Este texto fue publicado por VICE México.
Hoy se celebra el día internacional de limpiar tu cuarto. Ese terrible momento en el que te das cuenta que no es posible seguir viviendo en ese inmundo infierno que llamas “tu propio desastre”. Justo antes de llegar a ese punto, todos lo sabemos, hay una cumbre del cochinero de la que, sin tapujos, puedes sentirte orgulloso. Serás un marrano, cerdo o apestoso para los demás, pero eres una persona asquerosa que se puede llamar como tal sin máscaras.
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Yo sabía que no era el único que podía pensar así, de tal manera que le pedí a mis amigos más cercanos —quiénes detrás de la buena cara que le dan a la sociedad permiten que su santuario de sueño se convierta en un muladar ocasional—, que me describieran usando sólo seis palabras, lo más sucia que ha estado su alcoba, lee sus confesiones abajo.
Caca felina y ropa sucia apilada. – Pablo, 24 años.
Mi vómito duró tres días ahí. – Eduardo, 35 años.
Bien pinche enlamada con mis sándwiches.- Itza, 26.
Todos mis peluches tenían semen encima. – Sebastián, 24 años.
Me daba asco caminar descalzo ahí. – Santiago, 22 años.
Más humo de cigarro que aire. – Gabriel, 25 años.
Calzones colgaban del árbol de afuera. – María, 31 años.
Creí que mi hurón estaba muerto. – Jose Luis, 27 años.
La pared escurría un líquido amarillo. – Patricio, 25 años.
Brassiere en el balcón con hongos.- Sabrina, 22 años.
Confundí una pelusa con un peluche.- Andrés, 24 años.
Tenía trescientas botellas de cerveza vacías. – Luis, 25 años.
Ni yo quería estar ahí dentro.- Lucía, 27 años.