Cortarse el pelo puede ser una experiencia traumática. Mientras te miras en el espejo, empiezas a advertir cosas nuevas de tu físico: cómo se te ensanchan las fosas nasales cuando te sientes incómoda o esa sombra que se adivina bajo los ojos. Luego está la pregunta de qué quieres que te hagan: ¿pides que te corten “solo las puntas”, que te hagan “unas pocas mechas” o que te lo corten a capas? ¿O eres más bien de las que se lo juegan todo a un número y piden “algo un poco diferente”?
Y la pregunta más importante: ¿qué dirían tus respuestas sobre ti? ¿Qué encontraríamos bajo ese cuero cabelludo con el corte de pelo que hubieras elegido? ¿Quizá tu amor por Rick y Morty y un mudo resentimiento hacia el sexo femenino? ¿O tal vez una especial debilidad por los recitales de poesía y tu incapacidad de entender cualquier chiste? Ponte la toalla sobre los hombros, siéntate en la silla y averigüémoslo.
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Hombres con el pelo largo y grasiento que se hacen un moño
En este mundo hay dos tipos de tíos que llevan moño: los ultralimpios, a lo Joe Wicks, de esos que van a todas partes en bicicleta y en lugar de parar frenando como la gente normal, derrapan alegremente; y los tíos con el pelo grasiento y mugriento, el típico que al que no recuerdas haber invitado a tu día en el campo pero que ahí está, con sus uñas increíblemente roñosas bebiendo una litrona.
Después de haberte visto cocinar un montón de chistorras, longanizas y chuletones durante unos 45 minutos, el tipo de repente pilla un rebote porque resulta que “¡a nadie se la ha ocurrido traer falafel? ¿Cómo?”. Al final alguien le pide que se marche después de que se haya pasado una hora explicando por qué lo que hace Beyoncé “no es música de verdad”.
El peinado ‘No he probado los carbohidratos desde los 11 años’, con el pelo metido por dentro de la chaqueta
Tu novio no es de muchas palabras, y la verdad es que las pocas veces que le escribes es cuando necesitas que te haga fotos ultrasaturadas posando con una pamela. Grazia una vez dijo de tu blog que era “chic pero condescendiente”.
Chica blanca con trenzas francesas
Llevas unas Fila Disruptor, pantalones de camuflaje azules de Missguided y te rodea un aura de borderío que no puedes con ella. Tus tres últimos novios prefirieron “ir al gimnasio” antes que “estar o interactuar contigo” y has conseguido apartar de ti a la mayoría de tus amistades femeninas mandándoles varios tuits con emojis sacando humo por la nariz. En los próximos dos años, va a ocurrirte una de estas dos cosas: te va a dejar embarazada un tío que se hace las cejas o vas a pasar una noche en comisaría por empezar una pelea.
Rubia de bote con flequillo recto
Siempre estás hablando del “espacio”: el espacio de la mujer, el espacio socioeconómico, el espacio seguro, el espacio online, los espacios de coworking… Y además, no paras de buscar gente por Facebook que pose para tus sesiones de fotos para el número de la menstruación de tu nuevo fanzine.
El corte que llevan todos los tíos en Bumble
Trabajas en Recursos Humanos. No eres capaz de decidir qué te encanta más, si tu madre o el mercado libre. Si conoces a una chica con poco maquillaje, le dirás: “Eres la clase de chica que presentaría a mi madre”. Si lleva demasiado maquillaje, dirás: “Eres malota”. En cualquier caso, la llevarás a tu piso de nueva construcción, en el que casi seguro que habrá colgada una lámina en blanco y negro del skyline de Nueva York con solo los taxis amarillos coloreados. No tienes ni idea de que a las mujeres también se les puede practicar sexo oral.
El corte que llevan todos los tíos en Tinder
Eres de los que se atan el jersey con un nudo en un lado cuando tiene calor en la discoteca y cada vez que una tía baila contigo se te pone dura al 80 por ciento. Una vez te pusiste un poco de salsa hiperpicante en la punta del dedo y te lo chupaste para impresionar a la chica con la que estabas, pero luego tuvo que ir el encargado del restaurante a decirte que como no dejaras de gritar tendrías que irte del local. Tienes el máximo número de amigos que permite Facebook, aunque la mayoría son chicas con vestidos ajustados a las que has encontrado poniendo “Lydia-Rose” en el buscador. Y llevas 16 meses sin mojar.
