Desde hace más de un año, cada vez más ciudades, empresas y países enteros anuncian la aplicación de prohibiciones sobre el uso de pajitas y otros productos desechables de plástico. Starbucks fue una de las primeras cadenas en comprometerse a eliminar las cañitas de plástico de sus 28 000 establecimientos para el año 2020.
Poco después, McDonald’s hizo una promesa similar —al menos para sus establecimientos del Reino Unido e Irlanda—, y algunas aerolíneas, cadenas hoteleras y compañías de cruceros también se han pasado a opciones más sostenibles.
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Sin embargo, la muerte de una mujer de 60 años debido a un accidente con una pajita de metal ha provocado que un forense británico publicara una advertencia respecto al uso incorrecto de las pajitas metálicas. Según el diario británico The Telegraph, Elena Struthers-Gardner sostenía un “recipiente de estilo Mason jar” cuando perdió el conocimiento en la cocina de su casa en Dorset, Inglaterra. La mujer cayó hacia delante y la caña de metal de 35 cm, que sobresalía de la tapa de rosca, se le clavó en el ojo izquierdo, le perforó el cerebro y le dañó el tronco encefálico.
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“Fui a la cocina y vi a Lena tumbada bocabajo en el umbral, entre el salón y la cocina”, escribió en su declaración su mujer, Mandy Struthers-Gardner. “Emitía unos gorgoteos muy raros. El tarro de cristal estaba en el suelo, intacto, y la caña seguía metida en la tapa. Entonces vi que la tenía clavada en la cabeza. Llamé a Urgencias y pedí una ambulancia”.
Los servicios de Urgencias la llevaron al Hospital General de Southampton, pero debido a la gravedad de las heridas, la mujer murió al día siguiente. Si bien el ayudante del forense del condado de Dorset, Brendan Allen, no pudo determinar la causa de la pérdida de conocimiento, sí estableció que la muerte se debió a una lesión cerebral traumática.
Mandy Struthers_Gardner dijo que Elena, exjinete, tenía problemas de movilidad a causa de un accidente que sufrió montando a caballo a los veintitantos años, y que debido a ello a veces perdía el conocimiento. “Estas cosas son demasiado largas y resistentes en manos de personas con movilidad reducida como Elena, o de niños, o incluso de personas sin discapacidad que tropiecen”, escribió. “Aunque no acaben con la vida de alguien, pueden ser muy peligrosas”.
Allen parecía coincidir con ella, y sugirió que no se usaran pajitas de metal con recipientes con tapa fija o de rosca. “Claramente, hay que usar este tipo de pajitas con sumo cuidado”, dijo. “Si alguien tropieza y la caña está apuntando en la dirección equivocada, puede producir lesiones graves. En este caso, el principal problema ha sido la tapa, ya que si no hubiera estado puesta la pajita se habría desplazado”.
Después de leer esto, seguramente nos pasaremos a las pajitas de papel o de silicona blanda.
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