Jon Jones le preguntó a Daniel Cormier, “Are you there, pussy?” (algo como, ¿estás ahí, puto?) Refiriéndose a su pelea con Chad Mendes, Conor McGregor dijo que su oponente “pega como perra”. Y la semana pasada, luego de que se anunciara que Michael Bisping sería el reemplazo para la pelea estelar de UFC 199, Luke Rockhold —que derrotó a Bisping en 2014— le dijo a su oponente: “Es tu destino ser mi perra”.
¿Pero cómo es que un peleador llamando a su oponente “perra” casi es completamente ordinario hoy en día? ¿Las obscenidades de género son sustituto para insultos homófobos que se han vuelto tóxicos incluso en lugares como un gimnasio lleno de sudor? Y cuando los peleadores y atletas buscan la profanidad a través de insultos, ¿qué intenciones se esconden en sus palabras? Hablamos con el Dr. Timothy Jay, profesor de psicología en Massachusetts College of Liberal Arts y renombrado experto en groserías y su intersección con los medios, la cultura y los deportes.
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Dr. Timothy Jay: Supongo que las provocaciones y groserías siempre han sido parte de cualquier deporte. Siempre han estado ahí, desde que los hombres enfrentaron a otros por primera vez. Están en todas partes, lo que vemos ahora no es único. Los atletas crecen con su propia etiqueta o sensibilidad con respeto a las groserías e insultos. Depende del jugador y del deporte: puedes ver a John McEnroe jugando tenis y lo más que verás durante un partido será a él gritándole a los oficiales. Pero por lo que veo, los insultos en los deportes uno a uno son realmente personales. En el juego de las peleas, básicamente, estás tratando no sólo de insultar al otro, sino de meterte en su cabeza, que es el propósito de los insultos en primer lugar. Es para hacer que el oponente piense en lo que estás diciendo y distraerlo. Es lo que noté en la entrevista de Bisping y Rockhold.
Además, no puedes inventar palabras para insultar. Tienes que usar las que todos entienden.
Hice muchas investigaciones hace 30 años sobre insultos relacionados con el género. ¿Qué es lo peor que un hombre le puede decir a otro hombre? Palabras como “puto”, “cobarde” y “homosexual”, son las primeras en la lista. Para las mujeres son palabras como “zorra”, “prostituta” o “perra”.
Semánticamente, esos grupos de palabras no pertenecen al mismo: para las mujeres las palabras hablan sobre promiscuidad, y para los hombres sobre la falta de masculinidad o de poseer cualidades femeninas.
También hice un estudio sobre las palabras de pelea —palabras que se dicen de una persona a otra y pueden dar inicio a la violencia de inmediato. “Puto” es una palabra que incita a los hombres a pelear.
En la historia hay cientos de años en los que hombres usaban insultos afeminados nada más en los Estados Unidos, pero creo que lo que estamos viendo ahora salió de la prisión y de la cultura de pandillas de los últimos 30 o 40 años. Decirle “perra” a un hombre probablemente salió de esas subculturas o sub-contextos antes de que se volviera una palabra popular e incluso apareciera en televisión. Escuchas palabras que usaban en películas de pandillas y música rap de hace 30 años. No las inventaron los dos tipos blancos que ves diciéndolas.
Las palabras como “puto” son palabras que se usan para indicar que alguien es afeminado. Cuando un hombre dice “eres mi perra”, es para indicar propiedad. Cuando entiendes que la idea salió de prisión es como decir, me perteneces. No pasa eso cuando llamas a alguien por su nombre. Llamarle así o dedicarle insultos parecidos a alguien no es para decir que te pertenece, y creo que por eso la palabra puede incitar a una pelea más rápido y las demás groserías son sólo insultos.
Culturalmente no tiene que será así. Tal vez decirle “roedor” a alguien eventualmente podría considerarse lo peor que puedes decir.
El poder que tiene un insulto es indicar que alguien te pertenece. Es rebajar a alguien, reducirlo a esa etiqueta. El poder de la palabra se transmite al que la escucha y de alguna manera la persona siente que la define. De otro modo, esas palabras no tienen ningún significado. Y entonces pienso en la cultura de la prisión y la cultura de pandillas de donde salen y puede ser que ahí se sufra el insulto o no se tomen represalias por decirla. Los peleadores están tratando de meterse en la cabeza del otro, entonces usan insultos en el pesaje y tratan de intimidar al oponente, tratan de dejar la palabra para futuras referencias. No es que vayan a pelear en ese momento, ya que están en televisión.
Probablemente veamos más el fenómeno con mujeres, especialmente ahora que hay más mujeres participando en artes marciales mixtas. Creo que lo peor que he visto fue entre jugadoras de rubgy. Es un deporte que tiene una cultura de insultar durante el juego, tienen canciones groseras, y cuando termina el juego todos beben juntos. Cuando las mujeres comenzaron a jugar rugby copiaron lo que hacían los hombres. Ya no son sólo los hombres los que hacen esto.
El tipo de personas que juegan el tenis y o participan en natación son diferentes que los jugadores de futbol o box. Vienen de lugares diferentes y tienen historias diferentes. Pero los insultos están en todas partes: son hombres y mujeres que son agresivos y competitivos, tienen un espíritu diferente al de los demás, pero tienen cerebros iguales, así que aprenden los mismos idiomas.
La otra cuestión con este tipo de lenguaje en los deportes es que usarlo te estimula como jugador. Es una manera de hacer menos al otro, pero también de emocionarte. Las groserías e insultos son parte de una manifestación de estar preparado, enojado y listo para ser agresivo. Me pregunto cómo alguien podría pelear o jugar rugby sin decir groserías, no veo como podrías jugar ese tipo de deportes sin groserías. ¿Salir a partirle la cara a alguien, sin usar profanidades? No tiene sentido.