Identidad

Agáchate, chaval: los hombres que adoran ser penetrados por mujeres

Hacía mucho que no me sentía tan vulnerable. Tumbado de espaldas, con un cojín bajo el culo, las piernas flexionadas y los tobillos tan cerca de mis ojos que puedo inspeccionar al milímetro la arquitectura de mis huesos. Y ella está sobre mí, jadeando y preparada, la viva estampa de la autoconfianza y el control.

“¿Quieres mi polla?”, me pregunta, inclinándose sobre mí y empujando algo resbaladizo y frío contra el espacio más íntimo de mi cuerpo.

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“Sí”, respondo quejumbroso. “Sí que quiero…”, cierro los ojos y me pongo a pensar en Charlie Glickman.

Corre el año 2011, Japón ha sufrido su terremoto más grande en más de un siglo, la Primavera Árabe está desgarrando Oriente Medio y los disturbios en Inglaterra incendian las ciudades al más puro estilo Guy Fawkes. Puede decirse sin temor a la equivocación que el mundo se va a la mierda y, en medio de esta coyuntura, sugerir que la respuesta para impedir que esta enorme bola de mierda que llamamos hogar se deslice pendiente abajo hasta su triste final puede encontrarse en la punta de un dildo es… bueno, delirante hasta casi rayar la enfermedad mental. A menos, claro está, que seas el Dr. Charlie Glickman, consejero sexual y asesor de relaciones personales.

Por supuesto, cuando Glickman publicó en su blog el post ‘Cómo puede el pegging salvar el mundo’, sus pensamientos estaban completamente alejados de lo que acabo de explicar. Lamentablemente no quería decir que la mejor forma de instaurar la paz mundial fuera que los soldados y la poli se calzaran un strap-on de triple penetración, sino que lo que Glickman hacía de hecho era proponer el intercambio de papeles en la cama como forma de ofrecer a los hombres heterosexuales la oportunidad de tener una visión profunda —”cuando el sexo se convierte en recibir en lugar de dar”— del placer, la posible incomodidad y la vulnerabilidad de sus parejas femeninas. Y eso es algo que yo sin duda puedo confirmar.

“El pegging no facilita la comunicación como por arte de magia ni arregla todos los problemas relacionados con el sexismo y la desigualdad de género, pero lo que sí puede hacer (aparte de ser divertidísimo) es ayudar a la gente a desarrollar la empatía, la compasión y la comprensión de sus parejas”, escribió. “Y cuanto más de eso haya en el mundo, mejor”.

Cinco años después, la profecía de Glickman avanza centímetro a centímetro (en concreto 15 centímetros, para ser exactos), especialmente si tenemos en cuenta las referencias mainstream que aparecen en la comedia Broad City y en el éxito de taquilla de este año, Deadpool. Por supuesto, el pegging no es nada nuevo. En 1976, el clásico de la Edad de Oro del Porno The Opening of Misty Beethoven incluía una escena de pegging y la misma actividad apareció de nuevo, al menos entre los círculos bisexuales y queer, en el vídeo sobre educación sexual que realizó Carol Queen en 1998 llamado Bend Over Boyfriend, y culminó cuando Dan Savage acuñó el término “peg” por primera vez en 2001 después de una votación realizada en su blog Savage Love (el término “bob”, que se corresponde con las siglas de “Battery Operated Boyfriend” —”Novio a pilas”, en español— y que se acuñó a partir del vídeo de Queen, también comenzó a utilizarse por aquella época).

Abbi se plantea practicar el pegging con su ligue. Captura de pantalla vía Broad City

Después aparecieron representaciones mainstream de esta actividad en series como Peep Show (2005), Weeds (2006) y Dirt (2007), pero mientras que dichas representaciones incorporaban un elemento de vergüenza o extrañeza por introducir algo por el culo a un hombre, Broad City y Deadpool celebran el pegging sin hacer absolutamente ningún juicio de valor. En la primera, la serie, Abbi acepta el reto (con gran entusiasmo por parte de Ilana) de hacer pegging con su ligue súper receptivo y en la segunda, la película, el pegging se introduce en medio de una escena de sexo como si nada, simplemente sucede.

