Sujetadores voladores y vídeos virales: las peores historias de cenas de Navidad que vas a escuchar

silvia charro simón perez hipotecas fijas

Las cenas de empresa son una cita recurrente de cada Navidad. Si tienes la suerte de tener una empresa en la que currar tendrás que tomar una difícil decisión: ir o no ir. Siempre te puedes inventar alguna excusa o pedirte vacaciones justo en esas fechas, pero como alguien descubra tu escaqueo la noticia va a correr como la pólvora y todo el mundo te odiará, por lo que te tocará ir sí o sí.

Pero una cena de empresa puede resultar muy aburrida si no hay un elemento fundamental, el alcohol. Y gracias a él, te acabas tajando y luego suceden cosas como las que os contaremos a continuación. Varias personas nos ha contado sus grandes liadas en la cena de empresa de Navidad. Por los motivos que veréis a continuación, no vamos a revelar sus identidades completamente.

Videos by VICE

Me meé en la barra de la discoteca

Pues un año hicieron la fiesta de navidad en una discoteca que habían reservado solo para la gente de la empresa. El tema es que yo, por aquella época, tenía la extraña manía de mearme en barras de discotecas. El tema consistía en pedirle un cubata al camarero y, disimuladamente, sacarme el rabo para empezar a mear, siempre con cuidado, pues no interesaba salpicar a nadie y que me descubrieran. Lo interesante consistía en charlar con el camarero mientras meaba, decirle cosas como “oye, mejor ponme Seagram’s, por favor” o “¿puedes hacerme el cubata con un solo hielo?”, cualquier chorrada que sirviera para aumentar el peligro y evidenciar la ironía dramática, pues yo sabía que se estaba cometiendo un acto atroz y él no.

El caso es que en esa discoteca de la fiesta de Navidad había, evidentemente, una barra. En un momento de la noche me entraron ganas de mear y pensé “pues voy a mear en la barra”. El destino hizo que de camino me encontrara con el jefe, con el que entablé una corta conversación sobre lo maravillosa que era su chaqueta. Fue entonces cuando el tipo decidió quitársela y ofrecérmela, “toma, si quieres llévala un rato”, me dijo. Así que me la puse, nos despedimos y cada uno siguió con lo suyo. Llegué a la barra, me pedí mi cubata y empecé a mear con la chaqueta del jefe puesta. Al poco rato me volví a encontrar con el jefe y se la devolví, ni en sus peores pesadillas podía imaginarse lo que acababa de hacer con ella.

Realmente no puedo decir que la “liara” en una fiesta de Navidad, porque nadie me descubrió y no hubo ningún tipo de escándalo, estamos hablando de un profesional.
Javi, 37 años

Mi sujetador acabó en la cabeza de mi jefe

Hacía mucho calor en la sala. Habíamos cenado ya y estábamos con la copa tonta antes de empezar el Karaoke. Mis pechos estaban comprimidos en un sujetador dos tallas más pequeño y realmente no podía ni respirar.

Cuando no pude más y me lo quité. Justo a mi lado estaba una amiga de la oficina y empezamos un forcejeo con el sujetador así en plan coña. Ella quería tirarlo al aire para ver quién lo pillaba y yo simplemente quería guardarlo en el bolso de una vez por todas.

No sé muy bien cómo pero el sujetador acabó en la cabeza del jefe supremo de toda la empresa. Él se giró con cara extrañada y exclamó: “¿De quién es esto?”. Con cara de “tierra trágame” le dije que era mío y que no volvería a pasar, que se lo juraba.
Claudia, 29 años

Grabé un vídeo colocado y me convertí en viral

En las comidas de empresa nunca me he emborrachado porque normalmente el alcohol te estira de la lengua demasiado. Le veo mucho riesgo y hay más a perder que no a ganar. Hago lo que exige el postureo y me marcho.

Teníamos que grabar un vídeo para la tele sobre las hipotecas fijas y mi novia, Silvia, tuvo que venir de la comida de Navidad de su empresa para grabar el vídeo, lo hicimos y ella se volvió a la fiesta. Yo había tenido la cena de Navidad el día anterior y estaba resacoso.

Ya nos habían descartado un vídeo una semana antes así que al no decirnos nada pensamos que este también quedaría descartado. Por sorpresa nuestra lo colgaron. Nosotros no nos enteramos porque justo estábamos de vacaciones. Cuando encendimos el móvil y vimos las cincuenta y pico llamadas y todas las visualizaciones flipamos un rato. Moraleja: en las cenas de empresa una copa y ya.
Simón, 35 años

Me bebí el agua del florero, literalmente

Nos invitaron a cenar en un sitio de aquellos pijos en plan de diseño. Todo eran platitos súper pequeños y realmente bebí más que comí. Cabe decir que las copas eran también diminutas y con formas raras, no como las de cubata de tubo que puedes encontrar en cualquier local. Resulta que un compañero mío había vaciado el florero y se puso la flor natural en su solapa y el florero de diseño había quedado con una agüilla colorada bastante sospechosa y que con la taja pensé que sería whisky. Así que le dí un trago.

Cuando acabé de, literalmente, beberme el agua del florero mi compañero de curro, el que había quitado de allí la flor, me explicó que aquello era un florero. Primero pensé que me estaba tomando el pelo, pero cuando vi uno igual con una flor como la que llevaba en la solapa lo entendí todo. Con todo lo que había bebido, no me había sabido nada mal.
Elena, 28 años

Apagué mi cigarro en el salmón

Llegué a la cena de Navidad toda peda con dos cómplices en el mismo estado que yo. No me enteré ni de que la cena había comenzado ni de que era en plan cóctel con los platos esparcidos por varias mesas altas. Yo solo hablaba con el piti en la mano, y pensaba, “joder, a ver si llegan ya los platos que me estoy muriendo de hambre”.

En algún momento de la noche me cansé del cigarro y lo apagué en lo que yo pensaba que era un cenicero. Mi noche siguió “normalmente” hasta que al día siguiente mis compañeros me dijeron que jamás comí y que para colmo confundí el plato que tenía delante con un cenicero. Lo bueno fue que todos se dieron cuenta menos yo.
Michelle, 30 años

Me jodí la rodilla y casi la vida

Me pegué el hostiazo padre en la cena de Navidad de mi empresa de hace unos dos años. Exactamente fue una rotura parcial del ligamento interior. Si os digo la verdad en el momento de mi caída no iba ni tan borracho ni tan drogado, pero debí entrar en una especie de shock durante 3 o 4 horas, porque de aquél rato no recuerdo absolutamente nada. Mis compañeros me decían que físicamente era yo pero que dentro no había nadie.

Aquella noche apenas comí, luego me caí y todo lo demás fue ya decadencia. Realmente aquella noche me marcó bastante y hoy en día intento controlarme más cuando voy de fiesta. Nunca me he llegado a recuperar de la rodilla. Durante tres meses estuve yendo cada tarde a rehabilitación y sinceramente me daba tanta vergüenza que lo acabé dejando.
David, 34 años

Bailar el “Mercadoooona, Mercadooona” a lo Bar Coyote encima de la barra

Quisiera desarrollar un poquito más esta historia, pero estaba pedo, muy pedo. Simplemente sé que llevaba menos de dos meses en la empresa. Tomé unos chupitos y acabé contándole mis ciclos menstruales al encargado y al panadero (trabajaba en Mercadona). También recuerdo una compañera bailando encima la barra como si fuera el Bar Coyote cantando la canción de Mercadona. Fin de la noche.
Ana, 29 años