Hernán Cattáneo no solo es reconocido por ser uno de los DJ más destacados de Argentina, sino que se ha convertido en uno de los pioneros del progressive house a nivel global. En el 2018 ganó el premio al mejor DJ de su género en los DJ Awards en Ibiza. Esta semana cumplió 56 años y lleva más de 30 en búsqueda del sonido perfecto.
Luego de haber vivido en Europa comenzó a preguntarse sobre la posibilidad de expandir su trabajo hacia otros sectores. En el 2018 lo logró: llevó la música electrónica al Teatro Colón, el teatro de ópera de la Ciudad de Buenos Aires. En una serie de cuatro conciertos el escenario más importante de este país unió el universo de la electrónica junto a una orquesta sinfónica.
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Estos conciertos junto a la función extra en Plaza Vaticano para 40 mil personas se recopilaron en Connected, un documental estrenado el primero de marzo en Netflix. La pieza muestra cómo Hernán logró eliminar las etiquetas más absurdas de la música electrónica en un espacio respetado a nivel mundial. Además de los momentos más importantes de preproducción, conversaciones y shows con los artistas invitados, el documental trae reportajes y escenas del backstage junto a los compañeros de Hernán: los músicos Oliverio Sofía, Baunder y la orquesta sinfónica dirigida por Gerardo Gardelin.
Hace unos días conversamos con él sobre cómo surgió esta idea y cuáles fueron los prejuicios con los que se enfrentó a la hora de tocar en un lugar que la gente no esperaba.
VICE: ¿En qué referencias te fijaste cuando se te ocurrió hacer un concierto que combine la música electrónica con una sinfónica?
Hernán Cattáneo: Vi de todo, desde un homenaje de Pete Tong en la BBC hasta DJ de Detroit que habían hecho algo mucho más underground, mucho más tecno, más crudo, pero donde también la sinfónica jugaba un papel fundamental. Yo quería pararme en el medio, lo que es interesante contar es cuál es la motivación de cada uno para hacer eso.
¿Cuál fue la tuya? ¿Cómo surgió este proyecto?
Luego de vivir muchos años en Europa volví a Argentina en el 2015. En ese momento, lo primero que noté fue que acá se veía de costado a la música electrónica. La ven como un género menor, cómo un género que da problemas, que está relacionado a las drogas. Creo que hay que saber separar la música del entorno, pero es difícil, entonces comencé a pensar en cómo generar más empatía, y sobre todo en cómo difundir sonidos con buena calidad.
Ahí surgió la pregunta clave: “¿Qué tal si cambiamos el lugar donde pasamos música electrónica habitualmente y la llevamos a un sitio que todos respeten?”. La invitación a hacer Connected fue en 2017 y estuvimos un año y medio preparando los conciertos, necesitábamos muchas horas de trabajo y hacer los arreglos de las canciones para la orquesta. Primero definimos la parte de electrónica con Oliverio Sofía y Baunder, luego llegó la parte de hacer los arreglos para los músicos con Gerardo Gardelin.
¿La idea de hacer un registro audiovisual estaba planteada desde el inicio del proyecto?
No estaba planteado desde el inicio realmente y era una pena, porque, a pesar de que las cuatro funciones se agotaron rápido y luego repetimos el concierto al aire libre para 40 mil personas, claramente el alcance seguía siendo limitado.
Nacho Masini propuso grabarlo con la idea de vender el material a largo plazo, contemplábamos un buen registro y él logró venderlo ese material a Netflix. Fue un gran trampolín, que tuvo más alcance para ver el concierto en el Colón. El lunes se estrenó y horas después tenía mensajes de personas de todo el mundo, es fantástico que mucha gente haya podido enterarse que esto pasó.
En el 2018 Duki tocó con la Orquesta Sinfónica en los Premios Gardel, teniendo una trayectoria más corta que la tuya. ¿Por qué crees que la música electrónica tardó más en llegar a esto?
Tanto en Europa como en Estados Unidos o en Australia, la música electrónica está oficializada desde hace veinte años. Acá recién hace veinte años se empezó a escuchar un poco más, y todavía creo que la música electrónica en vivo es casi inexistente en Argentina. Estoy seguro de que debe haber músicos argentinos que soñaron o intentaron reunirse a tocar con un chelista para hacer un mix, pero es difícil llegar al Colón. Nosotros solo le dimos visibilidad. Yo estoy feliz porque llegó ese género al teatro, no porque yo fui la persona que la llevó; me da igual quien la expone, lo importante es que la música se dio a conocer un poco más.
¿Cuál fue el criterio para definir el tracklist?
En el tracklist intenté reflejar toda mi carrera. Para el armado tenía distintos objetivos: buscar música electrónica para todo público y que al mismo tiempo sea un poco underground. Pero lo importante era la oportunidad de captar a gente que podía acercarse a este género, así que mi idea fue hacer un mix con las cosas que me influenciaron desde pequeño: Moby, The Chemicals Brothers, Pink Floyd y demás.
¿Con qué prejuicios te encontraste a la hora de tocar en el Colón siendo DJ?
Acá hay dos partes de la cuestión. oPr un lado, los prejuicios llegaban por parte del público: “¿Cómo un DJ va a tocar en el Colón?”. No sé, pensaban que íbamos a hacer una fiesta, con máquinas de humo y la gente bailando. Me molestaba que en vez de preguntar qué íbamos hacer ya calificaban el concierto como una locura. Por el otro lado estaba mi prejuicio conmigo mismo frente a los músicos con los que trabajamos esos días. Yo no soy músico, soy DJ, casi toda mi vida me dediqué a esto, tengo dominado mi terreno pero no soy músico, entonces me parecía que dar indicaciones era una falta de respeto.
¿Pensás que el DJ no es músico?
Puede haber DJ que sí lo son. Personalmente me considero solo DJ, empecé poniendo música que hacían otros, luego empecé a componer yo mismo pero en conjunto con otras personas. Yo no sé tocar el piano, no tengo una guitarra en mi casa. Me dedico a compartir la música que me gusta, no pongo la música que los demás quieren escuchar. Eso es lo que me define.