El contenido erótico también está siendo testigo de un auge del pegging tan grande que desafía los parámetros demográficos. La productora de hardcore extremo Evil Angel, cuyos espectadores son hombres en un 99 %, me explica que la popularidad de su serie de vídeos Strap Some Boyz (link NSFW) ha crecido en los últimos años. La marca de juguetes sexuales de lujo aptos para parejas LELO declaró el año 2016 como el año del auténtico despegue del pegging después de que las ventas de “objetos para el placer anal” masculino aumentaran un 200 % en 2015. Tal y como indica LELO en su boletín de prensa anual sobre tendencias, “tanto la profundización del conocimiento de las expresiones de género y las identidades sexuales como el lenguaje de los géneros no binarios” están liberando a la gente, especialmente a los hombres, de los límites convencionales de la identidad sexual, el género y el placer.

La Dra. Chauntelle Tibbals, socióloga y autora de Exposure: A Sociologist Explores Sex, Society, and Adult Enterntainment (“Visibilización: una socióloga explora el sexo, la sociedad y el entretenimiento adulto“) está de acuerdo y me explica que tal incremento de la aceptación de los juegos sexuales ‘tabú’ que desestabilizan las normas del género podría ser indicativo de otras ideas sociales más amplias acerca del sexo. “En los últimos 10 años hemos visto un auge impresionante de la concienciación sobre el género y su comprensión pública, así como de la predisposición a explorar las fronteras y las normas sociales que han contribuido a la construcción de dichas fronteras”, afirma. “De modo que resulta lógico que podamos ver ahora escenas de pegging en una película de Hollywood basada en un cómic (Deadpool)”.

r/pegging es un subreddit para los entusiastas del pegging. Sus más de 34.000 redditores publican de todo, desde consejos sobre arneses hasta imágenes de confirmación del tipo “¡Lo hemos hecho!” (link NSFW). Hablé con dos de sus miembros para descubrir por qué decidieron empezar a practicar el pegging y qué impacto ha tenido en su vida sexual. Drew Harris* es un obrero de la construcción residente en Estados Unidos; intercambié con él algunos mensajes unos días después de que practicara el pegging por primera vez. “Mi mujer pensó que la actitud de tío duro y machote era algo que quería incorporar a su vida, pero la expectativa a mí no me entusiasmaban en exceso porque no es algo que yo normalmente desearía hacer, así que ella se sintió un poco molesta”, me dijo.

Ejemplo de post en r/pegging. Captura de pantalla vía Reddit

“Pero cuando intercambiamos los papeles [es decir, cuando su mujer adoptó el papel de compañera sexual dominante y él el papel de sumiso] ambos nos sentimos bastante bien”. También intercambié mensajes con ‘getsome187’, que ha introducido el pegging en sus cuatro últimas relaciones. “Algunas de las mujeres se preguntaban si yo era bisexual o si se sentirían incómodas poniéndose una polla falsa, pero todas lo llevaron muy bien”, me explicó. “Para mí es como compartir algo muy íntimo con ellas y nos hace sentir más cercanos, porque conlleva cierto grado de vulnerabilidad”.

Contacté con ‘M’ en la red social kink Fetlife y me explicó que había practicado el pegging con dos de sus parejas masculinas. Su opinión al respecto era similar: “A veces puede llegar a ser un momento realmente íntimo y otras puede resultar un juego dominante y sucio”, afirmó, “pero sin lugar a dudas creo que puede hacer que los dos miembros de la pareja se sientan más cercanos, porque es muy agradable que alguien confíe en ti mostrándote su vulnerabilidad”.

Parece que este conocimiento compartido de la vulnerabilidad se basa en experimentar las dos caras de la moneda, esto es, de la moneda de la penetración. “Para un hombre que nunca ha experimentado la penetración anal, el sexo sucede fuera de su cuerpo”, me explicó Glickman en un email. “Así que, aunque los hombres puedan comprender intelectualmente la necesidad de los preliminares antes de la penetración, no es lo mismo que si lo experimentan en su piel. La perspectiva cambia cuando se conoce algo a nivel somático y yo he hablado con montones de mujeres que afirman que experimentar con el pegging ha proporcionado a sus parejas masculinas un enfoque más afinado y paciente de las relaciones sexuales.

¿Podría entonces el pegging salvar el mundo? Desde luego mi mundo lo volvió del revés. A raíz de practicar el pegging, en lugar de sentirme castrado me sentí empoderado. Todas las normas sociales que rigen a los hombres heterosexuales en la cama (‘Yo debo ser quien penetra, yo debo asumir el mando’) perdieron literalmente el sentido para mí.

“Creo que siempre que alguien penetra a su pareja, ya sea con una polla o con un strap-on, todo gira en torno al placer”, me explicó por email Jessica Drake, estrella porno y directora de Guide to Wicked Sex: Anal Play For Men (“Guía del sexo perverso: juegos anales para hombres“). “Todo el mundo debería probarlo, aunque solo sea una vez”.