Llevas el pelo corto y canoso y tienes el carné de todos los museos
Llevas unos pendientes de cuentas largos y brillantes que compraste en la tienda de regalos de un museo, túnicas de lino negras y vas a todas partes con tu bolsa de tela. Lees The Times pero “solo por la sección de cultura”. Tu cuenta de Instagram se compone exclusivamente de fotos tuyas en blanco y negro en las que sales mirando al espejo y sacando la lengua, ya sea en el ascensor de una galería de arte o en algún museo. Hay algo realmente indignante en tu siempre correcta postura corporal. Me encantaría hacerte un placaje de rugby. Es más, sería capaz de donar dinero a la beneficencia con tal de hacerte un placaje y tirarte al río.
El corte pixie
Haces algo ligeramente fuera de lo común —un paso de baile raro o una reserva de última hora para el Primavera Sound— y ya te crees superinteresante y exótica. “¡Ostras, perdona! Estás flipando conmigo, ¿no? Ja, ja, ja. Es que a veces se me va mucho la pinza. Pero tranqui, ya te acostumbrarás”. Además, tienes la molesta costumbre de acabar convirtiéndote en la protagonista de todas las putas fiestas de cumpleaños a las que vas.
Peinado “Vas de princesa pero acabas de recoger una bolsa de farla del váter en el que has meado”
Ves MYHYV simplemente por darte el gusto de llamar “basurilla” a las chicas. Vas a la única discoteca de tu ciudad para darte vueltas con cara de amargada e ir criticando: “¿Me explicas qué hace esa con deportivas? ¿Se va a echarse unas carreras o qué?”. Y lo dice alguien que lleva un blazer negro de New Look como el que llevaría tu profesora de Geografía para la reunión con padres de alumnos. Lo más gracioso de lo que eres capaz es de quitarle la gorra a algún chico en la discoteca y posar con ella haciendo el signo de la paz.
Pelo rubio decolorado y sombrero trilby
Vas al FIB y te llevas tu propia guitarra. Venga ya, joder: nadie se lleva un balón a un partido de la Champions.
Pelo teñido de verde fosforito
En el instituto los de clase te tiraban trocitos de goma de borrar y siempre llevabas camisetas de black metal con mensajes como “Y SANGRÓ POR CADA UNO DE SUS ORIFICIO”. Sin embargo, eres un amor de persona, incapaz de sostenerle la mirada a nadie, y tienes un conocimiento casi enciclopédico de todos los antidepresivos existentes en el mercado europeo.
Corte “El cuarto componente de The Fratellis”
Pones acento raro para que no se sepa de dónde vienes, aunque eres de Valencia de toda la vida. Siempre hablas de que darías una somanta de hostias a Justin Bieber aunque el resto de la gente parece haber aceptado que tampoco está tan mal el chico. No paras de quejarte del “rollo ese del maquillaje” aunque la tía a la que estás mirando mientras tomas una birra en la terraza se ha pintado las pecas con un lápiz de ojos. A veces te presentas en el bar con… ¿un pañuelo de seda sobresaliendo del bolsillo del pantalón?
Laterales afeitados y largo por arriba
Eres increíblemente tímida, pero siempre subes a Instagram fotos tuyas en la bañera en las que pones: “No todo el mundo se puede permitir esto”. Arrastras a tu madre para que te acompañe a la tienda Palace el día de tu cumpleaños y cuando estáis dentro haces ver que no la conoces de nada. Una vez pediste un Uber y vino un Mercedes. Le diste al tío una propina de 5 euros para que te dejara posar encima del capó para tu foto de perfil de Facebook, y cada dos semanas haces que la foto reaparezca poniendo un comentario tipo: “Lo emocionante está a punto de llegar…”.
Corte “Me encanta hacer bromas ingeniosas en los festivales”
Siempre llevas camisas de cuadros y unas Adidas Gazelle azul marino. Te flipa ir a comer a La Tagliatella. En tu foto de perfil sales posando eufórico con Dave Grohl. En tu vida has tenido un pensamiento o idea original. Eres. Lo. Peor.
El corte de pelo de futbolista
Siempre estás merodeando en la puerta de Footlocker con tus colegas, como palomas hambrientas picoteando migas a la puerta del McDonald’s. Te compraste unos pantalones de chándal que viste llevar a algún participante de Gandía Shore. “No suelo decir esto a nadie, pero… eres muy guapa”, le dices a todas las mujeres que conoces. “Te trataré como a una princesa”. Mentira. Tus citas consisten en estar sentados en silencio en algún bar, mirando tu Facebook.
Este artículo apareció originalmente en VICE UK.