Este artículo fue publicado originalmente en Thump, nuestra plataforma de cultura y música electrónica.
Una salida de antro (club) con tus amigos en Acapulco, podía terminar en el Palladium de Acapulco, un lugar emblemático para la música electrónica, ya que es de los pocos lugares donde traen de manera constante a los DJs de talla internacional. Hace 11 años, la primera vez que fui a ver a un DJ, fue justo ahí, en el Palladium. El hermano de uno de mis mejores amigos me acompañó esa noche en la que se presentaba Paul van Dyk y donde, por primera vez, vería al tan famoso “azteca que baila”.
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Después de esa noche, no pensaba que me lo volvería a encontrar, pero un día en 2008 lo volví a ver en un show de Tiësto en el Foro Sol, uno de los lugares más grandes para hacer conciertos en México. Hace dos años, volví a encontrarme con este particular personaje de la música electrónica, pero ahora en Cancún. Ahí me di cuenta que muy probablemente ya vivía allá y como también tenía años de no volver a estar en el Palladium, me hacía sentido que ahora que Cancún era esa ciudad llena de clubes de moda, él estuviera ahí.
“Ben”, como es conocido entre sus amigos, es un mexicano que sin querer queriendo conoce muchísimo de la escena rave en América. Nunca necesitó de las tornamesas o de crear una canción que lo posicionara en el ojo de quienes movían los eventos. Su gran talento está en conquistar el ojo del público a través de la danza, algo poco usual en un mundo lleno de experiencias que atrapan tus sentidos y donde muchos pensamos que todo debe ser 100 por ciento audiovisual. Él, al menos, se apoya de lo sonoro pero lo demás es un talento nato que ocurre desde el cuerpo.
THUMP: ¡Hola! Me imagino que por ahora estás bastante ocupado con toda la temporada de fiesta que debe haber en Cancún, que es donde estás por ahora, ¿no?
Ben: Gracias a ti por tomarme en cuenta. Sí, así es, ahora ando en Cancún trabajando para el grupo Antromex que opera Mandala, Dady’O, The City, Palazzo, La Vaquita, La Santa entre otros establecimientos en diferentes partes del país. Pero bueno, aunque viajo mucho, primordialmente estoy en Cancún y Playa del Carmen.
¿Cómo comenzaste en esto de la bailada? La primera vez que hiciste performance me imagino no fue vestido de azteca.
Pues comencé desde morrito bailando en los festivales del colegio y en otros eventos, como las famosas tardeadas. No dejaba de bailar en todas la fiestas hasta que paraban la música. Entonces la primera vez que hice performance no fue vestido de azteca: hice show vestido como Michael Jackson en el día de las madres bailando la de “Billie Jean” en un evento de la primaria con todo y el guante, el saco y el sombrero [risas]
¿Tenías pensado dedicarte a algo más?, o más bien, ¿trabajas en algo más entre semana?
Acabando la preparatoria mi idea era dedicarme a las relaciones internacionales. De hecho fui al examen de admisión de la uni pero por juegos del inseparable destino, de cada quien, seguí bailando sin preocuparme por retomar la carrera. No trabajo en nada más y si volviera a tener la oportunidad de escoger, volvería a escoger seguir bailando.
¿Dónde conseguiste tu primer disfraz de azteca y por qué te llamó más la atención ese en vez de un, no sé, Chapulín Colorado?
Lo conseguí en el DF con uno de los danzantes establecidos en la Plaza Mayor. Me acerqué y le pregunté que si me vendía su atuendo. Me contestó que me haría uno nuevo a mi medida porque los hace a mano y a eso se dedica; desde entonces soy su cliente. Hubo una temporada en los noventa donde me vistieron de azteca para unos sets de baile en un antro en el centro histórico del DF. Me gustó el atuendo y los penachos con los diferentes tipos de pluma que nos dieron. Me llamó mucho la atención la idea de caracterizar a un guerrero azteca en un show más producido. Por otro lado, también me llamó la atención porque es algo único y representativo de México.
¿Cuándo decidiste pintarte todo de plata?
Fue en 1998 cuando tomé el paso decisivo de dedicarme de lleno al show business. Ya me habían pintado anteriormente en una sesión de fotos para el CD de Alejandra Guzman, Mala hierba, así como para otros eventos de música electrónica, cuando apenas empezaban en México los famosos “raves”. Ahí fue cuando se me ocurrió seguir con esta idea del bodypainting y fusionarlo con el traje de un guerrero azteca.
¿Tiene alguna implicación dermatológica usar esa cantidad de pintura? Me acuerdo que una vez leí una entrevista de Arnold Schwarzenegger cuando hizo el papel de Mr. Freeze en Batman, decía que era complicado ponerse la pintura.
