“La izquierda siempre ha pensado que la cultura debe propagar su pensamiento político y yo eso lo considero como una especie de adoctrinamiento. No creo que debamos enseñar a la gente, no creo que alguien por haberse estudiado y leído ‘El Capital’ sea buena persona y, por eso, no creo que esté por encima para decir lo que tiene que hacer. Se puede hacer rap político sin decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal”.
Lo decía C. Tangana en una entrevista con El Mundo en 2015. Acababa de publicar el 10/15, el que en el artículo se decía que era su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Aún no había firmado “el contrato más caro del gremio”. Aún no había limo en la que llorar ni abrigos de Loewe, pero parece que el madrileño predecía (o anunciaba) lo que vendría después. Hacer rap político sin decir, o no al menos de manera explícita, lo que está bien y lo que está mal.
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Repasemos la cronología de los hechos. C. Tangana, Bad Gyal y Yung Beef participan en la conferencia de prensa de apertura del Primavera Sound. Pucho invita a Sofía de Grecia a comerle los cojones y dice que la Monarquía es un robo y que debe desaparecer, al igual que la democracia representativa. Y les da un titular bien jugoso a los medios generalistas.
“Este beef no es solo un beef, no es una medida de polla al uso entre dos raperos: es un debate ideológico y ahí reside su valor”
Las redes, sin embargo, van un paso más allá. Se dividen entre ser de Yung Beef y ser de Tangana. Porque, además de sobre la Monarquía, en la conferencia de apertura del Primavera se habla de la industria musical, de majors y de contratos. Se habla de si es es más inteligente, más lícito o más respetable darle continuidad a un sistema que se basa en la explotación del artista y en su conversión en producto o en romper con su yugo y sus condiciones.
Semanas después Tangana lanza “El Rey soy yo/I feel like Kanye“. En la imagen del vídeo luce un chandal con la bandera rojigualda de María Ke Fisherman, incitando quizá a los argumentos fáciles que le acusan de facha, como ya hiciera en el beef contra el Nega sentándose bajo el monumento de Calvo Sotelo en Plaza Castilla.
Pero lo mejor del vídeo no es el chándal ni la provocación (fácil, como el tacharle de facha o de cuñao) de vestir de rojo y amarillo. Lo mejor es la descripción. En ella C. Tangana invita a sus seguidores a perderle el miedo al poder. Dice así: “Me gustaría vivir rodeado de reyes en vez de rodeado de siervos (…) Tú no quieres ser el rey porque te da miedo el poder, prefieres que el rey sea otro. Te da miedo porque te obliga a asumir la responsabilidad de lo que haces y dices. El poder te da miedo porque te hace responsable de tus desgracias. Es más cómodo que sean los poderosos los que tienen la culpa, en vez de tú, pobrecito, que no puedes hacer nada.”.
Pero, ¿quién es el rey entonces? ¿C. Tangana, que no ve posible la destrucción del sistema de producción tal y como lo conocemos y decide aliarse con él y ser un reyecito más o Yung Beef, que aboga por mantenerse al margen de la industria dominante en la medida que el propio sistema se lo permite? En su vídeo “La república eres tú/ I feel like Kylie“, Ernesto Castro cuenta que Tangana le había pedido consejo para hacer un texto deslegitimando a la institución monárquica. El filósofo le responde que, precisamente, las teorías más potentes que legitiman la monarquía vienen de algunos anarcocapitalistas contemporáneos, una ideología con la que Tangana coquetea.
En este beef C. Tangana está haciendo lo que dijo en 2015 que iba a hacer: rap político sin apariencia de rap político. Canciones con mensaje sin apariencia de canciones con mensaje
Castro le dice, además, que su mensaje es antropológicamente muy cierto (el miedo al poder) pero políticamente muy tonto. “Es un poco tonto llamar a la gente a creerse los reyes, como si los problemas a los que nos enfrentamos, tanto individual como colectivamente, se pudieran resolver a fuerza de creérselo.
La gente puede hacer cosas para cambiar su situación, pero en ocasiones el primer paso para la acción no consiste en creerse con el poder de un Rey sino en reconocer que uno en solitario es impotente y que tan solo a través de la ayuda y el cuidado de los demás podemos hacer algo”, afirma. Y ahí entra, de nuevo, el sindicato de artistas de Yung Beef.
