Llevamos más de un año disfrutando y aprendiendo de la fotógrafa Daniella Benedetti. A estas alturas, luego de trabajar con ella en la producción de editoriales de moda y reportajes en la calle, no tenemos duda de que Dani tiene una mirada como pocos. Por eso le pedimos que dejara su cámara y nos prestara sus ojos para descubrir talentos emergentes de la fotografía global. Desde hoy, este será el espacio donde ella deja su cámara y se vuelve observadora; una fotógrafa que mira a través de los ojos de sus colegas. Bienvenidos.
Me encantan las fotos catárticas. Esas fotos en las que uno lo deja todo: la piel, el corazón, las pasiones, la prudencia, los miedos, las inseguridades… Son fotos que sanan, que cuentan lo que muchas veces no se puede contar con palabras, que no son una opción, sino una necesidad.
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Eso es lo que siento al ver la serie de autorretratos de Paola Rojas, ¿Cómo pinto la piel? En sus imágenes se revelan inquietudes sobre el erotismo y el misterio del cuerpo femenino. También se hace evidente la búsqueda de ese mismo cuerpo, la tensión que esta conlleva, y las ganas de aceptarse, reconocerse, dejar atrás los complejos y, finalmente, reconciliarse con él.
En ¿Cómo pinto la piel?, el cuerpo se vuelve una metáfora de lo imperfecto. Me gustan los pelos negros sobre la piel blanca, las estrías sobre las nalgas, los poros erizados, las cicatrices, los pezones morados debajo de la sabana… son ellos los que me aterrizan a la realidad, me hablan de ella y no de cualquier otro cuerpo.
Creo que cuando una persona se hace autorretratos los hace por dos motivos principales: primero, como herramienta (a veces quieres tomar una foto y no tienes a quién retratar, entonces te la haces a ti mismo); segundo, como reflejo de algo que quieres decir, de algo profundo que quieres mostrar, de la necesidad de ser.
Intuyo que aquí se juntan estos dos motivos. Digo intuyo, porque lo poco que sé de este talento colombiano lo averigüe durante una breve llamada telefónica. Sé que tiene 20 años y un imaginario visual envidiable. Como no la conozco personalmente, me la imagino melancólica, meticulosa, obsesiva… Tal vez hasta tímida. Tengo que confesar que me encanta imaginarme a las personas, me da morbo querer saber cómo son, qué piensan y qué sienten. Intento descifrar sus códigos, sus voces, sus palabras, sus muletillas, y reconstruir la persona que quiero que sean. Algunas veces cuento con suerte y me acerco a lo que son. La verdad es que no sé cómo sea Paola, pero sí sé cómo son sus fotos. Y me gustan, me excitan, me satisfacen, me dan ganas de ver más fotos, de hacer más fotos.
Además de reseñar fotógrafos latinoamericanos para VICE, Daniella hace sus propias fotos. Puedes verlas por aquí y ver más del trabajo de Paola aquí.