Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.
“Los búhos no son lo que parecen”.
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Fue la advertencia críptica pronunciada por el Gigante en Twin Peaks, que resuena inquietantemente en toda la serie surrealista creada por David Lynch y Mark Frost. Sin embargo, para el ilustrador y autor Mike Clelland, estos pronunciamientos psíquicos suenan especialmente ciertos. Durante la última década, ha trabajado incansablemente para catalogar los avistamientos paranormales de estos esponjosos depredadores.
Como el autodenominado “sujeto de los búhos” entre los estudiosos del fenómeno ovni, Clelland se ha convertido en el principal exponente, logrando teorizar una conexión entre los búhos y los encuentros con extraterrestres. Su libro sobre el tema, The Messengers (Los mensajeros), es una colección de anécdotas de personas que afirman haber tenido experiencias paranormales con estas aves ominosas.
Todo comenzó después de que Clelland observara a un grupo de búhos dando vueltas en el aire durante una hora completa cuando se encontraba de campamento en 2006. Familiarizado con un supuesto vínculo entre los búhos y los ovnis, Clelland intuitivamente sintió que había algo místico, sobrenatural o incluso de carácter extraterrestre sobre estos animales. Consternado por los eventos, Clelland eventualmente relacionó los avistamientos de búhos con sus propias experiencias perturbadoras de abducción alienígena, lo que lo impulsó a publicar una invitación para que las personas le enviaran anécdotas extrañas sobre búhos en su sitio web.
Para su sorpresa, las historias llegaron a raudales, vinculando a las aves con ovnis, abducciones, “pérdidas de tiempo” y otros fenómenos extraños. Mientras tanto, los búhos comenzaron a manifestarse ante Clelland “en una ráfaga de eventos extraños”: volando a su mismo nivel antes de alejarse mientras él andaba en bicicleta por su pequeña ciudad de Idaho. Ahora ha recopilado miles de reportes, con al menos uno diario en su bandeja de entrada.
“Que la gente esté teniendo experiencias que implican contacto con algún tipo de inteligencia no humana es bastante extraño”, escribe Clelland en su libro. “Añadir búhos a la mezcla lo hace aún más raro. Como si estuviera actuando en un escenario, el búho juega un pequeño papel en el gran teatro. Su papel es un acertijo que pide a gritos ser resuelto”.
Pero parece que Mike Clelland no está tan cerca de resolver este acertijo, aunque tiene algunas ideas.
Admitiendo que su hipótesis del búho va “más allá de los límites del mainstream de los ovnis”, insiste en que algunos “sabiondos” han cambiado su manera de pensar después de escucharlo hablar en sus conferencias.
“He tenido mis propias experiencias directas y algunos las llamarían abducciones por ovnis”, contó Clelland a Motherboard en una entrevista telefónica. “Es un término que uso todo el tiempo, pero no es el término correcto, porque es más extraño que eso: es algo que nos elude, algo más misterioso”.
Antes de los búhos, las propias experiencias de Clelland incluyen despertarse en su pequeña casa en Maine, a los 30 años, y encontrar una luz brillante inundando su dormitorio y “cinco extraterrestres delgados” parados en su patio, iluminados por una única forma redonda. Al principio lo descartó como un sueño, pero no se parecía a ningún otro sueño que hubiera tenido antes: extremadamente vívido y acompañado por una sensación incómoda de realidad distorsionada, un hecho tan común que los ufólogos lo han apodado el Factor Oz. Fue un evento que volvería a ocurrirle en dos ocasiones más.
Descendiendo frenéticamente por este abismo de teorías, Clelland esperaba encontrar uno o dos artículos de revistas sobre el tema. En cambio, descubrió un “pozo sin fondo de extrañeza”, donde los búhos parecían estar “entrelazados con la experiencia ovni” como un hilo muy fino. Con su investigación, sintió que estaba tirando de ese hilo y cayó aún más por el abismo.
Entre las historias extrañas de su libro se encuentra el testimonio de Ron Johnson, un asistente habitual a la conferencias sobre ovnis que afirmó haber sido visitado por extraterrestres en su casa y que notó un flujo constante de búhos en el pórtico de la casa de su madre. Uno en particular observó a Johnson cuando salió a trabajar y permaneció posado en la misma rama cuando regresó ese mismo día. En una ocasión, cuenta Johnson, sintió un inexplicable deseo de salir de su casa en medio de la noche y cuando lo hizo, encontró un búho de un metro de alto parado en su entrada, esperándolo para intercambiar miradas.
Estos “búhos increíblemente grandes”, como los llama Clelland, son una ocurrencia regular: en uno de los testimonios, una persona que prefirió mantener su anonimato afirmó haber visto un ovni y luego, poco después, detuvo su automóvil y fue recibido por un búho de un metro de altura con una envergadura lo suficientemente grande como para cubrir la parte delantera del chasis de su vehículo. Clelland señala que incluso los búhos más grandes no deberían alcanzar ese tamaño.
De igual manera, uno los archivos del investigador de ovnis y colega entusiasta de los búhos Håkan Blomqvist incluye una historia desarrollada en Sorbo, Suecia, en el verano de 1966. Dos hombres que viajaban en motoneta se detuvieron para ir al baño y, cuando lo hicieron, notaron un búho sentado en un poste cercano a la carretera. Poco después afirmaron haber visto una nave grande y plateada, flotando a 150 metros sobre el suelo. Cuando aterrizó, parecía que unas extrañas figuras humanoides se movían en su interior.