Pero, volviendo a la cronología de los hechos, después del vídeo en el que Tangana se sentía como Kanye, Yung Beef publica un tema en el que dice sentirse como Kim. Y en él contradice de nuevo las premisas del madrileño sobre la industria y canta que él ha firmado con la calle. En respuesta, Tangana lanza una tirada de mil camisetas con su cara estampada en la silueta del rostro del Che Guevara. Las vende a veinte pavos. Anuncia que cuando se acaben, el mundo tendrá la respuesta que espera, la continuación del beef.
Pero este beef no es solo un beef, no es una medida de polla al uso entre dos raperos: es un debate ideológico y ahí reside su valor. Es C. Tangana haciendo lo que dijo en 2015 que iba a hacer —otra cosa no, pero Tangana suele hacer lo que dice que va a hacer—: rap político sin apariencia de rap político. Canciones con mensaje sin apariencia de canciones con mensaje. O no al menos de lo que hasta ahora concebíamos como canciones con mensaje, gracias a/por culpa de la izquierda pollavieja (saraut, Nega).
Si estuviéramos en los 70, C. Tangana seguramente cagaría en botes, o diría que ha cagado en botes, y los vendería para demostrarnos hasta qué punto se ríe de la industria desde sus entrañas
El caso es que las camisetas se acabaron. Tangana dice que sacó 20.000 euros de venderlas, pero Tangana dice muchas cosas. Si estuviéramos en los 70 seguramente cagaría en botes, o diría que ha cagado en botes, y los vendería para demostrarnos hasta qué punto se ríe de la industria desde sus entrañas, como Manzoni. Las camisetas se acabaron, como los botes de mierda de artista, y llegó por fin la respuesta, firmada por Crema. Las malas lenguas aseguran que Sony no le permitió rotular el tema con su aka actual. ¿Ahora quién es el King? Pero las malas lenguas, como Tangana, también dicen muchas cosas.
“Te voy a montar un puesto en la playita/ pa que me vendas pulseritas/ querias ser punky pero eres bambi/ la industria se ríe de ti mientras te haces el mangui” o “Dios bendigame a la Vendicion pa que no mueran de tos de inanición” son algunas de las frases que el miembro de AGZ le tira a Yung Beef en este último capítulo del enfrentamiento, que algunos han calificado incluso de clasista.
Más allá de si referirse a alguien como un “guarro”, que es como tradicionalmente denomina la extrema derecha a las personas de izquierdas, está bien o mal, “Forfri” es la confirmación de que este beef no va de calcular los centímetros del cipote de cada cual. Va de pensar el sistema, la industria cultural, su relación con el poder y su capacidad transformadora.
Y muchos chavales, como este tal @jesusantolin11, se dan cuenta. Debaten sobre ello. Sin quererlo o no, C. Tangana y Yung Beef han conseguido llevar a Twitter la filosofía, la reflexión que no cabe en un libro de segundo de bachillerato ni en un examen de selectividad.
“Quizá siempre habrá un anticapitalismo a la moda, pero cada uno de estos se convertirá en anticuado, mientras que el capitalismo –convirtiéndose cada vez más estrechamente definido por su propia auto-superación- siempre, inevitablemente, será lo último”, escribe Nick Land en su “Crítica del Miserabilismo Trascendental”.
“Medios y ‘relaciones’ de producción se han emulsionado simultáneamente en redes competitivas y se han descentralizado bajo un control numérico, convirtiendo las esperanzas paleo-marxistas de extraer un futuro post-capitalista de la máquina del capitalismo abiertamente inimaginables. Estas máquinas se han sofisticado a sí mismas más allá de la posibilidad de una utilidad socialista, pudiendo encarnar mecánicas del mercado con sus intersticios nano-ensamblados y evolucionándose a sí mismas por medio de algoritmos quasi-darwinianos que constituyen una híper-competencia dentro de ‘la infraestructura’”, continúa el filósofo aceleracionista.
Y al final de esto va la movida. Fernandito y Pucho solo le han puesto ritmo. Lo han hecho fácil y lo han sacado del círculo rojo, de Fort Apache, de los hilos de la progresía twittera que se cree mejor persona por odiar a Soto Ivars, de la zona de confort. Lo han llevado donde Nick Land no llega. Y eso, gane quien gane, ya es un triunfo.