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Pequeños cazadores de arañas en Camboya


Foto por George Nickels.

En los años setenta, el Jemer Rojo cometió uno de los mayores genocidios del siglo XX, matando a 1.7 millones de camboyanos (21 por ciento de la población en el país) a través de inanición, tortura y trabajos forzados. El país sigue profundamente dolido y dividido por este desastre humano. Este año, el primer ministro Hun Sen aceleró la aprobación de una ley que convierte a la negación de los crímenes de guerra del Jemer Rojo en una ofensa castigable con dos años de cárcel, la cual según muchos críticos permitirá a Hun Sen atacar a sus oponentes políticos. El genocidio también transformó la cultura del país en un sinnúmero de formas, incluyendo, según algunos, un cambio en los hábitos alimenticios.

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Bajo el Jemer Rojo, las personas hambrientas se veían obligadas a encontrar comida donde fuera; esto incluía cazar, matar y cocinar tarántulas gigantes que habitan en todo el país. Hoy puedes comprar arácnidos fritos por el equivalente a tres pesos, y las arañas suelen ser capturadas por niños de no más de 12 años, como una manera de ayudar a sus familias.

El fotógrafo George Nickels pasó varios días con estos niños y sus familias. Le preguntamos qué fue lo que vio.

VICE: ¿Cómo conociste a estos niños?
George Nickels:
Estaba en una cafetería cuando escuché a un hombre hablar sobre regresar con su familia en la selva. Dos horas más tarde, nos hicimos amigos, y me invitó a conocer a su familia. Son muy pobres y comen prácticamente cualquier cosa que se mueva, especialmente tarántulas, las cuales están en todas partes.

¿A cuántos niños viste corriendo por la selva?
Recuerdo haber visto a cinco niños cazando durante por lo menos siete horas al día. No tenían ninguna protección, ni siquiera zapatos. Para ellos, cazar tarántulas es como recolectar fruta; en cuanto aprenden a caminar, aprenden a proveer para sus familias.

¿Cómo cocinan a las arañas?
Una vez que atrapan una araña, la colocan, aún viva, en una botella vieja de plástico y la llevan de regreso a sus chozas. Después, simplemente las ahogan y las lavan en un recipiente con agua donde las mueven con un palo. Después les echan sal y las fríen con aceite.

¿Probaste la carne de araña?
Sí. No dejaban de darme a las hembras embarazadas, llenas de huevecillos, y comerlas no es muy agradable. Cuando las muerdes, el abdomen se revienta en tu boca. Es una experiencia extraña.

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