aterradoras; el maniquí de una tienda con la mandíbula arrancada, o un niño pequeño dibujando a lápiz una casa, figuras de palo y un tanque.
Intercaladas entre las fotos hay breves historias, también obra de Linda, basadas en los años de conversaciones con palestinos e israelíes, y que subrayan la venenosa atmósfera que han creado décadas de conflicto armado. Linda escribe sobre una calle en Hebrón donde los colonos tienen fama de mear desde los tejados sobre los palestinos que pasan por debajo. “Cuando voy a mi escuela, me siento entre dos colonos”, explica un palestino en otra de las historias. “Los dos llevan metralletas. Siempre nos ofrecemos té entre nosotros, si lo tenemos, pero ninguno acepta”.
Se puede decir que Life’s a Blast es un buen argumento sobre por qué los fotógrafos que cubren el conflicto deberían dejar reposar la cámara un rato y reflexionar sobre cómo podrían contar esta historia de maneras más impactantes. Por ahora, dejaremos que sea Linda quien les dé una pista con esta breve selección de lo que hay en su libro.