Entre las numerosas anécdotas, Clelland me cuenta que algunas de las experiencias más comunes tienen que ver con la “pérdida de tiempo”. Las personas que le han enviado testimonios se detienen a admirar un búho y, cuando terminan de hacerlo, se dan cuenta de que han pasado horas. Una teoría es que estas apariciones de búhos podrían ser “recuerdos falsos”: visiones implantadas psíquicamente en las que los búhos son simplemente sustitutos disfrazados. La terapia de regresión hipnótica presuntamente revela algo mucho más extraño en su lugar.
De hecho, son tan comunes que, según Clelland, cuando mencionó el fenómeno de los búhos al ahora fallecido y veterano investigador de abducciones alienígenas Budd Hopkins, ponía los ojos en blanco y decía que las historias estaban en todas partes.
No todos los reportes de su libro presentan una supuesta conexión extraterrestre, aunque ese tipo de historias abundan. Algunos, en cambio, apuntan a un vínculo místico aparentemente inaprensible, como las advertencias premonitorias o el despertar espiritual de una persona.
Sin embargo, Clelland evita concluir que los búhos están cumpliendo las órdenes de los extraterrestres. “No creo que los ocupantes del ovni estén presionando un pequeño botón, diciendo: ‘Llamando a todos los búhos, desplácense a este lugar para darle a esta persona una experiencia psíquica’”, dijo. “Creo que sucede de una manera mucho más mística y con más capas”.
Ese presentimiento místico se encuentra en toda la cultura contemporánea y en ocasiones también está relacionado con los extraterrestres. Algunos teorizan que los enigmáticos búhos de Twin Peaks fueron influenciados por un encuentro con este animal incluido en el influyente libro de abducción alienígena de Whitley Strieber, Comunión. (Ni Mark Frost ni David Lynch respondieron a una solicitud de comentarios). Y el traumatizado viajero del tiempo de Matadero cinco, Billy Pilgrim, recibió una advertencia de un búho cuando fue secuestrado repentinamente por un platillo volador del planeta Tralfamadore.
Si nos remontamos más atrás en la historia, muchas culturas han presentado a los búhos como criaturas de importancia espiritual, ya sean presagios de fatalidad y muerte, o símbolos de riqueza y sabiduría, como ocurre con el vahana de la diosa Lakshmi, o Atenea. También está Stolas, el Gran Príncipe del Infierno del Ars Goetia, que es parecido a un búho, y enseña astronomía y posee conocimientos sobre hierbas, plantas y piedras preciosas. En Deuteronomio se instruye a los lectores a no comer búhos y también son mencionados en otras partes de la Biblia. Las culturas nativas americanas atribuyen numerosas propiedades espirituales a los búhos, que van desde los malos augurios hasta las profecías, la visiones, la comprensión y la protección.
Sin embargo, a menos que seas un roedor, su reputación como presagios de la muerte es quizás injusta, dice Leigh Calvez, divulgadora de las ciencias naturales y autora de The Hidden Lives of Owls (La vida secreta de los búhos). Al comer hasta 1.500 roedores al año, los búhos ayuden a proteger a las personas de enfermedades como la peste.
“Si no los tuviéramos, estaríamos en problemas”, contó Calvez a Motherboard.
Sin embargo, Calvez reconoce que los búhos tienen una cualidad mítica. En la introducción de su libro, detalla las vastas diferencias en la percepción: desde las plumas de búho que se colocan en talismanes protectores en Mongolia hasta asociaciones de abundancia material para los ainus en Japón. Calvez dice que el chillido de una banshee podría atribuirse a los búhos comunes, ya que les gusta cazar de manera nocturna en espacios abiertos como cementerios. Cuando los escuchas ulular, la teoría es convincente.
Incluso los conquistadores más infames de la historia no están libres de la influencia de los búhos: se dice que el ulular de esta ave predijo la muerte de Julio César y Augusto en la antigua Roma. Sin embargo, en el caso de Genghis Khan, un búho pudo haberlo rescatado de sus perseguidores. “Todo el espectro de la emoción humana se proyecta sobre estas criaturas”, agrega Calvez.
Cualesquiera que sean sus habilidades para proteger o matar al emperador, hay algo cautivador en estas aves. A pesar del folclor y el misticismo, son criaturas notables, con rostros en forma de antena parabólica perfectos para cazar por el sonido, y ojos poderosos, largos y tubulares que están fijos, de ahí que deban girar sus cabezas para cazar.
Lamentablemente, ningún ornitólogo quiso hablar con Motherboard sobre la tesis de Clelland, aunque uno, quien no quiso ser identificado, dijo que los mitos y el folclor están directamente relacionados con la conservación: cómo percibimos a estos animales se relaciona con cuánto queremos ayudarlos.
Dadas sus características inusuales, una opinión escéptica podría ser que los búhos, en pocas palabras, son raros. A menudo, pero no siempre, tienen ojos realmente grandes, aparecen principalmente de noche y hacen sonidos muy extraños. Un vistazo rápido a estas aves cuando no tienen plumas demuestra sus cualidades parecidas a las de un supuesto extraterrestre gris.
Pero, ¿es suficiente para desestimar la “pérdida de tiempo”? ¿o las asociaciones místicas y la sensación de maravillosa profundidad provocada por estas criaturas enormemente simbólicas? ¿o sus cualidades arquetípicas arraigadas en el inconsciente colectivo… o algo así?
Cualquiera que sea el caso, Clelland dice que su aprecio por las aves solo ha aumentado. Aunque puede que no esté mucho más cerca de resolver su rompecabezas personal, una cosa es segura: si tienes una historia sobre búhos, está dispuesta a escucharla.