Si es muy laborioso pintarse y despintarse, requiere mucha práctica y paciencia. Si no sabes lo que haces terminas haciendo todo un cagadero. Los piratillas de mi show por lo regular me preguntan que cómo le hago y obvio nunca les digo. No hay riesgos acerca de la toxicidad de la pintura porque es inexistente en los productos profesionales con los cuales trabajo. Hay que tener mucho cuidado con lo que se pone uno en la piel ya que esta absorbe y transpira lo que le apliques.
Y la evolución de tu traje, ¿cómo la fuiste desarrollando? Un día te vi en Cancún y ya traías láser en las manos además del penacho. ¿Alguien te ayuda o cómo es el proceso?
Con el paso del tiempo fui integrando nueva tecnología al personaje. Unos me decían que los láseres no me funcionarían, que perdería mi tiempo y dinero en integrarlo al show pero ya ves, esto le dio un plus. Ahora estamos trabajando con un equipo de técnicos en un sistema de CO2 como otra atracción junto con otras novedades LED que últimamente le estamos integrando al show.
¿Cuál fue el primer rave donde decidiste ir así? ¿Te contrataron o te presentaste por tu propia voluntad y agradaste?
Me contrataron en el 95 en un mega rave en la Ciudad de México. Ya me habían visto en otras ocasiones en antros y se les ocurrió presentarme como go-go dancer. Bailaba la música que quería poner el DJ, en ese tiempo todavía no tenia mi show formado, solo trabajaba bailando de animador, nada serio.
¿En qué momento se te acercaron los promotores de antros?
Todo empezó a tomar calor desde que me veían en Disco Beach Acapulco en el 97 y en Palladium en el 2000. Promotores de antros extranjeros iban a tomar sus vacaciones al puerto y por las noches salían de reventón al antro donde me encontraba. Les gustaba tanto el show que por lo general mandaban a los meseros a preguntarme si podía ir a sus mesas para platicar con ellos. Me ofrecían contratar el show para unas presentaciones en distintos puntos de EU y Canadá.
Yo personalmente te pude ver en el Palladium de Acapulco en 2004, fue algo muy surreal para mí, con toda la iluminación, el humo, tu baile en pista. ¿Cómo vas armando la rutina cada noche?, ¿es la misma siempre?
No tengo una rutina. Tengo mi brinquito clásico que toda la gente reconoce, que es la base del show, pero siempre es distinto. Siempre trato de involucrar al público y es ahí donde me gusta improvisar. Hay ocasiones que subo a una chica del público y la hago parte del show. Quedan todas embarradas de mi pintura pero se van contentas todas de plateado.
¿Por qué escogiste “Dance With The Devil” como canción emblemática?
Es curioso pero desde que empecé con esa rola la gente siempre identificó el show con esta frase. Entonces, por razones obvias de mantener el show actualizado sin perder esa esencia con la cual la gente lo identifica, tomamos la voz de ese viejo mix, la re-masterizamos y la adaptamos a música electro más actualizada, innovando la clásica frase de, “Dance With The Devil”.
¿Ya cuántos años llevas haciéndolo? ¿Piensas seguir en esto un buen rato?
Ya llevo 20 años bailando profesionalmente. Qué más quisiera yo seguir, ¡otros 30 más! [risas]. Pero bueno, llegaré hasta que el público se harte de mí y ya no me contraten. Pero quién sabe, chance me llegues a ver haciendo show en algún revén cuando ya estemos viejitos, todo arrugado pero la pintura cubre las arrugas así que no hay pedo, ¡seguiré haciendo bailar a la gente!
Lo más intrigante para muchos, sin que nos reveles cifras, sería saber si deja lo suficiente dedicarse a eso en México. Porque al menos tú llevas un buen rato con el espectáculo.
Bueno, yo al menos siempre he corrido con la fortuna de trabajar haciendo lo que me gusta, pero al principio fue difícil. Nadie me conocía y no era tan buena la paga como ahora. Había veces que no tenía ni para la pintura ni para las plumas del penacho, porque son caras. Me costó tiempo, dinero, trabajo y mucha disciplina llegar hasta donde estoy ahora. Tengo residencia en una excelente empresa como lo es el Grupo Mandala, y aparte, la oportunidad de estar viajando alrededor del mundo con los gastos pagados.
¿En dónde te podemos encontrar actualmente y en qué momentos del año?
Todo el año los lunes y jueves en Dady’O Cancún, y todos los sábados en Palazzo de Playa del Carmen. De repente hago pequeños tours de un mes pero siempre regreso a Cancún, a mi México lindo y querido. ¡Lástima de la calidad política que gobierna!
Pueden contactarlo a través de su Facebook.
Trino Treviño es el Editor de THUMP en México- @trinodj